(Fragmento)
Camino hacía Vergel, con dirección Benitachel a un costado de la 3.32 se encontraban como de costumbre varias mujeres ejerciendo el trabajo más antiguo del mundo, entre ellas: Diana de origen Rumano. Su piel blanca , ojos azules, boca pequeña, con una sonrisa picaresca , su cabello negro azabache , de una perfecta originalidad , sus pechos majestuosos ,colocados como dos montañas altivas, tenían la invitación al erotismo , a un desafío, de los necios que quieren explorar un cuerpo de ángel ,tal vez caído del cielo , caminaban , a un costado de la cuneta , con prudencia.
Cada trescientos metros habían dos y tres mujeres a lo largo de carretera, mostrando sus preciosas piernas, soportando las bajas temperaturas.
Casi semidesnudas se les veía las nalgas, impacientes se movían dando pequeños pasos mirando la carretera, esperando, esperando: no les afectaba a cuantos grados estuviera, con tal de captar clientes, los coches que pasaban raudo les hacían dedo, se detenían para verlas de cerca, por supuesto que eran guapas y ¡qué desperdicio de mujeres! Frisaban entre los 18 a 22 años, otras un poco mayor de 24 a 26, en la mayoría no pasaban de esa edad, en una palabra eran sumamente jóvenes. Por curiosidad un buen día pregunté a una ¿por cuánto se vendía?-contestó seca con su corazón de lata vacía-30 euros – lo dijo virando la cara como esquivando su desventura ,luego aceleré y me fui a mi curro; éste era un trabajo repartido por todo los pueblos del territorio español, el boom de la construcción, generaba este tipo de trabajo clandestino en las carreteras, mujeres de diferentes nacionalidades , vendiendo el polvo más barato sin pagar impuestos, en otros lugares ,eran controladas para ejercerlo que a mucha honra llevaban normalmente ,La Trocha ,El Quijote , El Bazoc El Romaní ,estaban repletos de clientes cobraban 45 a 50 y 80 euros la media hora .
Vinieron muchas mujeres engañadas a trabajar, luego les retenían el pasaporte y las obligaban a prostituirse. Sobre todo eran mafias organizadas que operaban.
Las bandas de Trata De Blanca, en varias ocasiones fueron desarticuladas y muchas de las mujeres liberadas.
Mientras curraba en Benitachel, descendí hasta un balneario postrado al pie de la montaña rocosa, una altura de unos doscientos metros, encumbrada y majestuosa, la vista era magnifica se podía divisar toda la costa del mediterráneo poblada de chalet ,en su mayoría habitada por extranjeros alemanes, británicos, franceses, antes fueron asentamientos de Marruecos, en la parte más alta sobresalía un faro hoy por hoy un monumento al pasado , la playa al pie de la montaña siempre con familias dispersas por los alrededores sobre todo los días particulares, se veían desnudas alrededor de la rivera. Ese día el clima estaba loco: ¿será el calentamiento global? En pleno invierno hacía un fuerte sol, exclamé; abrigaba una temperatura entre 20ª 22 grados centígrado, quise comprobar con el mar si estaba tibio, me desnudé, me sentía un Adán en el edén caminando al encuentro con el mar, solo imaginé a Eva a mi lado; y me di un buen chapuzón recordando las playas de mi lindo Ecuador, tan pronto como me metí salí corriendo, los huesos crujían al contacto del agua estaba helada la condenada mar me había engañado como a un niño , rápidamente me abrigué: muy cerca, unos ingleses se bañaban plácidamente, para ellos era solo verano el jodido mar, sin importarle cuan helada estuviera. En la tarde a la puesta del sol pasado de la cinco , de vuelta a casa, pensaba en mi país ,mi pequeño terruño, metas lejanas, metas vacías, mi país que me ha sacado dos veces a emigrar primero a Venezuela luego a cruzar el charco. En fin de algo había que vivir en esta jodida tierra.
Este es un abreboca de la novela Al otro lado del Charco, de Jorge Zambrano, que Mar Abierto publicará este año.
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