jueves, 27 de diciembre de 2012

Una mirada a Miguel Donoso

Por: Freddy Solórzano
Hace un par de meses leía una entrevista a Miguel Donoso que se publicó en El Comercio y donde se señalaba la dificultad que tiene el escritor para movilizarse debido al mal de Parkinson del que sufre. Por eso vive casi siempre sentado.
Y me imaginó a Donoso rodeado de libros en su casa en Guayaquil conversando con David Sosa quien escribió “El encanto del Adiós”.
Me imagino a ese Miguel Donoso de 81 años que se ha pasado su vida escribiendo ensayos, novelas, cuentos, críticas literarias, artículos periodísticos, obras para títeres y dirigiendo talleres de literatura entre México y Ecuador, sus dos patrias. Y veo a un Miguel Donoso que todavía jode a la vida como cuando dice que la mejor entrevista que ha dado se lo hizo Roberto Bonafont: “él habló todo el tiempo, yo no dije ni pío. ¡Una maravilla!”.

Freddy Solórzano mientras analizaba el libro "En encanto del adiós".
Y también me imagino a David Sosa con 40 años menos que el maestro, escuchándolo, preguntando y repreguntando, indagando y despejando las dudas para que pueda parir luego “El encanto del Adiós” que es un libro entretenido y que se lee con entusiasmo.
Ernesto Sabato decía que la muerte de un viejo sabio se puede comparar a la desaparición de toda una biblioteca consumida por el fuego. Es el fin de un conocimiento.
Y Henry Miller en “Los libros de Mi Vida” repasa a los escritores y libros que lo marcaron. Y esa obra tiene un capítulo dedicado a los libros vivientes: que son hombres de carne y hueso que tienen lecciones que dar para el arte.
El legado de Miguel Donoso no solo es visible por lo que escribió sino también por lo que enseña y sus talleres de literatura son un ejemplo de aquello.

Público asistente al acto.
El libro “El encanto del Adiós” sigue la huella de Donoso, el literato. Empieza con el pequeño Miguel que vivió hasta los 11 años junto al mar y que quería ser marinero como su padre. Pero el padre le dijo que no había nada cierto en esa visión romántica del marino. “Mi padre me decía, recuerda Donoso, que eso de que en cada puerto había un amor era mentira, lo que había en cada puerto eran putas”.
“El encanto del Adiós atrapa no solo por su buen manejo narrativo, sino también porque el personaje de Miguel Donoso es interesante y siempre es bueno saber qué tiene que decir como cuando estudió derecho y se dio cuenta que no podía sacar ni a un preso de la cárcel aunque tuviera la llave de la celda en sus manos, porque lo de abogado de la República en libre ejercicio no iba con él. O el año que estuvo en prisión por ser comunista o el viaje a Cuba de Fidel. Y los 18 años en México que fueron muy fecundos y su regreso a Ecuador. Esta biografía mezcla literatura con periodismo un campo en el que David Sosa se mueve como pez en el agua.
En un buen libro de biografía que se precie, las consideraciones y licencias personales han de dejarse un tanto de lado y dejarse más aconsejar por la pluma que por la emoción, la admiración y el entusiasmo.

Freddy Solórzano.
Miguel Donoso no es una figura lejana para Manta aquí también formó un taller de literatura. Y trajo a la ciudad la misma pedagogía. Exigió a los talleristas que echen al tacho de la basura la crítica del gusto. En los talleres de Donoso estaba prohibido decir “Me gusta o no me gusta”; se decía: “Está bien o mal escrito”. No interesaba ni la ideología del autor, ni sus preferencias sexuales o políticas. El 21 de diciembre se acaba el mundo, es decir el viernes de la próxima semana, según una predicción maya que se cacarea en las calles y en los medios de comunicación. Pero hay otra predicción de la que se habla hace mucho: la muerte del libro y sobre aquello Donoso tiene una opinión: “La muerte del libro se ha venido anunciando desde hace tanto tiempo que yo he llegado a la conclusión de que el libro es inmortal. Pienso que no va a poder ser sustituido por nada, es como querer sustituir a la mujer por la masturbación. Al libro se lo toca, se lo goza, se lo palpa; el libro es un objeto de cultura, es imposible que desaparezca. Uno lo subraya, hace anotaciones, lo convierte en otro texto, en uno leído por uno. Yo creo que los libros son infinitos, no van a terminar nunca”. Una parte de Donoso se lo presenta en “El encanto del Adiós” y allí se puede ver sus medidas intelectuales. Porque siempre es placentero conocer a un libro viviente.
Texto leído el jueves 13 de diciembre en el auditorio del Vicerrectorado Académico en el marco de la presentación de los últimos libros publicados por Mar Abierto.

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