lunes, 7 de noviembre de 2011

LA CERTEZA DE UN CUENTO: LA CRUEL CONDENA DE LLAMARSE KIKE VEGA



Por: Patricio Lovato
El hombre y su estilo sería la exploración inicial, pero de qué sirve el hombre explorando sin antes hacerse la pregunta: ¿qué entendemos del mundo? Rápidamente, la filosofía, matriz de conocimiento, ubica respuestas como las del idealista KANT: entendemos muy poca cosa.
El idealismo considera que podemos conocer apenas lo que nuestra conciencia, esa entidad casi divina que nos salva de la bestialidad, nos permite aprehender, así, con “h”.
No aprendemos del mundo más que lo que nuestra conciencia hace del mismo.
Más aterrados aún, con el nuevo idealismo de Edmund Huserl, que nos dice que la filosofía puede complacerse fácilmente con la lujuria de la mente, para el caso, Víctor Arias, nada más y nada menos.
Seamos pesimistas, el mundo es una realidad inaccesible que sería vano tratar de entender.
Pero, no dejaremos triunfar esa percepción, cómo conocemos al mundo para tratar de entenderlo?
Mirémoslo.
Desde la literatura con sus abismos e ismos, nos llega el realismo literario, corriente estética para representar al mundo como es.
Representantes: Zolá, Galdós, Varela.
Entre los nuestros, y ya para acercarnos, sin desvaríos, Ciro Alegría, Icaza, otros.
Entre los más nuestros, permítanme decirlo, Horacio Hidrovo Velásquez ( Un hombre y un río) Otón Castillo Vélez (Sed en el puerto) Oswaldo Castro (La mula ciega).
Entraron con fuerza en la realidad cotidiana de su tiempo, armando una sociedad que se diluía, para convertirse en otra, pero realidad.
Ocurre que mezclar elementos fantásticos y fabulosos con la realidad, en equilibrio entre atmósfera mágica y cotidianidad con credibilidad, le cabe a una corriente: el realismo mágico.
Veta de oro sólido que en discusión o no, la inicia nuestro José de la Cuadra a Gabriel García Márquez, ídolo de nuestro autor de marras de esta noche.
Conocí al autor, desde la poesía y la narrativa. Desde la poesía eyaculaba estrellas.
-No será algo doloroso decía algún atento lector.
Hoy, desde la narrativa hace hablar a la reina india a la víspera de la boda universal y pide que su discurso se escuche hasta las estrellas. Buen afán para algún propietario del poder.
Incluso el libro termina: el protagonista es una estrella y las estrellas no pueden morir.

Entremos entonces a un mundo en el que la premisa es: CULEBRA EBRA ABRA, aunque es frase afrodescendiente, el pretexto para hacer este texto, es múltiple: La mediocridad política, el resentimiento de haber sido conquistados sin beneficio de inventario a través de quinientos años de generaciones, las regiones y sus regionalismos, la cultura falseta y sus grandilocuencias, pormenorizar la fama, globalizar el mundo en miniatura, el humor, en fin, muchos pretextos, para una historia, con dos personajes principales y miles de famosos extras, que incluyen ex presidentes de la República.
Epígrafes denuncian la orientación de la obra, y denigran el despojo y los despojos, pero, un Juan León Mera se levanta del olvido para advertirnos de su importante contribución en la inspiración al autor.
Entramos, otra vez.
La costumbre, ¿quién es Kike Vega? Un texto funciona solo, como si se lo editara en Croacia, al personaje hay que ponerle más que barro o una costilla, debe tener un esqueleto, carne, vísceras, nervios y autonomía. A éste se lo ve en la calle, en las cárceles, a través de la multitud. Hay que darle vida.
Hurgando en su pasado exitoso, encuentra pistas, razones para que la gente lo adore como cantante: quien yo quiero no me quiere, amor sublime. Tan al top ten de nuestra fama criolla que se codea con JJ.
Para príncipe, a pocos pasos de que la rockola haga resbalar al rey.
La contraparte Nina Pacari, no la conocida, un personaje prestado a Juan León Mera, para recorrer el mundo como una diosa desde la cosmovisión.
La trama: un golpe de Estado. Respaldado por el número de afectados por la resistencia directa de siglos. Un conflicto. Rehacer el Tahuantinsuyo.
Utopía.
No está llena de utopías nuestra vida?

Los escenarios, con sus plataformas móviles desde Charapotó, por Manta, Guayaquil, Nueva York, Quito, La Haya…donde haya acción.
La ambientación, define al autor:
Señoras y señores de esta caja no voy a sacar una culebra, saldrán los odios escondidos, la avaricia, el orden impuesto.
Pero antes, verán personajes famosos desfilar, con total irreverencia, aparecen por Charapotó a la convocatoria de un milagro: el poeta Jorge Enrique Adoum, con su libro: Ecuador, Señas Particulares; y nada más ni nada menos que su maestro (el maestro de Víctor Arias) Miguel Donoso, para vender su libro: Ecuador: Identidad o esquizofrenia.
El hilo conductor es frenético:
El personaje vive las calles, la cárcel, los barcos, la música, el éxito, los milagros, el abandono, la corrupción, y más que nada los cuentos.
Ahora señoras y señores aparecen los escritores de esas historias, se multiplican nombres, los medios que difundirán el evento, CNN compartirá información con radio Cenit.
Quien quiera encontrarse en esta multitud que entra y sale del texto, lea el libro. Cómprelo a la salida. Ahí estará.
El fin de la historia no es destruir, es construir, rehacer, retomar. El caos está organizado.
En síntesis, cómo entender este texto.
Su lectura es fácil.
Su lenguaje, simple, accesible.
Su prosa, el baúl para encantar
Y su tesis, digerible, no requiere diccionarios.
Aprovéchenlo.

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