Por Dr. Jesús Aguinaga Z.
El tema editorial encuentra un significado puntual en la
publicación y presentación al mercado comercial y social, de un libro,
periódico, CD, audio o video, valiéndose de medios de producción o
reproducción.
Previamente la preparación de un texto, obra o video, para su
publicación, y observando procesos operativos y actividades técnicas, como: la
redacción, escritura de editoriales, ilustración, diseño, revisión crítica,
corrección de estilo; o modificación de formatos, programas, datos e
instrucciones, etc.
En vista que se va a transmitir, publicitar o denunciar
acciones, hechos, acontecimientos o
noticias, a partir del ejercicio justo, incuestionable e inviolable de la
libertad de pensamiento y de expresión, que en esencia es un derecho humano y
natural irrefutable, anterior y superior a toda ley o norma positiva, y que
acompañada por la justicia, se constituyen en fuentes y cimientos para una
sólida democracia, sin la cual no puede haber ni comunicación, ni convivencia,
ni ética, reduciéndose el ser humano a un esclavo que ha perdido la dignidad y
en consecuencia la categoría de ser humano sensible y pensante. He ahí el valor
de estos principios e instrumentos editoriales, los mismos que se constituyen
en un elemento imprescindible, para una sociedad que se precie de ser humana y
civilizada y no domesticada.
Bien, si lo que acabo de mencionar tiene una importancia
inusitada, con mayor razón lo tiene el otro elemento, que se constituye en el
pilar vertebral que sostiene todo el andamiaje del campo editorial, como es la
ética.
Continuemos entonces definiendo a la ética con aplicación al
campo editorial.
Algunos autores la definen como la ciencia que estudia los
actos humanos, normándolos no como son sino como deben ser, a partir de la
razón, la verdad, la libertad, la justicia y el bien.
A Sócrates, le interesó el aspecto filosófico del hombre y
más concretamente la conducta moral del hombre.
Cicerón, al pasar la filosofía de Grecia a Roma, llamó a la
ética “Philosophia morum”, filosofía moral.
De estas citas podemos desprender que en el convivir humano,
el conocimiento y la ciencia, tienen incuestionable valor si están al servicio
de los seres humanos, bajo la única premisa válida como es: “La dimensión del
bien”, es decir, que la conducta moral de los seres humanos se oriente hacia el
deber ser, persiguiendo no otra cosa que el bien moral.
El campo editorial, como parte de la actividad humana,
requiere de este marco referencial constituido por la ética y la moral, si
queremos obviamente, que este goce de transparencia y pureza en todas las
manifestaciones que le son inherentes.
No olvidemos que “la moral es una planta cuyas raíces están
en el cielo y cuyos frutos y flores embalsaman y embellecen la tierra”, este
pensamiento lo escribió con todo acierto Lamennais, para hacernos notar que lo
bueno viene de lo que trasciende, no meramente de lo mundano, de lo material,
pues lo recto y lo justo hacen lo correcto y lo correcto es el deber ser y el
deber ser es lo ético; entonces el tema editorial si quiere tener éxito y
proyección, no puede apartarse, sino más bien sujetarse estrictamente a lo
ético.
Ahora bien, por obvia razón salta la pregunta, los editores
y demás colaboradores, ¿Estamos dirigiendo y operativizando nuestra actividad
editorial bajo parámetros éticos?, si la respuesta es afirmativa, en hora
buena, felicitémonos y avancemos; si la respuesta es negativa, detengámonos,
hagamos un examen de conciencia,
reflexionemos, lo que está bien mejoremos y lo que no esté bien,
rectifiquemos con honradez y valentía, solo así se prestigiará el campo
editorial y en particular el de las publicaciones que es el nuestro.
Colegas, este mejoramiento técnico y ético de las
publicaciones, ¿en qué aspectos puntualmente debe darse?
Formulémonos las siguientes preguntas para encontrar las
respuestas adecuadas:
· ¿Cuál es el
fin último de nuestro quehacer?
· ¿Cuáles son
nuestros reales intereses en esta actividad?
· La Ley de
Propiedad Intelectual que nos rige, ¿La respetamos y la cumplimos?
· La conciencia
con la cual obramos, ¿Es la correcta?, ¿Hacemos las cosas desinteresadamente en
función del servicio editorial?
· ¿Conocemos
nuestros derechos y deberes individuales, sociales y como editores?
· ¿Respetamos
el honor de los demás, sin lanzar juicios temerarios, a priori?
Amigas y amigos no olvidemos lo que nos dijeron sabios
pensadores:
· Linneo: “La
moral es la higiene del alma”.
· Herder: “Para
la política, el hombre es un medio, para la moral, es un fin”.
· Fontenelle:
“La moral está en el entendimiento, y la moralidad en el corazón”.
· Rousseau: “En
cuanto a la moral, solo el Evangelio es siempre seguro, siempre verdadero y
siempre único…”.
· Balmes: “No
basta conocer la moral; es menester sentirla, y con frecuencia…”.
· Spinoza: “No
quiero conocer a nadie sino por sus obras”.
Al recoger estos pensamientos en nuestro corazón, estoy
seguro que nuestra práctica diaria como seres humanos y como editores, va a ser
plena de honestidad, de rectitud, de prudencia, de progreso y de respeto a la
dignidad de todos, sea que nos desempeñemos como sencillos colaboradores o con
mayor razón si nos corresponde como líderes editores y escritores, manejando la
libertad de pensamiento y la libertad de expresión con equilibrio y sabiduría.
Apliquemos un principio máximo y universal de la sindéresis
que dice: “Se debe hacer el bien y evitar el mal”.
En base de todo lo expuesto, planteo como propuesta y moción
a esta sala, que a partir de esta conferencia y de este evento, conformemos una
Red Ética de Editoriales Universitarias en los ámbitos nacionales y
latinoamericano.
Finalmente, recordemos que los cambios deben empezar por
cada uno de nosotros, siguiendo el camino recto, tomando en cuenta que esto
únicamente se logra, cuando estamos en paz y somos coherentes con nuestros
principios y creencias y sobre todo con nuestras conciencias.
Colegas, amigas y amigos, invito a que vivamos la honestidad
a plenitud, que nuestra palabra no sea solamente intelectual y que nuestras
acciones no sean únicamente académicas, sino que palabras y acciones se
conjuguen en el corazón, para que de él broten frutos buenos, y que nosotros seamos
editores de calidad. Finalizo mi intervención, invitándoles, y me incluyo en
esta invitación, a que este sea nuestro sueño, el sueño de los editores del
Ecuador y el sueño de los editores de América.
(Conferencia leída en el marco del II Seminario
Internacional de Editoriales Universitarias)
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