Por: Marco Antonio Rodríguez
Una circunstancia superior a mi voluntad me impide estar esta tarde
en la presentación del libro de Medardo Mora Solórzano, ecuatoriano ilustre con
quien guardo profunda e irrevocable amistad. He pedido a mi hija Paulina —depositaria
y editora de lo que escribo— que me represente en acto de tanta trascendencia.
¿Qué admirar más en este varón excepcional? ¿Su lúcido talento
creador, su verticalismo humano, su itinerario existencial sin mácula alguna,
sus invaluables diligencias a favor de la patria, su universidad —sin duda una
de las de más vigorosas en Ecuador—, o su entrañable arcilla humana…? ¡Qué
ardua y acaso imposible tarea! Pero quizás sea su más noble y empinado valor,
aquel que congrega a todos los demás, el que mejor diseña su cimera figura, me
refiero al hecho de que Medardo es un militante de la dignidad humana. Sobrio,
austero, diáfano, auténtico, desde su modestia innata y proverbial, Medardo
jamás ha bajado la cerviz ante ningún poder. Pero la cuestión de ser dignos en
la vida no es asunto de proclamarse tales, se trata de una opción de
vida, quizás la más ardua, la menos favorecida. Sí, Medardo rezuma dignidad,
está tramado por esa levadura tan escasa en todos los tiempos de la historia
humana. En todo lo que ha hecho Medardo: maestro de juventudes, pensador,
escritor, político… alumbra perpetua, empecinadamente este
esquivo valor.
Paulina Rodríguez, en representación de su padre Marco Antonio, leyó la presentación del libro Un ensayo de Patria, de Medardo Mora Solórzano. |
Y mediante mi palabra pensada, sentida y vivida, permítanme
ponderar los altos merecimientos de este ecuatoriano grande, al punto de que desde
hace años me he preguntado por qué Medardo no ha sido postulado a la presidencia
de la República. ¡Cómo hubiera honrado ese espacio viciado —con las escasas
excepciones de rigor— de falacias y engaños, de soberbias y corruptelas! Hombre
íntegro, Medardo no miente ni finge, no puede, quizás por eso no haya sido parte
de su espléndida ruta de vida el haber servido a su patria desde tan altas
funciones.
Nos hemos alejado del sentido primigenio que siempre tuvo el
concepto de patria, pues esta no significa otra cosa que “la tierra de los
padres”. Pero en Medardo no se dio este alejamiento. Cómo la ama y recoge de
sus entrañas sus mejores lecciones. Allí yacen nuestros ancestros, en ella
están enterradas las raíces de la familia, de una estirpe, de una nación, la
patria es el lugar de todos, la Casa Grande, y en ella ha habitado siempre
Medardo, cuidándola como a su propia morada. El sentido de solidaridad y
compromiso con esa Casa Grande que significa el Ecuador ha ido perdiendo
vigencia en las nuevas generaciones, incluidas, por cierto, en las que nos
gobiernan. Cada día somos testigos del desastre moral que agobia al país, una
situación que nos torna pesimistas frente al futuro. En ellos mucho tienen que
ver los grupos dominantes, los partidos y movimientos políticos, los líderes de
nuestra sociedad. Y es en este entramado duro y doliente donde se encumbra la
figura de Medardo Mora Solórzano. Es cuestión de ingresar a los predios
universitarios de la institución que orienta Medardo. Constatar su histórico
trabajo. Admirar esa suerte de panal de hombres y mujeres que laboran sin tregua
en beneficio de la patria. Es cuestión de leer y reflexionar sobre los diversos
temas tratados por Medardo en su ensayo profundo y desafiante que constituye su
libro Un ensayo de patria. ¡Gracias
Medardo, por tus infatigables lecciones de patria!
Alcalde, legislador, miembro de la Primera Comisión Nacional
Anticorrupción —sin duda la única que ha dejado huella en nuestra historia
reciente—, presidente del Conuep y más tarde del Conesup, fundador de la
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, autor de brillantes ensayos en cuyas
páginas refulge su impronta de pensador y hombre de acción, Doctor Honoris
Causa por varias universidades nacionales y extranjeras, Medardo es un
sembrador nato de luz. Por donde ha pasado, la luz orienta y guía. Un ensayo de patria es un libro buido de
inteligencia y abundancia de saberes, su lectura reverdece la fe en nuestra
patria, pero, por sobre todo, en la especie humana. El estilo es el hombre
mismo, dijo el científico francés Buffon. El estilo de Medardo es, por sobre
todas las cosas, luminoso. En él se unimisman inteligencia y espíritu de un ser
único que es parte de lo mejor de la historia ecuatoriana.
Estudiantes de la PUCE asistieron a la presentación del libro Un ensayo de Patria, desarrollada en la 45 Feria Nacional del Libro PUCE 2012, en Quito. |
Texto leído el jueves 18 de
octubre luego de la presentación del libro Un ensayo de patria, realizado
en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Quito, en el marco de la 45ta
Feria Nacional del libro PUCE 2012, en Quito.
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