jueves, 11 de octubre de 2012

Trece escritores tienen la palabra



“Herederos del lenguaje” es un libro que contiene 13 entrevistas realizadas a escritores iberoamericanos, cuya autora es la periodista Clara Medina y que será publicado por Editorial Mar Abierto en los próximos días.
Una muestra exponemos a continuación: 

Jorge Franco
Jorge Franco Ramos es de la generación que no recibió la sombra de Gabriel García Márquez. De la que procesó el rea-lismo mágico solo como una de las tantas formas de hacer literatura y no como el único y exitoso camino. Nació en Medellín, Colombia, en 1962. Es conocido, sobre todo, por su novela Rosario Tijeras, traducida a varios idiomas y llevada al cine y a la televisión. Estudió Literatura en la Universidad Javeriana y realización de cine en la London International Film School. Ha publicado novelas como Mala noche (1997) y Paraíso Travel (2000) y también cuentos y artículos en diversas revistas. Su obra es realista y bebe de la cotidianidad conflictiva de la sociedad contemporánea.

Jorge Franco nació en el país de Gabriel García Márquez y se dedica al mismo oficio que él. Admira la obra del Nobel de Literatura, pero está convencido de que escribir realismo mágico en Colombia en la actualidad sería anacrónico, porque en ese territorio la realidad superó a la ficción. 
Pertenece a la nueva generación de escritores colombianos. Esos que ya no tienen que exagerar la realidad o inventarse historias real maravillosas, porque la vida diaria, esa que duele, golpea y asombra, les proporciona una cantera de temas.
Director de cine graduado en Inglaterra, realizador de varios cortometrajes, hace varios años se decidió por la literatura. Descubrió que en el fondo lo que quería era escribir historias y que su temperamento sedentario e introvertido se ajustaba más a ese oficio que al de cineasta, que necesita estar siempre en la calle.
Sus estudios de cine le ayudan a la hora de configurar las tramas. Sus narraciones son ágiles, una cualidad que practica como escritor porque él la reclama como lector. “Escribo con el mismo principio que leo. Yo creo en la literatura por el placer de leer, más que por informarme, por entender”. No obstante, en su obra narrativa están presentes elementos que constituyen la historia reciente de Colombia: violencia, sicariato, migración.

P: ¿Por qué cree importante literaturizar los temas que laceran a su país?
R: Porque me tocan y de una forma muy honda. En el caso del sicariato, que es el tema de Rosario Tijeras, era casi una deuda con mi ciudad y con la experiencia que yo viví como ciudadano común y corriente en una época en que Medellín fue golpeada por el narcotráfico y el terrorismo. 

Yo era muy joven y me tocó padecer esto. En mi infancia la ciudad era amable, vivía pacíficamente y fui testigo de ese proceso de deterioro, de irrupción del narcotráfico. Apareció un testimonio de una niña metida en las pandillas del sicariato y hace que yo lo cuente. Lo mismo pasó con Paraíso travel, que habla de la migración y de la dificultad de ser colombiano fuera de Colombia. Pero ahora es difícil ser colombiano, incluso dentro de Colombia.

P:  ¿Y qué significa ser colombiano?
R: Es algo que uno va definiendo en la medida que vive. No es algo completamente nefasto. Creo que también tiene sus virtudes ser colombiano. Sobre todo porque me parece que hay un contacto muy estrecho con lo que realmente es la vida, con lo bueno y con lo malo. Ser colombiano tiene eso de favorable, pero incluye también el aspecto doloroso.

P: ¿Escribir de la violencia ayuda a combatirla, es una forma de exorcizarla?
R: Pienso que ayuda a entenderla, incluso a acercarse a la esencia de la violencia. Hay algo que me ha parecido interesante, sobre todo con Rosario Tijeras que toca directamente la violencia. En el extranjero cuando presento este libro, el primer asombro de los lectores es ver que esa droga que se consume en los países del primer mundo, está generando una violencia en los países del tercer mundo y que hay niñas como Rosario Tijeras que son las víctimas directas de ese consumo de una droga que se toma muy a la ligera y muy alegremente en las discotecas y en las reuniones de los países del primer mundo.

Entonces yo creo que en ese momento el libro sí cumple una misión. Se produce un acercamiento, una concienciación. Hay una guerra que en muchos países la ven como tercermundista, pero que involucra al planeta entero.

P. ¿Entonces usted cree que uno de los compromisos del escritor es hacer que la sociedad se conozca?
R: No necesariamente. Estas son consecuencias indirectas. El compromiso del escritor es ser responsable con su trabajo de escritor. Presentar textos bien escritos, contar historias bien contadas y hacer que con esos ingredientes sus libros se lean. Ya el vínculo que tenga el lector con el libro es ajeno al escritor.

P: Su literatura, la de Fernando Vallejo y la de Laura Restrepo hablan de la violencia. Hay una cierta tendencia en los escritores actuales en tratar esta temática.
R: Es algo que necesariamente tiene que ocurrir, es que son problemas tan fuertes, tan contundentes que de verdad nos confrontan día a día y eso necesariamente tiene que aparecer. Y aparece no solo en la literatura, sino en el cine, en la poesía, en la pintura. Es algo que está y eso hace que te toque la fibra y digas cómo es esto, hay que contarlo. La literatura cuenta la historia de la sociedad, del ser humano. Las obras no tocan el tema de la violencia, sino la vida cotidiana de los colombianos, enmarcada en la actualidad que es la violencia.

P: ¿Y qué pasó con el realismo mágico? Hasta hace varios años, Colombia era conocido como el país del realismo mágico y García Márquez como el dueño de este género.
R: Creo que cumplió su misión, su etapa. Yo sostengo que la misma realidad colombiana se encargó de desplazar al realismo mágico, porque lo superó. Esa misma realidad tan exagerada se encargó de desplazar esa exageración que había en el realismo mágico. Hay algunos escritores que lo hicieron antes de García Márquez, pero fue él quien se encargó de patentarlo y de difundirlo. En Colombia creo que ya escribir de realismo mágico es anacrónico, es algo que no corresponde, no cuadra.

P: ¿Y qué significa Gabriel García Márquez para los escritores de las nuevas generaciones?
R: Un autor muy importante porque abrió puertas, abrió el camino, hizo que la gente se fijara en Colombia como un lugar donde se daba buena literatura. Creo que sus obras sirven de estudio, son obras maestras que perdurarán.

P: Pero también fue una gran sombra para los escritores de su propia generación, especialmente. Parecería que recién se están abriendo paso nuevos nombres.
R: Efectivamente, opacó sobre todo a sus contemporáneos y a los inmediatamente siguientes. Ahora ya no hay conflicto. Hay otro lenguaje, otro tono, otro universo, que nada tiene que ver con García Márquez. Hace dos generaciones se sintió esta sombra y conozco a varios escritores que fueron damnificados de esa sombra.

(extraído del libro Herederos del lenguaje)


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