Compartimos el prólogo que Darío Moreira Velásquez escribió para este importante libro que Mar Abierto está próximo a publicar.
Tonny González Palacios pertenece al nuevo movimiento de científicos sociales que irrumpe en el Ecuador en las últimas décadas, con una mayor vocación por la investigación histórico-cultural y una más crítica convicción ideológica, en el amplio espacio de las tendencias políticas progresistas, y que se podría llamar "la nueva izquierda intelectual" del país, más enraizadas en las realidades regionales y locales de América Latina, pero no por ello menos universal su ideario y propósito, porque, precisamente, al redescubrir los profundos valores y los problemas reales de nuestras naciones mestizas, la universalidad de este pensamiento nuevo se enriquece con la interpretación multidisciplinaria de las realidades sociales, culturales, económicas y políticas de estos pueblos.
Las generaciones intelectuales de América Latina durante el siglo XX se ubicaron en dos etapas relativamente marcadas.
Primero aparecieron, a comienzo del último siglo, en el escenario todavía vigente en esos años del liberalismo político y económico -éste aún incipiente en ese entonces-, las formas de un pensamiento filosófico social idealista, caracterizado claramente por el arielismo, como avanzada de la estética y ética neoclásicas y matizado por las diversas manifestaciones del afrancesamiento de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. La cultura intelectual de América Latina estuvo fuertemente marcada por ese pensamiento y esa estética. Aún las ideas del socialismo del siglo XIX y del marxismo no habían arribado a la región, sino hasta después de la revolución bolchevique, es decir, a partir de una realidad histórica concreta.
Por ello, si bien los intelectuales de comienzo del siglo XX todavía no tenían plena conciencia de los problemas y realidades profundas de estos países, de riquísima diversidad y complejidad, vertieron sin embargo su empeño renovador, animados por las modas culturales francesas, y obligados a liquidar los rezagos del iberismo o españolismo, que poca riqueza de cultura intelectual aportó durante el coloniaje, y cuyas realidades socioeconómicas aún eran identificadas como feudales por la intelectualidad liberal de la época. Se justificaba entonces en la cultura el idealismo arielista, mezcla de estética moderna impresionista y corte neoclásico, y el liberalismo más avanzado en la política y la economía, proceso en los cuales la revolución de Alfara es su paradigma y su máxima expresión americana, matizada además, la acción alfarista, por la influencia del exitoso mercantilismo norteamericano que ya aparecía muy visible, como modelo del progreso frente al anacrónico sistema aún feudal y clerical, imperante en algunas subregiones latinoamericanas, como en la sierra ecuatoriana.
La segunda etapa de la cultura intelectual ecuatoriana ocurre al pasar los años veinte y con la noticia del éxito revolucionario bolchevique, que impulsó la fundación de los incipientes partidos de izquierda. La joven intelectualidad más brillante de América Latina y en el Ecuador asumió las nuevas corrientes políticas y culturales proyectando una nueva estética(el llamado realismo social poético) y enfrentándose en la lucha política con el liberalismo gubernamental, ya bastante desacreditado en el ejercicio del poder y la consolidada dominación agro exportadora de las nacientes oligarquías Y plutocracias, principalmente guayaquileñas.
Sin embargo aquella época dorada de la literatura, las artes y el pensamiento socialista latinoamericano, no alcanzó a profundizar en las realidades y problemas de la multidiversidad étnico cultural, ni en su carácter aún misterioso de los pueblos indios y ni siquiera en el del creciente mestizaje urbano y semirural. Quizás solamente la literatura y las artes plásticas fueron expresiones precursoras del advenimiento de nuevas formas de ver, entender e interpretar la múltiple y compleja problemática del inmenso y riquísimo sustrato y mundo indígenas y de las sobrecapas mestizas que se ampliaban y consolidaban, y que hasta ahora son falsamente interpretadas como imagen representativa de "lo nacional", por la pobrísima capacidad mental oficial y aún por sectores auto llamados intelectuales.
Es a partir de los años ochenta del siglo XX, cuando gracias a los avances en los estudios sociales y antropológicos y a las nuevas misiones tercermundistas internacionales, y ante la esclerosis del pensamiento histórico conservador en el Ecuador, in surge esta última generación de intelectuales, que se encuentran hoy en plena madurez creadora: nuevos científicos sociales, historiadores, economistas, politólogos, escritores y ensayistas de cultorología, centrados estos últimos también en el pensamiento de los otros intelectuales sectoriales. Esta generación nueva se ¬identifica por el pensamiento y el trabajo intelectual "especializado", pero profundo, sobre la multiforme diversidad de los problemas nacionales y latinoamericanos y por un grupo más reducido de intérpretes culturales integradores y transdisciplinarios, de los diversos problemas de la sociedad y sus formas más reprosontativas de su conjunto multifacético.
El grupo de intelectuales "especializados" tiene algún "¬muy destacados en cada uno de los sectores de las ciencia "¬sociales y la historia, cuyos nombres no mencionamos para, no pecar de injustos; y en el grupo de los intérpretes multisectoriales y transdisciplinarios, que son relativamente pocos, podemos mencionar a tres de los más destacados generalistas múltiples, Agustín Cueva, Fernando Tinajero y Alejandro Moreano, para no ser injustos mencionándonos también a otros pocos de escasa actividad aún.
Tonny González, a través de sus escritos y su participación en diversos foros académicos y políticos, se ubica alternativamente entre los dos grupos de esta nueva generación de intelectuales, aunque se puede apreciar su vocación mayor por la historia, especialmente para investigar lugares, hechos y hombres que aún permanecen en la penumbra del pasado, u olvidados, por los historiadores del bicentralismo cultural y político de Quito y Guayaquil.
Tonny González
En Manabí, Tonny sería el intelectual o científico social de más visible trabajo multidisciplinario en el conjunto valioso de otros colegas y amigos comunes, que se ubican en las parcelas también de la historia, pero, además, de la comunidad social y de las letras.
Este grupo también nuevo en Manabí, después de la brillante generación literaria de los años treinta al sesenta del siglo XX, contemporánea de los grupos de Guayaquil, Quito y Laja, constituye una realidad y aún una esperanza para desencadenar un proceso generacional, más sólido en la perspectiva de rescatar y difundir la historia, la antropología, la sociocultura de la provincia y también la renovación de sus letras y artes. El grupo manabita de hoy se identifica por sus principios leales a la revolución alfarista y a sus proyecciones truncas. La universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, con su Rector a la cabeza en la sede principal de Manta, ha desempeñado un papel importante de promoción de la obra, todavía escasa, de éste grupo que puede convertirse en un núcleo de creación de una nueva cultura intelectual manabita que, con su voz propia, se una al coro de los otros movimientos y grupos nacionales de investigadores sociales, históricos y culturales, que están marcando el paso de un nuevo gran movimiento multicultural del Ecuador.
En este libro Tonny González recoge algunos de sus artículos y breves ensayos sobre temas históricos y otros que ha publicado en la prensa de Manabí y que tuvieron interesante acogida en sectores académicos y en el público.
Una simple observación del índice nos ofrece el dominio del autor sobre las cuestiones históricas latinoamericanas y ecuatorianas, especialmente del periodo heroico de la independencia, destacándose la magnitud de los precursores y combatientes de la libertad de estos pueblos. Con notable poder de síntesis desfilan por estas páginas las figuras de Miranda, Bolívar, Sucre, Abdón Calderón y otros patriotas y repúblicos. En su muestrario de esos grandes valores el autor avanza hasta el periodo republicano, interpretando con nuevas luces el pensamiento de Juan Montalvo y revelando la obra intelectual de Pedro Carbo, entre otros ilustres ecuatorianos.
Cabe destacar la presencia de la mujer ecuatoriana representada por algunas célebres Manuelas, Zoila Urgarte de Landívar, Rosa Zárate, Matilde Hidalgo de Procel, las hermanas Garaycoas, etc. Si bien todas estas figuras han sido biografiadas por importantes historiadores ecuatorianos, algunas no han tenido la difusión que merecían. Ha hecho bien Tonny González en destacar a estas grandes mujeres como un homenaje a aquellas que en nuestro país y en el mundo han entregado su cuota de sacrificio, su inteligencia, su patriotismo, su altísimo humanismo, a las mejores causas sociales y humanas. En sociedades que han privilegiado al hombre, bien parecen estas mujeres ocupar un lugar destacado en el reconocimiento público. Claramente apreciamos al profundo sentido de solidaridad del autor, su concepción amplia de la sociedad democrática y equitativa, cuando rinde este homenaje de gratitud a la mujer como síntesis suprema de la vida, por sus múltiples virtudes de madre, hija, esposa y maestra. En nuestro país la mujer no solo es una heroína y mártir cotidiana, sino, además, muchas mujeres ecuatorianas han sido paradigmas de solidaridad social y patriotismo.
En la tercera parte de este libro, Tonny González transcribe sus artículos sobre temas relacionados con la historia de la conquista y la colonia en Manabí, como la fundación de Portoviejo, la ciudad española en sus inicios, y luego la creación del cantón Manta, sobre su grandioso pasado indígena. Por ello, antes de los procesos sociales y políticos del siglo XX, bien se puede sostener que el mestizaje manabita, que se evidencia en las ciudades de mayor población, proviene de éstas dos principales asentamientos antiguos: Manta, la antiquísima urbe indígena, Y Portoviejo, creada por acto fundacional español, que en sus primeros años solo fue un asentamiento militar y eclesiástico, hasta que después, lentamente a veces o a ritmo más acentuado en otros periodos de la colonia y la república, se fue conformando su población con la inmigración de habitantes de otros poblados manabitas y de otras provincias, como las de Pichincha y Guayas, principalmente. En medio de las dos se destaca Montecristi, población indígena también como Manta y de riquísima cultura agroalfarera, que luego se mestizó relativamente, pero que siempre ocupó un destacado lugar histórico Y político entre los siglos XIX y XX. Jipijapa también es recordada por el autor de este libro, como parte del circuito cultural y comercial del centro-occidente manabita (Manta. Montecristi-Portoviejo). Bahía de Caráquez, si bien tiene poca referencia en estos artículos, es un núcleo importante de la antigüedad indígena especialmente su frontera norte (Jama-Coaque), y luego su desarrollo como puerto importante en la colonia, al punto que Bolívar decidió que la provincia de Quito tuviera una salida al mar por Bahía y Esmeraldas. Chone, como todos los manabitas sabemos, tuvo un remoto sustrato indígena, pero luego con la colonización y la llegada de campesinos de la península ibérica y de Colombia, se convirtió en una de las ciudades étnicamente más españolas del Ecuador. Demás está citar que la formación de las otras ciudades manabitas se hizo en base a estos principales núcleos urbanos con ricos pasados indígena y español.
La geopolítica moderna que Manabí debe diseñar para su gran futuro de desarrollo autónomo, como pequeña Nación regional, tendrá que considerar la historia integral de la provincia y sus elementos geográficos fundamentales: territorio de rica montaña y de valles que anidan ciudades, y planicies agrícolas de múltiple e intensa producción. Entre esos valles y montañas serpentean los ríos manabitas y sus muchos riachuelos que nacen en su propio territorio provincial, constituyendo, con los otros elementos, los principales factores que determinan la "autonomía geográfica, geopolítica y cultural" de la única provincia que la Junta Nacional de Planificación calificó de región.
Para que la ciudadanía de la provincia tome más conciencia de estos argumentos, los artículos de este libro que se refieren a algunos aspectos de la vida local y algunos de sus hombres más destacados, serán de importante soporte educativo y cívico. En efecto, Tonny González destaca también a algunos maestros y periodistas manabitas como Aníbal San Andrés y Calixto Quijije, Lo ha hecho con la clara intención de que no pasen al olvido, porque su obra ha sido quizás bastante desconocida; no así la de los distinguidos intelectuales que alcanzaron su máxima dimensión en las décadas del treinta al setenta del siglo XX.
El autor de este libro se identifica así con el investigador moderno, que procura descubrir o redescubrir hechos y hombres que han tenido carácter precursor en la formación de las más diversas sociedades.
Para reiterar su empeño y conciencia social, Tonny González, en sus últimos capítulos, se refiere nuevamente a la mujer, a través de ejemplares mujeres universales, que han contribuido a enaltecer lo más noble de la humanidad, mediante su papel de activistas políticas, de maestras e intelectuales Y de heroínas admirables.
Este libro cumple la propuesta de su autor: presentar síntesis de hombres y hechos trascendentales, en forma simple pero con profundas matizaciones filosóficas y sociales, y con un lenguaje que llega a todos y nos conmueve por su honestidad Y sencilla sabiduría ejemplar.
Libro sobre temas de otros tiempos y para todos los tiempos, lectura para el hoy apresurado y dinámico, como para que los jóvenes y los niños y los ciudadanos comunes, recuperen su fe en la Patria, recordando el glorioso pasado que la construyó con la visión y el sacrificio de sus héroes de armas y de ideas.
1 comentario:
EL SEÑOR TONNY GONZALEZ ES UN SER MUY INTELIGENTE SIN DUDA ALGUNA LEERÉ SU LIBRO. PUES SE VE MUY INTERESANTE.
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