miércoles, 10 de enero de 2007

HE LLEVADO UNA VIDA FELIZ: ANTOLOGÍA POÉTICA DE PEDRO GIL



(poesía)


Coedición con Shamán editores
Antología personal que recoge los tres primeros trabajos poéticos del autor manabita, Paren la guerra que yo no juego, Delirium tremens y Con unas arrugas en la sangre; además incluye poemas inéditos en el apartado titulado Los poetas duros no lloran.


BREVE BIOGRAFÍA

Madrugada de un 18 de Mayo.
Ahí está mi madre,
fresco aún el crisol de su entrepierna,
sudando y pujando dolores
para que luego venga yo
llore sude escriba El poema.
Nunca
le pregunté si fue por amor o lascivia
que se entregó a mi padre
en esa cama huesuda
que está guardada en una bodega de la casa
y la memoria.

Ya grandecito,
pese a sentir una aplastante gana de comer,
nunca salí a buscar empleo
porque el empleo agota,
salí a buscar amor,
porque el amor es inagotable.

A los 11 años,
Me perdí en un callejón donde solo había
Droga y amigos con
Caras y almas cortadas.
Salí de ese callejón a los 24.
De los 11 a los 24, tantas cosas.
Fui fichado por la Poesía muy temprano.
He dormido en hoteluchos
donde mujeres del ambiente
(ya no les llamemos putas ¿quieren?)
prefieren borrachos con plata
antes que poetas con estrellas lunas planetas
de necesidades.

He merodeado ciudadelas
De enfermedad y miseria.
He visitado Clínicas Siquiátricas
Ahí reposó mi enfermedad en una hamaca
esperando el Crepúsculo.
El crepúsculo de maniáticos y enfermos
con caretas de hombres.

He paseado en carros patrullas.
He traicionado el traicionero.
He pedido limosna a Los Míseros.
Una vez supliqué PAREN LA GUERRA QUE YO NO JUEGO.
Pensaron que había fumado al revés.
Bombas misiles cohetes
zumbaron por mis narices.

Que otro pare la guerra.
He visto mis parentescos con la muerte
en uno dos tres Deliruim Tremens
y supe que la muerte no es un juego
ni un ensayo.

La muerte, como la vida,
tiene demonios
que no vemos porque no nos da la gana.

Me senté confiado, de espaldas,
en la silla que me cedió el asesino.

He reído atardeceres frente al mar,
respirando yodo, sal y aguardiente.
he caminado bajo aguaceros sin paragüa
no porque me encantara
(no tenía para comprar un paraguas).

Le hice dos hijos a una hembra.
Tampoco sé
si fue por amor o por su calentura
que abrió gustosamente las piernas para mí.
He recibido bravos urras y aplausos
Por sudar y escribir El Poema.
Gracias , muchas gracias.
Amigos parias.
Amigos con carros. Muy amables amigos académicos.
Aquí tengo mi talento. El Poema.

El que salí a buscar
desde la entrepierna de mi madre.
¿Qué hago con él? ¿Se los doy? ¿Lo quieren?
¿Me lo como? ¿Qué hago?


HE LLEVADO UNA VIDA FELIZ


He llevado una vida feliz.
Con bastante bohemia
y un tanto de sufrimiento
conseguí mis títulos
de bachiller y lunático.
Conocí la cárcel por robarle
el cariño no sé a quien.
Volé a otros caminos
a buscar fortuna.
Estuve en el abismo.
Estuve en el sanatorio
por sobredosis de traumas.
Estoy considerado como uno de los mejores
atletas del ocio.
Soy el hombre que esta vida se merece.
Platiqué con ángeles
de baja calaña.
Tampoco soy un angelito,
aprendí mis mañas para no dejarme caer.
No compadezco a los caídos.
Rescato las virtudes de la indigencia.
La hipocresía y sus secuaces
me tiraron sal a los ojos.
Burlé al suicidio
cuando me buscaba.
Yo, hijo de un ético
y una desventurada,
he llevado una vida feliz.
¿Por qué la gente no ríe
si tan solo cuesta unas lágrimas?


ME GUSTARÍA MATARME POR AMOR

Pero qué harán las piedras sin las huellas
(digitales de mi ira,
los chinches sin mi sangre bondadosa,
qué pensará mi madre consumida y arrugada,
idéntica a las madres del barrio que queda a
la vuelta
de Todos Los Barrios Pobres Del Planeta,
que dirán los que me dieron,
el policía que me arrestó por no saber robar,
el que me prestó un libro y jamás se lo devolví,
el tendero que me estafó para vivir mejor,
el burgués que decidió ser revolucionario,
el pobre que quiso ser más pobre todavía,
que dirá Vergajito Xenófobo en su país de
mierda
cercado con alambre de balacera,
las muchachas vírgenes,
las que detestaron mi timidez y mis botas mal
comidas,
las que me quisieron por serafín,
el subversivo que delira con la muerte del
presidente,
qué harán los libros sin mi ignorancia,
el espejo vanidoso sin mi cara despeinada,
las botellas vacías sin mis amaneceres,
el economista sin mi sentimiento econométrico
social,
mi hermano moralista sin mi filoxera andariega,
qué pensarán los algunos que dieron muerte a
mi inmortalidad,
los algunos que se desataron del todo que amo,
la lavandera que salpicó perfume eterno a mis
pantalones
paleolíticos y sin centavo cuando circulé la
poliomielitis en sus
niños,
qué hará el cura que confiesa pecados en la
guerrilla,
la máquina de escribir sin mi ironía,
la ciencia,
los malvados gobiernos,
los jodidos
los que joden
los quejidos sin la fiscalización de mis versos.

¿Qué harán dirán pensarán?

Me gustaría matarme por amor,
dispararme contra la guillotina más oxidada
que tiene
la vida. Pero no lo hago. Por amor.

Imagínenselos sin mi poesía, palanca de la
materia universal.

Quítenme esa palanca y no respondo.

Al fondo,
a la derecha de mí mismo se encuentra Pedro
Gil al revésjodiendo que no jodamos al evangelio,
(da lo mismo decir no nos jodamos)

que algo anda mal,
que hay que incinerar el algo,
que ese algo levanta al mundo con cemento de
(infamia,
que socialicemos el amor humano y el amor.

Me gustaría matarme y no lo hago. Por amor.
Duerman tranquilos. Mi amor no termina.
En la muerte nada hay de nuevo. Nada que
hacer.
Mi presencia tiene presencia eterna.
Mi poesía no acaba con mi vida y con la vida.
Todos caben en ella.
La madrugada ha exprimido mi coraje.
El alba

se acerca.

En el cementerio los cadáveres esperan la
resurrección
de los vivos.
Y en las mil novecientas ochenta y ocho
crucifixiones
duerman tranquilos

hermanos mortales. Duerman tranquilos.




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