miércoles, 10 de enero de 2007

IDENTIDAD CULTURAL Y AUTONOMÍA: Una perspectiva personal, institucional y política




(Historia)


Luis Aguilera

La Identidad Cultural
Buscando en la memoria social, nos encontramos con el pensamiento del General Eloy Alfaro que dice: “Los seres humanos indiferentes a la desventura de la nación, aunque sean privadamente laboriosos, son los auxiliares inconscientes de las desgracias y corrupción de los pueblos”, pensamiento que, junto a la presentación de un fragmento del documental sobre la vida del mismo personaje, nos han parecido razones suficientes que nos convocan a realizar una profunda reflexión en quienes hemos cometido el gravísimo error de haber olvidado o descuidado de investigar y difundir la Filosofía que orientó el pensamiento, sentimiento y acción del “Viejo Luchador”.
Frase como la escrita por el General Alfaro no se puede comprender solo leyendo, sino, poniéndola en práctica y conociendo con mayor profundidad sus antecedentes. Las últimas manifestaciones públicas realizadas en el Ecuador no pueden constituir un indicador de que han surgido “alfaristas de moda”, sino más bien el despertar de un sentimiento dormido por el desconocimiento y una débil identidad cultural.
La ULEAM, a través del teatro La Trinchera, El Taller de Cine, de poesía, la danza, la música promovida por su Departamento de Promoción Cultural, ha asumido el reto de fortalecer el desarrollo de la Identidad Cultural. Y desde luego el desarrollo de su Editorial Mar Abierto que llena un vacío en toda la provincia región Manabí porque apoya todo el sistema educativo.

¿Qué es la Cultura?
Desde un punto de vista etimológico significa “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimiento y grado de desarrollo artístico, científico, industrial en una época o grupo social”. Cada sociedad tiene un conjunto de estos elementos denominado “modelo cultural” diferente que transmitir y distintas formas de hacerlo. Por ejemplo el modelo cultural árabe es diferente del modelo japonés.
Los modelos culturales implican, a su vez, “patrones cognitivos y patrones de conducta o comportamiento”. Los primeros corresponden a las formas de conocer y aprender basadas en las creencias; en cambio, los segundos, se refieren a las formas de actuar individuales y colectivas propias de una comunidad. Ambos elementos permiten a las persona y/o comunidad enfrentar con éxito sus problemas, necesidades y adaptarse de manera apropiada a la realidad; por eso, lo que caracteriza al ser humano no es la sociedad sino la cultura.
El perfil de una identidad personal empieza a configurarse a partir de la Estructura Biológica expresada en la herencia y la actividad hormonal, mismos que marcan las diferencias entre los individuos y que otorga a cada uno su enorme capacidad para aprender. Aunque la inmadurez biológica del ser humano al nacer, a corto plazo, representa un peligro para su supervivencia; en cambio, a largo plazo le abre un enorme espacio para aprender y recibir la influencia de su entorno ecológico, sociocultural, teniendo como único límite su propia capacidad biológica. Significa también la intolerancia del ser humano a ser considerado como un objeto o cosa o un animal cualquiera, sino como un animal racional, pensador y político. Las tradiciones judía y cristiana lo emparentaron con Dios, al afirmar que fue creado a su imagen y semejanza; en cambio, los griegos lo relacionaron más con el animal que con los dioses, adjudicándole un cuerpo para interés del científico y el espíritu para el filósofo. En este punto proponemos un cuestionamiento: ¿Qué pasará con la identidad de un niño que disponga de una herencia genética defectuosa o que sea desnutrido?
La transmisión cultural se convierte en un proceso simbólico por medio del cual la lengua, religión, arte, historia, etc., que son transmitidas por los agentes socializadores (profesores o equivalentes) y pueden someterse a juicios de valor.

¿La sociedad debe cambiar a la educación; o la educación a la sociedad?
Al parecer, la primera alternativa, es una clara demostración de la dependencia social de la educación y la tendencia a mantener las condiciones vigentes de las clases dominantes de una sociedad; no así la segunda, que refleja claramente sus intenciones de transformar a la sociedad. Rof Carballo de manera interesante explica la Función de transmisión cultural de la Educación. Compara a la educación con la elaboración de un tejido. El tejedor, en el telar, ordena primero los hilos de la estructura biológica en forma paralela (urdimbre). Luego procede a entrecruzar los hilos de los modelos culturales en distintas direcciones (trama), hasta dar el acabado final (tejido) que será la identidad cultural. La calidad del tejido dependerá de la calidad de los hilos y de la preparación y habilidad del tejedor o tejedores.
Carballo sostiene que, de manera semejante, la formación educativa parte de la estructura bio-psíquica (urdimbre) de la persona que está en formación y luego las instituciones sociales encargadas de la educación, de la comunicación, legislación, de aplicar la justicia, de gobernar, etc., son las que van entrecruzando las formas de conocer y de comportarse, en distintas direcciones (trama), hasta obtener identidad cultural conformada en cada persona. Dicho de otra manera, cada individuo va adquiriendo los mecanismos de adaptación que dependerán de la forma de transmisión cultural que utilicen, familia, la clase social, la escuela, el trabajo, la política, los medios de comunicación, etc. del entorno en el cual se desenvuelve y que van interviniendo. La calidad de identidad cultural (tejido) lograda dependerá de la orientación domesticadora o liberadora que impriman las instituciones, de manera general y las instituciones educativas en particular.

La Identidad Cultural y sus proyecciones en la Autonomía.
La identidad y autonomía personal o individual hace referencia a la “igualdad” que debe existir entre lo que la persona es y lo que cree ser, lo cual se relaciona con lo que los psicólogos denominan “autoestima” y corresponde al valor que nos damos nosotros mismos, que nos hace sentir bien, que nos hace capaces de defender nuestros propios puntos de vista y nos ubica en una posición equivalente a los demás. Pensamos que este es el origen y base para la construcción de la dignidad como identidad personal. La buena imagen de si mismo comienza a tomar configuración en el seno de la familia, cuando los padres promueven una formación educativa liberadora proporcionando afecto, generando confianza y apoyando los logros de sus hijos por pequeños que sean éstos. Demostrando preocupación por su comunidad, por la igualdad, la solidaridad, por la defensa de los derechos de los demás, por la práctica de valores humanos y morales; por aquello que los antropólogos suelen llamar cultura. Pero lo más importante, no solo es el hecho de reconocer, sino de demostrarlo practicando lo que aquellos personajes lo practicaron dejándonos como ejemplo. Estas actitudes van generando el sentimiento de ser queridos necesitados y respetados como son y no como desean que sean. Así comenzamos a confiar en nuestras potencialidades y valores, hacer respetar nuestras creencias, costumbres, tradiciones, a reconocer la importancia de los ciudadanos que se han distinguido por servicios a la comunidad.

* Fragmentos extraídos de la revista libro Cyberalfaro # 10.

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