Por Paúl Puma*
La
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, ULEAM, sobrepasó ya el cuarto de siglo
de una impresionante labor educativa y cultural, reflexiva-crítica, cuya raíz
política emerge del más probado humanismo social. Ni qué decir de su gestión
editorial realizada mediante su brazo de gran potencial y largo alcance llamado
Editorial Mar Abierto.
La
ULEAM ha comprendido que ante la ausencia de investigación en el país –o su
trauma– (19), el factor editorial es clave para sobrellevar los retos del
presente –subráyese que hablo del presente y no del futuro o de la promesa
demagógica o la utopía bienintencionada. Hablo del presente que forjan en este
momento los trabajadores de la ULEAM–. En la actividad editorial se generan
espacios para nuevos escenarios investigativos. En dichos escenarios se opera
el verdadero desarrollo del pensamiento en el país –pensar, pensar al país, en
otros países se escogen desde niños ya a sus pensadores–.
Varias editoriales
universitarias de nuestro territorio y del exterior señalan ya a Mar Abierto
como el eje de la producción literaria editorial nacional. Pero la
significación internacional que ha alcanzado en su propuesta multidisciplinaria
es impresionante: obsérvese, por ejemplo, esos lazos, antes difusos, que ahora
se vuelven redes reales para las editoriales universitarias de América Latina,
donde el Ecuador tiene agencia clave por las alianzas estratégicas que ejerce,
por las propuestas que conlleva, por las experiencias internas o externas de
las que se nutre: mírense los aciertos de Costa Rica en edición universitaria,
por ejemplo (43). Y como muestra documentada (hasta gráficamente) esta
publicación, la edición vigésimo quinta de su
CYBERALFARO Texto Académico de Investigación y Creación.
Pocas
revistas literarias se recuerdan en nuestro territorio. Muchas revistas
multidisciplinarias han aparecido y desaparecido prontamente. Incluso esos folletines
institucionales que surcaron nuestra memoria por décadas, ahora no existen más.
Cuánta dificultad encarna proyectar ediciones de este tipo en el Ecuador y en
el exterior. La ULEAM bajo la mirada propositiva e iluminadora del Dr. Medardo
Mora Solórzano (un baluarte crítico y un verdadero promotor de la diversa e intercultural
gestión educativa del país) bien ha sabido emprender en un proyecto de largo
alcance: ahora los interventores de la Revista CYBERALFARO configuran las voces
claves para entender el espectro del pensamiento nacional e internacional
(véase si no el índice o la presentación de Ubaldo Gil, o la suma de las
propuestas intertextuales diferentes pero cercanas a la problemática del libro
y su función de guiar la conocimiento, la pluralidad de nombres, sus distintos abordajes, la
vanguardia de sus desafíos teóricos que llaman a la praxis inmediata).
En un tejido inteligente se
sobrecogen las diversas visiones de este esfuerzo editorial: Ubaldo Gil Flores
en la Presentación sintetiza desde su experimentada labor editorial los
conceptos. Este lector se permitirá destacar ciertos aspectos de este
Libro-Revista de alto contingente académico-funcional. Antes que lanzar falsas
flores lo que pretendo es abrazar la persistencia de una memoria que se fragua y
se expande desde los márgenes de la nación: el corazón y el cerebro de Manabí:
el Ecuador profundo: el Ecuador magnánimo desde donde se cuecen los distintos
rostros de la literatura y el pensamiento del país (Pedro Gil ya nos ha
presentado un semillero de potenciales figuras literarias desde sus talleres,
Ubaldo Gil preside la Red de Editoriales Universidades y Politécnicas del
Ecuador: el mismo apellido es bifronte, por un lado constituye un espacio importante
en la lírica nacional y por otro lado defiende una presencia renovada y
libérrima en Ferias internacionales o congresos o encuentros académicos por
descubrir una nación nueva, al servicio de los nuevos relatores de nuestra
historia cultural: la misma sangre: el mismo empeño).
Como
señala Cecilia Ansaldo, la perspectiva crítica no ha de consagrar, sino
establecer un “puente entre las obras y los receptores” como una mirada “que
intenta una distanciada observación de cualidades y rasgos dominantes en una
pieza, la inserta en una tradición, aprecia sus innovaciones. Para criticar se
opera con teorías y conceptos, se da cuenta de la historia de afanes semejantes
a la obra que se analiza”. En síntesis, coincido con Ansaldo en que “el tiempo
de las valoraciones unidimensionales ha pasado”. [1]
Pero,
qué difícil no emocionarse ante las varias dimensiones de esta Revista-Libro,
Revista-Pieza. Cómo no lanzar un vistazo impresionista como señala Octavio Paz
cuando se refiere a ese acercamiento primordial que devendrá exégesis o juicio.
Mucho más cuando los escenarios son adversos. Cuando la precariedad es una fortaleza
medieval que pretende resignar al intelecto y a la fuerza de la imaginación de
nuestros creadores. En medio del subdesarrollo que tanto critica Antonio
Candido cuando revela “la realidad de la pobreza de los suelos […] la pasmosa
miseria de las poblaciones, su incultura paralizadora”[2]
se puede palpar a cada paso que damos los obstáculos de la ignominia. Piénsese
por ejemplo en la anécdota del propio Carlos Calderón Chico, a quien con toda
razón y sentimiento se le dedica este número, cuando quiso donar su biblioteca
de más de 23 000 ejemplares a su ciudad. Le confesó al escritor Jorge Martillo
Monserrate que “no hubo respuestas”.[3]
Ahora
ese subdesarrollo, vía de desarrollo o cómo se lo llame en la modernidad, no es
impedimento para una agencia distinta, que congrega por ejemplo a Margarito
Cuéllar (el poeta mexicano) cuya apuesta es “renovarse o morir” cuando nos
habla de la Galaxia Gutenberg (98) y esboza ese decálogo del editor que
transparenta el trabajo arduo en ediciones universitarias, esas que uno
encuentra por ejemplo en la Feria de Guadalajara en los estantes más preciados.
Porque los mexicanos saben donde potenciar su cultura. Y no digo que nosotros
no, pues Jesús Aguinaga o Ubaldo Gil luchan por abrir espacios inteligentes a
la difusión de nuestro libro. El uno desde el Departamento Cultural de la
Universidad Católica de Quito en el fundamento ético-moral (118) y el otro en
cualquier trinchera: desde la calle o el escritorio humilde de los escritores
jóvenes o medianos o viejos de nuestro tiempo, desde los simposios o encuentros
donde se discute la súper vivencia del trabajo editorial, desde los seminarios
o los posgrados de capacitación para nuevos y emergentes y masivos “doctorados Ph”
–no sin mirar las deficiencias de los sistemas educativos precedentes, no sin
decir que los mismos doctorados son mediaciones, no cimas– (20) que constituyan
la constelación de nuestra gran Comunidad
imaginada[4]que se
reconfigura como Latinoamérica o Iberoamérica.
Las
preocupaciones de CYBERALFARO sondean al libro, la escritura, la edición, la
docencia, las redes, los roles, los escenarios, la ciencia, el futuro del ese
artefacto escritural que es objeto de un debate posmoderno) y la lectura
(característica del debate permanente). En esta revista se condensan las
propuestas desde la experiencia propia del editor así como de la voz del
lector. Ese lector que Piglia quiere conocer cuando dice:
“¿Cómo
quisiera que se leyeran mis libros? Tal cual se leen. No hay más que eso. ¿Por
qué el escritor tendría que intervenir para afirmar lo que se dice sobre su
obra? Cada uno es dueño de leer lo que quiere en un texto. Bastante represión
hay en la sociedad. Por supuesto existen estereotipos, lecturas cristalizadas
que pasan de un crítico a otro: se podría pensar que esa es la lectura de la
época. Un escritor no tiene nada que decir sobre eso. Después que uno ha
escrito un libro, ¿Qué más puede decir sobre él? Todo lo que puede decir es en
realidad lo que escribe en el libro siguiente.”[5]
Precisamente
de ese “libro siguiente” es el que se ocupa el editor. Cuán importante tarea
tiene en sus manos. Cuán importante es que piense a los escritores y a los lectores (en el caso de Mar Abierto
hay un diseño cartográfico, que levanta nombres, obras, personas a veces, y
parecería decirles a los escritores, investigadores o creadores: “aquí estamos,
ustedes no necesitan hacer más que escribir, con eso ya han hecho demasiado”.
Felicitaciones, nuevamente –esta es mi quinta
entrega a Mar Abierto–, por ese esfuerzo editorial y mucho más en esta época
deleznable y precaria. Felicitaciones por ejercer la voz ilustrada desde la
periferia. Brindo por ustedes. Me uno al festejo de su CYBERALFARO 25.
Salud.
Esta es la portada del próximo número del Cyberalfaro. |
[1] Cecilia Ansaldo Briones, “Palos
contra la crítica”, en El Universo,
Guayaquil, sábado 7 de enero de 2012, p. 6.
[2] Antonio Candido en Raul
Sosnowski, prólogo y notas Lectura
crítica de la Literatura Americana, Inventario, invenciones y revisiones,
Caracas, Ayacucho, 1986, p. 42.
[3] Fuente:
http://www.elcomercio.com/cultura/Carlos-Calderon-Chico-deja-libros_0_841715841.html
[4] Benedict Anderson.
[5] Ricardo Piglia, Crítica y
ficción, Barcelona, Anagrama, 2001, p. 9.
No hay comentarios:
Publicar un comentario