jueves, 16 de febrero de 2012

Velasco halló en Mar Abierto un puerto seguro para publicar

Desde la izq. Jorge Velasco (de pie), Ubaldo Gil y Solange Rodríguez. Foto Diana Zavala.


A Jorge Velasco las islas Galápagos no lo encantaron como a los turistas, pero sus rocas, su cárcel de agua, su forma inhóspita y el personaje que halló en un bar se le anclaron en el alma y lo llevaron a escribir la novela Hallado en la grieta. El lanzamiento de esta obra, publicada con el sello Mar Abierto en su colección Almuerzo Desnudo, se realizó en Guayaquil, la noche del 15 de febrero, en la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas.

Ubaldo Gil, director de Mar Abierto, explicó el proceso de 12 años de la editorial forjada en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Uleam). Destacó que la editorial publica no solo a los autores manabitas, un claro ejemplo es el guayaquileño Jorge Velasco. “Se financia todo el libro y se paga en algunos casos Derecho de Autor como reconocimiento al trabajo del creador o del académico. Esto no es común en un país sin recursos para el arte, dado que hay ghettos que atrapan el presupuesto e impiden surgir nuevos autores”.

Gil también compartió que la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española escogieron a Mar Abierto para revisar una veintena de textos dentro del proceso de elaboración del Corpus del Español del Siglo XXI. Entre los títulos solicitados se cuenta Hallado en la grieta, y obras de los guayaquileños Wilman Ordóñez y Ángel Emilio Hidalgo.


‘Volver al mar’
La escritora guayaquileña Solange Rodríguez fue la encargada de presentar Hallado en la grieta. Ella confesó que llegó a la novela sin haber leído todas las obras anteriores del autor (una veintena), que este libro la enamoró, que fue un descubrimiento. Rodríguez escribió un ensayo al que tituló ‘Volver al mar’ esa noche apenas compartió unas líneas, mediante preguntas privilegió la voz del autor, quien respondía desde el atril.


En este diálogo, Velasco compartió que Hallado en la grieta surgió a partir de un personaje real que halló en Galápagos, cuando fue por pocos días y se quedó tres meses. “Mi adicción como la del personaje Valdemar me llevó a un bar. Atendía una mujer muy delgada, joven, pero aparentaba ser vieja. Sus padres asiáticos salieron de Hiroshima después de que cayó la bomba. Conté, fabulé, investigué cómo se llamaban los padres. Les expulsaron del Japòn (los gobernantes) por ser portadores de radiación y el temor de que podían contaminar”.

Hallado en la grieta tiene un epígrafe de Herman Melville, de su relato Las Encantadas. Al igual que el inmenso escritor estadounidense, Velasco presenta a las islas como un lugar maldito. “Para empezar nos cobran por entrar . De Tortuga Bay me traje una muestra de arena blanca, me la quitaron y me multaron a la salida. La novela es un homenaje a Melville, él veía a las rocas como barcos fantasmas”. Velasco también habló del mar que lo seduce, que le hace desear esa casa para que la vida transcurra hasta al fin frente a él.

Experiencias con editoriales

Al final de la noche se habló sobre los avatares de la edición. Velasco comentó que desde su primer libro de relatos nunca le ha faltado sello editorial, de esto le quedan buenas y malas experiencias. Señaló que inicialmente pensó publicar Hallado en la grieta con Alfaguara, pero como no tuvo respuesta inmediata publicó con Mar Abierto, donde se le pagó Derecho de Autor por adelantado. También recordó cuando ganó un concurso literario y tuvo que esperar (presionar) dos años para poder cobrar el premio.

Solange Rodríguez destacó que “Jorge Velasco Mackenzie es uno de los escritores de producción más abundante en Ecuador, se exige, se reta y vence. Ha incursionando en casi todos los géneros con gran éxito y ganando a mansalva premios literarios significativos. Esto no es el usual aporte biográfico de medallas y libros con el que pretendo explicar quién es el autor de cuya obra hablo esta noche. Lo menciono a manera de recordatorio, ya que a pesar de la contundencia innegable de estos hechos, su obra está diseminada y no consta como debería tanto en librerías, bibliotecas o en programas de educación; algo se rescata en la internet pero no lo suficiente. Junto con otros nombres como el de Javier Vásconez, Miguel Donoso Pareja, Jorge Dávila Vásquez, Sonia Manzano y Santiago Páez — siempre estas selecciones de autoridades literarias son indignas, coloco unos y soy ingrata con otros — constituyen parte de un canon referencial que se extiende más allá de su novela El rincón de los justos (1983), la más difundida, pero no por ello la única que representa su calidad como escritor preocupado por el análisis de la condición humana de los que no han nacido del lado claro de la vida”.
Desde la izq. Ubaldo Gil, Solange Rodríguez y Jorge Velasco. Foto: Diana Zavala.

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