“La
democracia es, ante todo, un sistema ético de derechos, valores sociales y
morales, en el que las personas ocupan el primer lugar”. Xavier Caño Tamayo
–periodista y escritor
En la
historia de la humanidad, siempre se aplicó la fuerza. Fuerza bruta con la
imposición del más fuerte sobre el débil incluyendo la práctica del
canibalismo, en el Pleistoceno. El afán
era la supervivencia, tanto de su especie como la de su grupo social.
Por ello eran frecuentes los enfrentamientos entre tribus y grupos, tanto para
defender su territorio como para ampliarlo. En estos enfrentamientos, los
miembros más jóvenes e indefensos del grupo adversario eran presa común y
víctimas propicias.
El protohombre fue caníbal a la fuerza. Por eso es tan difícil
desarraigar de sus hábitos y de sus tendencias esa conducta rapaz, violenta,
fratricida. Está en sus genes y oculta en la inteligencia emocional. Claro que
solo una de cada diez personas reconoce a la bestia oculta en nuestro
subconsciente y la utilizan para someter a los nueve ignorantes arrebañados,
sometidos a la protección del más fuerte.
A esta forma de violencia del hombre contra el hombre le siguió la
esclavitud desde épocas prehistóricas. Esclavos, muy necesarios para trabajos
agrícolas, para la construcción, para que los más fuertes –no los más aptos-
vivan mejor. Para conseguirlo se conquistaban otros pueblos, se los sometía y
obligaba a la esclavitud, algunos vendían a miembros de su familia para pagar deudas
pendientes -en algunos países se mantiene mediante la prostitución, la
explotación laboral, el trabajo infantil, la tercerización, la trata de
personas, entre otras crueldades-. La
esclavitud era una situación aceptada y a veces esencial para la economía y la
sociedad de las civilizaciones antiguas. En Grecia y Roma la esclavitud
se hizo necesaria para la economía, de esta aberración humana se inician los
imperialismos.
En la Edad
Media, al establecerse la religión
cristiana como la oficial en el Imperio romano y después extenderse por Europa
y Oriente próximo, mejoraron las condiciones de los esclavos, aunque no se
consiguió eliminar la esclavitud por completo, esta perdió severidad y fuerza
pasando a convertirse en la servidumbre para la dinastía, ejército, señores
feudales y el clero.
En la Era
Moderna, la esclavitud de africanos fue un elemento esencial
de la Revolución Industrial. Marx opinaba que el comercio de esclavos era parte
de lo que denominaba la "acumulación primitiva" de capital.
El Descubrimiento de América y su colonización fue una de las mayores
fuentes de esclavos en esa época. Los españoles obligaron a los indígenas a
cultivar grandes plantaciones y trabajar en las minas –mitas y obrajes- Atrocidades
bien descritas en el poema “Boletín y elegía de las mitas” del poeta cuencano
César Dávila Andrade que marcó un hito en la poesía americana y ecuatoriana.
No había una
justificación moral para realizar semejante barbarie; existía una justificación
legal pero injusta: leyes hechas por las grandes potencias para justificar de
alguna manera el saqueo, el robo, el tráfico de esclavos y todos los demás
delitos que avergonzaron y avergüenzan a la humanidad pacifica de todas las
épocas. Se habla del Descubrimiento de América, de la colonización de
África y Asia, para suavizar el término verdadero que es el genocidio como la
más grande violación de los Derechos Humanos fundamentales sobre la Tierra (…)
Aparentemente, en 1951 la esclavitud estaba descendiendo muy rápido y
solo quedaba en muy pocas partes del mundo (Mauritania fue el último país en
abolirla en 1980). Sin embargo la vemos diariamente en la prostitución, la
explotación laboral, el trabajo infantil, la tercerización de grandes empresas,
industrias y fábricas, muchos ciudadanos humildes trabajan de pie 8 a 10 horas
diarias. Repito: servidumbre como una forma moderna de esclavitud. Claro que
para mantener esta forma de servidumbre se requiere de gente ignorante y
miedosa. Y, lo más peligroso, la ignorancia funcional y digital. Son ciudadanos
que se convencen de todo lo que ven, leen y escuchan, para sus problemas buscan
ayuda en lo real que no es más que satisfacer los placeres terrenales –circo al
pueblo- , o sobrenaturales, cientos de propuestas o medicinas mágico
religiosas. Es más fácil creer que pensar, llegando a la superstición y su
última etapa la estupidez. A gente miedosa y estúpida es fácil venderle
cualquier bagatela, fetiche, brebaje o medicina y no hay mejor opción que sus
medios de comunicación y de propaganda, por los cuales se domina la mente de
las masas y fomenta necesidades ficticias, creando la sociedad de consumo en
beneficio de las multinacionales como una forma de esclavitud, explotación y
sojuzgamiento que se traduce en dependencia tecnológica, financiera, comercial,
política.
Panorámica del evento desarrollado en el paraninfo el martes 29 de octubre del 2013. |
En el caso
de la salud, las preguntas: cómo estar saludable –estado normal- se pierde y
cómo se recupera correctamente, son preguntas menos importantes que: quién
quedará campeón en el futbol, qué nos depara el horóscopo; qué novedades tienen
los noticieros, los programas de “famosos de la farándula” los “reality shows”,
o las telenovelas.
Las
enfermedades son, en definitiva, consecuencia de mala información y mala
calidad de vida, representadas por el malestar social y no sus en causas. Como
afirma el escritor italiano Giovanni Santorini: “al homo sapiens, un ser
caracterizado por la reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, lo
quieren convertir en un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa,
que ve pero que no entiende”. Es una crítica a la sociedad teledirigida a la
que ahora hay que pedirle que se desconecte de sus aparatos tecnológicos
para conectarnos como humanos. Es una forma de ignorancia: ignorancia funcional
y digital. Puede ser un abogado (tal vez el mejor), pero aplica la ley sin
saber qué es lo justo; O un contador que desconoce el concepto de "valores
morales"; Un administrador, o jefe, que desconoce la importancia del
conflicto obrero en la empresa; Un agrónomo que ignora el significado de la tierra;
un financiero ignorante de la rentabilidad social. Un médico que desconoce
el humanismo y servicio social de la profesión y solo sabe operar y recetar.
Uno de los
ingredientes más perversos del retraso de los pueblos, es la ignorancia. Donde
hay ignorancia, es decir donde se desconocen los principios básicos de las
ciencias, donde las personas crecen sin la capacidad de escribir o leer, donde
carecen de vocabulario para expresar sus anhelos y su disconformidad, donde se
ven privados de la capacidad de aprender por sí mismos lo que les ayudaría a
resolver sus problemas, solo les deja caer en manos de brujos, adivinos,
politiqueros o comerciantes de la salud. Ahí reina la miseria y no hay
libertad.
Otra argucia
del imperialismo. La Teoría del Shock denunciada por Naomi Klein - periodista
canadiense de investigación- es una técnica usada por los poderes para hacer
prisioneros a la gente; obedecer, despertar miedos y fobias para luego ofrecer
lenitivos, productos milagrosos; esto los hace dependientes -esclavos- con una
falsa idea de seguridad. El shock puede ser un desastre natural, un ataque
terrorista, una guerra o una epidemia, lo que nos convierte a todos en niños
desorientados en búsqueda de líderes que nos protejan. Se convierte en
terrorista el que no crea en ellos. Marc Siegel afirma: “El virus más
poderoso es el miedo. Y, Freud: “Reducir adultos a un estado mental de niños”.
Miedo a
enfermar, al cáncer, a morir, genera inseguridad y enfermedades emocionales que
le atribuyen al desarrollo: me pregunto de ¿Quiénes? Ocho de cada diez
padecientes de la práctica privada u hospitalaria ahora exigen al médico
medicinas, y de marca para sus gastritis, hígado graso, osteoporosis o el
natural envejecimiento, los trastornos dismórficos corporales, el sobre peso,
la diabetes e hipertensión. Han probado con muchos médicos y se encuentra
tomando medicinas, pero siguen enfermos. Llevan una nueva cédula de identidad:
gastritis, hígado graso, sobrepeso, intestino irritable, cambios de carácter,
lumbalgias, fibromialgias, alergias, trastornos de personalidad, del sueño,
etc. Sigilosamente atesoran carpetas llenas de su historial médico y una fundita
con variadas medicinas. Lo único que en realidad tienen es mala calidad de
vida, derivada de problemas personales, de pareja, laborales, económicos. Viven
insatisfechos. Y buscan alternativas: shamanes, curanderos, magia blanca,
peregrinaciones. Como hay por cientos, estos charlatanes se anuncian en grandes
páginas de periódicos, radio y televisión. Y, ante estos ciudadanos indefensos,
merodea y aflora la viveza criolla con variadísimos menjunjes como agua de
zorrilla para cáncer, caldo de tronquito, manteca de oso, uña de gato;
brebajes, cremas, elixires naturales, piedras, perfumes, inciensos, etc.
Ninguno de estos disparates presenta evidencia científica. Es un negocio
rentable con base en la manipulación de los indefensos. Se suma a este ardid la
automedicación en las grandes cadenas de farmacias, donde los expendedores se
atreven a “recetar” y cambiar recetas con medicinas de mayor costo. Es una
violación al consumidor: en silencio lo están envenenando.
James Randi
en 1928 expresó: “La mejor manera de definir la Ciencia es como una búsqueda
cuidadosa, disciplinada y lógica del conocimiento acerca de todos y cada uno de
los aspectos del universo, obtenidos por el examen de las mejores evidencias
disponibles y siempre sujeto a corrección y mejora por descubrimiento de
evidencias mejores. Lo que queda es magia. Y no funciona”. La fundación que
lleva su nombre desde 1995 ofrece un millón de dólares para investigación y que
demuestren científicamente un milagro, una aparición, fenómenos paranormales,
extraterrestres, etc. Hasta hoy nadie lo ha hecho.
¿Cuál es el
más notable efecto de la buena educación en la familia, instituciones
educativas y sociedad, entre estas los medios de comunicación? Despertar el
apetito de más educación, de nuevos aprendizajes y enseñanzas. El educado sabe
que nunca lo está del todo pero que lo está lo suficiente como para querer
estarlo más; quien cree que la educación como tal concluye en la escuela o en
la universidad no ha sido realmente encendido por el ardor educativo sino solo
barnizado o decorado por sus tintes menores.
Entre las
medidas básicas que pueden señalarse para calibrar el desarrollo humanista de
una sociedad, el primero, es el trato y la consideración que brinda a sus
maestros y médicos. Como consecuencia se da el segundo; el sistema
penitenciario, que tanto tiene que ver con la mala gestión en la educación y un
sistema de salud eficiente e ineficiente con bienestar o malestar social.
Solo los
irresponsables y lacayos suponen que el principal designio de la educación
democrática es crear esclavos satisfechos y dependientes.
La
dependencia genera necesidades, hasta superfluas. Convierte al individuo en
inútil y enfermizo al que por mucho que se le dé todo, siempre le faltará algo.
Y vivirá quejándose de la pobreza, de enfermedades, de la mala suerte, del
abandono de los dioses, de los gobiernos, de la pareja. Lo que se trata, sin
necesidad de dogmas, consumismo de medicinas alopáticas y alternativas, es de
llevar una existencia con base en la responsabilidad y la generosidad, así como
adquirir y practicar hábitos mentales, físicos, sociales, espirituales que
conduzcan a la plenitud en todas las acciones del paso de la vida a la muerte
como un proceso ineludible. Porque dar depende solo de cada persona; recibir
nos pone a merced de los demás. Es utilizar correctamente –moralmente- el
sentido común: ser sensato. Madurez. No se trata de acumulación de
conocimiento, sino de sabiduría vital.
Para educar
basta la transparencia de nuestras vidas, sencillas y claras decía Miguel de
Unamuno. El educador en nuestros países ha sido considerado la última rueda del
coche tanto en el aspecto económico como en su desarrollo profesional, de
manera que se decía en el argot popular “pasar más hambre que un maestro de
escuela” y era suficiente su título de bachiller para ser “maestro” de por vida
y lograr subsistir. Igual cosa sucede con los médicos. Miles salen a la
desocupación y a sobrevivir medianamente con la práctica privada. Las
universidades han cumplido la función de “cartoneras, es decir, producir miles
de cartones con títulos. Y tenían y tienen el privilegio de llamarse de
Educación Superior” Acaso existe una Educación “inferior” o se consideran a la
pre escolaridad, escolaridad y nivel medio, inferiores; que no necesitan de los
recursos humanos y económicos que disponen los de educación “superior”.
¿Qué
somos los catedráticos de universidad, los médicos, los periodistas, los
artistas y escritores, incluso los políticos conscientes, más que maestros de
segunda, que nada o muy poco podemos, si no han realizado bien su tarea los
primeros maestros que debe preparar a la juventud para seguir puliéndola y
después, ellos, brillen con luz propia? Los malos hábitos adquiridos desde la
familia, instituciones educativas y sociedad, son difíciles de cambiar.
Si el sistema educativo y de salud es un fracaso debemos concluir que el
sistema democrático en que vivimos también es un fracaso. Por estas razones es
imperativo educar. Debemos ser educadores probados tanto por lo que se dice,
pero sobre todo por lo que se calla. De qué nos sirve un excelente profesor o
especialista médico si no disfrutan de la conquista cultural por excelencia, si
no educan y orientan correctamente a sus conciudadanos en adquirir y mantener
buenos hábitos, a derrotar el egoísmo, la injusticia, la corrupción y la
pobreza, a enfrentar la prepotencia, el imperialismo, el neocolonialismo en la
forma de consumismo. Hay que enseñarle como estos antivalores influyen
negativamente en sus vidas. En definitiva que no son los parásitos, lo virus,
las bacterias causantes directos de enfermedad. Ellos afloran en los millones
de desnutridos del planeta, en los millones de ansiosos estresados y violentos
que luchan por tener y no ser, en los millones de desamparados que para el
sistema financiero son un estorbo. La ignorancia es el caldo de cultivo, es la
causa primera.
No es lo
mismo procesar información que comprender significados. Lo primero en la era
moderna es la infoxicación y la segunda es la verdadera educación.
Fernando Donoso, autor del libro Salud arte de pensar. |
ESE ES EL
RETO PARA TODOS…
Fernando
Donoso Vega
Manta 29 de
octubre del 2013
Texto ofrecido en la presentación del libro Salud arte de pensar, desarrollado en el paraninfo universitario el martes 29 de octubre a las 09h00.
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