lunes, 2 de agosto de 2010

Juntos


Por: Joselías Sánchez


"Juntos", es la palabra final del dramático documental que el Director francés, Yann Arthus-Bertrand, está presentando sobre el terrible peligro para la especie humana que ocurre ante nuestros ojos: la destrucción del medio ambiente.
“Es tiempo de estar todos juntos. Lo que es importante no es lo que se fue, sino lo que permanece. Aún tenemos la mitad de los bosques del mundo, miles de ríos, lagos y glaciares, y miles de exitosas especies. Sabemos hoy que las soluciones están aquí. Todos tenemos el poder para cambiar. Depende de nosotros escribir qué es lo siguiente. Juntos.”
Esta noche, estamos “juntos” para alentar la necesidad de una “Ética planetaria”.
Cumplimos con un rito de cortesía. La presentación de una obra en 10 minutos. ¿Cuánto tiempo habrá tardado su autor?
El maestro Guido Vásconez confiesa haber empleado cerca de tres mil horas en su obra. Es casi una presentación colectiva para ser testigos de la producción académica e intelectual de tres maestros. Los tres confluyen sus preocupaciones sobre los actos de la vida, en la universidad, en la vida personal y profesional, en la vida social de la narcodependencia.

Las tres son obras éticas,
La ética, no es una asunto privado que cada uno lo puede decidir de acuerdo a los criterios personales. Pensar en la ética es entrar en escenarios sociales, culturales, políticos, económicos y académicos. La ética es un asunto de muchos. Las tres obras de esta noche son obras éticas,
Yann Arthus-Bertrand, inicia su documental recordando que: “En la gran aventura de la vida en la Tierra, cada especie tiene un papel que jugar, cada especie tiene su lugar. Ninguna es inútil o dañina, todas se balancean. Y ahí es donde tú, homo sapiens, humano inteligente, entras en la historia. Te beneficias de un fabuloso legado de 4 000 millones de años proveído por la Tierra. Solamente tienes 200 000 años, pero ya has cambiado la faz del mundo.”
Una ética planetaria, señores. Jürgen Habermas, filósofo alemán, sostiene que la ética sólo puede ser una exigencia cuando ella es compartida.
Asumir nuestra presencia en la Tierra y compartir la responsabilidad de su entorno es un asunto ético. La Constitución ecuatoriana, adelantándose a todos los Constituciones Políticas del mundo, proclama los Derechos de la Naturaleza.
El ilustre maestro Luis Abelardo Ronquillo Armas sostiene, en la penúltima página de su obra, que “la ética exige pensar con claridad a fin de que los actos morales sean deseables para el bien común”.
Esta condición de pensar es el eje transversal de todos sus análisis. Al abrir su obra, en la primera página se lee una dedicatoria. “A quienes”. “A quienes piensan en el bien y hacen el bien”.

Pensar. Pensar. Pensar.

“Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte.”, sostiene el premio nobel portugués, José Saramago.
“Ética general y profesional” no es un manual de enseñanza, es un libro para pensar, un libro de aprendizajes, es una obra para aprender a vivir.
A lo largo de todas sus páginas he debido detenerme para reflexionar y, es aquí donde reside, desde mi humilde criterio, el extraordinario valor de esta obra del maestro Ronquillo Armas quien, superando la “Historia de la Filosofía y de la Ciencia” del maestro italiano Ludovico Geymonat, resume el pensamiento tradicional de la humanidad para proyectarnos, a través del acto moral y sus valores, en una epistemología diferente, para pensar de manera diferente, para percibir y compartir una ética planetaria.
He leído algunos textos sobre la historia del pensamiento, la historia de la ciencia, la filosofía de la ciencia y la transdisciplinariedad del pensamiento y puedo, en consecuencia, atreverme a decir que estoy frente al producto de una vida.
Una vida vivida de manera ética, una vida dedicada a la educación, entre niños de sitios, tabladas y recintos de la campiña manabita, recorriendo el lodo de sus caminos de invierno para adentrarse en la filosofía natural del pensar ético de los manabitas, en los actos cotidianos de nuestras gentes. Los manabitas somos gente ética.
Con su vida ética percibe a los jóvenes urbanos y en cada aula alienta el buen vivir para recrear la universidad con sus visiones ética demostrándolo con sus actos morales. Usted es un hombre de familia que vivifica el calor del hogar, un maestro de honor que enaltece la profesión.
Considero que esta obra no es una mera recopilación de temas interdisciplinarios porque sostenerlo es reducir el pensamiento a las porciones de conocimiento que hoy llamamos disciplinas y que se presentan como algo acabado que uno tiene que aprender y repetir porque es el rol, la métrica, la sindéresis, la ecuación que impone la racionalidad de la ciencia que navegando en el marco sistémico, recrea niveles de realidades, pero no se atreve a confrontar, desechar o construir nuevas realidades.
En este sentido, la obra del Dr. Luis Abelardo Ronquillo Armas, debe ser leída desde la academia y para la academia, reflexionarla reflexionando nuestra actitud como parte de la academia, rebatirla, validarla, compartirla o rechazarla, porque comienza por describir nuestra condición humana como maestros en un territorio tan pequeño y tan universal como es nuestra Universidad.
Aunque podríamos detenernos en el Capítulo IV referido al acto moral como uno de los problemas de la ética, desde su introducción, la obra plantea la paradoja de la vida entre el pensar y el actuar.
Pensar como acto moral de reflexión, como un acto de la función intelectual de la vida humana, como un elemento común de la competencia intelectual y moral.
Actuar, como un hecho concreto, una acción que evidencia el comportamiento humano, una manifestación de la conducta, un acto moral que debe ser decidido de manera racional, libre y voluntario, dado que surge de la reflexión del sujeto.
Para el maestro Luis Abelardo, el profesional académico deber ser cuidadoso para pensar bien y no cometer errores o por lo menos disminuir el número de ellos.
Entonces, me pregunto, ¿están nuestros profesionales académicos, unos como jueces y otros como docentes, actuando de manera cuidadosa para pensar bien y no cometer errores o por lo menos disminuir el número de errores que cometemos?
La respuesta, queridos amigos, puede estar en sus mentes. A mí me surge de la lectura de esta obra de 192 páginas que el propio autor, en su introducción resume y en un estructurado e inteligente prólogo, el Dr. Medardo Mora dimensiona para con justeza llamarlo “Maestro” con mayúscula.
El valor de esta obra es, según mi criterio docente, de periodista, de escritor, de ciudadano planetario, transdisciplinar y complejo, repito, el valor de esta obra es la extraordinaria capacidad de reflexión que genera su lectura; ese pensar la condición humana del actuar moral como resultado:

1. Del pensamiento que es capaz de generar nuestro cerebro.
2. Del aprendizaje de actos asumidos desde la familia.
3. Del aprendizaje de actos asumidos por la sociedad que se frecuenta y con la que se identifica.
4. Del actuar personal como resultado de ese pensar, ese acto mental interno como sujeto de confluencia de dos hemisferios cerebrales que, aunque separados, convergen en un vector fundamental: la ética.

La ética como un pensar; la ética como un acto real, objeto de ese pensamiento.

Señores, “Ética General y Profesional” es un libro que genera reflexiones y hasta asombros cuando, saliéndose de sus páginas, se mira y reflexiona la vida del entorno. “El acto moral es un acto de religación, religación con el prójimo, religación con una comunidad, religación con una sociedad, y en el límite, religación con la especie humana”, afirma el maestro francés, Edgar Morin en su obra “El Método, Ética” editada en el 2004.

Concluyo, distinguido auditorio, agradeciendo al autor de la obra por haberme permitido la oportunidad de reflexionar a través de las páginas de esta “Ética General y Profesional”. Agradecerle la oportunidad para comprender que la reflexión actual de la ética está habitada por la comunicación, que todo debate ético pasa por la comunicación, que la responsabilidad de la comunicación comienza con la emisión del mensaje.
Habermas sentencia: “comprender lo dicho exige participación y no simplemente observación”.
Dr. Luis Abelardo Ronquillo Armas, maestro manabita nacido en Cotopaxi, bien vale un agradecimiento público por su extraordinario aporte a la educación de los niños y jóvenes de mi provincia.
De manera personal lo califico como un gran emprendedor social de nuestra Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí y, al hacerlo, solicitar a sus dignas autoridades, que este libro sea lectura analítica obligada en todas las unidades académicas para comprendernos como ciudadanos éticos y planetarios.

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