lunes, 29 de agosto de 2011

Tres Platos de un Almuerzo Desnudo


Los libros de poesía Dedicadencia (Ernesto Intriago), No debería haber mujeres buenas (Yuliana Marcillo) y el de relatos Carne Tierna y otros Platos (Diana Zavala) son el menú literario que se ofrecerá en Portoviejo, el 2 de septiembre, a las 19:30. Estas obras son parte de la colección Almuerzo Desnudo de la editorial Mar Abierto.

La capital de los manabitas es el segundo escenario escogido para realizar el lanzamiento de estos textos literarios, la cita es en la Cámara Junior Internacional, avenida Reales Tamarindos. El primero fue el Palacio de Cristal (Guayaquil) en la Feria Internacional del Libro en Ecuador. El tercer evento será en Quito en la 44ª Feria Nacional del Libro de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, a efectuarse también el próximo mes.

Los poetas ecuatorianos Alexis Cuzme, Roy Sigüenza, y Pedro Rosa Balda serán los encargados de analizar las obras. Esa noche los tres libros tendrán un precio especial y la editorial Mar Abierto anuncia que obsequiará ejemplares de varias colecciones. La entrada es libre.

Algunas lecturas

Dedicadencia

Una de las características más evidentes en la poética de Ernesto Intriago es lo coloquial y urbano con que construye y reproduce formas y estructuras propias de la cotidianidad, Ernesto toma absoluta distancia del lenguaje crucigramado y se orienta hacia los temas que le son cercanos, tan comunes y corrientes que nos hace juez y parte de ellos, como si fueran nuestras propias experiencias las que están siendo poetizadas, es decir el poeta logra que seamos parte activa de sus textos.

Siomara España

En días donde predomina la búsqueda desesperante de fama y de publicación de ciertos "poetas malitos" (?) es un estímulo encontrarse con esta colección de poemas dedicados a cumplir con la responsabilidad humana, terriblemente humana de escribir. Y escribir bien o no escribir nada. Reafirmo mi convicción de que estamos frente a un joven talento que maneja muy bien el juego de palabras, la ironía y la metáfora contundente.

Reafirmo, aun a riesgo de las risas de los frustrados de que Ernesto Intriago en su segunda colección de poemas, Dedicadencia (dedicatoria a la decadencia) retoma el caminar creativo con madurez y sabe que al hacer poesía con responsabilidad estamos haciendo conciencia de país. Porque en esta poesía no encontramos “aves de ensueño” ni endulzantes gramaticales. Él no padece diabetes lírica, por eso asume la tarea poética sin versos light. Este joven poeta -lo digo yo- está haciendo conciencia de país.

Pedro Gil

No debería haber mujeres buenas

El yo poético de este libro pone en evidencia sus más recónditos deseos y obsesiones, como si de un lienzo se tratara va dando pincelazos repletos de una fuerza insondable, que se desprenden, libres y decididos, de lo que muchos creen que es la poesía: un fenómeno estático y excluyente.

Marcillo se encarga, con versos duros, áridos y violentos, de irrumpir con imágenes de una feroz contundencia en una realidad sofocante y que desborda excesos. Despojándose de todos los dogmas y los lugares comunes, proyecta el tránsito hacia la condición humana, sin ningún patetismo o respuesta fácil; trayecto no exento de una ironía punzante y ácida, de pesadillas y desamores únicos, desgarrados y templados, con la justa combinación de sensaciones que reflejan sus versos, que dejan huella, una marca de fuego y pasión.

Juan Secaira

Versos que golpean la conciencia, que dejan una sensación de lluvia pegada a la ventana, de un enorme insecto que se desnuda en un charco de estrellas, los poemas de este libro prorrumpen de una originalidad que bucea la cotidianidad con unos ojos que aterran, que hieren, desafían, solo recuerdo a Bukowski que esperaba la muerte como un gato.

Un poemario que transgrede la sintaxis de la vida, que bucea lo recóndito del ser humano.

Cristian López


Carne Tierna y otros platos

Crudos y sinceros, ficción llena de verdad. Cada uno de estos 10 breves y potentes relatos son ladrillos que se estrellan en el mate del lector para darle forma al universo sensual y grotesco que la periodista y escritora jipijapense ha preparado con pasión. Es uno de los banquetes de la Colección Almuerzo Desnudo de la editorial Mar Abierto.

Ileana Matamoros

Diana Zavala, nos convierte en lectores comensales de varios de sus platos, los mismos que a medida que los degustamos, nos encontramos con esa carne tierna agredida, atropellada, afectada. La escritora, nos relata, lo que los personajes y lectores no queremos ver, es decir ese lado oscuro de la realidad, como Mario Benedetti, decía de sus cuentos “puentes como liebre”, “la pérdida de la inocencia al ver una realidad desagradable, que impacta”. Pero más allá de esa crudeza, en el álbum de fotos y en los platos que degustamos, está la sensualidad; elemento que es utilizado en esta literatura, con escondidas evocaciones al dios eros guardando así ciertas connotaciones de erotismo, que se enfila por varios caminos que reflejan esa sensualidad, y es así como utiliza un epígrafe para introducirnos en ese mundo, haciendo un paralelismo con la literatura, cito: “al terminar un cuento me sentía siempre vaciado y a la vez triste y contento, como si hubiera hecho el amor” Hemingway.

Leticia Loor

Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, ULEAM: 25 años Una mirada desde los márgenes

Por: Paúl Puma.

Debo precisar que este artículo no busca resumir, ni mucho menos, las claves de la publicación “ULEAM: 25 años” (414, págs.) que hace poco la Universidad Eloy Alfaro de Manabí pone a consideración del país. Mi afán es dilucidar algunas ideas y al mismo tiempo responder al regocijo con el que he leído dicho texto para rescatar algunas de sus virtudes o aciertos.

Ya Ubaldo Gil Flores, el editor de la obra, advierte al lector, en su introducción, sobre los favores de “El nuevo faro de Manta en la sociedad del conocimiento del siglo XXI” que bien ha sabido encargar Medardo Mora Solórzano, progenitor de la Universidad como un proyecto que muestra al país y al exterior sus múltiples aristas, entre ellas: la historia, la academia, la investigación, la educación de vanguardia en un contexto local –casi siempre adverso– y nacional o internacional, el desarrollo intelectual y artístico, el factor editorial (una impronta singular y deslumbrante, digna de ser replicada por su gestión).


Todo aquello desde la visión y el proyecto en manos de Mora Solórzano (a quien tuve la oportunidad de conocer en un evento cultural organizado en Quito) y de quien he podido corroborar lo que afirma Fernando Tinajero en su ensayo acerca del libro de Solórzano: Filosofía de la vida o la vida es una filosofía cuando dice “(…) Un programa [el de Mora], por lo tanto, que no por estar expresado en el sencillo lenguaje de quien se declara vinculado a la vida y al sudor del trabajo campesino, deja de ser ese prerrequisito de todo auténtico filosofar: la determinación de las propias reglas (…) ¿Quién puede dudarlo después de encontrar que a nuestro lado, con la sencillez que es propia del filósofo, vive un maestro y comparte nuestros mismos afanes, pero buscando siempre la forma de trasladarlos a un plano superior, más allá del trajinar cotidiano, para inscribir la vida en el horizonte de la trascendencia? Suerte grande es la nuestra de poder escuchar la voz del filósofo: para que ella suene, que calle la mía, cuya función no ha sido otra que la de anunciarle.” Así afirma el creador de El desencuentro, esa novela que caló tanto en la narrativa ecuatoriana en los noventas. Para mí un hallazgo: siempre he pensado que la filosofía es el punto más alto de la literatura.


Repasar las primeras páginas de este libro implica, a más de encontrarse con la figura de Medardo Mora Solórzano –emblemática ya en la educación y el pensamiento ecuatoriano–, con la figura de Miguel Augusto Egas Miranda: nuestro poeta manabita Hugo Mayo como uno de los meritorios Doctores Honoris Causa de la ULEAM sin querer prescindir de los otros célebres personajes objetos-sujetos de tan fina distinción.


Es destacable la vinculación de la ULEAM con su propia comunidad. El elemento social abarca al ciudadano de a pie y a sus proyectos –marginales, incluso– que proponen un desarrollo donde, por ejemplo, la promoción socio-cultural es un logro, por la dificultad del paisaje (Manta se ha tornado violenta e insegura como muchas ciudades del país) y de la propia idiosincrasia equivocada que en lugar de buscar el paternalismo aquí, o diría mejor allí en la ULEAM, ha encontrado hogar para el trabajo de realización y promoción cultural de manera horizontal, en unión de esfuerzos, con solidaridad y entusiasmo por ella.

Mi lectura del libro que hoy comparto bien deja ver que la Universidad Laica de Manabí asume ya los nuevos retos y roles de la Universidad Ecuatoriana –esa tan desprestigiada en otros escenarios del país– y ahora propone nuevos modelos de enseñanza enclavados en la realidad social –véase los altos índices de desempleo debido a que no se ha tomado en cuenta este aspecto–. La transformación no se reduce a la búsqueda de una autonomía per se ni siquiera a la tan anhelada calidad en la formación estudiantil, el reto es llegar a la eficiencia en el cubrimiento de las demandas de la colectividad a partir de la eticidad que procura el bienestar general de su propio pueblo.


Es de rescatar este término: ETICIDAD en casi todo el discurso de Mora Solórzano y mucho más en su, más que pensado, sentido, ensayo: Eloy Alfaro un líder del ayer y un ejemplo del mañana que, como dice Ubaldo Gil, Director de la Editorial Mar abierto, ha sido, por la demanda –y yo creo que por la eficacia–, reeditado en esta publicación:


Eloy Alfaro visto desde el prisma de la historia y su fecunda empresa idealista –tal como se presenta y es Mora– quien dícese con orgullo –ese orgullo que no lastima sino que involucra– ser, desde sus ancestros, partidario de sus ideas: las liberales radicales, donde tengo que coincidir –y vaya coincidencia ideológica–, por fuerza de la sangre, también.


Eloy ya no “El General de las derrotas”, ya no “El viejo luchador” sino el líder mayúsculo –a propósito me permití escribir Eloy Alfaro Híper Star como un homenaje familiar– cuyo idealismo a carta cabal le hizo emprender en la vinculación inédita de su país (el tren, el tren de Alfaro) o crear los institutos normales de los que soy fruto y donde dice, acercándose, Solórzano: “tenía muy claro que la ignorancia o el desconocimiento son los principales aliados de la confusión y falta de conciencia de quienes forman parte de una sociedad o habitan determinado territorio que esa desinformación o carencia de orientación facilita el aprovechamiento de los demagogos vendedores de falsas promesas e ilusiones.”


Eloy Alfaro visto desde el cristal de la Moral donde Medardo Mora Solórzano afirma con convicción: “(…) sin valores ni eticidad: la sociedad se desmorona (…)” remarcándose aquí las nociones tan palabreadas –permítaseme esa palabra– de los Derechos Humanos, del carácter humanista que se entiende como lo contrario a un verdugo, a un déspota, a un prepotente, a un dictador, a un extremista, a un fanático, a un dogmático, a un ambicioso para, más bien, volver su rostro a la generosidad del que se siente contento cuando da sin esperar recibir, cuando vuelve contentos a los demás, cuando vela por su bien.


Considero que en el ensayo de Mora Solórzano –quien casi al final de la obra consta en una fotografía con Jorgenrique Adoum y Pedro Jorge Vera– se instala el corazón de esta nueva institucionalidad que ha surgido desde los márgenes, desde la pobreza, desde la óptica anterior y vigente de un Nuevo Luchador rebelde e indignado por la ausencia de inclusión a los indígenas de su tiempo por ejemplo o por la exclusión tiránica expresada en esa carta expedida por García Moreno detestando al ecuatoriano por no ser, precisamente, devoto católico.


Después, está una suma de diversas voces, desde las más consagradas hasta las nuevas e innovadoras. Están Mackenzie y Emilio Hidalgo, están Jaime Cedeño, Leonardo Moreira, Luis Aguilera y Tatiana Hidrovo Quiñónez –quien ha iluminado la voz, el rostro de Manabí con su trabajo investigativo–, están Pedro Gil y sus talleristas: una nueva generación de escritores que pretende nacer desde el puerto de Manta.


Pronto y muy cerca está la Editorial Mar abierto bajo la dirección de Ubaldo Gil Flores cuyos aciertos implican publicaciones y colecciones inter-multidisciplinarias de Ensayos de Balsa Manteña, Comunicación y Cátedra Virtual, Política de Occidente y Oriente, Medicina, Literatura (Almuerzo desnudo), Literatura infanto-juvenil, Educación, entre otras. Una puerta al folklore –yo diría folclor–, al amorfino, a los paraísos artificiales de Borroughs, por ejemplo, mediante la perseverancia de Ubaldo que viaja constantemente –actualmente pertenece a la Red de editoriales universitarias–, lucha porque la literatura de su sector y del país se difunda con calidad y pretende, cual Quijote, establecer esas líneas de distribución editorial que siempre se han ausentado de nuestro país vacío de políticas o industria editoriales.

Una lucha ardua que celebro como lector de lo poco de casi una veintena de CYBERALFAROS a los que espero acudir como escritor –o lector que es lo mismo– siempre que me llame el deseo por esa única vía hacia la igualdad que Medardo Mora Solórzano se empeña en nombrar Educación.

Felicitaciones por ese esfuerzo editorial y mucho más en esta época deleznable y precaria. Felicitaciones por ejercer la voz ilustrada desde la periferia. Brindo por ustedes. Me uno al festejo de sus 25 años.

Salud.

Paul Puma, poeta, periodista y dramaturgo.




Varios estilos en un Cerro de Cuentos

“La historia de mi pueblo empieza el día en que mi abuela vio pasar su vida en la espiral que dibujaba la piel de la patata que pelaba con esa maña con que las abuelas, pelan las patatas. Y es que mi abuela no la pelaba, ella desnudaba la patata…..” y me hizo ver a su padre con la camisa guayabera de las grandes ocasiones, a su abuela sacando de sus enormes senos mil y un cosas -como el gato cósmico lo hace de su bolsillo-, a su madre inventando el color fucsia allá en Meneses; un pueblo cubano que no aparece en los mapas. La palabra de Aldo Méndez, quedita, precisa, es poderosa. La noche del 20 de agosto llenó de realismo mágico el teatro universitario Chushig, uno de los escenarios donde se realizó el Festival Un Cerro de Cuentos.

***

-Quiero leer mitología griega mamá, decía emocionada una adolescente al salir del teatro, al final de la función del español Arnau Vilardebó.

La especialidad de este cuentero es la mitología griega, hace dos años estuvo en Manta y premió con huevos de madera al público que entendía que Pegaso es un caballo alado y otras tantas características de los seres mitológicos. Nadie como él para recrear con la voz, con el cuerpo a los personajes del Olimpo, desde el imponente e infiel Zeus (Jupiter), la vengativa Hera, su famoso hijo Hércules hasta el mensajero Hermes (Mercurio). Arnau dejó a más de uno con ganas de acercarse a la mitología, pero “no de Walt Disney”.

El argentino Claudio Ferraro logró ese efecto certero que tiene lo insólito… con sus cuentos de autor nos metió suspenso hasta dejarnos helados con las historias de parejas aparentemente normales y felices, las mismas que son capaces de cometer crímenes caseros. También nos mostró que Caperucita no es tan inocente como la pintan, sino por qué tras salir de la panza del lobo se fue con un viejo leñador.

Mayerli Beltrán y Fernando Cárdenas, los más jóvenes del festival, trajeron el sabor y la picardía de su tierra: Colombia. Ella confesó que su repertorio era solo para mayores de edad, mas se las arregló para que los adultos rían como niños y los niños se rían de las cosas de adultos. Raymundo Zambrano, organizador del Festival en Manta, se quejó de que los padres llevaran a menores de 12 años, pese a que se había pedido no hacerlo para evitar así que el ruido rompa la concentración de cuenteros y espectadores.



jueves, 18 de agosto de 2011

Una semana dedicada a la poesía

Medardo Mora Solórzano (Rector ULEAM) en el marco de la inauguración del IX Encuentro Internacional de Poetas.


Manabí vivió durante esta semana el IX Encuentro Internacional de Poetas, evento organizado por el Departamento de Desarrollo y Promoción Cultural de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Uleam). Poetas de España, Chile, Cuba, Uruguay, Argentina, Colombia y Ecuador se presentaron en Manta, Montecristi, El Carmen, Bahía de Caráquez, Pedernales y Santa Ana.

La velada inaugural se realizó en la Sala de Conciertos Horacio Hidrovo Peñaherrera – Uleam, el 8 de agosto. José Luis Reina Palazón (España) fue el encargado de abrir la jornada de lecturas. Él dedicó su primer poema (Lost in traslation ) al manabita Horacio Hidrovo Peñaherra: “Allí, donde cantan auroras/ en los bolsillos hilvanados de los ejecutivos,/donde toda luz es signo prometido,/y todo amor caído inexacta ilusión,/ en los bulevares sin olor ni silencio,/entre los cuerpos de plástico sin pena,/en los insomnios fluorescentes,/ en la patita rota de la paloma soledad,/allí canta también la nieve del alma,/un cristal siempre roto a la verdad,/una ficción de nieve”.




Horacio Hidrovo Peñaherrera, organizador del encuentro, junto a varios de sus colegas poetas.



Otras voces de la noche fueron: Paúl Puma (Ecuador) “no somos más que el borrador de una persona”; Freddy Ayala “Y en el espejo revolotea la fósil mirada de un niño”; Rocío Cardoso (Uruguay) “No hay nada más allá del infierno,/ sólo quebrantos. /Jirones de sombra/se dibujan en el horizonte”.


Eduardo Aramburú (Chile), también dedicó versos a Horacio Hidrovo; “Era Viernes./Tu palabra de líder rojo, amarillo, azul,/trajo el espíritu de ASHOKA/Y brotaron “… las ausencias de tristeza…”/los dolores, las heridas/se fueron en ese río caudaloso de los tiempos/Ardieron los espinos, los bosques oscuros, /la tortura del alma/congelada en las murallas, en las piedras,/en los cuerpos, en los ojos triturados,/en las manos hambrientas, en las bocas hambrientas/de un beso”.



Los poetas nacionales y extranjeros posando frente al busto de Medardo Mora Solórzano.


Alfredo Villegas Oromí (nacido en Argentina, radicado en Uruguay) “Caigo desde la noche sin decirte más porque un silencio solo/fue cerrándome hacia adentro./ Ha sido tan alto el viento,/ tan fría la huella,/que quedamos sin señas en las manos/ como pájaros oscuros (…)”.



Wladimir Zambrano (Ecuador) “Cuando alguien cierra los ojos sin dormir:/camina un niño,/se dobla el día y la vejez se guarda,/y La hora,/El minuto y El segundo/como forma de cera instalando su recuerdo entre lo débil/ giran el fragmento del descanso al cruzar un rostro vivo (..)”.

Esther Trujillo (Cuba) compartió versos inspirados en Haití y con su habilidad, propia de los exponentes de la tradición oral, presentó a l Centro de Danza Montedearte, agrupación que se lució con Carlos Delgado a la cabeza.




Los poetas visitando el Museo de la ULEAM



HOMENAJE
Esta edición del Encuentro de Poetas se dedicó a David Pablo Balda (Dacho Pablo). Vicente Cuesta, miembro del Grupo Cultural Manta, fue quien realizó una semblanza de este importante músico manabita, mientras en una pared se proyectaban imágenes donde el elemento infaltable era su órgano. Hernán Gil complementó el homenaje al interpretar en el saxofón una composición de Dacho.

Medardo Mora, rector de la Uleam, al final del evento de inauguración destacó que Manta y Manabí le deben mucho a Horacio Hidrovo Peñaherrera, quien como director del Departamento de Cultura de la Uleam impulsó el desarrollo artístico de la provincia. Agregó que el IX Encuentro Internacional de Poetas era un hermoso pretexto para rendirle homenaje a quien se lo merece. “Él (Dacho) no fue una persona que buscó publicitarse, fue alguien de oído privilegiado, tenía dominio exquisito y sin igual del órgano. Su familia debe sentirse inmensamente satisfecha de compartir con él los más íntimos momentos de su existencia”.


El poeta español José Luis Reyna Palazón en el desarrollo de su ponencia



EVENTOS PARALELOS
En la Uleam se realizaron conversatorios con estudiantes de Comunicación, Psicología y Ciencias de la Educación. El 9 de agosto se efectuó la presentación del libro ‘Fulgor de la derrota’, del guayaquileño Ángel Emilio Hidalgo, el análisis de la obra estuvo a cargo de Wilman Ordóñez Iturralde. Este libro se publicó con los sellos editoriales Mar Abierto y Eskeletra. Además de los poetas antes citados, en conversatorios, recitales dentro y fuera de Manta también participaron Yolanda Duque Vidal (Chile), Ángela Penagos Londoño (Colombia), Nohad Atala (nacida en Brasil, radicada en Ecuador) y los ecuatorianos Carmen Vascones, Enver Álvarez, Damia Mendoza, Carmen Rivadeneira Bustos, Marcela Almeida Cisneros, Maricé Almeida, Alexis Cuzme y Belén Muñoz.

FULGOR DE LA DERROTA: EL PARAÍSO DE UN TIEMPO PERDIDO DE MILTON





Por: Wilman Ordóñez Iturralde

Fulgor de la derrota es un texto-memoria. Un cuaderno de Joyce. Una nueva manera de colegir historia y lírica. Es, a mi parecer, no un libro, sino la poesía misma queriendo llegar a ser sujeto real e histórico.

Wilman Ordóñez.

Quizás el poeta Ángel Emilio Hidalgo en esta etapa de plena madurez intelectual ande buscando un Unicornio. No azul como el de Silvio Rodríguez que ese no es de su agrado, sino, uno metafórico, uno que se llame poesía. Buena poesía que transgreda todas las emociones y los tiempos. Cosa no muy fuera de la realidad, sino relativa a la verdad lírica. Ya que la buena poesía al igual que el unicornio azul, hoy, en esta moderna cultura líquida, está tan escasa y fuera de ser cierto.

Ángel Emilio sabe, como buen poeta y escritor, que Fulgor de la derrota es una respuesta amarga a lo sinsentido. Una respuesta a la banalidad mediática. Y me atrevo a decir, que también es una respuesta de Poesía bien escrita a los poetastros de la actual generación travestida y liviana que cree que todo en ellos está resuelto.

Leyendo Fulgor de la Derrota asistí al Paraíso de Milton. Cuando Milton dice "Decid, Poderes celestiales, ¿dónde hallaremos semejante amor? ¿Quién de vosotros querrá hacerse mortal para redimir el crimen del hombre mortal? ¿Qué justo salvará al injusto? ¿Habita en los cielos caridad tan tierna?" O al párrafo de Francois Rabelais en Garganta y Pantagruel, -que cansado de la rutina y la bulera mediocridad-, manifiesta:

"Ponocrates, amigo mío, estas moscas me están cegando; dadme una rama de esos sauces para mosquearlas".

En Fulgor de la derrota ya la voz lírica mismo es el sauce y la rama, va directo a la cabeza y golpea. Nos dice, grita y manifiesta que lo infeliz del tiempo es el tiempo mismo. Creo ver en esto al historiador Hidalgo. El historiador-poeta que busca respuestas racionales a través de un habla y palabra musical, Lirica. Que diga bonito y bien pensado, que la derrota del poeta no se debe a la historia, ni al tiempo, sino a los telenys modernos de Oscar Wilde que no asumen con fuero su propia manera de decir las cosas.

Tiempos, ritos, memoria, símbolos, mitos, este Fulgor es la conjunción de un estado del ser poético en trance más la realidad epistolar de los que no llegan a comprender la buena poesía. Una buena poesía que habite subterfugios y moradas no terrenales. Habitus morten de imágenes que solo pueden ocurrírsele a un poeta de tamaña elaboración como es el poeta Ángel Emilio. Nada raro me parece entonces que el poeta Balseca diga que "la labor notable que el poeta Ángel Emilio Hidalgo despliega en estos versos logra proponer un mundo particular de pensar". O que el poeta Mussó nos indique que Ángel Emilio es "rara avis que apuesta por mantener la reflexión en un medio que banaliza la existencia Y que deambula según las fluctuaciones de la moda".

Antes de la lectura de estos comentarios había dicho y afirmado en mi epígrafe que:

"Fulgor de la derrota es un texto-memoria. Un cuaderno de Joyce. Una nueva manera de colegir historia y lírica. Es, a mi parecer, no un libro, sino la poesía misma queriendo llegar a ser sujeto real e histórico". No en vano el poeta Hidalgo escribe: "Veo la ría suspendida a mis espaldas. El perfil de un hombre, a duras penas".

Desearía preguntar al poeta si acaso Fulgor de la derrota es la búsqueda incesante de un mundo antiguo en el mundo moderno. Si el poeta me dice que sí, entonces la voz lírica tiene razón: No hay búsqueda más extraña que un mundo antiguo en uno moderno cuando el mundo moderno desprecia la tradición, -que le asiste el tiempo como hecho de continuidad-, por considerarla vieja y lo viejo equivale a derrota y la derrota ha estado de hibernación. Muchas veces esta derrota,-que no es más que simbólica-; es incapaz de volver a tomar la iniciativa.

Por ello no quisiera pensar que este Fulgor, acabe por derrotar al poeta Ángel Emilio cuando éste afirma que: "Finalmente, el tiempo se desgrana. Recojo mi silencio entre los odres. Y escapo entre los gestos solitarios". Pero estos otros versos nos descubre la esperanza de la no perdida para decir junto al poeta Hidalgo que la nueva y buena poesía que escribe creará otros tipos de lectores y no menos cierto que mejores seres para una sociedad que no debe olvidar la ternura: "Búsquenme, mi rastro será lengua esparcida, devenir insólito del tiempo, mamo bajo el cual se encubren los mortales".

Algo que no eximo a la poesía novísima es su oscuro devenir. Debería esta novísima poesía retornar alojo-voz de los buenos poetas como Ángel Emilio que nos mantiene al filo del enjambre para no morir terrenalmente sin haber creído en la palabra y el poema como un monasterio de la metáfora y no como una pila de Demóstenes sucumbiendo a su cultura.

Siento muy hondo el final de la derrota, el final de una voz lírica a la que le duele seguir siendo verso. Seguir siendo poesía. Una voz que resuelve dejar al poeta que fue derrotado por las malas costumbres de otros que se creen poetas y conquistar al historiador a quien no le duele descubrir que la razón es menos dolorosa que la psiquis. Esta psiquis moderna flatulenta que anda al cepo de un puerto no habitable para emociones fuertes como las del poeta-historiador Ángel Emilio Hidalgo. Y fíjense, cuando la voz lírica de Fulgor de la derrota se deprime, la psiquis imagina viajes fuera del tiempo. A esta voz nada le quema. Es una voz ambivalente. Una voz que desde el otro lado de la tierra deja las tristezas mortales para cantar al igual que el pasillo En las lejanías estos versos de dolencia y espanto: "Ya para mis huesos, cuando yo me muera, tal vez lo más blando, tal vez lo más blando, será el ataúd." Y es que Fulgor de la derrota es este y todos los pasillos decapitados de una generación decapitada por incomprendida y azarosa. Una generación de fuste, de múltiples inteligencias y no menos cierto que, una generación de amantes de la palabra fogosos pero trágicos Hundidos y complicados poetas que jamás pidieron respuestas a sus tragedias.

De esta generación está hecho nuestro poeta Ángel Emilio pero superior en su manera de pensar, decir, contar y relatar los sucesos y sus improntas.

Una generación moderna decapitada de aquella a la "que nada le queda más que el corazón" como medio y fin de lo que el puerto menos debe borrar en sus huellas de puerto abierto y festivo: su amor a la buena poesía y su lectura del ritmo-espacio y tiempo, acorde a su moderno sentido cognitivo.

Ángel Emilio impone tareas sartreanas en este Fulgor. Que la literatura sirve para descubrirnos menos amargos; y la poesía debe servir para hacer de ella un habito de goce. Un habito hegeliano para pensar y descubrir nuevas maneras de mantener en movimiento la palabra que todo poeta que se precie de buen poeta debe poseer sin tiempos ni noches demasiados largas.

"Fulgor de la derrota es un texto-memoria. Un cuaderno de Joyce. Una nueva manera de colegir historia y lírica. Es, a mi parecer, no un libro, sino la poesía misma queriendo llegar a ser sujeto real e histórico". Jamás podrá Manta, ni el país, olvidar esto después de su lectura.

Y a ti hermano poeta Ángel Emilio Hidalgo, te diré lo que Cayo Valerio Catulo le dice en Cármenes a Celia Rufo cuando se ve derrotado por lo que dicen los lectores sobre su poesía sin siquiera sentir el fulgor de sus versos y el mensaje que deseaba transmitir a su mundana, feroz y mediocre sociedad:

"Contra ti, si contra ti alguien, hediendo Vectio, puede decirse lo que a los verbosos se dice, y a los fatuos; con esa lengua, si el gusto te viniera, podrías lamer los culos y los zapatos rústicos. Si a nosotros todos perder del todo quieres, oh Vectio, ábrete; del todo harás cuanto ambiciones".

Fulgor de la derrota nos llega a tiempo. Así, como asta y cincel estos versos recuperan en nosotros la lectura de la buena poesía escrita en nuestros márgenes. ESCRITA PARA NO MORIR EN LA DERROTA, NI MORIR, EN EL FULGOR DE LA DICHA.