viernes, 9 de septiembre de 2011

La monumentalidad del mar en Manta o los monumentos que faltan


Franklin Eduardo Soria

Quizá porque la monumentalidad del Mar en Manta es absoluta, los monumentos en Manta, no representan lo que pretenden comunicar. Y se escape a la cotidianidad de los ciudadanos el fenómeno estético de la cercanía del mar: turquesa al sol, acero a la tempestad, glauco a la calma chicha y un ronroneo en la noche, rugido en los aguajes.

Por esa presencia estética del Mar, pueden pasar desapercibida la ausencia de monumentos (en el estricto sentido histórico, dignificador y estético que cumplen para una ciudad) en nuestra ciudad. Salvo en el Pasaje Egas donde las sombras petrificadas de los poetas manteños aun nos permiten conversar con ellos, cualquier tarde.

En Manta, como dice el filósofo uruguayo Eduardo Galeano, “en nuestros países las estatuas sobran en la misma cantidad que las que faltan” Y puedan esos intentos como la “Garita al Atún” y otros, sean llamados monumentos.

Aclaro que no se trata del facilismo de decir que el fenómeno económico, social y cultural que significa el atún en Manta, no merezca un monumento sino que dicho adefesio no debería ser llamado monumento. Es preferible aquel redondel en Tarqui donde se representa al menos al pescador de atún.

Hace años fue alentador ver a la ciudadanía reaccionar, ante un esperpéntico monumento a Eloy Alfaro que fue ubicado en plena Plaza Cívica, impidiendo que continúe. Por la presión ciudadana tuvo que ser removido. Aunque aún se exhibe en las cercanías de la Universidad Eloy Alfaro de Manta, hecho ante el cual los estudiantes deberían haber ya reaccionado, en lugar de desgastarse en tanto escándalo a la hora de las elecciones estudiantiles.

En Manta existe en una plaza, de las más concurridas por los ciudadanos, el busto al Libertador Desconocido, durante todo el año de celebración del Bicentenario, no repararon las autoridades de la cultura que el único monumento al Libertador Simón Bolívar que existe en Manta, no tiene una modesta placa de hierro. Ese aislado busto de bronce, sobrevive con sus ojos fijos en el vació señalando el camino hacia la libertad. Al pie de la Plaza está el Palacio de Justicia. Una ironía más.

Uno de los imaginarios, que deambula entre los manteños, es que nuestra ciudad ha sido fruto del comercio, sus lapsos de destrucción a los piratas o malas administraciones políticas, que son lo mismo.

Pero Manta es más que fruto del comercio, también fue destino de científicos, en siglos (XVIII) en que no habría más de una centena en la humanidad, llegaron los Geodésicos Franceses, por insinuación del sabio Pedro Vicente Maldonado vinieron a lo que era la Real Audiencia de Quito, para medir el Arco Meridiano del Planeta Tierra.

El científico Erastótenes griego de origen Caldeo, 275 años antes de nuestra era, fue el primer científico que trató de medir el planeta Tierra. Entre sus logros están la división del globo terrestre en meridanos y paralelos, que fue referente hasta que el oscurantismo religioso demoliera todo el conocimiento del mundo antiguo imponiendo la escolástica que afirmaba que la tierra era plana. Además de filósofo escribió obras de poesía en la que se destaca HERMES, obra poética de geografía y astronomía sobre la tierra.

Debieron pasar 20 siglos, para que en 1736, la Academia de Ciencias de París resolviera medir las dimensiones de la Tierra, en base a los estudios realizados por Newton, Cassini, Snelius, Clairaut y otros geógrafos. Los científicos franceses Carlos María de La Condamine, Luis Godin y Pedro Bouger, llegaron en 1735 a territorios de la Real Audiencia de Quito para conmprobar la longitud de un grado de meridiano terrestre a las proximidades de la línea ecuatorial, un año después el 16 de mayo, estaban en lo que hoy es Manta, aquí vivió La Condamine para realizar observaciones junto al botánico francés Jessieu, quizá por la singularidad biológica del bosque húmedo de Pacoche.

Es irónico que quienes han manejado los megaproyectos de ampliación del Puerto y la Manta-Manaos, nunca han mencionado este referente científico que convalida estos proyectos. Nunca lo han mencionado. Porque lo ignoran. No saben ni se han preguntado, a pesar de estar en la entrada -todos los días pasan por ahí- de Autoridad Portuaria de Manta, a que representa esa ofensa de uno sesenta centímetros de altura, sobre los Geodésicos Franceses, el sabio ecuatoriano Pedro Vicente Maldonado y sus descubrimientos. De esa investigación entre otros logros científicos, se originó el Sistema Métrico Universal al denominar METRO a la diez millonésima parte del cuadrante terrestre.

Manta en 1736 fue escenario de rencillas políticas, intereses científicos y disputas, arribaron los tenientes de navío españoles, Jorge Juan de Santacilia y Antonio de Ulloa, y el espía el quiteño Francisco Egas, para conciliar las ambiciones entre las coronas francesa y española. Tras la visita de los científicos se empezaron a llamar “Tierras del Ecuador” a la Real Audiencia de Quito. Y nació el nombre de nuestra república.

Eso ha acontecido en nuestra ciudad. Y otros detalles, por ejemplo porque donde se levantó una catedral tras la caída del avión en el barrio de La Dolorosa, no se restituyó la estatua al joven cuencano Abdón Calderón que a sus 17 años ya había combatido contra el yugo europeo, fue parte activa en el levantamiento guayaquileño del 9 de octubre de 1820, asistió como joven voluntario a los combates de la Campaña Libertadora de Camino Real, Primer Huachi, Tanihuaza, segundo Huachi, Cone, Riobamba y la Batalla de Pichincha, donde se selló nuestra independencia y según el Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre en su Informe al Gobierno de la República señala: “…Hago particular memoria de la conducta del joven teniente Calderón, que habiendo consecutivamente recibido cuatro heridas, jamás quiso retirarse del combate. Probablemente morirá. Pero el gobierno de la república deberá compensar a la familia los servicios de este oficial heroico”.

Cuya verdadera y heroica historia ha sido suplantada por el mito absurdo que exhibe la historia oficial, en abyecto servicio de los interese retardatarios de las élites, acercando su historia al mito y vaciándola de realidad. Un muchacho que dio su vida por nuestra libertad. Quizá en el mayor silencio, no como cuenta la leyenda, sosteniendo la bandera tricolor entre sus dientes y vociferando, pero sí, en el silencio de los que mueren siendo héroes sin saber que lo son. En Manta había, al menos, su estatua.

¿Por qué Manta no tiene un monumento digno del Presidente Eloy Alfaro? O una calle o avenida… Por qué. Si sí la tuvo. El Acuerdo Municipal del 23 de Agosto de 1926 determina que una calle se llamaría PRESIDENTE ALFARO. Manta tuvo una calle, hoy sería ya una avenida que se llamaría Eloy Alfaro.

Resumamos: en Manta los monumentos a los sucesos y seres históricos han sido maltratos.

Los geodésicos Franceses y sobre todo el sabio ecuatoriano Pedro Vicente Maldonado, no tiene un monumento que destaque la trascendencia de esa expedición científica en nuestra ciudad.

El Libertador Simón Bolívar, tiene un busto escondido frente al recién inaugurado Museo Cancebí.

El prócer de nuestra independencia, el Abdón Calderón, ya no tiene estatua, a pesar de que a su corta edad ofrendó su vida para la libertad, digna lección para nuestra juventud.

Eloy Alfaro, el más grande ecuatoriano de todos los tiempos, no tiene un monumento digno de su vigencia histórica.

Pero si existen el monumento a la lata de atún y otros acertijos.

Es hora de que los estudiantes universitarios y manteños exijamos que se restituya nuestra verdadera memoria e historia, a través de monumentos, con posibilidad de ser reconocidos por todos como tales, sin caer en la trampa de lo supuestamente abstracto, que representa por igual una retorcida tubería, que a la dignidad humana, con la intención de vaciar los significados, anular el mensaje y dar trabajo a banalidades que se hacen pasar por artistas.

Merecemos estatuas, monumentos que vivifiquen nuestra conciencia y que desaten nuestras vidas personales y colectivas hacia ciudades con memoria, identidad y por ello con futuro.

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