Por Edgar Moncayo
El entrañable amigo
Tonny González me pidió hace pocos días que presentara un libro de su autoría en
este augusto recinto de la cultura, la Universidad Católica de Quito. Para mí
fue una grata sorpresa. Conocía que Tonny había publicado varios de sus trabajos,
pero la verdadera sorpresa es que se trataba de un libro de historia de
nuestro querido pero nunca bien relatado país. El Ingeniero González tiene su
título en el área de electricidad y entre otros muy importantes escaños de su
fructífera vida, ha sido profesor de varias Universidades y Director Ejecutivo
del CONESUP.
Esto implicaba una
razón más para sentirme honrado con este encargo: un hombre universitario en el
sentido original y más amplio de esta palabra, alguien que no forma parte de
ese círculo privilegiado de historiadores de la Patria, se había atrevido una
vez más a contar la historia desde el punto de vista del ciudadano informado y
crítico, el ser humano que puede juzgar los acontecimientos desde el sentido
común de la cotidianeidad de la que él forma parte, con su realismo que algunas
veces parece invadir lo mágico.
Para ubicar
adecuadamente a este género de intelectual al que pertenece el Ing. González,
es necesario recurrir a la sapiencia del maestro venerable Darío Moreira, quien
en la introducción a este libro que hoy se presenta, diferencia con precisión
al "intelectual especializado" del "intelectual multisectorial y
transdisciplinario". Sin pretensión de disentir con el Maestro manabita,
considero que Tonny está claramente ubicado entre los segundos; su enfoque
heterodoxo de los sucesos históricos relatados en su libro, así lo demuestra.
Además, este grupo
de intelectuales posee otra característica diferencial: su recuperación del
valor de lo local, de lo regional; fácil y descuidadamente subsumido en la
homogenización de "lo nacional". Y esta posición termina
constituyéndose, con o sin intención, en un auténtico movimiento de
resistencia, que al luchar por la identidad de los pueblos ubicados fuera de
los denominados "polos de desarrollo", visibiliza a muchos héroes y
heroínas, cuya contribución a las grandes jornadas por la independencia de la
Patria toda, puede ser tanto o más importante que el reluciente y ponderado papel de los héroes nacionales.
En esta proyección
Tonny González se configura a si mismo dentro de la generación de intelectuales manabitas,
cuya visión regional no les impide justipreciar la integralidad de los
problemas nacionales. Dicho en otras palabras, ven la unidad de la Patria en la
diversidad del crisol multifacético de los pequeños y grandes pueblos "de
provincia", como de manera desdeñosa suelen calificarlos quienes se
olvidan de sus propias raíces, o no han disfrutado del placer de recorrer
caminos secundarios y hasta chaquiñanes que atraviesan pueblos y comunidades
autenticas; vale decir, sin los artificios de un turismo prefabricado.
Es útil notar que
estos afanes por "lo nacional", que ya aclaramos que no debería
oponerse a la diversidad de lo regional y local, se han asociado en décadas
recientes por alguna mañosa artimaña con olores política
cliente lar, a los nacionalismos de los gobiernos
directa o indirectamente militares desde los sesentas y setentas del siglo XX.
Sin embargo, también han tenido por las mismas épocas su correlato populista,
que aprovecha en beneficio de intereses poco confesables, pero claramente
corruptos, el desarraigo de sus tierras de origen, más ideológico que familiar,
de los crecientes barrios marginales de las principales ciudades del país. Este
hecho podría explicar el desfile circense de gobiernos y partidos populistas
que se derrumbaban como castillos de naipes, al carecer de una base social
coheslonada en ideologías de principios y no en los clisés de frases
rimbombantes; así como, en compromisos auténticos, no forjados en la viscosa
fragua de dádivas de campaña electoral y de
ofrecimientos nunca cumplidos en el ejercicio del poder.
Es ahí donde los
vientos refrescantes de la lectura de libros como el de Tony González, deberían
constituir la base, no solo para la reconstrucción de una historia no oficial,
sino para la configuración de un ciudadano realmente informado e interiorizado
de la historia de su país; consciente del viejo principio de que, los pueblos
que no conocen su verdadera historia corren el grave riesgo de reeditar en la
nueva historia contemporánea las páginas más obscurantistas de la vieja.
Vale entonces leer
de manera crítica y analítica las "Fracciones de la Historia" de Tonny
González, desde aquellas facetas muy poco conocidas de Simón Bolívar, como
aquella única batalla que el Libertador ganó en lo que hoyes el Ecuador, en
Ibarra, el 17 de julio de 1823, a los realistas comandados por Merchán Cano e
inexplicablemente apoyados por un indígena, Agustín Agualongo. Triunfo que
acabo de consolidar la todavía precaria independencia conseguida en las faldas
del Pichincha por la genialidad de Sucre.
Y decimos crítica y
analítica con toda la intención de comparar, aunque sea de manera
inevitablemente odiosa, con la epopeya de otro indígena, José Gabriel
Condorcanqui, más conocido como Tupac Amaru, que solo cincuenta alias atrás, en
las tierras del actual Perú, demostraba el espíritu y convicción indomablemente
libres del ser humano nacido de origen en nuestra América.
Pasando con igual
metodología lectora por otras historias igualmente poco difundidas del
libertador, que demuestran lnequivocarnente su vocación por el desarrollo de
las pequeñas y alejadas concentraciones humanas, en las que el genio visionario
de Bolívar, ya asociaba el desarrollo de la Patria con este línea de
geopolítica interior, que si aun ahora no es excesivamente popular en el
sentido electorero de la palabra, en aquellos tiempos debía haber bordeado las
fronteras de la utopía.
Así tenemos los
relatos de "Bahía de Caráquez y Esmeraldas, puertos en la mira de
Bolívar", o los "Antecedentes del triunfo de Pichincha", "Manabí
y Manta, buscando la verdad en su historia";
para mencionar solo ejemplos al azar.
Pero este grupo de
intelectuales multisectoriales y transdisciplinarios a los que Tonny pertenece
sin ceremonia de iniciación, tiene otra característica más sugerente y
profunda: su cruzada por rescatar los valores más importantes y menos pub
licitados de la mujer ecuatoriana. No la de "gran mujer detrás de un gran
hombre", pero en todo caso siempre en un papel de segundo plano. Ni
siquiera basta el rol de esposa y madre, vale decir retirando ciertos
eufemismos de corte machista, de heroica asistente del caballero principal y de
discreta formadora de hijos descollantes.
Se trata de
rescatar el espacio de la mujer por ella misma. Ella impulsando a los ejércitos
libertarios a la victoria con traje y vestido militar, como Manuela Sáenz; ella
conspirando directamente en favor de las causas más justas de la Patria, como
Rosa Zárate. Sin que ello, le quite una pizca a su faceta de amante con la
fuerza de la pasión que echa abajo las enmohecidas normas de un honor y moral
restauradas en los confesionarios; y de madre dispuesta a dar su vida por los
ideales de sus hijos, sin lágrimas ni alharacas.
Edgar Moncayo, expresidente del Conea, presentó el libro de Tonny González, en Quito. |
Y en este punto,
nuestro amigo Tonny realmente se ha esmerado, sacando a relucir su militante
admiración por ese prototipo de mujer, y hasta su vena poética, en historias
dramáticas como las de "Bolívar y la otra Manuelita", "Manuela
vuelve a Paita", "Un año para doña Manuela", "Rosa Zárate:
historia, mujer y liberación", "La victoria de Camino Real y su
heroína Josefina Barba", "Las Garaicoas", etc.
No obstante, aquí
Tony nos queda debiendo, aunque la menciona en alguna de sus historias, el relato
de la pionera de la independencia de Colombia, Policarpa Salavarrieta, que no
solo ve la liberación en los impredecibles términos políticos y económicos,
sino en la liberación de la mujer como ser humano con pasiones y deseos, en
medio de una sociedad que todavía hoy insiste en caricaturizarla como un objeto
sexual y de reproducción de
la especie.
Pero serie una
imperdonable omisión no mencionar las entrelíneas de los relatos, donde el Ing.
González deja ver su pasión por una educación liberadora de las ataduras de los
dogmas con ropaje científico y de las verdades absolutas maquilladas de cambios
revolucionarios. Esa educación que transmita primero con el ejemplo, el saber
ser, el saber hacer, el saber convivir y trabajar. con quienes no piensan como
uno, en el contexto de un planeta en la era del postmodernismo y de la sociedad
del conocimiento y las comunicaciones electrónicas, donde la paz pero con una
vida digna, deje de ser solamente el discurso de todo tipo de reuniones internacionales
y de discursos domésticos de ocasión.
Aquí, este libro
que hoy presentamos descubre esta intencionalidad desde los títulos de las
historias: "Sucre promotor de la educación y el periodismo en el
Ecuador", "Francisco José de Caldas: el sabio fusilado",
"Pedro Carbo: patriarca de las ideas liberales y de la educación
superior", "Aníbal San Andrés, patriota y excelso maestro de los
manabitas; hasta los recuerdos de su ingreso a la Universidad, en "29 de
mayo: página de dolor y gloria de los bachilleres"; y otras historias.
Considero que la
mejor forma de concluir esta presentación, que se ubica muy lejos de apenas reflejar
algo del libro de Tony González, es evocar las palabras del autor, en la
explicación introductoria: "El propósito de estos trabajos se oriento a
suscitar, promover y procurar emprender la curiosidad, indagación e
investigación de nuestra historia, desde otras vertientes, no desde el punto de
vista de la historia oficial, de aquella historia atada al carro de los
triunfadores o subalterna del poder, en aquel proceso que a fuerza de
repetirnos lugares comunes nos fueron vaciando de historia".
Texto leído el jueves 18 de
octubre en la presentación del libro "Fracciones de nuestra historia",
realizado en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Quito, en el
marco de la 45ta Feria Nacional del libro PUCE 2012, en Quito.
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