Por Ángel Emilio Hidalgo
La presentación de un libro es una iniciación a un compromiso y futuro diálogo, entre el lector y el autor; una invitación a recorrer las huellas de un sendero de voces que coexisten, más allá de la piel del texto, entre el referente y el símbolo, entre la sugerencia y la declaración. Por ello, todo encuentro creativo e intelectual es, no sólo un ritual, sino un acto de comunicación necesaria entre el que enuncia y el que procesa, dialéctica y dialógicamente, un pensamiento codificado.
Y si ese enunciador vislumbra las posibilidades del lenguaje, en todos sus registros y tonalidades, puede fácilmente hallar lectores aguzados y disuadir a los otros, no en el sentido vulgar de lo sofístico, sino en la articulación de mensajes sencillos, directos y a la vez, profundos, que revelen lo que para mí es lo más importante en el oficio de escritor: su coherencia entre la vida y la palabra, lo que le vuelve a esa voz, legítima y oportuna, porque sabe responder a los desafíos de su tiempo.
Uno de los pocos escritores en este país que, a través de sus textos, trasladan su vocación comunicacional, es Medardo Mora Solórzano, maestro, jurista y hombre comprometido con la realidad social, que, a lo largo de su extensa trayectoria como político, intelectual y docente, ha sabido mantener sus convicciones democráticas alfaristas, como un convencido defensor de los valores del humanismo.
Medardo Mora es el rector de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, el hombre público que representa a su provincia y al país, allí donde el deber ciudadano y la responsabilidad académica lo llamen; pero también es el montubio de cepa orgulloso de sus ancestros, que no esconde su amor por la vida rural, y entiendo, se emociona al admirar las cosas sencillas y profundas de la vida.
Así me llega su libro Vistazos al Manabí profundo (Mar Abierto, 2010): un ensayo de aproximación a la penetrante realidad de su provincia, donde el autor lee, describe e interpreta a un Manabí que se aleja de la noción reducida de una identidad geográfica. De hecho, la impronta del territorio es únicamente el punto de partida para entender a un Manabí “diverso y único” con su ascendiente cholo, montubio y español, y lo que para Medardo Mora es su principal recurso: sus hijos e hijas, quienes siempre exclaman orgullosos y orgullosas, pertenecer a esa región cultural del Ecuador.
A través de 15 entradas analíticas y un capítulo de síntesis sobre las características más notables de su entorno natural y sociocultural, Vistazos al Manabí profundo destaca por presentar, de manera ágil y didáctica, las impresiones de un lugareño, para quien Manabí no es el “ombligo del mundo”, pero sí la entrañable “patria chica”, a la que se acerca con asombro para desentrañar sus secretos: Manabí montubia, histórica, folclórica, gastronómica, humana, productiva, exportadora, turística, autónoma, futurista, comunicacional, financiera, normativa y esencial, donde su fortaleza primordial descansa en el esfuerzo cotidiano de sus hombres y mujeres, en su fortalecida identidad y en la libertad como valor social que moviliza a quienes bajo esos “vívidos paisajes” se aferran a la búsqueda de un futuro mejor, más humano, más equitativo.
En el horizonte histórico y memoria social de los manabitas está presente la huella de un hombre que nació en Montecristi, hace 170 años: Eloy Alfaro Delgado, quien se convirtió en el líder máximo de una revolución que cambió la faz social, política, económica y cultural del país. Su nombre ha sido invocado en innumerables ocasiones, por políticos de todas las tendencias; sin embargo, pocos son los ecuatorianos que realmente conocen la grandeza de sus ejecutorias. Medardo Mora Solórzano es un alfarista inclaudicable que aprendió aquello que el “Viejo Luchador” siempre pregonó: “no hay redención sin sacrificios; estos son la base sólida del progreso”. Por ello, su esfuerzo de maestro y divulgador del ideario liberal alfarista le reservan una especial comprensión de lo que fue y sigue siendo el legado intelectual y material de este constructor de la patria. Eloy Alfaro, un líder del ayer y un ejemplo del mañana (Mar Abierto, 2006), en su nueva reedición, es la respuesta urgente a una necesidad social que, 100 años después de su desaparición física, continúa vigente: la de reforzar los valores cívicos y ciudadanos que atañen a todos quienes formamos parte de ese proyecto histórico llamado Ecuador.
Eloy Alfaro, un líder del ayer y un ejemplo de mañana es el corolario de la formación patriótica y ciudadana de Medardo Mora, quien ve en Alfaro a “un idealista a carta cabal”, “una persona emprendedora”, un constructor –rasgo expresado, sobre todo, en la obra máxima de su administración, el Ferrocarril del Sur -, un convencido en el perfil liberador de la educación, un hombre preocupado por modernizar las fuerzas armadas, alguien que entendió que el rol social de la mujer debía traspasar el ámbito doméstico, un moralista que justipreció el sentido ético de la transformación sociopolítica que dirigió, un defensor de los derechos humanos, un humanista, un internacionalista, un descentralizador que no dudó en fortalecer el aparato institucional del estado unitario, un rebelde frente a las injusticias sociales –desde los viejos días del régimen garciano-, un gobernante sensible a la problemática del indígena y del montubio, un patriota y un estadista. Cada una de estas facetas es repasada por Mora Solórzano en su libro sobre el legado centenario de Eloy Alfaro. Un texto donde su incontestable admiración al personaje no opaca la responsabilidad de haberlo escrito pensando en una juventud ecuatoriana que merece conocer más sobre la vida y obra de quien es reconocido como el “mejor ecuatoriano de todos los tiempos”.
Esa misma vocación de pedagogo comprometido con la educación de las mayorías, le lleva a escribir su libro La educación: única vía hacia la igualdad (Mar Abierto, 2009), donde afirma que “la universidad tiene que volver a ser la reserva cívica de la Patria”. Ella debería ser el centro del saber, el atalaya del conocimiento, la brújula que guía a los espíritus inquietos y las mentes inconformes, a aquellos que proponen cambios (pequeños o grandes), para modificar positivamente las condiciones de vida de las personas. Medardo Mora ensaya un exhaustivo análisis de 300 páginas sobre el problema de la educación en el Ecuador, sin descartar la perspectiva histórica que le permite incluir a la educación, tal como la entendemos hoy, dentro del horizonte utópico de la pareja razón y progreso, máximas divisas ideológicas de lo que Jürgen Habermas llama el “proyecto filosófico de la modernidad”.
Entonces, la educación en el Ecuador, como “ser” y “hacer” de un proceso social de amplio espectro, integraría el proyecto de la modernidad ilustrada que muchos analistas califican de “inconcluso”, aunque, en términos educativos, vivimos un eterno presente que nos obliga a repensar su finalidad y función, en un Estado como el ecuatoriano, que debe superar las precariedades que todavía subsisten, pensando que la sociedad del conocimiento requiere la formación de nuevos ciudadanos que valoren y defiendan los valores éticos del laicismo, que son la libertad, la democracia y la justicia social.
Cúmplenos presentar, finalmente, un libro que consigna la memoria de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí durante sus 25 años de existencia. Como dice Ubaldo Gil Flores, editor de Mar Abierto, la historia de Manta tiene un antes y un después, a partir de la creación de la ULEAM, el 13 de diciembre de 1985. Pero, no solo Manta, también Manabí, provincia y región a la que sirve un conjunto de académicos que saben lo que significa trabajar en un centro de estudios reconocido por su excelencia académica, a nivel nacional.
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí/25 años de la ULEAM se abre con una reseña histórica de la vida institucional de la universidad, preparada por su vicerrector académico, Leonardo Moreira Delgado; sigue con un recordatorio de las personas que han recibido el doctorado honoris causa: Hugo Mayo, Gonzalo Abad Grijalva, Federico Mayor Saragoza, Angélica Flores Zambrano, Horacio Hidrovo Peñaherrera y Maruja Cedeño Delgado. Y el volumen se despliega, en su médula, con artículos, ensayos e informes de investigación en educación, historia, ingeniería agrícola y otras disciplinas. Así también, la fructífera labor de Mar Abierto es reconocida por propios y extraños: literatos, educadores, historiadores y sociólogos comentan las publicaciones de este importante sello editorial, para finalizar con un perfil de Medardo Mora Solórzano, el actual rector.
No hay duda de que la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí es “el nuevo faro de Manta en la sociedad del conocimiento del siglo XXI”; esta frase de Medardo Mora condensa la sabiduría y experiencia de un quehacer educativo que trasciende los límites de la “patria chica”. Manta, Manabí y el Ecuador ya tienen una universidad –de las pocas, es preciso decirlo- que apuestan por la investigación, la divulgación académica y la difusión cultural. Y en ella, un dinámico rector, intelectual y escritor que, por su dedicación y pasión creadora, a tiempo completo, merece los aplausos de sus conciudadanos.
Guayaquil, 14 de julio de 2011
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