jueves, 14 de julio de 2011

Presentación de “Carne Tierna y otros platos”


Por: Leticia Loor


Durante el transcurso de la lectura de los relatos “Carne Tierna y otros platos” de la escritora ecuatoriana Diana Zavala, empecé a sentirme frente a un álbum de fotografías con retratos de diferentes mujeres que me contaban historias cotidianas, muy particulares y en muchos casos hasta duras. Y mientras pasaba las páginas de este álbum, una pregunta me acosaba: ¿es la mujer inventada? Y la respuesta no se me alejaba mucho, porque en cada retrato, y en cada historia, late el género femenino con total identidad, bañado con destellos de historias urbanas que le insertan el sentido de la cotidianeidad, sólo que de ellas evoca un tono algo despiadado, algo cruel.
La literatura, es el idioma cargado de sentidos, bajo esta premisa, Zavala, narra manejando una pluralidad de enfoques: la sensualidad, el realismo, la crudeza, y lo cotidiano enrumbado a lo anecdótico. Es así como iremos a degustar distintos platos, donde esta “carne tierna” se nos mostrará dentro de una vorágine de perspectivas. como escritora ha demostrado, que la escritura es arte, no copia la vida, sino que se inspira en ella, dibujándola con la palabra, conduciendo al escritor a ser un espectador intrigado y hasta testigo por la solución de los conflictos, que no traspasan las fronteras de lo cotidiano, pero sí de las emociones. Como dice José Saramago: “yo no invento, sólo miro detrás de lo que hay”. Por ejemplo, en el relato “La campaña”, cuento realista, donde lo cotidiano puede ser un personaje enfrentándose a situaciones que desea borrar la cotidianeidad para dar paso a un conflicto inesperado. En este relato, la protagonista es sometida a la vacunación, campaña del ministerio de salud, sin saber que está embarazada, al enterarse, empieza el conflicto, donde ella encuentra solo una salida que la lleva a reflexionar, cito: “haz que salga ahora que no tiene forma de niño, ahora que no lo quiero, ahora que nos dolerá menos”; en el desenlace la protagonista recapacita en la camilla, y nosotros lectores, somos testigos de su angustia que pasó desapercibida ante los otros, cito: “ignoraron sus sollozos, criticando a las finalistas del miss universo, succionaron hasta que todo fue a dar al frasco” ; ….entonces…¿es la carne tierna agredida? ¿goza la carne tierna de su frescura? …. realidad, sensualidad y crueldad, respiramos en esta lectura.
Profundizando en los relatos, reconocemos el término de “carne tierna”, como un perfecta simbología y hasta metáfora de la fragilidad de la mujer, hablando de ella como una disección del género femenino frente a los atropellos que Zavala la enfrenta. Entonces, me conecto con la frase del célebre filósofo griego, Aristóteles, que manifestaba “de la mujer puede decirse que es un hombre inferior”, ….. fuerte, ¿cierto?,…. y estamos refiriéndonos a un pensador de la antigua Grecia, ¿ quiere decir que en el transcurso de la historia, de una u otra manera, la mujer ha sido atropellada emocionalmente? Es decir, la lucha entre géneros por el posicionamiento en la historia y en la sociedad, no es de ahora, las páginas de la historia están llenas de este conflicto de la invisibilidad de la mujer como actor social. Y esta escritora, nos impulsa a cuestionarnos: ¿sexo débil? Porque no sólo nos presenta frágiles ante el sexo masculino, sino también frente al entorno.
Por otro lado, Diana Zavala, nos convierte en lectores comensales de varios de sus platos, los mismos que a medida que los degustamos, nos encontramos con esa carne tierna agredida, atropellada, afectada. La escritora, nos relata, lo que los personajes y lectores no queremos ver, es decir ese lado oscuro de la realidad, como Mario Benedetti, decía de sus cuentos “puentes como liebre”, “la pérdida de la inocencia al ver una realidad desagradable, que impacta”.
pero más allá de esa crudeza, en el álbum de fotos y en los platos que degustamos, está la sensualidad; elemento que es utilizado en esta literatura, con escondidas evocaciones al dios eros guardando así ciertas connotaciones de erotismo, que se enfila por varios caminos que reflejan esa sensualidad, y es así como utiliza un epígrafe para introducirnos en ese mundo, haciendo un paralelismo con la literatura, cito: “al terminar un cuento me sentía siempre vaciado y a la vez triste y contento, como si hubiera hecho el amor” Hemingway.
Se podría decir que la sensualidad es un procedimiento de la vida social de los seres humanos y que está en todos los gestos y actitudes de la vida cotidiana y aún en los más reservados y recónditos como en la vida intimista del pensamiento. La sensualidad puede aparecer en una escena de una película o en la letra de una canción y puede no ser tan explícita para el lector, sin embargo puede estar llena de la misma fuente y de la misma visión conceptual de la realidad.
La sensualidad se puede hallar en ciertas comidas, en la música, en el calor del trópico, como también en la forma de caminar, de hablar, de vestir..
Este juego de la sensualidad, podemos verlo en el cuento “es normal”: el profesor de expresión corporal, Yumaldo, prepara un ambiente especial, apagando luces, porque su alumna Nivis, no podía hacer ejercicios por su menstruación; entonces Zavala poco a poco nos va infiltrando un espacio emocional de tensión, donde la sensualidad está ahí, está presente, con un coprotagonista-antagonista, que disfraza su identidad para abordar a la carne tierna, cito: “Yumaldo trazaba el recorrido con un cubito de hielo. Al llegar a la entrepierna contempló el bulto que se hacía por la toalla sanitaria” luego, aparece otra escena con estos 2 personajes, cito: “le temblaba la voz y el cuerpo, caminaba de un lado a otro con la mano izquierda puesta en la vulva. Desde la butaca, Yumaldo tomaba apuntes. Y ella exclama maldito estoy sangrando”. Aquí, la sensualidad se va desdibujando frente al atropello, que mas bien nos llena de coraje, haciendo girar el ambiente emocional ¿y la carne tierna, cómo quedó esa carne tierna?
Zavala, tiene la habilidad de que al narrar, nos dice y no nos dice, nos pone a pensar a través de los hilos que van tejiendo sus historias; buscando como Julio Cortázar, lectores activos y no pasivos.
Estamos frente a relatos de atmósfera universal, con espacios atemporales, llenos de conflictos femeninos, cuya carne tierna en cada plato, será agredida de diferentes maneras, convirtiéndola en una carne disecada x las afecciones externas, haciendo que el lector prolongue su aliento de intriga. Nos situamos frente a encuentros y desencuentros. Por lo tanto, la escritora no nos dibuja un mundo ideal, por lo contrario, baja de lo utópico a la realidad, cuyos personajes son esos retratos de seres del álbum que podemos encontrar en cualquier esquina.
En el cuento “noche de aniversario”, resalta esos encuentros y desencuentros con un liviano toque de sensualidad fusionado con lo cotidiano. Y la mujer está ahí, real, como otro plato más, pues es la carne tierna del deseo, con juegos del ser y no ser, de pasión y de piel. El amigo entra al departamento de ella a escuchar música de Serrat, como dice la autora, era “su coartada”. Ella, se deja seducir, y al ver que él no tenía preservativos, le dice: “tranquilo, es mejor que no pase, dije levantándole la cara y me encontré con sus ojos rebosados. Yo segurísima de que no andaba en los días fértiles, disfrutaba su torpe angustia, su debilidad de niño viejo”; pero la trama avanza, ella dice: “tienes una buena mujer” y a continuación manifiesta: “ ¿tu esposa sabe que no estás cuidando la casa?”. En el desenlace hay cambios de actitud, cito: “lo hallé sudándome el mueble, llevaba solo las medias, con una mano fumaba y con la otra trataba de hacerlo crecer”. En este relato, la carne no es agredida físicamente, ella reconoce la coartada; mas, emocionalmente sí es afectada, sabe que será una noche de aventura, pues él está casado.
Siguiendo con la sensualidad, en el relato “la última gota de un cínico”, aparece la seducción en medio de brechas generacionales. El, un hombre mayor, ella una jovencita, tienen su encuentro en un motel. A través de los diálogos, definimos y conocemos a los personajes, por ejemplo cuando él le dice: “¿dónde está tu certificado de salud, tu registro sanitario?”, otra cita también nos ubica: “estiró la mano, cogió un condón y lo hizo crujir antes de pasárselo. Él le pidió no preocuparse porque a su edad ya los espermatozoides estaban descalificados para la competencia” ….. y la carne tierna está retratada en la siguiente cita: “llegó a la conclusión de que los frenillos de Tana eran una amenaza”. Con la lectura, apreciamos que esta carne tierna, se deja llevar, pero ante la brecha de edades, vemos que no es el placer lo que la conduce a este momento, ¿necesidades de esa carne tierna? ¿la mujer utilizada para satisfacciones masculinas que se convierten en un mero negocio en un motel? En este relato, resulta de lo más irónico el título de la antología, el mismo que es reforzado con el título del cuento: “la última gota de un cínico”. Y así, avanzando en este álbum de fotos, reconocemos a esa “carne tierna”, como frase que inspira hambre, hambre de sexo, de rabia, de impotencia;….. pero aquí, caemos con lo que en literatura llamamos “las trampas “ del autor; pues al llegar al cuento que tiene el mismo nombre: “carne tierna”, nosotros lectores, esperamos encontrarnos frente al juego de la sensualidad que se ha ido manteniendo a lo largo de la antología, pero aquí, hay una ruptura brusca con este relato, donde inocentemente sucumbimos en la trampa, pues nos conduce a una historia lejana y cerca de ser como las otras, de ser una “carne tierna” /personaje. La autora en los otros relatos nos ha dibujado simbólicamente la fragilidad femenina, en éste, nos la borra de un brochazo, para relatar una “crónica roja” de un feto abandonado en un basurero, quien resulta ser : “la carne tierna”. Cito: “al pasar junto al carro que descarga podredumbre, Helga cubre su nariz y su boca. Ellos trepan de aventados en una camioneta, las rapiñas aladas aterrizan. El sol de las doce tuesta los restitos de carne tierna”. Nos encontramos frente a un relato crudo, cruel, donde nuevamente nos hace estremecer por la excelente descripción de los hechos, pongo otro ejemplo: “al feto rojo como rata recién parida le disparan en todos los ángulos. Jhon da un primer plano a la placenta, Helga destaca el muñón que el perro dejó en la extremidad izquierda; piensa en la secuencia fotográfica que ese animal le devoró”. Y pienso en la vida como un escenario donde los actores nos presentan el bien y el mal, y nosotros somos los espectadores.
Frente al análisis de estos cuentos, es preciso detallar, que la autora recurre a un lenguaje coloquial, totalmente expresivo, es decir, sus palabras son fotografías de los sucesos, que nos permiten descubrir en cada plato, la psicología y perfil de los personajes, los encuentros y desencuentros, los enmascaramientos y desenmascaramientos, placer y dolor, uso y abuso del ser. Por lo tanto, Diana Zavala, juega con la antítesis, a veces paradoja, para crear la tensión y expectativa del lector que no se esfuma, permanece. De igual manera, para narrar sus relatos, utiliza como voz narrativa el cambio de 1ª. a 3 a. persona, para elaborar cuentos literariamente heterogéneos, pero enlazados por un hilo conductor que es esa “carne tierna”. Con un gran discurso literario, nos muestra esas convocatorias de situaciones, que enmarcan la vida misma, con los toques de ficción que sólo la buena literatura puede brindar.

La seducción con la sensualidad, aparecen nuevamente en el cuento “Manos de licenciada”, en un baile, la licenciada se siente atraída por un hombre con quien baila; él le confiesa ser casado y que su esposa está ausente porque está embarazada; pero ella no quiere perder la ocasión de por lo menos una noche con ese hombre, cito: “ella llegó a la conclusión que no haría daño si pasaba una vez, sólo una vez”. en la conversación, él le cuenta que su esposa no tiene manos, por eso le observa tanto las de ella; pero la debilidad femenina tiene sus momentos de reflexión y desencanto, considerando este detalle como excusa para estar con ella, la licenciada prefiere huir antes de caer y sentirse “usada”; pero ella queda con las ansías del placer y en el desenlace, ella imagina : “lo visualiza desnudo entrando con fuerza, a segundos de la cima, el placer se vuelve angustia al ver que los observa una mujer sin manos”

“Giganta”, otro de los cuentos; esta mujer así apodada, maneja una fonda, donde coquetea y canta al hombre que ella considera su marido y al que cree un abogado, todo lo observa una mujer que es la narradora y que conoce la falsedad del hombre. Las descripciones, son precisas, cito: “con las uñas medio pintadas, medio mugrientas, empezó a limpiar el mondongo”. La historia es la típica situación de la mujer engañada y que está al servicio de su hombre.

Para concluir, quiero traer a nuestras memorias , al famoso escritor argentino Julio Cortázar, quien al escribir sobre “los aspectos del cuento”, mencionaba algo tan relevante y cierto, que considero que Diana Zavala tuvo muy en cuenta al narrar estos relatos, cito: “ el cuento se mueve en ese plano del hombre, donde la vida y la expresión escrita de esa vida, libran una batalla fraternal, y el resultado de esa batalla, es el cuento mismo, una síntesis viviente a la vez que una vida sintetizada, algo así como un temblor de agua dentro de un cristal, una fugacidad en una permanencia. Sólo con imágenes se puede transmitir esa alquimia secreta que explica la profunda resonancia que un gran cuento tiene entre nosotros” (fin de cita).

Los condimentos e ingredientes de cada plato, son la pluralidad de elementos literarios que permanecen en las palabras del discurso narrativo, por ello, los invito a degustar del exquisito sabor de cada plato. Felicitaciones Diana, y gracias por entregarnos al deleite secreto e íntimo de una buena lectura.

(Texto leído en la presentación de Carne Tierna y Otros Platos, el 13 de julio en la Expo Libro – Ecuador, realizada por sexta ocasión en Guayaquil).



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