Semiótica y vida
Ubaldo Gil Flores
Las sociedades modernas y desarrolladas se valoran y se articulan en
función de los símbolos que producen, no basta con un buen puente, excelentes
carreteras, la infraestructura para una Ciudad del Conocimiento, es necesario
que se fragüen símbolos que pueden ser desde personas-personajes, libros, obras
de arte, instituciones públicas o privadas, elementos de la arqueología, la
silla manteña para el caso de nuestra ciudad y un largo etcétera.
Somos símbolos y habitamos símbolos, eso es lo que queda en el
tiempo y en el espacio. Como humanos somos pasajeros, polvo somos y al polvo
volvemos. Atómicamente somos solo un grano de lenteja, como lo registra la Biblia.
Un libro viene a ser el mayor legado que una persona, una familia o
una sociedad deja para la posteridad, no solo porque quedan en las lenguas y
gramáticas de cada entorno, un modo especial de articular el lenguaje en su
versión escrita, también quedan los pensamientos, las ideas, las emociones, los
sueños y esperanzas de una comunidad, incluso las peleas intestinas e
internas, lo cual además es saludable porque da cuenta de la lucha dialéctica
de un grupo humano por sostener distintos puntos de vistas y en conjunto seguir
en la búsqueda de la Verdad inalcanzable.
Entre el 18 de abril hasta el 1 de mayo se realiza en Bogotá la
Feria Internacional del Libro, donde se dan cita los más connotados escritores,
libreros, casas editoriales, traductores, escritores en ciernes, conferencistas
de distinta naturaleza, editores de periódicos, editores de libros textos,
editores privados y públicos del mundo. Es una feria de primera línea, la de
mayor extensión del mundo, donde un ciudadano se demora literalmente un
promedio de dos semanas en recorrerla y aún así le falta tiempo por cuanto las
múltiples actividades le impiden estar en todas al mismo tiempo, unos
solucionan este meollo, haciendo grabar distintos programas y tienen material
de enriquecimiento cultural y humano para el resto del año.
Bogotá es una ciudad-estado autosuficiente, cuna de literatos y que
compite con cualquier ciudad europea en lo que tiene que ver con los niveles de
lectura, industria editorial y escritores de exportación. Lamentablemente del
resto del país no se puede decir lo mismo, y ahí está un nudo crítico de
nuestros países que son desiguales en las oportunidades para sus habitantes, y
un desafío permanente para cualquier estadista de nuestras naciones.
La Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, invitada por el
Ministerio de Cultura, participa con su Editorial Mar Abierto y lo hace con una
muestra general de sus libros y de modo específico con cuatros autores: Pedro
Gil, con sus libros 17 puñaladas no son nada y Crónico; Tatiana Hidrovo y Jorge
Marcos con Arqueología y etnohistoria en Manabí Cancebí; Rafael Tejeda con La
formación basada en competencias profesionales en los contextos universitarios;
Raymundo Zambrano con el libro Las paredes hablan; y Jorge Velasco con Hallado
en la grieta, una de las grandes novelas ecuatorianas de la última década.
Hay que resaltar que esta es una muestra aleatoria, nada más que eso.
En realidad presentamos la mayoría de nuestros libros producidos por la
editorial Mar Abierto. En estas ferias, en el plano profundo de la edición, no
participan escritores, libreros, si no que participan los catálogos que cada
marca ha producido los últimos años, de algún modo es el único medio donde se
empiezan a escoger a los futuros escritores que andan solos, apoyados por
alguna editorial pequeña, para que entren al mundo de las grandes ligas. Si un
escritor triunfa en un proceso que dura años o décadas, triunfa también su
país, porque es un referente de pensamiento, imaginación, sensibilidad,
talento, trabajo y capacidad organizativa.
Como Director-Editor General de Mar Abierto tengo que dar una charla
sobre nuestro proceso que lleva trece años de ejecución y más de veinte de
trabajo, tengo que señalar cómo lo hicimos para llegar adonde estamos y cuál es
la realidad de las editoriales públicas y privadas de Ecuador. En realidad hay
pocos datos sobre las editoriales y una historia que nosotros estamos ayudando
a construirla. Si no hay lectores, ni librerías, ni políticas públicas para
fomentar el libro y la lectura, no es raro que todo el sistema de educación
haya fracasado.
Pero los que quieren cambiar este sistema educativo tampoco tienen
políticas editoriales universitarias, por eso se hacen los ciegos cuando nos
ven.
En agosto del 2009 vine a esta feria con mis libritos en una
mochila, acomplejado, yo diría más bien acholado porque sabía que estaba en el
camino correcto pero con esfuerzos que me agotaban en lo síquico, y contra todo
pronóstico hice conocer nuestras publicaciones, ya que si no hay invitación
oficial no hay cómo presentarse. Unos iluminados valoraron nuestra producción y
tuve la suerte de ser elegido Vicepresidente de la Asociación de Editoriales
Universitarias de América Latina y el Caribe, para la subregión Andina, y al
año siguiente en junio del 2010 ya había formado la Red de Editoriales
Universitarias y Politécnicas de Ecuador y ahora estamos en una línea de
mejoramiento constante, no solo de nuestra universidad sino de todas las
ecuatorianas, entendiendo que cada libro viene a ser una de las fases claves en
el engranaje educativo que se completa en una feria, donde vemos si se ha
trabajado en comunicación, marketing, capacidad negociadora y demás.
Desde luego que sin talento tampoco pasa nada.
Mi misión ahora es que nuestros escritores puedan pertenecer al
catálogo de las grandes editoriales, negociar coediciones, hacer acuerdos de
traducción de nuestros libros, negociar Derechos de Autor. Un escritor o
académico tiene que confiar en mí ciegamente como editor de libros, porque un
escritor no escribe libros escribe textos que un editor convierte en libros, y
un libro en el mercado es como cualquier producto, sea un atún o una caja de
chifles. El Dr. Medardo Mora y Leonardo Moreira confiaron en mi gestión y yo
ahora les agradezco, y ellos saben que tenemos que consolidar nuestros procesos
para que no se queden en las paredes de una geografía.
Bogotá, 17 de abril de 2013
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