jueves, 27 de diciembre de 2012

Miguel Donoso, una pasión marinera

Por David Sosa
Toda biografía aspira siempre a la condición de historia. Fue Plutarco, uno de los historiadores más agudos de la Antigüedad, quien descubrió que la historia concebida con amenidad de una pieza de ficción no solo se dejaba leer mejor, sino que la hacía un documento lleno de gracia y encanto.
No por gusto algunas de las piezas históricas de Plutarco sirvieron como modelo a Shakespeare, sobre todo en Julio César y Marco Antonio y Cleopatra, un dramaturgo que se tomaba sus licencias, pero que escribía como todo un historiador.
David Sosa, periodista y escritor cubano, escribió durante un año el libro “El encanto del adiós”, libro que fue presentado la semana pasada en Manta y Guayaquil.
 
La biografía, como género literario “puro”, murió con Stefan Zweig, Edmil Ludwig y Andre Maurois, pero solo para renacer en otro tipo de biografías: híbridas y heterodoxas, inclasificables, saltando de un género a otro felizmente, como la liebre en un bosque de lechugas.
Cuando le puse punto final a este libro, empecé a romperme la cabeza pensando en qué etiqueta iba a llevar en la solapa. ¿Biografía? ¿Ensayo? ¿Tal vez “biografía literaria”? El dilema fue resuelto por mi editor, Ubaldo Gil, quien clasificó el libro para la colección Almuerzo Desnudo, como narrativa. Voila ¡
Y así como narrativa es que prefiero sea leído mi libro marinero y gitano. Porque “El encanto del adiós” no es una biografía, ni un ensayo literario, ni una crónica de viajes, ni una hagiografía, ni una ficción pura… pero es todo eso a la vez. O al menos, yo quiero creerlo así. Un libro donde todo es rigurosamente cierto (gracias Truman Capote), pero que puede leerse como una novela (gracias Daniel Pennauc). Una de aquellas de Conrad  (o de Jack London) donde los héroes eran marinos curtidos, aventureros que juegan al póker con el destino, sacándole un as a la muerte.
Ya lo dijo García Márquez hace unos años cuando publicó sus memorias, Vivir para contarla. “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”. Cuando Miguel Donoso Pareja comenzó a escribir las suyas, descubrió que ya no sabía cuánto de verdad había en los episodios que contaba y cuánto de mentira. A Donoso le gusta citar una carta de Flaubert a Louis Colette, donde la cuestión quedó zanjada así: “Todo lo que inventamos es cierto: puedes estar segura. La poesía es tan precisa como la geometría. Mi pobre Bovary está sin duda sufriendo y llorando ahora mismo en veinte pueblos de Francia”.
David Sosa, Miguel Donoso Pareja, Medardo Mora, Blanca Anita Franco de Vernaza y Pedro Vincent muy atentos a las palabras de Ubaldo Gil, director de Mar Abierto.
 
Por eso es que este libro lleva como intertítulo La vida literaria de Miguel Donoso Pareja. Es decir, los principales episodios de su vida, inclusive los más dolorosos, están entrelazados con la forja creativa de cada libro suyo. Las obsesiones temáticas, fluctuaciones de estilo, paso de un género a otro, juegos experimentales están registrados a la par que su trepidante vida. Marinero, titiritero, profesor, abogado sin título, jurado de premios literarios, exiliado, comedor de tacos, bebedor de tequilla, Don Juan, fundador de talleres , polemista, Quijote, jodedor irredento. Pero sobre todo, escritor: de poesía, novela, cuentos, ensayo, artículos periodísticos, de todo como botica, producidos en más de cuarenta años de trabajo.
La portada del libro "El encanto del adiós".
¡Cuántas veces le he escuchado decir a Miguel en la sala de su casa que él es un escritor muy conocido, pero poco leído! No sé hasta qué punto sea eso verdad, o simplemente una de sus exageraciones rabelesianas. De lo que sí tengo absoluta certeza es de que un personaje como él, con todos sus contrastes, es el premio gordo de cualquier narrador (o biógrafo), que ha podido abastecerse de una materia prima bien dispuesta y contarla con las mismas técnicas de las mejores piezas de ficción.
Me doy por bien servido si este libro les sirve a ustedes para descubrir algunas de las muchas claves de su carpintería secreta de escritor. Si en alguno de mis capítulos aparece un destello que ayude a localizar la cueva secreta de Krelko, la marca del whisky que bebía La tía María, el punto G de Gudrun, las ilusiones perdidas del ´Chico Silencio´, el enigma de Henry Black, la pena recóndita por la muerte de Leonor y el recuerdo de Helena, aquella muchacha en Alcalá de Henares.
Hace poco una periodista de Manta me preguntó por qué me siento identificado con un hombre de 80 años. No tuve que pensar mucho para responderle que considero a Miguel Donoso Pareja como mi contemporáneo, mi ekobio de la secundaria, mi bróder de la universidad, mi pana de barrio, mi cuate de cantina, mi acere de solar, mi edu del estero. Me identifico con sus sólidos e insobornables principios literarios, con su experiencia verbal, su vida gitana, su curiosidad, su genio marinero, sus ganas de joder y su pasión por la vida.
A la misma periodista de Manta (que publicó toda una página en Cultura para celebrar este libro y no un cintillo perdonavidas, al lado de las bellezas siliconadas y los señorones bebiendo vasos de whisky en los cocteles de saciedad) le confesé que, mientras lo escribía, pensaba en varios modelos. Las crónicas híbridas de Plinio Apuleyo Mendoza sobre García Márquez; El Adiós, poema de Jorge Edwards sobre Neruda; la semblanza de Paul Theroux sobre el premio Nobel Naipaul; y por último, pero no de último, El viaje a la ficción que emprende otro premio Nobel –Vargas Llosa- hacia el mundo más personal de Onetti.
Espero que se diviertan tanto leyendo este libro como yo escribiéndolo. Fue un año largo de investigación y otro medio año (no menos largo) en que pude llevarlo a buen puerto en medio de duras tormentas. Si después de terminada su lectura este trabajo los catapulta a descubrir (o a redescubrir) alguno de los muchos libros de Miguel Donoso Pareja, habrá cumplido su objetivo. Lo mismo me da que sean los vanguardistas y breves relatos de La cabeza del náufrago que los de Lo que mismo que el olvido. O ese punzante ensayo de Ecuador: ¿Identidad o esquizofrenia?
Si no es así pues ya lo saben: léanlo como una pieza de ficción, que comienza al pie del mar y termina con un bellísimo epitafio: Aquí murió El Muerto.
Desde hace algunos años a Miguel Donoso Pareja le ha dado por llamarse a sí mismo, en sus escritos El Muerto, El Moribundo, El Murichento, etc., y como tal ha construido un narrador paralelo (quizá en otro plano astral) que cuenta sus vicisitudes con humor melancólico. Pero resulta que no conozco yo un solo muerto (con la excepción del Vadinho de Doña Flor y sus dos maridos, que era un muerto muy gozón) que se levante a las cinco de la mañana a “reclamar” su desayuno, que se coma un suculento pescado a la hora del almuerzo, que escriba todas las mañanas desafiando al Parkinson que lo aqueja, que esté tan al tanto del mundillo literario de esta ciudad y sus alrededores, que se burle de las vacas sagradas y que viaje de Guayaquil a Manta y viceversa para estar presente en la presentación de este libro.
Aunque esta obra se llame El encanto del adiós sepan ustedes que este Muerto todavía no se despide de la fiesta. Aún no dice: good bye, Lenin!, Aur revoir les enfants, Adiós a las armas, Arrivederci béla amia, Dadswidañe, Ta luego, tú. Porque este Muerto, señoras y señores todavía está muy vivo.
Texto leído el jueves 13 de diciembre, cuando se desarrolló la presentación del libro El encanto del adiós en el auditorio del Vicerrectorado Académico de la Uleam.

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