miércoles, 18 de abril de 2012

Dos poetas en el mar




Alexis Cuzme y Freddy Ayala, poetas, mantense el uno, alaqueño (de Alaquez, parroquia del cantón Latacunga, provincia de Cotopaxi) el otro, ecuatorianos y profesionales de la comunicación los dos. Tienen textos afilados y listos que ya los prepara Editorial Mar Abierto para su lanzamiento, con la certeza de cumplir en acoger e impulsar las creaciones de los autores manabitas y ecuatorianos.

Freddy Ayala es además ensayista y docente. En este, su quinto poemario Nomenclatura del internado nos encontramos frente a “un magnífico poemario que llega e impacta por su propuesta literaria y que nos obliga a descifrarnos como seres humanos en esa contienda de la existencia y el tiempo” así lo describe Simón Zavala Guzmán.


CASA DE LOS PECES

Para Manta,
el horizonte llamado Jocay



Mentira de los zapatos en el camino
la arena
refugia la inmovilidad de un pie
sus empeines vomitando cordones al mar
Y aún así
las tardes atraen la pisada difunta
pescadores que despiden la angustia en redes
entre sus bolsillos yaciendo la sangre del sol


Los pasos de la muchedumbre
arruinando la vejez de espejos
sus tacones despegados del hospicio
intentando grabar la infancia con el esmalte
ancianos aferrando escapularios a sus huesos
desafían al ansia
por edificar más signos
en la frente de un niño
olvidan sus manuscritos detrás de los montes


Y hacia el pasado
un incansable navegante de las balsas
vigía de los cerros
santificando cosechas en la estela de fuego
asientos de piedra lejos de montes
una ladera de ceibos
tuercen la caligrafía del viento


Y de noche
se aleja de las palmas de la mano
el acero del tiempo
dislocando el nervio ciático del horizonte
y salpica un pez de las rayuelas
la llovizna
recoge del óxido
las palabras de un astro
antes de otro encierro una gaviota clava
un antiguo alfilerazo al agua





Alexis Cuzme en Trilogía de la carne recoge su última creación poética “Legado de carne” que con los dos anteriores “El club de los premuertos” y “Bloody City” pueden, a decir de su prologuista César Galarza: “verse y valorarse como registros de etapas vitales y simbólicas vertidas en el arduo trabajo de la palabra”.


Vecindario

¿Quién dejó a El Vengador
hacer de la venganza
un oficio lucrativo?

Escucho Criminal a todo volumen.
La muerte desde dos parlantes
es más hermosa
que correr la cortina
y ver a mi vecino
agujereado en la cabeza.


Primer adiós

Madre, después del corte unificado,
de la sangre corriendo en nuestros nombres,
de mi impotencia natural y lastimera,
supiste que mi voz no sería tu réplica,
que desde mi paraíso baldío y bestial, renegaría.

¿Quién te mintió mi designio?
¿Quién juró las veces continuas por mí?

¿Cuántas arrugas más deberé tatuarme?
Dime, desde tu estática contemplación, si la sangre te purifica.

Tengo un cuerpo para este fin,
tengo un único cuerpo sanguinolento,
un único cuerpo que día a día me deja al abandono.


Segundo adiós

Padre, la tinta en ti no fue la mejor
te borras, te vuelves al fin el fantasma añorado,
escucho tus rondas, tus sonidos incoherentes,
tu marcha tosca y novelera, abusando del cliché fantasmal.

¿Fuiste feliz bajo el escombro de la vida?
¿Dónde quedó el hoyo de tu impotencia?

La tinta no fue la mejor,
y mamá me sigue imponiendo que no baje a verte,
que debo mantenerme a la altura de sus arrugas.


Cada uno guarda advertencias, han recorrido el camino de la poesía con propuestas distintas y se encuentran en nuevas avenidas lanzando el tiempo a la memoria, cruzan espejos como bocacalles para sacarles a las palabras sus sentidos, con una resonancia poética que gobierna a cada uno algo extenso de su yo y la profundidad para el ser.

No hay comentarios: