miércoles, 10 de enero de 2007

LA NUEVA DRAMATURGIA ECUATORIANA



(Teatro)



Roberto Sánchez Cazar

En Ecuador hay una larga lista de obras escritas para teatro que muchas han caído en el olvido pues a pesar que en un sistema (el lingüístico) ya existe la obra, el teatro fue escrito para realizarse en el hecho espectacular: en la skene, y la poca memoria de los autores se debe a las escasas o nulas representaciones que las obras escritas en Ecuador, o desde Ecuador, han tenido.
Se salvan aquellas que han sido escritas par autores que además de escribirlas lograron montarlas, generalmente con sus propias compañías, la dinámica del teatro escrito actual sigue esa ruta. Muy pocas veces, menos aún, los escritores de teatro ecuatorianos han recibido la atención de la gente del oficio, tal vez porque ha habido un ritmo diferente entre los escritores de textos teatrales verbales -generalmente escritores de oficio- y la experimentación teatral que los actores han realizado en sus respectivos laboratorios, lejos de las fuentes de las letras en el país.
Considero que el fenómeno más importante del teatro actual en Ecuador es justamente la unión del teatro escrito con las otras formas teatrales, es decir, los textos están siendo escritos por gente vinculada al teatro de manera más directa, hay una experiencia común que constituye la “reciente tradición teatral ecuatoriana” y los textos corresponden hoy a las necesidades de representación y de caracterización del mundo - y a las búsquedas individuales inscritas en esas necesidades- que tienen las personas y compañías que están trabajando en el teatro ecuatoriano.

¿Entonces, cuáles los autores y donde la dramaturgia ecuatoriana?
Pues vamos al asunto. Sin embargo hay algunos antecedentes que analizar antes de entrar en materia. Creemos que hay tres ámbitos en donde se han desarrollado las dramaturgias ecuatorianas, así en plural, pues las tendencias actuales -en mucho obedeciendo a las raíces del arte- no admiten las divisiones académicas; poesía o narrativa, danza o teatro, teatro o títeres, etc., sino que se nutren de las poéticas y las dramaturgias y las teatralidades.
Me explico y con esto atendemos el primer ámbito. El teatro escrito es un hecho literario y es necesario entenderlo así. Como tal, el teatro ecuatoriano ha sido abordado desde diferentes tendencias que en tiempo y espacio han sido coherentes con los momentos históricos que ha vivido nuestra literatura, es decir desde realismo, realismo indigenista, costumbrismo, teatro lírico, teatro político -mejor dicho militante- pasando por surrealistas, simbolistas, dadaístas, hasta el teatro escrito actual lleno de héroes despojados, enredados, amorales, crueles (en el sentido artaudiano), solos, y sobre todo un teatro escrito ya como un hecho visual que pretende explorar con la palabra, la manipula, la corta, la deforma y le pone trampas al lector antes que el posible performer le ponga otras al espectador: el texto verbal como juego teatral, en el discurrir de la dramaturgia ecuatoriana actual hay discursos que se alternan, sentidos que se agreden y una búsqueda poética que lo enriquece como hecho literario.
En mucho el teatro actual en Ecuador responde a una intención de teatralizar espacios inverosímiles, mejor dicho de vaciar espacios poblados (poblados de lugares comunes, democracias ineptas, principios gastados, símbolos borrosos) y llenarlos con lugares inexistentes y tiempos donde todo es posible porque nada está dicho. Lo que se ve es a personajes que hablan de nosotros sin nombrarnos, que nos aluden, dan indicios de nosotros desde el yo, pero nos dejan la tarea de buscar las correspondencias y llenar las respuestas con las preguntas adecuadas.
Incluso la búsqueda de algunos de los más jóvenes autores ecuatorianos se está encaminando -y esta es una hipótesis que se comprobara, o no, con el tiempo-, hacia el abandono de la posibilidad de la historia contada, a veces no hay historias que contar, solo cosas que decir, (además la historia cada vez es más terreno del cine o del best seller) hay fragmentos de palabras que conviven en escena y son dichas por personas, todo esto dado que mucha de la experiencia dramatúrgica actual en el país no es la del autor que escribe y luego monta –únicamente- sino que existe la posibilidad del autor que trabaja en taller y luego escribe, con esto adelantamos el segundo ámbito.
Ahora bien hay una generación de escritores que han escrito (bendita sea la redundancia) desde su experiencia como actores y directores de teatro, y es una generación que dio pasos definitivos -y aún los está dando- de una regeneración estética e ideológica del teatro nacional. Esta Arístides Vargas, Pekt Andino, Patricia Estrella, Patricia Vallejo, Luis Miguel Campos, quienes han llevado sus obras a escena con sus propias compañías.
Los más jóvenes, muchos de ellos formados como actores por los anteriormente nombrados, tienen similares condiciones: Patricia Guzmán, Paúl Puma, por ejemplo, los cuales a su vez deberán dar paso (esperemos que así sea) a una serie de nuevas autores teatrales entre la generación que ahora se está cuajando en las escuelas de teatro ecuatorianas.
La dramaturgia es un lenguaje lleno de agujeros, de no dichos o dichos al revés y si en el teatro escrito estos vacíos están construidos gracias a los grafemas (morfemas) o sea las letras del alfabeto como unidades a ser combinadas, el teatro no escrito tiene su soporte, vale decir su alfabeto, en la acción.

*Fragmentos extraídos de la revista libro Cyberalfaro # 7.




1 comentario:

Los Dramaturgos del Reloj Solar dijo...

Es una buena reseña del teatro ecuatoriano. Estoy buscando info sobre la dramaturgia en Ecuador, sea teoría o reseñas de dramaturgos, alguna página web o gente que quiewra escribir notas o linkearlas con nuestro blog. Somos de Mendoza, y trabajamos con Arístides cuando volvió a su tierra. Espero nos visiten y no se vayan... ADIOS NONINO: PABLO