miércoles, 20 de enero de 2010

Partidarios del conocimiento

Portada de Cyberalfaro 18


Importantes cambios se avecinan para la universidad ecuatoriana, cambios que han dividido las susceptibilidades, tanto de estudiantes, autoridades universitarias y gobierno. Como medio pluralista y académico no nos mantenemos al margen del tema, poseemos nuestros criterios que no responden a intereses de ninguna clase, salvo si el aportar al conocimiento, la investigación y la creación literaria desde una editorial y revista multidisciplinaria a la comunidad universitaria y ciudadanía fuera de los linderos del estudio sea considerado un interés, entonces somos partidarios de ese interés.

Mientras tanto dedicamos este número a la producción y mercado editorial, tanto la que hacemos como la que consumimos, pero sin descuidar otros temas que para este número hemos reunido.

Obama: un cambio histórico o un triunfo anunciado, de Medardo Mora Solórzano, nos ofrece un breve acercamiento de lo que representa Barack Obama como nuevo presidente de los Estados Unidos, y los objetivos en los que debe enfocarse para asumir el liderazgo de esta potencia mundial, y cómo debemos esperar estos cambios desde nuestra apreciación latinoamericana. Texto ágil que ofrece una visión esperanzadora en la política de este nuevo mandatario.

Por su parte Alfredo Cedeño Delgado en su texto titula do: La práctica de la medicina en la cultura manteña, nos introduce a un relato histórico de lo que significó la medicina natural en nuestros ancestros manteños, de cómo los shamanes o brujos se constituyeron en todo un referente para este oficio, oficio que continúa cultivándoselo en algunos espacios de una provincia con una población que sigue siendo fiel a los trabajos curativos de sus plantas y la magia persistente en su folklore.

El cine en Manabí: una utopía con bases, de Karina Mera y Zully Mendoza, explora un tema que poco o nada ha sido tratado analíticamente dentro de Manabí: su cine, o mejor dicho el acercamiento al cine que en años recientes ha empezado a hacerse. Las autoras están convencidas que las falencias en este cine tienen una deplorable raíz: la ausencia de un debido apoyo económico del estado e instituciones culturales que deberían ofrecer todas las facilidades a propuestas alternativas (historias violentas, rurales y de lenguaje coloquial) de los cineastas manabitas.

Alejado del cine pero siendo parte de esa identidad del manabita Ramiro Molina en su texto titulado Tiempo de abuelos ofrece una remembranza como ejercicio de sus recuerdos, todo con el propósito de acercarnos a la época en que aún nuestra moneda era el sucre, en que nuestras ciudades no eran más que pueblos, con habitantes interesantes y costumbres respetadas. A eso nos conduce Molina en su aporte, transportándonos a las décadas del sesenta y setenta, las décadas más interesantes, para este cronista, del siglo anterior.

La crisis económica mundial ha sido el azote de inicios del siglo XXI, Ecuador se ha visto afectada, sus pobladores así lo confirman, la situación en cada hogar de clase media baja y baja son los mejores testimonios, qué hacer es la pregunta común que todos esperan sea respondida eficaz y rápidamente por el estado. Es en este panorama que Antonio Velásquez Kuffó plantea en su artículo El trueque: sistema práctico de intercambio comercial, volver a este antiguo sistema de comercio, donde el intercambio de bienes suplanta la moneda, que tan posible es aplicar esta idea en todo el país, descubrámoslo leyendo el texto.

Desde otro punto alejado de la crisis económica y su alternativa de solución, Darwin Macías Mero escribe sobre La función cultural de los museos como agentes de cambio social, en la que se plantea si los objetivos de estos organismos agrupadores de nuestra historia están debidamente centrados en las exigencias que la actualidad demanda. Macías analiza (aunque no profundice en su totalidad) si las políticas actuales son las más adecuadas para estos centros agrupadores de nuestro pasado.

Como dijimos al inicio este número está dedicado a la producción editorial, Mar Abierto ha logrado lo que pocos sellos editoriales (y en pocos años) logran en una o dos décadas: ser una empresa difusora de conocimiento con un merecido puesto en el panorama nacional y que ya empieza a hacerse de uno en el internacional. Para saber que vamos bien, que nuestros libros y sus autores avanzan por buen camino hemos reunido los argumentos de Jorge Luis Cáceres, Paúl Puma, Ángel Emilio Hidalgo, Leonardo Moreira, Augusto Rodríguez y Wilman Ordóñez para que sean ellos los encargados de mostrar al lector hacia dónde se dirige nuestra producción.

Finalmente en la sección de poesía se incluye la separata del poeta Carlos Luis Ortiz que nos ofrece un adelanto de lo que será su próximo trabajo poético. Los reiterados pasos de la niña muerte es como se titula este apartado que agrupa diez poemas de intensidad cuya característica es la de ser el testimonio nostálgico de su historia.
(Editorial perteneciente a la revista libro Cyberalfaro # 18 que ya está en circulación y que próximamente será presentado primero en Guayaquil y luego en Quito)

jueves, 7 de enero de 2010

“Nada de declamación, solo trabajo y más trabajo”

Barricaña centro cultural de Guayaquil, espacio donde próximamente se rendirá homenaje póstumo a Enrique Ponce y se presentará libro del Dr. Medardo Mora.
Por: Walter Franco
(periodista guayaquileño)
P: ¿Por qué producir una revista libro en Ecuador? ¿Tiene algo que ver la idea con lo que sucede en Quito con la Kippus, de la Universidad Andina Simón Bolívar?
R: Es ya un lugar común que América Latina, en letras, no es más que un cementerio de revistas literarias, porque tienden a desaparecer en corto tiempo, y en muchos casos eso refleja la falta de rigurosidad académica o creativa, pero también la falta de apoyo o demasiado apoyo del estado. En el primer caso la gente se queja, en el segundo se acomoda y ya no produce.
He leído la revista Kippus y no es para nada nuestro modelo desde el punto de vista temático. La revista libro Cyberalfaro, texto académico de investigación y creación responde a la provincia región Manabí en el contexto nacional y global, era necesario pasar de nuestro pensamiento lúdico, mágico, a uno más racional y cerebral y esto demanda décadas, el proyecto se desarrolla en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, y desde el inicio, de acuerdo a un plan estratégico bien planteado, la revista no era más que un puente para poder llegar a la Editorial Mar Abierto, editorial universitaria que hoy es una realidad en el contexto nacional e internacional; pues tengo el mérito de ser Vicepresidente de la Asociación de Editoriales Universitarias de América Latina y el Caribe (EULAC) para la subregión andina, lo cual es una señal de que hemos llegado a otros países aunque de pronto no hemos llegado a todo el país, lo cual forma parte de las contradicciones de la nación ecuatoriana.

P: ¿De dónde surgió el título de Cyberalfaro? ¿Por qué se lo escogió?
R: Es la combinación de la avalancha de la tecnología que siempre estará marcando un modo de ser, combinado con Alfaro, es decir la representación de nuestra tradición, de sus valores: sacrificio, trabajo, honestidad, incluso hasta martirio por sacar adelante a nuestra región y país. La figura de Alfaro se la ha utilizado políticamente pero el estado no nos devolvió a tiempo educación de calidad, perdimos más de 7 décadas.

P: Debido a que la revista funciona con colaboraciones de varios miembros del Consejo Editorial y de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, ¿Cómo hace usted como editor para hacer sugerencias u observaciones a los temas propuestos y artículos entregados?
R: Tenemos un reglamento que está en nuestra página web. Escribe gente de nuestra universidad, del país y académicos extranjeros; pero no somos inflexibles, no podemos serlo en una provincia donde no existió tradición de lectores y escritores, o por lo menos movimientos culturales bien consistentes y de proyección nacional. Aceptamos las sugerencias y observaciones y las cumplimos de acuerdo a nuestra realidad académica y creativa. Por ejemplo a mí me encantaría que un solo ejemplar gire en torno a un tema substancial para abordarlo desde varios ángulos pero quienes escriben hasta la fecha no logran articularse al propósito: cuestión de tiempo, de formación académica…

P: ¿Cómo nació la Editorial Mar Abierto y cuál es el lugar que ocupa Cyberalfaro en su producción?
R: Quizás lo anecdótico y fundamental era que queríamos asaltar un banco para reunir fondos para la editorial, nos dimos cuenta a tiempo que en el país hay demasiados ladrones políticos, y ahora último con ese ejemplo la inseguridad reina en el país. Pero nos ayudó Medardo Mora y se hizo menos difícil.
Fue toda una generación de los años 80 del siglo pasado, salió el grupo de teatro La Trinchera, actores de teatro, televisión y cine. Fui miembro fundador de teatro pero lo mío era escribir cuentos y novelas que he publicado en partes. En el sueño de la editorial estuvieron Pedro Gil y William Happe, la editorial nació al calor de la Caña Manabita, el olor a hierba y la energía terrible que crean autores como Dostoiesky, Kafka, Sartre, Camus, además de todos los genios de la literatura del boom latinoamericano como García Márquez, Vargas Llosa, Rulfo, Benedetti, Cortázar, Borges (el inmortal) y otros. Aunque para realizar un sueño hay que pasar por pesadillas como la lucha contra la burocracia y las limitaciones de quienes están en el poder. O de quienes manejan los recursos públicos.

P: ¿Hay algún tema que se prefiera no tocar o tabú en Cyberalfaro?
R: Nuestra universidad es laica y liberal por tanto estamos abierto a todo tipo de temas siempre que haya respeto a los demás y tolerancia.

P: ¿Cuáles son las temáticas que puede abordar Cyberalfaro?
R: Priorizamos los temas regiones en un gran porcentaje, luego los nacionales y ahí los globales. Hay que tener claro que el nuestro es un país diverso y de una provincia a otra, incluso de una ciudad a otra, hay tantas diferencias que hay muchos vacíos o muchos puentes que construir para después llegar a niveles de abstracción más complejos. Como región y como país somos simplistas y coyunturales, no hay que olvidarlo nunca.
P: ¿Con qué frecuencia sale la revista libro? ¿Cuál es su costo para el público y dónde se la consigue?
R: Salen tres al año, el costo es de 5 dólares, la política que usamos es que a cada autor se le paga con libros y este lo vende a su modo. Por tanto la mayoría queda en Manabí aunque hemos dejado en las principales librerías de Quito y Guayaquil algunos ejemplares.
Pero también cuenta que al año estamos publicando un promedio de 12 libros multidisciplinarios de: medicina, economía, folklore, historia, educación, literatura, etc. Apuntamos a ser una verdadera editorial universitaria en términos modernos, ahora en enero cumplimos 10 años, y entramos a la segunda fase por diez años más donde privilegiaremos el marketing, ventas, es decir todo lo que tiene que ver con la distribución en el país y fuera de él. Hasta tanto creemos que estamos posicionados, hemos alcanzado cierto grado de aceptación en lo temático y en lo formal. La industria editorial demanda el manejo de muchas disciplinas y como todo negocio hay que formarse, hacer alianzas, y correr riesgos de perder o ganar. Y creo que como ecuatorianos y manabitas ya hemos perdido mucho tiempo y dinero, y es hora de ganar con empresas mixtas, con el apoyo del estado y las iniciativas de los sueños privados.
P: ¿Cómo es el proceso para sacar adelante una edición de Cyberalfaro?
R: Se vuelve fácil a estas alturas, Cyberalfaro no es más que una rueda de un engranaje llamado Editorial Mar Abierto.

P: ¿En algún momento la revista libro se distribuirá en otras ciudades?
R: La distribución no solo es un problema nacional si no latinoamericano, y por eso hemos ido lentos pero sin pausa, cumpliendo las metas y objetivos esenciales para poder actuar como cualquier empresa que te distribuye desde una coca cola hasta un carro de último modelo. Tenemos por delante diez años para concretar y cumplir una auténtica distribución. Y nos faltarían unos 30 años más para saber si realmente la editorial es un hecho impreso en la memoria regional y nacional. Seguramente desde el otro lado sí sabremos que hicimos lo que teníamos que hacer: nada de declamación, nada de palabrerías, solo trabajado, más trabajo y más trabajo.

miércoles, 6 de enero de 2010

Al viejo Guido


Por: Lautaro León Rodas

Acostumbraba llamarlo, de cuando en vez, para ver cómo estaba, especialmente después de alguna reunión de amigos, porque le encantaba “pegarse su traguito”.

Eso sí, nadie dejaba pasar su cumpleaños…Nos peleábamos para “sacarlo” ese día. Y como al Viejo Guido, no le faltaban los amigos (los verdaderos), pues, andaba “de mano en mano” y “de reunión en reunión”. Si no era en la Hacienda “Cañas”, era en “La Garza Roja”, en el ‘Barricaña’, o en cualquier otro lado, a veces, hasta bien entrada la madrugada.

Igual, dormía como un “santo” al día siguiente hasta ya entrada la tardecita, tanto, que cuando en su casa contestaban el teléfono, la respuesta siempre era: “Está descansando”.
Pero cuando estaba despierto, y lograba comunicarme con él, la “conversa” se iba de largo.

Siempre cariñoso, me preguntaba constantemente por mis “achaques” y yo, obviamente le decía que, seguro, me moriría antes que él, pues con esas ganas de vivir que tenía, y esa vitalidad, era lo que esperábamos todos…Que viva por mucho tiempo más.

Era conciente de su edad, pero no creo que haya estado pensando en que la muerte le estuviera rondando tan cerca.

La última vez que hablé con él, fue justamente el día de su 87° cumpleaños, pues le había preparado un “regalo”: Eran unas coplas que tenía guardadas en mi cabeza hacía ya tiempo y que lograron salir, justo para ese día. Mientras las escribía, iba recordando cada momento con él, cada encuentro-aventura, pues era una enciclopedia en vivo, cada cosa ingeniosa que se le ocurría, cada amorfino que sacaba de su memoria prodigiosa, y cada bronca con el mundo cuando algo no le parecía correcto.

No había lugar donde no nos encontráramos. Bueno, compartíamos ese amor por la Tierra, por lo nuestro, por lo humilde, por lo auténtico, aunque siempre decía que él era un “Montubio de Escenario”, cosa que nadie le creía, pues más auténtico que él… ¡Nadie!

Y, de repente, ¡Se ha muerto el Guido!...Lo primero que uno piensa es: “Por qué no fui a verlo más seguido” o “Por qué no lo llamé ayer, que tenía tiempo”. Es porque creemos fervientemente que seres como él ¡NO PUEDEN MORIRSE! ¡QUE NO SE VAN A MORIR NUNCA!...

Y me quedé con aquellas coplas en la mano, porque, el día de su cumpleaños, en que se las leí por teléfono, le dije que se las daría si nos reuníamos en la noche con el Wilman y los demás.

Al final…No nos vimos, y ahora, un año después de su muerte, tengo un vacío terrible, tanto, que no he asistido a ningún acto en que él podría haber estado.

Quiero recordarlo ¡VIVO! como le decía al final de mi escrito. Y así lo recordaremos todos los que fuimos sus hijos, sus alumnos, sus “panas”, a pesar de las diferencias de edad.

No soy quién para “homenajear” a alguien que merece muchos más de los que le ofrendaron en vida…Y que todavía esperan, a su muerte, pues parece que no le dieron la importancia debida. ¡No saben lo que perdimos!

Solamente me queda entregar a sus hijos y a quien quiera leer, estas palabras y estas coplas en su honor.
¡SALUD, VIEJO GUIDO!
Con el cariño de siempre

Al viejo Guido,
en su Cumpleaños.


Hoy, yo le vengo a cantar
unas coplas, al amigo
más “Veterano” que tengo:
ese es, el “Viejo Guido”…

Él dice que no es montubio,
que es “pura casualidad”
porque cantaba muy fino
como gallo’e calidad…

Y que entonces, Don Rodrigo
le dio la oportunidad
de “lucirse” en otra cosa
que no era de la ciudad…

Y, que culpa, él no tiene
que le haya gustado tanto,
pues ya lleva 50 años
de cantar solo ese canto…

Y aunque diga que no es más
que un “Montubio de Escenario”
no hay montubio como el Guido
que ya es “casi” Centenario…

No soy como el Viejo Guido,
un “Montubio de Escenario”
ni siquiera soy montubio,
soy “serrasno” por dos lados…

Pero, la Tierra es la Tierra,
y esa sí, me tiene atado
desde siempre y para siempre,
al negro, al indio y al zambo…

Por eso, le doy las gracias
por haberlo conocido,
por ser parte de su vida
y, por todo lo aprendido…

No creo que sea verdad
lo de “Montubio Teatrero”,
se es montubio por la sangre,
también se es, por lo cerrero…

Deja morir esa “Alcurnia”
que llevas en tu interior.
Que salga tu sangre “chúcara”
que esa, ¡es la “más mejor”!…

Que nunca te falte el vaso
con que brindas tu alegría,
siempre que tienes reunida
a tu gran feligresía…

Y que sigas con más fuerzas
esta, que es tu gran misión:
que el Montubio, sea ¡VISIBLE!
en toda nuestra Nación…

Wilman, Raymundo, tus “Hijos”
han sido muy bien “criados”:
El amor por el Folclor
de ti, es que han heredado…

Así como muchos otros,
que de a poco hemos llegado
pa’ acunarnos en tu estirpe
de Montubio “arremangado”…

“VIEJO GUIDO” que surgiste
desde el monte y el manglar…”,
tu nombre, está incorporado
en el canto popular…

Déjame cantarte hoy día
estas coplitas cualquieras,
que salen del corazón
con una letra sincera…

Ya termino, no te canso
más con mi palabrería,
mejor, tomemos un trago
para celebrar tu Día…

Y a todos los “ilustrados”
les digo en tono ferviente:
Que hoy quiero brindar por él
porque viva… ¡PARA SIEMPRE!

La Chambita: un baile montubio de la Revolución Alfarista


Por: Wilman Ordóñez Iturralde

La Chambita fue un baile tradicional montubio (mestizo) de la Provincia del Guayas. Su periodo histórico (romántico) está comprendido desde 1890 hasta 1910 (última década del siglo XIX, primera década del siglo XX). El nacimiento de este baile tuvo relación al compromiso que las Guarichas (montoneras) adquirieron en los combates de la guerra Liberal-Radical del General Eloy Alfaro Delgado en las agrestes montañas litorales de nuestra provincia. Decíase Chambita a las mujeres combatientes que disipaban el ocio de los guerrilleros en momentos de mayor tensión del conflicto. Si bien su acepción (Chamba) refiere al trabajo, es muy probable que ésta tenga que ver -según la interpretación montubia- con la metáfora de la mujer laboriosa, fuerte y solidaria con su causa y destino.

Las Guarichas (mujeres que suelen acompañar a los soldados) al ver que sus compañeros en armas combatían montaraces al ejercito republicano y hasta pasaban días sin dormir, buscaban el momento (lúdico y festivo) para recrear el sentido y la función que el combate les representaba. Dos de estos versos (amorfinos) que dio pie y sentencia al baile, fueron estos que recogí de boca del guitarrero Villalba:

Chambita no seas así
Dame pique y dame pase
Que quiero verte mover
Desde el cogollo al ate.

Lo que la montubia interpretaba como insinuación y picardía, al tiempo que respondía con sorna los siguientes versos:

Montubio que estás aquí
Pidiendo pique y pidiendo pase
A ver si eres tan macho
Cuando te coja al catre.

Esto fue asir y burla (según el montubio Villalba) de los combatientes que vieron que La Chambita dispuesta al baile acababa de sorprender al guerrillero que le lanzó los insinuases versos.
El cante, los versos y la coreografía de La Chambita que pude reconstruir fue hecho en base al relato que el montubio cantor Villalba (+) esposo de mi tía Shirley Iturralde (+) -del río Los Amarillos- del Cantón Simón Bolívar (Provincia del Guayas) me indicara en ratos de fraterno diálogo en su casa de caña y cade a orillas de Los Amarillos en una amplia sala llena de santitos y machetes cruzados “para espantar a la muerte”.

El montubio Villalba me cantó los siguientes versos (que dijo: a su vez se los había cantado su tío abuelo y él vio bailar cercano a los 11 años):

Chambita si tú me quieres
Sal a bailar enseguida
Ponle punta y ponle taco
Hasta que esclarezca er día.
Ponle punta y ponle taco
Hasta que esclarezca er día

Levántate de arrebato ¡¡er pollerón!!
Zapatea el estribillo
Tente en pie cuando yo cruce
Er doblón de tu sordina.
Tente en pie cuando yo cruce
Er doblón de tu sordina.

Chambita que er baile sabes
Y al acordeón domesticas
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.

Levántate de arrebato ¡¡er pollerón!!
La enagua que me acoquina.
Negrita si tú me quieres
Sal a bailar la chambita
Negrita si tú me quieres
Sal a bailar la chambita
Levántate de arrebato ¡¡er pollerón!!
La enagua que me acoquina.
Negrita si tú me quieres
Sal a bailar la chambita
Negrita si tú me quieres
Sal a bailar la chambita.

Si bien los versos de La Chambita sugieren que es el montubio quien invita a bailar a la montubia o le insinúa iniciar una relación coital después del baile, es la montubia quién acomete el inicio del baile como si fuera a combatir su última batalla.

Tiempo después, regresando al río Los Amarillos, cuando los mojigos hacen su agosto en la fiesta religiosa de San Agustín, vi bailar La Chambita por un grupo de campesinos (montubios) que se reunían para coger al chancho encebado. Esto fue lo que vi:

En torno a un espacio abierto, tapados por una ramada, había cerca de veinte parejas reunidas que jugaban al chancho encebado y reír mucho, como si fuera la última vez que reirían colectivamente. Fue entonces cuando un montubio adulto se separó de la ramada y recogió de una esquina una guitarra de madera que esperaba impaciente el retiro de su dueño. El montubio pidió se iniciara el baile. ¿Cuál, le preguntaron las impacientes mujeres? A lo que el montubio guitarrero y cantor contestó: La Chambita, bailemos el baile La Chambita que solían bailar mis abuelos. Sí, sí, gritaban todos y fue entonces cuando cada quién tomó una pareja y puso en coso su cuerpo.
El montubio cantaba:

Chambita que er baile sabes
Y al acordeón domesticas
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.

Todos daban vuelta alrededor de la pareja con entrada y salida de su lugar de inicio. Luego, -cogidos de las manos-, hacían rueda y tronaban las palmas al rato que seguían el estribillo:

Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina

Acto seguido los montubios, en parejas, -como si fueran a bailar una polca-, daban saltos con fuertes golpes de zapateos. El baile terminaba cambiando de parejas y volviendo al círculo del origen. La melodía la recuerdo así: lalaralaralarala, lalaralaralarala, lalaralaralarala, laralaralaralarala.

Que agradable fiesta. Solo faltó el acordeón, al que aludían los versos. Esto fue hace veinte años. Sería bueno regresar al río Los Amarillos.