“Herederos del
lenguaje” es un libro que contiene 13 entrevistas realizadas a escritores
iberoamericanos, cuya autora es la periodista Clara Medina y que será publicado
por Editorial Mar Abierto en los próximos días.
Una muestra exponemos a
continuación:
Jorge Franco
Jorge
Franco Ramos es de la generación que no recibió la sombra de Gabriel García
Márquez. De la que procesó el rea-lismo
mágico solo como una de las tantas formas de hacer literatura y no como
el único y exitoso camino. Nació en Medellín, Colombia, en 1962. Es conocido,
sobre todo, por su novela Rosario Tijeras, traducida a varios idiomas y
llevada al cine y a la televisión. Estudió Literatura en la Universidad
Javeriana y realización de cine en la London International Film School. Ha
publicado novelas como Mala noche (1997) y Paraíso Travel (2000)
y también cuentos y artículos en diversas revistas. Su obra es realista y bebe
de la cotidianidad conflictiva de la sociedad contemporánea.
Jorge Franco nació en el país de Gabriel García Márquez y se
dedica al mismo oficio que él. Admira la obra del Nobel de Literatura, pero
está convencido de que escribir realismo mágico en Colombia en la actualidad
sería anacrónico, porque en ese territorio la realidad superó a la ficción.
Pertenece a la nueva generación de escritores colombianos. Esos
que ya no tienen que exagerar la realidad o inventarse historias real
maravillosas, porque la vida diaria, esa que duele, golpea y asombra, les
proporciona una cantera de temas.
Director de cine graduado en Inglaterra, realizador de varios
cortometrajes, hace varios años se decidió por la literatura. Descubrió que en
el fondo lo que quería era escribir historias y que su temperamento sedentario
e introvertido se ajustaba más a ese oficio que al de cineasta, que necesita
estar siempre en la calle.
Sus estudios de cine le ayudan a la hora de configurar las tramas.
Sus narraciones son ágiles, una cualidad que practica como escritor porque él
la reclama como lector. “Escribo con el mismo principio que leo. Yo creo en la
literatura por el placer de leer, más que por informarme, por entender”. No
obstante, en su obra narrativa están presentes elementos que constituyen la historia reciente de Colombia:
violencia, sicariato, migración.
P: ¿Por qué cree importante literaturizar los temas que laceran a
su país?
R: Porque me tocan y de una forma muy honda. En el caso del
sicariato, que es el tema de Rosario Tijeras, era casi una deuda con mi ciudad
y con la experiencia que yo viví como ciudadano común y corriente en una época
en que Medellín fue golpeada por el narcotráfico y el terrorismo.
Yo
era muy joven y me tocó padecer esto. En mi infancia la ciudad era amable,
vivía pacíficamente y fui testigo de ese proceso de deterioro, de irrupción del
narcotráfico. Apareció un testimonio de una niña metida en las pandillas del
sicariato y hace que yo lo cuente. Lo mismo pasó con Paraíso travel, que
habla de la migración y de la dificultad de ser colombiano fuera de Colombia.
Pero ahora es difícil ser colombiano, incluso dentro de Colombia.
P: ¿Y qué significa ser
colombiano?
R:
Es algo que uno va definiendo en la medida que vive. No es algo completamente
nefasto. Creo que también tiene sus virtudes ser colombiano. Sobre todo porque
me parece que hay un contacto muy estrecho con lo que realmente es la vida, con
lo bueno y con lo malo. Ser colombiano tiene eso de favorable, pero incluye
también el aspecto doloroso.
P: ¿Escribir de la violencia ayuda a combatirla, es una forma de
exorcizarla?
R: Pienso que ayuda a entenderla, incluso a acercarse a la esencia
de la violencia. Hay algo que me ha parecido interesante, sobre todo con Rosario
Tijeras que toca directamente la violencia. En el extranjero cuando
presento este libro, el primer asombro de los lectores es ver que esa droga que
se consume en los países del primer mundo, está generando una violencia en los
países del tercer mundo y que hay niñas como Rosario Tijeras que son las
víctimas directas de ese consumo de una droga que se toma muy a la ligera y muy
alegremente en las discotecas y en las reuniones de los países del primer
mundo.
Entonces
yo creo que en ese momento el libro sí cumple una misión. Se produce un
acercamiento, una concienciación. Hay una guerra que en muchos países la ven como
tercermundista, pero que involucra al planeta entero.
P. ¿Entonces usted cree que uno de los compromisos del escritor es
hacer que la sociedad se conozca?
R:
No necesariamente. Estas son consecuencias indirectas. El compromiso del
escritor es ser responsable con su trabajo de escritor. Presentar textos bien
escritos, contar historias bien contadas y hacer que con esos ingredientes sus
libros se lean. Ya el vínculo que tenga el lector con el libro es ajeno al
escritor.
P: Su literatura, la de Fernando Vallejo y la de Laura Restrepo
hablan de la violencia. Hay una cierta tendencia en los escritores actuales en
tratar esta temática.
R:
Es algo que necesariamente tiene que ocurrir, es que son problemas tan fuertes,
tan contundentes que de verdad nos confrontan día a día y eso necesariamente
tiene que aparecer. Y aparece no solo en la literatura, sino en el cine, en la
poesía, en la pintura. Es algo que está y eso hace que te toque la fibra y
digas cómo es esto, hay que contarlo. La literatura cuenta la historia de la
sociedad, del ser humano. Las obras no tocan el tema de la violencia, sino la
vida cotidiana de los colombianos, enmarcada en la actualidad que es la
violencia.
P: ¿Y qué pasó con el realismo mágico? Hasta hace varios años,
Colombia era conocido como el país del realismo mágico y García Márquez como el
dueño de este género.
R: Creo que cumplió su misión, su etapa. Yo sostengo que la misma
realidad colombiana se encargó de desplazar al realismo mágico, porque lo
superó. Esa misma realidad tan exagerada se encargó de desplazar esa
exageración que había en el realismo mágico. Hay algunos escritores que lo
hicieron antes de García Márquez, pero fue él quien se encargó de patentarlo y
de difundirlo. En Colombia creo que ya escribir de realismo mágico es
anacrónico, es algo que no corresponde, no cuadra.
P: ¿Y qué significa Gabriel García Márquez para los escritores de
las nuevas generaciones?
R:
Un autor muy importante porque abrió puertas, abrió el camino, hizo que la
gente se fijara en Colombia como un lugar donde se daba buena literatura. Creo
que sus obras sirven de estudio, son obras maestras que perdurarán.
P: Pero también fue una gran sombra para los escritores de su
propia generación, especialmente. Parecería que recién se están abriendo paso
nuevos nombres.
R:
Efectivamente, opacó sobre todo a sus contemporáneos y a los inmediatamente
siguientes. Ahora ya no hay conflicto. Hay otro lenguaje, otro tono, otro
universo, que nada tiene que ver con García Márquez. Hace dos generaciones se
sintió esta sombra y conozco a varios escritores que fueron damnificados de esa
sombra.
(extraído del libro Herederos del
lenguaje)
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