jueves, 31 de mayo de 2012

Ciudades preventivas para estados fallidos




Las “ciudades preventivas” demarcan posibilidades viables para tener que evitar “estados fallidos” esa es la línea de acción escrita y descrita en el libro publicado por editorial Mar Abierto, con un tema tan corrosivo como el consumo de drogas. Si partimos de que el 5% de la población consume drogas ilícitas, sostienen los autores, por qué el 95% no podemos defender el tejido social. De hecho lo hacemos, enfatizan, con una práctica metódica que nos involucra en un todo: la comunicación preventiva. (Un extracto adjuntamos)La estrategia es una sumatoria de aportes que se eslabonan, el método práctico de aplicación debe difundirse, aprehenderse. La publicación es un recurso entendido por la editorial con la vinculación de la Universidad Laica Eloy Alfaro a la sociedad que finalmente se debe.

Reflexiones sobre la sociedad, la comunicación y el preventor (Luis Viale)El preventor y lo no dicho (a-dictum)
 No podemos, ni debemos olvidarnos de que la problemática de las adicciones tiene una profunda raíz comunicacional, tanto a nivel del individuo como a nivel de la sociedad. 

 Haciéndonos eco de su significado etimológico, podemos decir que el adicto es aquella persona que por su imposibilidad de comunicarse, o por carecer de voz propia (a-dicto), recurre a una sustancia como medio de expresión. O, desde otro ángulo, el adicto, a causa de su dependencia de las drogas, ha perdido su propia voz y es la droga la que se expresa por él. 

Esta dificultad que experimenta el adicto para expresarse, afecta también a quienes tienen a su cargo la prevención de adicciones, al “preventor”. En cierta medida, tal como el adicto escapa a sus problemas y se expresa a través de “ese algo”, el preventor, muchas veces, no enfrenta sus problemas y adopta como estrategia comunicativa la censura del mundo que lo rodea. Tanto el adicto como el preventor ubican la fuente de sus problemas en el afuera y de esa manera se justifican y exoneran. En el caso del preventor, no es que las estrategias preventivas de las que me valgo sean ineficaces y obsoletas; es el joven, o la sociedad, los que están equivocados y no quieren escucharme. 

En reiteradas oportunidades el preventor encubre sus carencias comunicativas con la crítica hacia el medio que lo rodea. Así, suele acusar a los jóvenes, a la familia, a los políticos, a los empresarios, etc., convirtiéndose de alguna manera en el fiscal de la sociedad; sólo él queda menos expuesto a  su mirada condenatoria. La imagen que el preventor construye de sí mismo y de su profesión es la de un ser con pocos  defectos, exento de críticas.. No percibe que en la medida que no haga la permanente y profunda autocrítica fortalecerá el discurso de “lo no dicho” del adicto y de la sociedad.

Es muy conveniente que el preventor deje de ser un a-dictum audiovisual y se convierta en un pedagogo de la  comunicación, de la imagen y de la interactividad. Para eso no hay otro camino que el de conocer profundamente la nueva realidad sociocultural y comunicativa del joven y la sociedad. 

La sociedad liebre
La realidad social y cultural de nuestros días es comparable a una liebre por la velocidad con la que transcurre; vivimos en tiempos en los que lo cambiante es la norma y donde lo estático está condenado a desaparecer; los nuevos medios de comunicación son reflejo y agentes de esta realidad.

En esta sociedad fugaz y dinámica la información sufre una transformación acorde a la lógica de estos tiempos: es tan abundante que aquella que no logra ganarse la atención del público se pierde, irremediablemente. Quizá como nunca antes en la historia, existe hoy una lucha despiadada por la comunicación de la información, por captar la atención del público, por imponerse sobre otros mensajes. Es cada vez más claro que las normas y estándares de comunicación, y de vida, están dictados por la dinámica de la comunicación publicitaria, hoy más que nunca, hay que saber vender la información si queremos que ésta llegue a nuestros destinatarios. Nunca quizá fueron más acertadas las palabras de T. S. Eliot cuando preguntaba “¿Dónde está la sabiduría que perdimos en conocimientos? / ¿Dónde el conocimiento que perdimos en información?

Hoy no son tiempos en los que quienes trabajan con la comunicación puedan darse el lujo de estarse quietos. En el Fausto, obra que inaugura la modernidad, Goethe afirmaba “Lo primero fue el verbo”. Hoy ni siquiera podemos decir que el verbo fue lo primero: el verbo es lo único. Es el verbo, la acción, la velocidad, lo propio de las sociedades en las que vivimos.

Esta velocidad social es reflejada y acentuada por “el” medio de comunicación de nuestra era: Internet. Como decía McLuhan, el medio es el mensaje, e Internet marca un quiebre en la forma de comunicarse; se impone con él, no sólo el reino de lo dinámico e inmediato, sino también el reino de lo audiovisual, y de lo virtual, de la democratización de la comunicación y la interactividad. Ya no es más la teoría unilateral de la comunicación donde prevalecía el emisor del mensaje; ahora el mensaje va y vuelve de manera ultra rápida. La comunicación nunca será la misma, y quien no logre dominar estas nuevas herramientas –la velocidad, la imagen, la virtualidad y la interactividad– estará perdido e incomunicado. 

En síntesis, vivimos en un mundo regido por lo dinámico, lo inmediato, lo momentáneo. Y las comunicaciones no escapan a esta realidad. Lamentablemente, a diferencia de la fábula, la liebre-sociedad ni se duerme ni se detiene a esperar a la tortuga-preventor.

La relación sociedad/juventud nunca fue una relación armoniosa o simple. Esta relación se ve complicada en la actualidad por la creciente distancia entre jóvenes y adultos introducida por las nuevas tecnologías comunicativas. La prevención debe intentar al menos establecer un puente de comunicación asumiendo la gran diferencia que implica la existencia del adulto homo sapiens y el joven homo videns. Estos puentes deben de poder comunicar a ambos lados por igual, tanto a los jóvenes con los adultos como a los adultos con los jóvenes. Sólo estableciendo canales comunicativos efectivos entre jóvenes, padres, maestros, políticos, gobernantes, etc., será posible fortalecer los lazos sociales necesarios para producir una prevención efectiva. La gran tarea del preventor es “escuchar” y ser mediador en la construcción del puente comunicativo “homo sapiens- homo videns”.

Proceso de investigación científica en la ULEAM

Portada tentativa de la colección.



Coherentes con las exigencias de pasar de una capacitación en conocimientos a un sistema ascendente de investigación científica en los docentes, se ha convocado a un grupo de académicos, con la dirección del Vicerrectorado Académico de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, a la configuración de todo un proceso de investigación científica, que le permita ahondar en sus objetivos y fines. Los trazos para visualizar este empeño se esquematizan en líneas, programas y proyectos, cada uno con sus componentes en una aguda observación de prácticas para correctivos y soluciones.
Editorial Mar Abierto es el vehículo para compilar estos textos generados en varios libros que se han de convertir en manuales de acción, en  la colección a la que hemos denominado “Tiempos de aprender” como una serie a cargo del Vicerrectorado Académico de la ULEAM. Más de cinco decenas de académicos se convierten en potenciales investigadores con la coordinación de la Dra. Iliana Fernández, en lo que ha de ser la irreversible decisión de alinearse con la aplicación científica y técnica que demanda la sociedad.

Unos  fragmentos de esta obra, anotamos:

Las transformaciones del contexto educacional, exigidas por el impetuoso desarrollo de la ciencia y la técnica, requieren de la elevación constante del nivel científico de los  docentes, lo que implica el desarrollo de capacidades para el óptimo desempeño de la actividad que realizan como formadores, en función de buscar soluciones locales a las interrogantes y problemas que se presentan en la universidad, como sistema abierto a la comunidad. 

Es una necesidad insoslayable preparar a los docentes universitarios para que sean capaces de buscar, de forma independiente, el conocimiento científico, para ello se requiere de la apropiación de las vías y modos de actuación del trabajo científico-investigativo. 

En la concepción del proceso de investigación en las universidades ecuatorianas, en los momentos actuales, es decisiva la orientación de la labor investigativa, a partir del establecimiento de líneas, programas y proyectos de investigación en campos temáticos prioritarios, para ejercer una labor transformadora en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, en coherencia con las prioridades establecidas en Plan Nacional para el Buen Vivir (2008) y la Ley Orgánica de Educación Superior (2010), que de hecho marcan el horizonte investigativo en Ecuador y, puntualmente,  en función de la misión y visión de la ULEAM.”

“Los estudios efectuados sobre el estado actual del proceso de investigación científica, reflejan que necesario su perfeccionamiento. Los docentes, inclusive aquellos seleccionados por su calidad integral para desarrollar estudios de posgrado, llegan a estos con debilidades en su formación científico-investigativa, que en ocasiones no le permiten cumplir con los objetivos de la Educación Superior.

Hoy se habla con frecuencia de la “formación científico-investigativa” en el docente, la cual significa el requerimiento pedagógico y social para una formación integral del profesional, donde cada estudiante, cada grupo, cada facultad, cada comunidad, y el contexto social (todo), constituyen un escenario en el que hay que aplicar continua y sistemáticamente el proceso de investigación científica, para determinar: las causas de los problemas, fenómenos y procesos que conforman el escenario en que nos corresponde desarrollar nuestro quehacer educacional, de manera que se logre en las universidades la formación de personalidades equilibradas, creativas, solidarias, autónomas y  capaces de contribuir a preservar y transformar el medio natural y social.

La obra que hoy se presenta, constituye uno de los resultados del colectivo de docentes del grupo de formación de investigadores de la ULEAM, como parte del proyecto iniciado por el Vicerrectorado Académico de esta universidad en noviembre del 2011. La definición de las líneas, programas y proyectos propuestos, está sustentada en un estudio de los resultados alcanzados en la investigación en la universidad, de cómo estos se obtuvieron, de su introducción en la práctica y la repercusión que han tenido en la solución de los problemas.”

Los piratas que asolaron Manabí









Fracciones de nuestra historia
Acercamientos documentados, sustentados en extensa bibliografía, recorren nuestra historia en fracciones haciendo síntesis prácticas, no por ello menos lúcidas y reveladoras, más bien provocando que los hechos estudiados, alisten argumentos, propongan interpretaciones y busquen nuevas lecturas. Esa es la intención del Ing. Tony González Palacios en su obra que será publicada en los próximos días por editorial Mar Abierto. Una fracción de su amplio contenido, la detallamos:


Los piratas que asolaron Manabí

La investigación social e histórica ha podido establecer (contrariamente a las versiones de películas e historietas) que los piratas, corsarios y bucaneros, no eran personas o grupos que actuaban por sí solos, salvo algunos casos, estos eran empleados de los gobiernos de las potencias y autorizados por ellos, lo que les permitía ser respaldados por empresas comerciales vinculadas al poder en el propósito de atracar barcos y poblaciones costeras que consideraban enemigas. Aquellos piratas, después de sus aventuras volvían entre aplausos y honores de la corte, pagaban y recibían dividendos de las riquezas amasadas en los asaltos. Los economistas conocen cómo estas riquezas acumuladas, coadyuvaron el impulso de la revolución industrial, a la fundación del Banco de Inglaterra, de la Bolsa de Comercio…

El oficio de “ladrón del mar” hace justicia al significado de pirata, ellos, si bien de manera aparente no actuaban bajo ninguna bandera, es fácil de imaginar, que en aquellos tiempos así como ahora, hacer un buque a la mar, incluía armas, equipos, provisiones y pagas de una nutrida tripulación, que necesitaban ser financiados, por tanto es comprensible, que no podían auspiciarse negocios que no fueran rentables, se apostaba a la seguridad de beneficios, donde reyes y señores de la corte legalizaban y legitimaban con documentos y patentes, el carácter de la empresa y la posterior participación de utilidades; con razón el sociólogo Enrique Silverstein menciona: "unos ladrones de mar y otros ladrones de tierra, entre colegas andaban en el juego".

 A nuestras costas, llegó la piratería con la invasión española, el primero de ellos fue Francisco Pizarro, que en su primera expedición hacia la “mar del sur” en busca del "Pirú", en 1527, llegó a la mayor isla frente a nuestra costa, encontró en ella grandes riquezas, ya que en aquella porción de territorio radicaba un centro ceremonial de las culturas indígenas costeras, la saqueó y a la fortuna que logró, la denominó isla de la Plata. 

En el segundo viaje de Pizarro desde Panamá hacia el sur en 1531, se introduce por la costa, desembarcando en San Mateo, avanzó hasta Santa Elena; en el trayecto, con sus huestes, hicieron homenaje a su codicia, asaltando y saqueando los pueblos a su paso, incluyeron tortura,  persecución y  asesinato.

En el mismo año de 1531, pero en meses posteriores, arriban a nuestro filo costero, Hernando de Soto junto a Hernando Ponce de León, venían a fortalecer la acción de Pizarro (traían la primera mujer española a estos territorios Juana Hernández), desembarcaron en Coaque, atracaron a la mayoría de esos pueblos, incendiado a cinco de ellos y asesinando a numerosos aborígenes; la crueldad con que actuaron estos piratas, provocó la internación hacia la montaña de los habitantes y una cruenta resistencia.

En marzo de 1534 hace presencia en Manabí una nueva expedición pirata, numerosa y mayormente cruel que las precedentes, era Pedro de Alvarado con 500 españoles y cerca de dos mil indígenas quichés y mayas. Cinco meses estuvo en Manabí sembrando terror, siendo Coaque, Charapotó, Manta, Salango y Jipijapa las poblaciones indígenas mayormente afectadas, particularmente Jipijapa es incendiada. Es en este trayecto que Alvarado  secuestra y luego asesina al cacique mantense Lligua Tohallí. 

Con suma razón un cronista dice de Alvarado, que es un hombre “con grandeza para los desafueros y el crimen” y el cronista Cieza, menciona “Alvarado pagó la regia hospitalidad indígena, persiguiéndolos como fieras, ahorcándolos, matándolos”.

Después de hacerse "legítimamente" del inmenso Perú basándose en la Capitulación de Toledo, extendida por el rey Carlos I, y por la cual además, estos aventureros se convirtieron en "Hidalgos", se inicia un verdadero saqueo organizado a estos territorios bajo la égida de Pizarro, pero a su muerte, comienza la guerra entre facciones de españoles por la sucesión del poder. Es en esas circunstancias que Gonzalo Pizarro, envía a las costas de Manabí al osado pirata y oficial de su servicio Hernando Bachicao, quien con su flota se posesiona en la isla de la Plata y desde allí asalta Salango, Manta,  Portoviejo y Charapotó.
Con el sometimiento de los “pizarristas” se consolida la invasión española y aparece la piratería inglesa y holandesa, empeñada en enriquecerse con las riquezas que usurpaba España en estos territorios.

La primera presencia de estos otros piratas le corresponde a Francis Drake, personaje financiado y protegido por la reina Isabel de Inglaterra, este pirata según documentos, estuvo en la isla de la Plata en 1578, desembarca en Manta y Bahía, mas sus presas eran los barcos españoles y al efectuar atraco a un galeón que venía de Callao, cerca del cabo Pasado se aleja de nuestras costas.

Otro pirata que estuvo por estos lares, aunque de manera efímera, desembarcó en Salango y luego atracó Manta, Charapotó y Portoviejo, para luego atacar Guayaquil, fue Jacobo Heremite Clerk, auspiciado por el Príncipe Mauricio de Orange, esto en el año de 1625. 
En 1684, barcos de la flota del pirata Eduardo David, desembarcan en Manta, asaltando esta población y llegando hasta Montecristi, esta situación de ataques constantes, conlleva a que las poblaciones costaneras disminuyan su población.

En mayo de 1709, llega el pirata Tomas Dover a la isla de la Plata, de allí ataca a los poblados de Machalilla, Cayo y Salango, posteriormente Charapotó y Bahía. 

Las últimas expediciones son las del pirata Chipperton que baja en Coaque, después asaltará Puerto Cayo llegando hasta Jipijapa. Jorge Anson que desembarca y asalta Manta, Montecristi y Charapotó en 1791.

La última incursión de la que se tiene noticia es la de piratas chilenos que llegados en el bergantín “El Diamante” llegan a Manta el 23 de Septiembre de 1818 y atracan el poblado, procurándose un importante botín a costa de los comercios y familias adineradas, se tiene conocimiento que la mayoría de personas se refugian en Montecristi, desde donde se organiza una defensa que frena a los asaltantes.  

La piratería no se agotó con estas expediciones, pues algunos rezagos de estos y otros elementos aislados estuvieron asediando  nuestras costas, sin embargo ya se habían creado ciertos mecanismos de defensa. Por otro lado los piratas de tierra mantenían sometidas a las poblaciones, estas ya con el inicio del siglo XIX abrazaron con fuerza las ideas emancipadoras.

martes, 29 de mayo de 2012

Cyberalfaro: de la investigación a la vinculación


Hace doce años y unos meses que la idea de crear una editorial caló y hondo, nada menos que en Manta, a partir de que se convirtió en ciudad universitaria, de ello yace casi tres lustros. Decirlo en una frase es satisfactorio, construirlo paso a paso, jornada tras jornada, proceso incipiente hacia proceso maduro,  pudo darse dentro de actividades laboriosas,  arduas, aunque  entretenidas. Llenas de razones para la búsqueda de autores con sus textos para convertirlos en libros, que a su vez tengan significado en el permanente encuentro  con un horizonte simbólico para nuestra Provincia-Región, inicialmente.

Evidencia del 1 al 22
Enero del año 2000, es la fecha registrada en la emisión del producto inicial, denominado: “Texto académico investigativo y de creación” CIBERALFARO, el número 1. Como primer paso dice en su contratapa con una clara visión “sabemos de qué hablamos cuando señalamos el excesivo racionalismo que anhelamos como panacea del progreso, y lo mítico y lúdico de nuestro contexto sociocultural”. Así nos presentamos ante la comunidad  universitaria y el grupo de lectores, con ilusiones y entusiasmo, con ensayos académicos y maestros representativos de las distintas disciplinas: educación, comunicación, medio ambiente, economía y literatura como una propuesta significativa.

Contar del 1 al 22, es tarea de niños, pero en las tareas de edición cuentan esencialmente los materiales con los que se trabajan, enfocarse en aspectos gerenciales como administración, recursos humanos y de producción son vitales. Así se suman número a número, temas y autores que acercan una aspiración, salir de la investigación puramente académica, que la hacen,  y encontrar referentes validados que la vinculan con la sociedad a la que se deben, de esa forma la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, con la editorial Mar Abierto, concretan nexos, puentes, funden cauces para llegar a la comunidad, abrirse y encontrarse con ella, recopilando identidades, afirmando ancestros, reforzando autoestimas a través de temas como los de la autonomía provincial desde el ensayo sea con sentido político, histórico, económico, para provocar múltiples lecturas.  

El número 23
La acumulación de experiencias se reflejan en  saltos cualitativos en la diagramación y diseño, hasta hoy, un producto maduro CYBERALFARO número 23, de próxima edición, ya integrado a un riguroso proceso de selección de temas, con firmas de la categoría de Humberto E. Robles ensayista, crítico y catedrático universitario manabita radicado en USA, con el tema:”Entre la nostalgia y la melancolía (Glosas sobre un pasillo y su alcance en la construcción simbólica de una comunidad)”. Se trata del pasillo Manabí, la canción de todos, en una exploración a su lenguaje escrito y sus implicaciones, que involucran directamente la tierra y su tradición, las evocaciones y “la sin razón que nos afecta” al escucharlo. Todas las pistas para desentrañar ese estado de ánimo que nos despierta cantarlo a viva voz.

La solvencia del discurso de Medardo Mora, nos plantea en lo político la ubicación de una democracia real o formal para intentar una certidumbre, difícil de encontrar, en el rumbo que ha tomado el Ecuador de los años recientes. 

En la reestructuración en que se encuentra la Universidad en estos días, hacen falta aportes prácticos y teóricos, para el primero: “por una educación superior pragmática y competitiva” es el tema del investigador Antonio Velásquez Kuffó, para el segundo: “Universidad y creación de conocimiento” es un compendio histórico del Alma Mater con autoría del catedrático Guido Vásconez.

El contenido de literatura cuenta con dos ensayos importantes acerca de libros de narrativa y poesía editados en Mar Abierto: Solange Rodríguez con la presentación de la novela “Hallado en la Grieta” del escritor Jorge Velasco Mackenzie, y “la reunión de las atemporalidades” a propósito de la antología personal a la poesía de Paúl Puma.

Complementan este número artículos de comunicación, biografía e historia, hechos para una lectura nutritiva.