Por Víctor Arias Aroca
Con su navaja, lo único que le
queda de los viejos tiempos, el gato negro va tejiendo sus signos en el piso,
en las paredes de la jaula, en el laberinto de su mente y nos conduce no a esta
sino a la otra historia, la de su vida, la de sus sueños, sus locuras y la
navaja pierde filo y el hombre pierde la paciencia porque ni siquiera la navaja
se quiere meter piel adentro en el momento del escape, y no queda otra que lanzarla lejos, muy lejos por la ventana
de la celda, lo más lejos posible.
Y así es el ideal, formas
oníricas de escape, de salidas, hacia formas más perfectas. El gato negro lo
sabe y aquí está el gato negro, el shamán gitano y el hombre, que son
prisioneros de sus sueños, de la vida, de la nada. Y lo único cierto de la vida
en prisión es la incertidumbre. Lo firme de la vida debería ser no alcanzar, no
querer, estar siempre insatisfechos. El equilibrio, la fingida felicidad, el
conformismo deberían enfermarnos. Esa es la filosofía del gato negro.
Atrás quedó el tiempo en que
quisieron secuestrar al dueño de un canal de Televisión, entonces a uno lo
envuelve la magia de la literatura y a pesar de que uno termina por no entender
la complicada sicología de los tres prisioneros, en eterna fuga desde el fracaso
del secuestro, ellos viajan, pero su viaje está limitado a las paredes de la
celda, desde que fueron encerrados, viajan entre ellos por las carreteras de la
inconsciencia que produce el encierro. Y el encierro es el miedo, el mismo
miedo que al gato negro le producían las iglesias desde niño.
Víctor Arias tuvo a cargo la presentación de la novela Piel adentro, del autor Marco Rodríguez Ruiz. |
Y así pasa el tiempo engañando
a la vida, engañando a la muerte, porque para colmo de males, el gato negro es
un poeta y los poetas son insoportables a pesar de que escriben lindo: “O más
bien eres el mismo indígena que quema, al animal que llevamos piel adentro,
pero en última instancia desistes, por temor a los dioses, lo liberas y
finalmente lo abrazas como hermano.” Y en esos versos que se quedarán en la
celda para siempre porque para ellos no habrá escapatoria, va quedando
esculpido el milagro de sentir y de pensar.
Quizá para ahorrarles tiempo,
motivarlos a la lectura, sin impedirles el raro privilegio de leer esta obra,
en las páginas 111 y 112 acaso, pudiera
constar en resumen el pensamiento del gato negro que todos llevamos piel
adentro, es que la vida, opacadora de los buenos, de los nobles, maltratadora
de los débiles, de los pequeños, de los inermes, esclavizadora de los pobres,
estranguladora de los feos, si, la vida, que no está hecha sino para los farsantes.
Como todo buen poeta el gato
negro es mal hablado y mal hablado y todo es un misterio, pero sus amigos el
Shamán gitano y el hombre son un misterio superior todavía. Un misterio que
sólo el acucioso lector podría descifrar.
Pero el momento cumbre, el acontecimiento
en que el lector desciende del país de la magia y regresa al país de la verdad,
es el instante en que hace su ingreso triunfal en la celda el propio juez, pero
no en calidad de juzgador sino en calidad de reo de la justicia, acusado no se
sabe bien si de haber seducido a una jovencita o haber asesinado en sueños a su
madre, pero son cosas del juez que el gato negro le va sacando una a una en el
montaje de su propio tribunal penal y aplicándole el debido proceso de los
malditos, lo pone en el banquillo de los acusados, lo hace abjurar hasta de
haber nacido, no le da tregua, lo somete a un interrogatorio, lo hace vomitar
sus verdades, los entremeses de las sentencias, si lo coimaron, si lo
presionaron, ahora yo soy tu juez, le dice, cuál quieres que sea tu pena.
Y por ahí se va la novela hasta el desenlace
porque este no es, esta es la historia dentro de la celda, afuera la ciudad y
la nación de la verdad que más parece la nación de la mentira, sienten el
estremecimiento de un país en que los jueces se van presos a hacerles compañía
a los que sentenciaron y por ahí también sigo coincidiendo con Miguel Donoso,
incorregible, quien decía que al escritor le importa un pito la puta patria que
lo que cuenta es lo que se cuenta y esta novela está bien contada.
Eso que a momentos da ganas de
estrellarla contra el piso, que uno no entiende nada, porque el autor juega con
uno, como el gato negro con la mariposa a la que fue matando lentamente porque
el gato negro la convirtió en su hija en su cerebro y la guardó en sus manos
hasta que sus alas dejaron de moverse, entonces el autor, sapo y astuto, se
mueve entre la poesía y el teatro que son auxiliares de la obra. También el
cine, por eso hace alusión expresa a cincuenta películas desde el crepúsculo de los Dioses y Papillón,
pasando por Ana Karenina y Carne Trémula, hasta el Exorcista y el Tambor de
Hojalata, y sigue jugando con uno
hasta que no deja de moverse y sigue leyendo y la novela se le va metiendo piel
adentro.
Una vez más la Editorial Mar
Abierto nos ha convocado a un evento importante en el desarrollo del
pensamiento que persigue la Universidad, a través de sus publicaciones, a
través de la edición de la obra de los autores nacionales que están vivos, que
continúan el proceso de la creación, que a través de ejercicio lúdico de las
palabras, nos inducen a un mundo verdadero, y nos conducen a desmaterializar la
realidad para volverla más asimilable, más profana, como profana es la forma en
que han manejado el Ecuador, los señores que trataron a la cultura como la
cocinera y eso que la cocinera muchas veces les dio algo más que la comida.
Marco Rodríguez Ruiz agradeció en nombre de todos los escritores la asistencia del público presente y a la editorial Mar Abierto por cristalizar la publicación de varios libros. |
Me ha dado mucho gusto
presentar esta novela, escrita por Marco
Rodríguez Ruiz, por que ha sido escrita con la dedicación propia de un
hombre de talento y la pasión hasta un poco profana de un hombre de derecho
dado a las letras. No existe obra sin pasión ni seres humanos sin pasiones. Marco Antonio Rodríguez, a quien Marco
Rodríguez Ruiz conoce bien, sostiene: “Nada sabemos de nuestras pasiones,
excepto que nacen con nosotros, nuestro ser las crea, las transforma y
predispone y mueren con nosotros. Más poderosas que nuestro carácter, nuestros
hábitos o nuestras ideas, ni siquiera son nuestras, no las poseemos, nos
poseen”.
Ahora los invito a leer el
libro, introducirse en el universo
mágico de la novela o pueden irse a sus casas a acariciar su gato negro.
Texto leído en el acto de presentación del libro Piel adentro,
desarrollado el martes 29 de octubre del 2013 en el paraninfo Alfonso Aguilar
Ruilova.
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