El Estado es la forma moderna de organización de los países, de las naciones, de las colectividades o sociedades que habitan en un determinado territorio, que necesariamente deben tener un gobierno, aquello es lógico, ninguna sociedad puede vivir sin organización, sin tener quien la dirija. Así existieron en el pasado, los clanes, las tribus, las confederaciones de tribus, las hordas, las ligas de hordas, etc., todas ellas formas de organización primitiva, tenían quien las gobernaba, el Jefe era la máxima autoridad, el que disponía u ordenaba que podía o no podía hacerse, el que establecía las regulaciones al interior del grupo social. En esas formas de organización social prevalecía la fuerza, los territorios se adquirían por victorias que se obtenían enfrentándose con grupos u organizaciones sociales similares, eran en consecuencia organizaciones esencialmente guerreras, preparadas para combatir: la flecha, la lanza, eran sus armas, no aceptaban que sus dominios (territorios) fueran invadidos por personas o grupos extraños, ese irrespeto a sus linderos, provocaba la inmediata reacción y ataque al que se atrevía a desafiar lo que ellos habían fijado como sus dominios, la defensa de sus espacios territoriales era cuestión de honor, ese honor es lo que hoy se conoce como soberanía de un país.
El avance de la civilización humana volvió imperativo que esa forma de organización primitiva del imperio de la fuerza, de la imposición del Jefe, se fuera racionalizando mediante la expedición de normas legales que establecieran no solamente derechos y deberes de las personas, sino incluso de los gobernantes que no pueden hacer lo que piensen o se les ocurra, eso es abuso, así nace el Estado como medio moderno de organización de los países. El Estado se convierte en consecuencia en una forma o mecanismo de organización social, agrupa a todos los que lo conforman con un objetivo que es servir de instrumento del bienestar común, sin que puedan existir excesos que rebasen lo permitido por la ley. La búsqueda de la armonía y la paz social se vuelven objetivos inmutables y permanentes de una sociedad organizada como Estado, si a este pertenecen todos los que le habitan, que aceptan sacrificar su libre albedrío para someterse a la normativa que le rige, es lógico que ese Estado deba responderle a sus asociados procurando mejorarles la calidad de vida, otorgándoles seguridad y/o tranquilidad.
Por lo antes expuesto el Estado que nace por voluntad y necesidad de sus asociados(as), no puede ni debe sentirse dueño de los derechos de sus habitantes, inversamente, el Estado organizado a través de instituciones y leyes, dirigido por sus gobernantes de turno, está obligado a servir a sus asociados y no al revés, por ello cuando un gobierno cree que puede imponerle a sus gobernados una forma de pensar, una ruta de vida, o, los propósitos que deben guiar su existencia, ejerce un gobierno autocrático, que puede degenerar en despótico o tiránico. Ejemplo claro de ese modelo de administración del Estado lo constituye el nacional socialismo (nazismo) que partiendo de un análisis sicológico de la frustración colectiva que existía en Alemania, después de ser derrotada en la Primera Guerra Mundial, a lo que habría que añadir la desesperación y el desconcierto generado por la crisis económica imperante, mezcló la demagogia y la violencia para tratar de atraer la pequeña y mediana burguesía, aquello teniendo el antecedente de la estructura del ejército prusiano, sirvió de germen y modelo para la creación de un movimiento autoritario y con una indiscutible sumisión al Jefe. En ese sentido la personalidad de Adolfo Hitler, está ligada al nacional socialismo que tuvo como base al minoritario partido obrero alemán de tendencia progermánica y antisemita, partido formado por Anton Drexler en 1919 y que en 1920 tomó el nombre de nacional socialismo, el cual se fijó un programa de 25 puntos, en cuya propuesta se incluía conformar un gigantesco imperio alemán, se rendía culto a la violencia y a la guerra para lograrlo. Se utilizaba como “caballo de batalla” echarle la culpa al judaísmo de todos los desastres alemanes, se identificó al mismo tiempo con el marxismo y con las finanzas internacionales, el partido creó su periódico “Völkischer Beobachter" para difundir su tesis y creó las fuerzas de asalto conocidas como las “camisas pardas”, fue ganando elecciones en 1924, 1928, 1930, 1932 y 1933, lo que catapultó a la Cancillería a su líder Adolfo Hitler, consiguió los plenos poderes dos meses más tarde, y con ello comenzó el cambio de la estructura política en el país, estableciendo un gobierno unipersonal y absolutista que controlaba todo lo que sucedía en el territorio nacional, la opinión del Jefe era irrefutable, él y solamente él juzgaba todo lo que sucedía o podía acontecer en el país.
Convertido ya en un partido único, el Nacional Socialismo convirtió al Estado en totalitario, apoyado en medidas policiacas y terroristas, en la creación de campos de concentración. En 1933 contaba con 8 millones de afiliados y apuntó al control de la prensa, del cine y la radio, lo cual le posibilitó una gran acción propagandística, la persecución de todo intelectual, de toda obra de arte, que no respondiera a la perspectiva nazi, motivó el exilio y prisión de importantes escritores y artistas alemanes, lo que en definitiva significaba reprimir la posibilidad de pensar y generar en conjunto ideas o propuestas de desarrollo y bienestar para todo el colectivo social.
En el plano económico quiso estructurar un sistema equidistante entre el capitalismo y el socialismo, pero muy pronto esa posición dio lugar a la formación de un gran capitalismo con fuerte intervención del Estado, su programa económico respondía a tres principios: autarquía acompañada de una dominación económica de los países subsidiarios, la dirección y control de la industria y la banca; y el control de los salarios y precios a través de los sindicatos verticales de producción: el Reichstbank (banco oficial) reglamentaba el tipo de interés, se procuraba la formación de un gran capital estatal mediante el cobro de impuestos y empréstitos a largo, mediano y corto plazo, fueron puestos en vigencia planes cuatrianuales: el de 1932-1935 para acabar con el desempleo mediante la construcción de una gran obra pública, el de 1936-1939, con el cual se implantó el rearme y se puso como meta la consecución de una autarquía. En definitiva a pesar de la demagogia socializante, la política económica tuvo como objetivo la alianza de un Estado fuerte y militarista con el gran capital, para desarrollar una empresa imperialista de signo bélico, lo cual desembocó en un alto presupuesto militar que ascendió a 15.000 millones de marcos en el bienio 1937-1938, quedaba claro, el poder político se sustentaba en una fuerza militar aliada al proyecto mentalizado por el Führer (caudillo) Hitler, que se convertía en consecuencia en el dueño del país y de la riqueza nacional.
El nazismo estructuró una fuerza de represión muy fuerte y temida: la Gestapo dirigida por Heinrich Himmler, en el ministerio de Propaganda estuvo Joseph Goebbels encargado de repetir y difundir continuamente la tesis y pensamiento del gobierno que tuvo como ideólogo del partido a Alfred Rosenberg, en el grupo de los que estaban cerca del jefe y caudillo Hitler, hubo dirigentes destacados como Goring, Hess y Bormann.
El fascismo en Italia tuvo similares características y propósitos que el nazismo, nace en igual época alrededor de 1920, sostiene la tesis de un jefe conductor junto a la elite gobernante que tomará todas las decisiones sobre lo que debe hacerse en el país, el fascismo adopta posturas militares nacionalistas y expansivistas. El coraje, la fe, la unidad y la disciplina, se convirtieron en elementos básicos del proyecto político. La oposición y la crítica son reprimidas, el Estado domina la vida de los individuos, solo admite un partido o movimiento político, el oficial, que goza y controla la puesta en práctica del ideario fascista, sus propuestas fueron también dirigidas por un líder único, Benito Mussolini.
Mussolini
De lo antes expresado queda claro que un Estado para que se considere como tal, debe estar sujeto a una normativa jurídica a la que deban someter sus actos gobernantes y gobernados, eso explica por qué cuando una dictadura ha asumido el poder, ha puesto en vigencia la Constitución y leyes añadiendo, “en todo cuanto no se oponga a los fines y decisiones del gobierno”, esto demuestra que aunque las dictaduras asuman todos los poderes, no pueden prescindir de las instituciones que siempre estarán por encima de las circunstancias de los gobiernos de turno, de ahí la necesidad de respetar el ámbito de acción de las funciones del Estado y las instituciones que lo conforman, lo contrario no es democracia.
En el gobierno de un Estado no existen términos medios, o se adopta un sistema democrático en el que los derechos de las personas se los reconoce y garantiza, o se lo administra de acuerdo al criterio y voluntad de quien lo gobierna y su grupo cercano, en cuyo caso lo que existe es una autocracia, que es opuesta a lo que realmente es una verdadera democracia, en el que los intereses del conjunto de la población deben ser la prioritaria preocupación de quienes ejercen el poder, por ello cuando los grupos que gobiernan son los que absorben excesivas atribuciones para decidir sobre los intereses del conjunto de la sociedad, se genera un gobierno autocrático donde la libertad se restringe y los derechos de las personas quedan amenazados, sino se someten al criterio e intereses del grupo gobernante, eso es lo que aconteció en los países ubicados tras la “cortina de hierro”, de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en el nazismo de Alemania o en el fascismo italiano.
Cuando el Estado a través de quienes lo dirigen o gobiernan, orientan su gestión a tratar de controlarlo todo, asumiendo potestades omnímodas, limitando libertades individuales, incluyendo iniciativas de carácter económico, nos encontramos frente a un Estado que administra no solo los recursos naturales, las empresas que prestan servicios públicos básicos (agua, luz, telecomunicaciones), sino que establece además altas cargas tributarias, para tener mayores disponibilidades presupuestarias, en este caso nos encontramos frente a un capitalismo de Estado con tendencia a un ejercicio vertical y autoritario del poder, volviéndolo un poderoso ente con poder político y económico, que todo lo planifica, dirige y controla y que pasa a ser gobernado por un caudillo, cuyo pensamiento, ideas o criterios, se convierten en la opinión única que todo lo decide. Esa posición es contraria a la esencia de un Estado democrático, que se sustenta en la división de poderes, se caracteriza por tener instituciones vigorosas, en el que existe respeto a las ideas y opiniones diversas. En ese Estado democrático no existe el caudillo, debe existir un gobernante, un líder, que al amparo de una doctrina e ideales (no de aspiraciones personales) ejerce su autoridad y criterio, con el cual dirige y toma decisiones, en un ámbito de respeto a las atribuciones de las instituciones y a los derechos fundamentales de las personas.
DESAFIOS DEL SIGLO XXI
No existe discusión que el escenario social del siglo XXI es distinto al de los siglos XIX y XX, en el que prevalecía el desarrollo industrial. El desarrollo tecnológico sobre todo en materia de comunicaciones hace que el mundo esté interconectado, la economía, las relaciones internacionales son interdependientes, eso obliga a que los países se fortalezcan internamente para ser competitivos internacionalmente, aquello requiere construir una infraestructura que permita dentro del país, subsistir con algún nivel de bienestar del conjunto de su población, que lo vuelva atractivo a la inversión, sino existen seguridades para la inversión, no queda duda que ese país se rezagará históricamente y sus posibilidades de crecimiento y desarrollo serán muy reducidas. Es verdad que en el mundo actual existen dificultades, pero hay que enfrentarlas, hay que trazar una hoja de ruta y apostar por un proyecto donde la producción y la generación de riqueza siempre tengan como principal destinatario al conjunto de habitantes del país, solo así será posible no naufragar en una sociedad en la que hay que admitir, la inversión en materia de tecnología, juega un papel fundamental para alcanzar un mayor bienestar. En esa sociedad del conocimiento una buena educación es indispensable, sin ella, al no contar con ciudadanos bien preparados, sin tener el principal recurso que es su capital humano, colocaría a ese país en una indiscutible desventaja frente a otros, en definitiva, sin estar conscientes y admitir la realidad del escenario social en el que vivimos, las posibilidades para poder subsistir en condiciones de un mínimo de desarrollo son muy limitadas, con el agravante que otros países que si advierten esa realidad, estarán con mayores opciones para alcanzar mejores niveles de vida, y a eso no puede ni debe renunciar ningún país, grande o pequeño, rico o pobre.
Queda un interrogante que nos invita a meditar, es un axioma en la vida, que quien no aprende a respetar tiene que obedecer, me pregunto, los pueblos latinos necesitan ser tratados por líderes enérgicos, duros, al no tener clara conciencia democrática del respeto a la ley y pretender que solo somos titulares de derechos, pero no sujetos de obligaciones, por ello resulta difícil vivir en libertad y democracia. Solo la educación nos hace más conscientes de nuestros derechos y deberes, no existe otra vía, pero debe ser una buena educación.
Abril /2012
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