lunes, 19 de noviembre de 2012

Presencia europea en Manabí o la simbiosis de un pueblo


Juan Secaira compartiendo su lectura en torno a Presencia europea en Manabí.

Por Juan Secaira


El libro Presencia europea en Manabí, escrito por Jaime Franco Barba es totalmente pertinente con el tema de esta feria: la memoria. Memoria que se ha venido pregonando, junto con la identidad, desde discursos —paradójicamente excluyentes y generales—, buscando la identidad y la memoria precisamente donde no están.

Ese es un logro de este texto, el construir realmente la identidad del pueblo manabita desde un concepto y un modo de vida poco estudiado todavía en el terreno literario: la simbiosis.

Así, Franco Barba da cuenta de la vida de los inmigrantes que arribaron a Manabí desde el siglo XVIII, sobre todo a Manta y Bahía de Caráquez. Llegaron empresarios, obreros, mecánicos, pero también sacerdotes, educadores y artistas y sus saberes se mixturaron con los de la gente ecuatoriana, no desde la perspectiva de conquista sino desde la de compartir el día a día, las costumbres y los hábitos de vida y trabajo.

Franco Barba no se limita a poner la lista de nombres y apellidos de los inmigrantes, sino que da cuenta de su descendencia, pero además, en varios tramos del texto, el autor deja ver cómo fue su existencia, él mismo hijo de migrantes españoles, de su niñez, de su amigo italiano Austin Beltrani o de don Giovanni Furoiani, dueño de una motocicleta con un asiento lateral en donde paseaba a los inquietos niños del lugar, Franco Barba entre ellos; de su destacada actuación como alumno y luego como profesional, esto es indudable pues Presencia europea en Manabí parte de una investigación rigurosa y con una gran carga de tiempo, lectura y recolección de testimonios y datos orales y bibliográficos. De ahí que este libro no se convierta en una percepción o en un discurso sin más, sino en una verdadera labor investigativa y formal.



Junto a Juan Secaira foto (en recuadro) de Jaime Franco Barba.

Jaime Franco Barba (1926-2009) nació en Manta y posteriormente se trasladó a Quito, donde se destacó por su inteligencia y talento y a la par en la defensa cabal de sus ideas. Y luego realizó una labor importante como presidente del Municipio y la Cámara de Comercio de Manta, y en su calidad de ingeniero químico, sacó adelante la empresa familiar pero también se interesó por la suerte del agua y su eficacia energética —temas que se están debatiendo en la actualidad y que él ya abordó hace muchos años—.

Hay historias que quedarán en la memoria más que otras después de la lectura, como la del obispo alemán Pedro Schumacher, propulsor del catolicismo en Manabí y perseguido por los liberales y por el propio Eloy Alfaro. O la de los doctores rusos de apellido Vedeberg, que vendían joyas y abalorios. Y hasta la de Manuel Kaviedes Flores, quiteño de padre griego, bisabuelo del futbolista Jaime Iván Kaviedes. O la historia de la pareja Earl y Rhoda Brooks, norteamericanos que se movilizaban en bicicleta y desarrollaban una encomiable labor social, esto ya en los años 1960 y 61.

Se incluyen en Presencia europea en Manabí las historias de vida de varios norteamericanos —por su influencia decisiva— y se cuenta también cómo varios manabitas salieron del país a estudiar y trabajar fuera, y de sus logros y experiencias.



Familiares de Jaime Franco Barba.


Muchos otros extranjeros anclaron en Manabí huyendo de la persecución ocasionada por las listas negras y vieron en la provincia una posibilidad de refugio y de prosperidad. Y otros por cuestiones del azar, como la familia Macay; cuando la nave en que viajaban naufragó y se quedaron en Manabí a rehacer sus vidas.

Algunos llegaron atraídos por las diferencias de vida y cultura; o por su espíritu aventurero o mercantil; otros buscando libertad y escapando de las guerras y de los campos de confinamiento; todos confluyeron en la pacífica, fructífera y alegre Manabí y la engrandecieron aún más.

Libro original Presencia europea en Manabí por cuanto de las migraciones recientes no se ha hablado; se ha preferido repetir la historia como si de un ente muerto se tratara y dictar normas de cómo deben hacerse tales y cuales cosas —hasta cómo debe sentirse y vivir— pero sin la honestidad intelectual y humana demostrada por Franco Barba, que incluso cita a varios extranjeros con los cuales no había podido hablar por no haberlos encontrado o porque fallecieron o salieron de Manabí.

Las contingencias —a veces absurdas— de la globalización y la rapidez con que se vive actualmente, nos hacen creer que ya todo está hecho y se pierde de vista la creación y la manera en que ese proceso ha surgido y evolucionado. Por el contrario, Franco Barba nos cuenta cómo se creó el autocarril, los ferrocarriles de Bahía a Chone y de Manta a Santa Ana, las primeras fábricas y hoteles, el arduo trabajo en el cultivo de la tagua, el caucho y el cacao, la formación de los colegios y escuelas, pero además de cómo se hicieron populares en Manabí el jazz, el charlestón, el básquet , el béisbol y por qué no los cigarrillos importados, el whisky y la gaseosa, y ya en años más cercanos el inicio de los negocios de transporte fluvial y terrestre y de obras portuarias; en un fascinante proceso de transculturización que merece la pena ser estudiado con más profundidad. En esa medida cabe también narrar la historia política del pueblo manabita, y Franco Barba emprende la tarea sin dislocar la realidad o sacar ventaja de ella.


Capítulo aparte merece la historia del más prominente descendiente de españoles que se afincaron en Manabí, nada más y nada menos que el General Eloy Alfaro Delgado; cuyo padre, Manuel Alfaro González era español y exiliado, y conoció a la montecristense María Natividad Delgado López, a la postre madre de uno de los más importantes ecuatorianos de la historia, Eloy Alfaro, y cuya relevancia e importancia —con defectos y virtudes—, como bien lo afirma Franco Barba, en mucho todavía está por escribirse.

Y ojalá se lo haga con la misma pasión, intensidad y rigurosidad crítica con que Franco Barba escribió Presencia europea en Manabí que, entre sus muchas cualidades, tiene otra de gran importancia: está muy bien escrito, sobria y detalladamente.

(Texto leído el viernes 16 de noviembre a propósito de la presentación de la revista libro Presencia europea en Manabí, dentro del marco de las actividades de la V Feria Internacional del libro, Quito 2012)


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