Los tres primeros son el resultado del taller literario Soledumbre que dirigió en el Departamento de Cultura, de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Uleam), el poeta Pedro Gil. Aquí un abreboca (comentarios de contraportada) de estas obras.
“El más grande aporte que un escritor puede hacer a la literatura es contar, con su visión personal, la cotidianidad que le circunda. Y eso es precisamente lo que hace Diana Zavala en cada uno de los textos que componen este libro. Describir de manera cruda y detallada la vida de mujeres oprimidas, liberadas, liberales sin caer en moralismos vacuos ni en juicios fuera de lugar.
Diana nos toma de la mano y nos va llevando de manera sutil pero firme por el universo crudo que nos rodea y en sus páginas desfila la mujer insatisfecha, la confundida, la engañada, la que engaña, la reprimida, la liberada.
Las historias de “Carne tierna y otros platos” son todas ambientaciones de los trances más usuales de personajes perturbados y atrapados en las redes de su propio infierno.
Diana nos muestra a personajes que se cruzan con nosotros en las calles, gente que de algún modo conocemos o hemos oído hablar retratados desde una especie de Neorrealismo que la autora maneja a la perfección.
Desde el primer cuento “Polvo de gallo”, la autora nos deja vislumbrar la riqueza de su universo ficcional con un texto cargado de descripciones detalladas y con un salto argumental que eleva la calidad del texto.
A través de una variedad de temas como la frustración, la incomprensión y la violencia la autora construye un discurso narrativo en el que desentraña situaciones cotidianas desde una visión honesta que es una de las obligaciones ocultas de todo escritor.
Finalmente te invito a ti que lees este pequeño comentario a que te atrevas a disfrutar de este delicioso menú narrativo que Diana Zavala ha sazonado con ingenio, buen humor y una depurada técnica narrativa para que disfrutes de cada bocado de esta carne tierna que tienes entre tus manos”.
Luis Reynaldo Pérez.
Santo Domingo, República Dominicana.
25 de mayo, 2011.
Diana Zavala (Jipijapa, 1983) Licenciada en Ciencias de la Comunicación, fue reportera en La Marea, periodista de cultura, política, cronista y editora de La Hora - Manabí. Integró el taller literario Soledumbre que dirige Pedro Gil en el Departamento de Cultura de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. En el 2009 varios de sus cuentos se incluyeron en Soledumbre; libro de relato y poesía. Actualmente labora en la editorial Mar Abierto, colabora con las revistas SoHo y Mundo Diners.
En días donde predomina la búsqueda desesperante de fama y de publicación de ciertos "poetas malitos" (?) es un estímulo encontrarse con esta colección de poemas dedicados a cumplir con la responsabilidad humana, terriblemente humana de escribir. Y escribir bien o no escribir nada. Reafirmo mi convicción de que estamos frente a un joven talento que maneja muy bien el juego de palabras, la ironía y la metáfora contundente.
Reafirmo, aun a riesgo de las risas de los frustrados de que Ernesto Intriago en su segunda colección de poemas, Dedicadencia (dedicatoria a la decadencia) retoma el caminar creativo con madurez y sabe que al hacer poesía con responsabilidad estamos haciendo conciencia de país. Porque en esta poesía no encontramos “aves de ensueño” ni endulzantes gramaticales. Él no padece diabetes lírica, por eso asume la tarea poética sin versos light. Este joven poeta -lo digo yo- está haciendo conciencia de país.
Pedro Gil
Ernesto Intriago. Nació en Manta, Manabí, periodista, diseñador gráfico y poeta. Ha publicado, Gimen de amor los muertos, poesía, 2008. Coautor de Soledumbre, poesía y relato, 2009. Consta en antologías poéticas locales y nacionales, ha participado en recitales en varias partes del país. Escribe para la web ManabiOpina.com. Subdirector de el periódico El Autonomista y relacionista público 2011 de la JCI (Cámara Júnior Internacional) Portoviejo.
En realidad, ‘No debería haber mujer buenas’ en el sentido metafórico de la poesía. Pero sí debería haber poetas buenas en el sentido literal de la realidad, tal como lo demuestra la hablante lírica de estos textos de una jovencita que asoma a la lírica irreverente de Manabí. Es decir, con este poemario Yuliana Marcillo pasa a ser una isla en la literatura regional y posiblemente, si reafirma su voz, en la tan discutida poesía feminista o poesía escrita por mujeres del Ecuador. Poeta que pide (¿al lector? ¿a la sociedad? ¿a la moral hipócrita?) "déjenme ser la bala". Versos lacónicos, duros, con una actitud intimista, real, no orquestada por que "en la vida real hay príncipes negros”. Ella se une a los suyos, a los que son acribillados por los moralistas, porque sabe de "dolores que pretenden embriagarse". Poesía distanciada del romanticismo rosa: "no me des flores, dame un revólver". Testimonio de los días violentos que vivimos. Esperamos que esta bella promesa no se maree en la nave del reconocimiento donde incluso muchos talentos sucumbieron. Así sea.
Pedro Gil
Yuliana Marcillo en No debería haber mujeres buenas, se enfrenta a su condición femenina inquiriendo alternativas expresivas en sílabas procaces, verbos fuertes y giros abruptos. Desde esta particular visión de mundo, su hablante lírico explora los sentidos ocultos de la experiencia, esgrimiendo la identidad de género como registro y huella. La autora compone versículos letánicos que invocan la tradición del prosaísmo en la poesía occidental, sin reprimir sus impulsos líricos -que son muchos-, como las pulsiones del sonámbulo que deja entrever el síntoma de estos tiempos: el hastío urbano existencial y, a la par, la búsqueda del ser cotidiano que habita y se reconstituye principalmente en el lenguaje.
Ángel Emilio Hidalgo
El yo poético de este libro pone en evidencia sus más recónditos deseos y obsesiones, como si de un lienzo se tratara va dando pincelazos repletos de una fuerza insondable, que se desprenden, libres y decididos, de lo que muchos creen que es la poesía: un fenómeno estático y excluyente.
Marcillo se encarga, con versos duros, áridos y violentos, de irrumpir con imágenes de una feroz contundencia en una realidad sofocante y que desborda excesos. Despojándose de todos los dogmas y los lugares comunes, proyecta el tránsito hacia la condición humana, sin ningún patetismo o respuesta fácil; trayecto no exento de una ironía punzante y ácida, de pesadillas y desamores únicos, desgarrados y templados, con la justa combinación de sensaciones que reflejan sus versos, que dejan huella, una marca de fuego y pasión.
Juan Secaira
Versos que golpean la conciencia, que dejan una sensación de lluvia pegada a la ventana, de un enorme insecto que se desnuda en un charco de estrellas, los poemas de este libro prorrumpen de una originalidad que bucea la cotidianidad con unos ojos que aterran, que hieren, desafían, solo recuerdo a Bukowski que esperaba la muerte como un gato.
Un poemario que transgrede la sintaxis de la vida, que bucea lo recóndito del ser humano.
Cristian López
Yuliana Marcillo. (Chone 1987) Poeta y periodista. Coeditora del diario La Marea.
Poemas suyos se han publicado en diarios, revistas y antologías impresas y digitales.
Ex integrante del taller literario Soledumbre de la Uleam, dirigido por el poeta Pedro Gil.
Ha participado en algunos encuentros de poesía joven dentro de Ecuador. Co-autora del libro Soledumbre (Mar Abierto, 2009).
El signo es la nueva producción con la que Fernando Macías Pinargote aporta a la literatura nacional.
Su poesía, equidistante entre la metafísica pura y la sencillez léxica, escudriña el intrincado mundo de lo irreal y/o intangible, como si ambas circunstancias presentaran realidades visibles de la cotidianidad (En las geografías / del subconsciente / pregunto con cautela/ hacia dónde parten/ los horizontes nuevos,/ en qué posición / del infinito/ radica la existencia.)
Fernando recorre el abismo de las cimas del ser humano y enumera colectiva e individualmente las posibilidades en las que ese ser se ve envuelto en los momentos en que lanza al aire sus incógnitas.
No siempre las preguntas conocidas generan respuestas de siempre. Este bardo ecuatoriano crea el cosmos en donde se cobija, y se vanagloria de haber inventado su propia hoja de ruta (Las hojas de mis libros son etéreas / porque siendo autor de los caminos / lo seré de la meta./ Soy el creador / de mis misterios / porque inventé mi propia metafísica.)
Pero los misterios de su vida son en definitiva misterios de los demás: la volatilidad a preguntas viejas y nuevas como la muerte o recurrentes como la memoria (He tratado de leer / las circunstancias, / una sola señal / que me diga / la suma exacta / la ecuación precisa.)
Fernando Macías nos presenta algunas respuestas metafóricas a problemas y temas complejos de la conciencia humana. Su poesía asume simultáneamente universalidad e intimidad (Yo solo / creador del poema / que sólo es mío / cuando logro reciclar / su origen.)
Hay que visitar a este autor en su construido y reconstruido edificio mental, en donde habitan seres pensativos, algunos melancólicos, y todos enfrentados a un universo apasionante, de levedad y recurrencias hasta el infinito (Nada estará / realizado y realizable / después que la soledad / cubra las partes.)
Finalmente, Fernando Macías es autor de una especie de retroalimentación no sólo poética si no existencial. Desde su reaparición con publicaciones como Teoría del juego, también bautizada con el sello de “Mar abierto”, ha mostrado y demostrado que cuando un poeta crece en sí mismo es porque creció con los demás.
Manuel Andrade Palma
Fernando Macías. Nació en Portoviejo. Es profesor titulado y Lic. en comunicación social. Ha publicado los poemarios El Bus de las 5, Teoría del Juego y El hombre de las letras; el ensayo La primera pantalla. Actualmente ejerce la Cátedra en la Universidad Eloy Alfaro de Manabí, labora como periodista en el Consejo Provincial de Manabí, es editorialista de los periódicos El Diario y El Mercurio. Ejerce la Presidencia de la Fundación Cultural Valdivia.
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