Por Freddy Soledispa Lucas
Se vuelve cada día más apremiante
perseguir el conocimiento desapasionado de la realidad del mundo, sin embargo,
las crisis manifiestas, reiteradas, a escala planetaria, hacen dudar de la
veracidad de los cuerpos científicos explicativos, los cuestionamientos
señalados a la verdad científica son reiterados y constantes. Entonces, de
allí, surge una pregunta importante, ¿hasta qué punto los niveles de
conocimientos sean estos filosóficos, epistemológicos o científicos muestran
una confiabilidad valedera?
Desde tiempos bastante lejanos el hombre
ha intentado, en forma incesante, una búsqueda permanente para configurar
conocimientos que le sean útiles, con la finalidad de ir mejorando sus
condiciones de vida, en la medida en que su mundo se le vuelve,o tal vez lo
vuelve, cada vez más complejo. Al conseguirse la capacidad de sistematizar y
replicar los descubrimientos científicos, el pensamiento científico ha ido
avanzando inexorablemente, cuya actitud ha permitido enseñorearse sobre
naturaleza y someterla a su dominio, tal cual, en su debido momento, lo
manifestó Francis Bacon.
Pero tales intentos exitosos empiezan
con la admirable civilización Griega, hace aproximadamente 2000 años, cuyos
máximos logros se sintetizan bajo el inmenso e influyente pensamiento platónico
y aristotélico. La característica fundamental se fundaba en conseguir la
rigurosidad científica a través del método, aplicado a la investigación
científica, y cuyo objetivo era conseguir la descripción más aproximada de la
realidad, explicando sus fenómenos acaecidos y proponiendo soluciones a los
diversos problemas sociales políticos, económicos, físicos, biológicos, etc.,
de la manera más favorable, para propiciar mejores niveles de felicidad y
bienestar a los seres humanos. Así se iba garantizando el establecimiento de
firmes cuerpos científicos.
A través de saltos cortos, y en otras
ocasiones bastante largos se han conseguido nuevas conquistas de la ciencia que
resultan maravillosas, como las alcanzadas por René Descartes, Isaac Newton,
que gracias a sus notables descubrimientos, la humanidad avanzó, a paso de
gigantes, en el desarrollo del conocimiento. Así, hasta llegar a tiempos
bastante actuales, en la que debido a otras mentes incomparables, como la de
Alberto Einstein, revolucionaron las concepciones científicas del mundo, y la
forma de hacer ciencia.
Este libro titulado El pensamiento
crítico y la investigación científica examina, en forma breve, las principales
corrientes del pensamiento partiendo desde su dimensión filosófica, epistemológica
y científica, y generadas en estos dos milenios últimos, procurando entender y presentar de una manera juiciosa
sus bondades en el avance para la comprensión de este mundo. Así, se recoge las
variadas interpretaciones de las escuelas filosóficas de antes y después de
Platón y Aristóteles, en donde se presentan sus principales aportes y logros al
conjunto de la ciencia. Seguidamente se comenta lo acontecido entre el fin de
la filosofía griega y principios de la revolución científica del siglo XVII,
cuya fase es de escasa relevancia para el incremento del acervo científica. Y
es a partir de allí, que se inicia un despertar y una curiosidad científica
impresionante que a través de rupturas paradigmáticas, en términos de Thomas
Kuhn, no ha parado, hasta nuestros días, en la obtención de nuevos logros
científicos. Los grandes descubrimientos científicos se han sucedido
ininterrumpidamente, lo que ha hecho surgir una enorme multiplicidad de campos
del saber o ramas científicas, que tratan de entender cada fracción o parcela
de la realidad.
Aquí ha jugado un papel trascendental la
investigación científica, la misma que apoyada estrechamente por el método
científico se ha presentado como la forma más segura y confiable de realizar y
hacer el quehacer científico. De allí que para dirigirse hacia la búsqueda del
conocimiento el camino más adecuado se ha materializado por la sociedad
establecida entre la investigación y el método científico, y en cuyas páginas
de este libro se destaca e ilustra con varios ejemplos. Lo que en su momento
han hecho Aristóteles, Galileo, Bacon, Descartes, Newton, Leibniz, Einstein,
Popper, Kuhn y toda una pléyade de celebrados científicos y filósofos, de
distintas épocas de la historia de la humanidad.
Las diversas interpretaciones del mundo
que han surgido a luz de las diferentes posiciones filosóficas que han abrazado
los más grandes científicos e investigadores, que con gran pesar, hay que
decirlo, no han logrado configurar el ideal de habitar en el mejor de los
mundos posible, tal cual lo pensaba Leibniz, pues como bien señalaba Carlos
Marx, los filósofos no han hecho otra cosa que interpretar al mundo cuando lo
que trata es de transformarlo. Es decir, respetando a la naturaleza, ponerlo al
servicio y provecho de todos, y no de determinadas personas o ciertos países.
Esto se señala debido a que a pesar de los prodigiosos descubrimientos que se
han hecho, el mundo no ha encontrado una senda firme que conlleve a alcanzar el
bienestar y la felicidad de todos sus habitantes.
Leydy Cevallos, Pedro Andrade, Ronald Intriago y Freddy Soledispa.
En fin, el libro pretende motivar el
interés por la ciencia y la investigación científica, de tal forma que aquellos
que sientan inclinación por involucrase en tareas sobre la ciencia tengan en él
a un valioso apoyo para materializar sus fines.
Antes de concluir, quiero manifestar que
este modesto trabajo recibió el apoyo del Departamento de Investigación de la
ULEAM, dirigido por la economista Elvira rodríguez, así como de sus principales
autoridades como es el caso del Doctor Medardo Mora Rector, del Licenciado
Leonardo Moreira Vicerrector y del Licenciado Ubaldo Gil, Director de la
editorial Mar Abierto, quienes sin su generoso apoyo, esta obra muy
difícilmente habría llegado a feliz término. A todos ellos muchas gracias por
su apoyo.
Texto leído el viernes 6 de julio tras
la presentación del libro Hay chismes que parecen cuentos pero hay cuentos que
no son chismes, realizado en la Urna Norte del Palacio de Cristal, en el marco
de la 7ma Feria Internacional del libro, Expolibro 2012, en la ciudad de Guayaquil.
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