sábado, 28 de enero de 2012

EL CENTENARIO DE UN ACTO MISERABLE Y CRUEL: DIA DE LUTO NACIONAL




Por: Medardo Mora Solórzano
www.medardomorasolorzano.blogspot.com


No debe quedar duda que el ser humano es capaz de las más increíbles e inimaginables acciones, su pasión lo ha llevado históricamente a realizar las más nobles y grandiosos gestas para beneficio de sus semejantes, de la sociedad en la que habita, para ayudar a la humanidad, en muchos casos sus obras trascendieron su ciclo vital, quedaron grabadas en la memoria del colectivo social. Ese mismo ser humano, aturdido por sus bajas pasiones, por ambiciones desenfrenadas, por actos de venganza, por revanchismo social, por resentimiento descontrolado, también ha sido capaz de los más horrendos crímenes, de actos despiadados, de agresiones y persecuciones que no han tenido límites.

Que motiva tan distantes y opuestas actitudes, ese es y será un interrogante que ha tenido la más diversa gama de respuestas, no estamos para ahondar en discusiones sobre causas de tan generoso o alternativamente tan destructivo comportamiento, el hombre nace y se hace en la vida, por ello sin analizar ancestros y el escenario social en el que ha crecido y vivido una persona, será difícil hacer un diagnóstico acertado del proceder de una persona, de sus reacciones, de sus actitudes ecuánimes o díscolas, de sus sentimientos o resentimientos.

Hecha esta breve introducción, es posible tratar de entender qué influyó en la increíble masacre del 28 de enero de 1912, no existen controversias que esta es una fecha luctuosa para la patria, la Asamblea Nacional de 1938 declaró el 28 de Enero día de Duelo Nacional, es sin duda el más horrendo crimen cometido por gavillas de personas embriagadas de barbarie, odio, de ansias de hacer daño, por un afán enceguecido de revancha contra quien en el ejercicio del poder político del país, obró honestamente y no hizo otra cosa que poner toda su capacidad, su esfuerzo, su entrega solidaria para mejorar la calidad de vida de todas los y las ecuatorianos y ecuatorianas, sacrificando su propia comodidad y tranquilidad.

Si en ese aciago día que ha oscurecido la historia de nuestro país, se cometió tan repugnante y reprochable crimen, lo que el Ecuador debe rescatar en actitud de indignación realmente solidaria es comprender la lección, para que nunca más vuelva a tener lugar tan funesto y grosero acto, para que al menos exista la conciencia ciudadana que condene a los autores intelectuales y materiales de tan execrable agresión a la dignidad humana, por ello es necesario meditar y reflexionar sobre todo a través de la juventud, del por qué se llegó a esos niveles de tanta miseria humana, es ahí donde debemos convocarnos a repasar el episodio, sin detenernos demasiado en pequeños detalles relacionados con la dilatada lucha que Alfaro realizó hasta triunfar con su proceso revolucionario, en el que prefiero destacar la consistencia de sus principios y valores como ser humano, la profunda convicción en sus ideales, que estuvieron cobijados por el más grande movimiento de transformación democrática que ha vivido la humanidad, que fue la Revolución Francesa que triunfó en 1789, Alfaro se adhirió de una manera militante a estos preceptos de libertad, igualdad y fraternidad, como sustento para que podamos aspirar a vivir en una sociedad en la que brille la justicia, en la que la paz sea posible, soñó y batalló sin tregua, sin transacciones, por una sociedad donde sepamos respetarnos en nuestros derechos, en la que la responsabilidad para con los superiores destinos de la patria, no sean expresiones circunstanciales ni se reduzcan a discursos de ocasión, sino normas de conducta y comportamiento permanentes.

Alfaro fue un definido demócrata, creía en la división de Poderes dentro de un sistema como el que proponían los revolucionarios franceses de frenos y contra frenos en el ejercicio del poder, consciente que él había luchado contra un régimen autoritario y despótico, deshonesto, que no garantizaba el que exista una administración de justicia independiente, imparcial, que otorgue seguridad jurídica a ciudadanos (as), que la ley sea aplicada igualitaria y correctamente, “donde no existe justicia se viene al suelo ese edificio llamado Nación ” fue uno de sus más lúcidos pensamientos y tesis, aquello explica el que después de haber sido proclamado Jefe Supremo del país en 1895, convoca una Asamblea Constituyente en 1896, para consolidar un ejercicio democrático del poder. Por sus claras y profundas convicciones democráticas, también creyó en el principio de la alternabilidad democrática en el ejercicio del poder político, eso queda demostrado con el hecho que no obstante que pudo después de su primer periodo que finalizó en 1901, haber continuado en el cargo de Presidente de la República, pues gozaba del respaldo de la gran mayoría de los ecuatorianos (as), sin embargo no optó por la reelección inmediata, esperó que transcurra un período y en 1907 volvió a ganar la Presidencia de la República para un segundo periodo constitucional.

Alfaro sabía muy bien que el servicio público no tiene ningún valor si no se actúa transparentemente, jamás dio tregua ni transigió con lo inmoral, con el atraco a los fondos públicos, esas formas de proceder le repugnaban, era un convencido de que la ética debe estar unida a la acción y actitud de una persona, “donde impera la corrupción y el robo es imposible la República, afirmaba con énfasis”, convencido de su criterio, su firmeza en la lucha contra lo inmoral, le hizo ganar muchos enemigos, incluso algunos partidarios lo defraudaron, otros le fueron ingratos y desleales, sufrió muchas decepciones, todo aquello lo soportó con estoicismo, no claudicó en su batalla porque no hayan beneficiarios del perjuicio de otros, aprovechándose de la buena fe y credibilidad ajena, jamás abdicó en su línea de conducta ciudadana, apegada a lo moral, al derecho, a las virtudes humanas, a su vocación de servicio a los superiores intereses colectivos.


Su humanismo desbordado y sensible, lo condujo a pensar y creer con honda convicción, que primero estaba el interés de la colectividad, después el interés individual,” nada pretendo, nada quiero, todo para vosotros, nada para mí”, es una expresión que resume su ilimitada generosidad y desinterés, por eso su liderazgo se convierte en un ejemplo de vida , en un estímulo permanente para que aprendamos a vivir con clara sensibilidad social, la laboriosidad privada por rentable que sea, sino contribuye al bienestar general, es simple y llanamente socialmente improductiva, eso solo es beneficioso para quienes obtienen provecho de su acción, no se puede ni debe ser indiferente al dolor ajeno, hay que aprender a pensar en las necesidades de la sociedad.
Siempre estuve de acuerdo con Vargas Vila, lo más notable de Alfaro era la grandeza de su corazón, la nobleza de su alma, de su espíritu, por eso exclamó con definida conciencia de sus actos, que creía en el “perdón y el olvido”, expresión bíblica que no reñía con sus también definidas ideas de un hombre laico, en cuyo pensamiento jamás dejó de palpitar su amor a la libertad, no se enredó en su gestión de gobernante, buscando como podría desquitarse o tratar de castigar a quienes lo habían perseguido y lo convirtieron en un constante exiliado político, su inmenso pensamiento y claridad de ideas hacía que entendiera que la venganza es un objetivo sin destino, su tiempo era demasiado valioso para empequeñecerlo tratando de ser represivo con sus adversarios, sabía que existen personas que no merecen otro trato que no sea despreciarlos e ignorarlos, sin dejar de estar consciente en cambio, que el egoísmo, la mezquindad y la pequeñez de alma de quienes no lo querían, serían implacables con él, su obra tenía otros fines, no la limitaba a cuestiones de orden personal, pensaba en el bien de la patria, en la felicidad de todos, sin esperar a cambio recompensa alguna, sabía que luchar por el bienestar de los demás es una tarea que demanda tiempo, dedicación, perseverancia, por eso no se detenía ante actitudes que lo molestaban, pero que jamás doblegaron su nobleza de proceder.

La sólida formación que fue adquiriendo en su vida lo volvió un visionario, creía firmemente que la libertad hay que conquistarla con la lucha diaria, era sin ambages un hombre de pensamiento liberal, pero entendía que no podía existir un liberalismo sin responsabilidades sociales, por ello funda el Partido Liberal Radical, tesis ideológica que sostiene que el derecho individual de un ser humano tiene como límite o frontera el interés social, primero lo colectivo después lo individual , pensaba en una justicia social en libertad, fue un ideólogo de lo que comenzó a florecer un siglo después, al haber hecho una propuesta política que es actualmente la tesis de una social democracia o también llamado un socialismo democrático, advertía muy bien que no puede existir un verdadero socialismo sino existe un régimen democrático, no cabe y es un contrasentido ideológico, un socialismo autocrático o populista. Como seguidor del proceso revolucionario que triunfa en Francia a fines del siglo XVIII, no solo fue un adherente sino un militante de la difusión y defensa de los derechos humanos, el Estado debe proteger esas garantías fundamentales de las personas, cuánta razón en su pensamiento de verdadero estadista, actualmente si algo se defiende en la democracia contemporánea es la vigencia de los derechos humanos, forman parte de una tesis de carácter universal, están amparados incluso por Convenios internacionales y por acciones constitucionales que las buscan proteger judicialmente, por eso se propone una justicia constitucional que ampare el respeto a los derechos humanos.

Alfaro no conocía de falsedades ni acomodos, de oportunismos, creía en la libertad como el primer atributo inherente a la persona humana, por eso entrego su vida por ella, nunca se presentó con falsas posturas, como buen líder fue auténtico, si la burguesía es una clase social a la que no puede definírsela sectariamente pues a ella pertenecen un artesano, un empresario, un líder social, un profesional, con pocos o algunos bienes y recursos económicos, Alfaro si fue un burgués, siempre actuó con sencillez, laboriosidad y solidaridad humana, aprendió a ganarse la vida desde muy joven, honradamente, esas posibilidades económicas le permitieron dedicarse a luchar por el bien del país, se adhirió sin disimulos a sus ideas liberales radicales, no es cierto que sus pensamientos se aproximaron al manifiesto marxista de 1848, por su vasta cultura supo del mismo, lo respetaba y comprendía, pero siempre creyó en un Estado al servicio de sus habitantes y no al revés, esto es una persona al servicio del Estado y su élite que la gobierna, lo cual es propio de los gobiernos totalitarios y absolutistas.

La Revolución Alfarista además de tener un soporte doctrinario que la sustentó en sus acciones y objetivos, tuvo la particularidad de nacer en el sitio donde son posibles las grandes transformaciones, nació en los lugares marginales o periféricos del país, la lucha de Alfaro la realizó fundamentalmente en los campos de las provincia de Manabí y Esmeraldas, en sus montañas, ahí forma sus montoneras con campesinos que lo respaldaban con todo afecto y decisión, sabían que jamás defraudaría al hombre del campo, aquello explica que incluso hacendados de la zona lo respaldaban, en su gobierno se multiplicó la producción de cacao y creció en altas cifras la exportación de este producto, no se puede olvidar que el padre de Alfaro fue un promotor de la exportación de los sombreros de paja toquilla, tejidos justamente en su lugar de residencia y tierra de la madre de Alfaro, doña Natividad Delgado López.

Alfaro perteneció a la vertiente de los liberales fisiócratas, no a los liberales mercantilistas, creía que era en la zona rural donde estaba la verdadera producción, aquello explica que gobernó para todo el país, su obra llegó a todos los rincones de la patria, así concibió la red de ferrocarriles, buscaba unir los centros de producción con los centros de comercialización y consumo, en Manabí por ejemplo, unió los lugares de producción con los puertos de Bahía y Manta, la una línea férrea fue Bahía, Puerto Larrea, Tosagua, Calceta, Canuto, Chone, la otra, Santa Ana, Portoviejo, Montecristi, Manta.
Finalmente no hay que olvidar que el gobierno del Dr. Alfredo Palacio ya lo declaró héroe nacional, sus homenajes son justos, pero no se lo puede mitificar ni traficar con su pensamiento y acciones de hombre del más alto y puro civismo.


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