Editorial Mar Abierto presentará dentro de pocos días el libro Aprendiendo a resolver problemas y conflictos, del autor Luis Aguilera Andrade, catedrático de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.
Este texto es parte de la colección Tiempos de Aprender y el
mismo está diseñado para contribuir a la búsqueda de alternativas de solución
para tomar decisiones oportunas y superar con éxito las dificultades diarias.
Precisamente por ello, en esta ocasión les presentamos un
extracto del libro del Dr. Luis Aguilera para de esta manera difundirlo entre
nuestros lectores y toda la comunidad mantense y universitaria.
Vivir en un mundo de problemas y no haber aprendido a resolverlos
Introducción.
¿Habrá algún ser humano que no tenga un problema o un
conflicto?
La respuesta es no porque la
existencia de problemas y conflictos
está aceptada como un factor inevitable del funcionamiento social, pues, la
vida sin su presencia se convertiría en una ilusión porque estaríamos privados
de las imprescindibles oportunidades para desarrollar nuestras capacidades y
habilidades; sin embargo, la clave del asunto no está en la existencia de esos
problemas y conflictos, sino el no haber aprendido a resolverlos.
Considerando
como normal que en la vida cotidiana, tanto instituciones como personas,
tengamos problemas con alguien o con algo del entorno que nos rodea, como por
ejemplo: adaptarse a nuevas leyes que
requieren modificar estructuras y funcionamientos; que el vehículo sufra un
desperfecto impidiendo llegar a tiempo al trabajo, que la enfermedad imprevista
de un familiar nos impida pagar las deudas, etc., etc. En este micro-escenario de actividades
cotidianas (familiares, laborales, comunitarios, deportivos, etc.,) es muy frecuente escuchar sobre problemas
relacionados con la violencia familiar, con los hijos de parejas divorciadas,
trabajo infantil; con violencia escolar: problemas de aprendizaje, identidad
personal, autonomía, autoestima, etc.; con el campo laboral: bajas
remuneraciones salariales, incumplimiento legal de beneficios, los despidos
intempestivos, subempleo, desempleo, etc.; violencia social: pandillas,
corrupción, drogas, delincuencia, etc., etc.
Entonces, es clara la imperiosa necesidad de aprender a enfrentarlos y
resolverlos.
Problema
es una dificultad que nos impide lograr los objetivos propuestos y continuar
con nuestra vida normal y que requiere, de manera creativa, encontrar alguna
solución. Es una situación en la cual
hay una diferencia de ideas o posiciones entre dos o más partes y los
involucrados comprenden la necesidad de buscar una posición única y encontrar una
solución. Desde este punto de vista, la solución del problema debe estar
enfocada hacia el análisis de los hechos, de sus causas, sus consecuencias,
etc.; luego, debe comprenderse que el problema no es nada individual y
personal: por eso, los sentimientos, emociones y/o pasiones no deben ser
involucradas para que la comunicación pueda mantenerse abierta y activa entre
las partes.
CHarnay (1988)
sostiene que:
Cuando
se menciona el término problema no se hace referencia a la ejercitación
que aplica conceptos adquiridos, sino a una situación en la que el alumno, al
poner en juego los conocimientos que ya posee, los cuestiona y los modifica
generando nuevos conocimientos.(…) Requiere que el alumno pruebe, se equivoque,
recomiencen a partir del error, construya modelos, lenguaje, conceptos,
proponga soluciones, las defienda, las modifique, las discuta, comunique
procedimientos y conclusiones.
Según Duch (1992,
1996) los problemas que requieren solución deben ser identificados y
seleccionados porque: comprometen el interés y la motivación, generan interés
por la búsqueda independiente de información porque son el reflejo de una
situación de la vida real. Involucran a
un grupo significativo de la comunidad, están relacionados con algún objetivo
de aprendizaje; luego, deberían ser tratados de manera integral y no por
partes, basadas en hechos, en un
ambiente de comunicación abierta y flexible para llegar a determinar juicios o
afirmaciones fundamentadas para que puedan conducir a las personas tomar
decisiones apropiadas.
Conflicto, en cambio, es una fase más profunda
del problema y ocurre cuando las partes que mantienen una diferencia y para
solucionarla involucran las emociones en la situación. En este caso, la comunicación entre las
partes se pierde o es muy pobre; por eso, se necesita hacer un doble esfuerzo:
uno para superar el conflicto y otro para resolver el problema. El problema pasa a ser un conflicto
cuando, además de no darle una solución satisfactoria, identificamos al
problema como situación personal. Esto
sucede cuando permitimos que nuestras creencias relacionadas con la visión que
tenemos de nosotros mismos, de los otros y del mundo reactiven y hagan entrar
en juego las emociones más primarias (instintos), tales como: la agresividad,
el miedo, la culpa, la pérdida de autoestima, etc., bien sea hacia nosotros mismos
o hacia los demás, generando obstáculos para sentir, pensar y actuar con una
clara racionalidad limitando las posibilidades de lograr la solución del problema. Esta serie de creencias, lealtades
invisibles, valores, emociones y sentimientos influyen en la forma en que nos
enfrentamos el problema cayendo, muchas veces, en la intransigencia que,
generalmente, requiere de la intervención de un mediador que ayude a
restablecer la comunicación entre los actores involucrados.
El aprendizaje de la solución de problemas y conflictos
se inicia en la familia, desde cuando el niño aprende del ejemplo: mira,
observa, aprende y repite. Si los niños
aprecian en su hogar problemas tales que sus padres no se hablan, no
hay escucha, mienten, no tienen en cuenta las propuestas de los demás, guardan
o no permiten expresar las emociones y se toman decisiones sin contar con las
necesidades de sus miembros; y; además, cada uno se queda sin poder expresar lo
que les ha producido emocionalmente el conflicto, descubren que el más fuerte
gana y quien tiene el poder tiene la decisión, esto lo van a aplicar luego a lo
largo de su vida en sus futuras relaciones de amistad, familiares, con hijos,
de pareja, trabajo, etc. Si por el
contrario los padres hablan de los problemas en el seno de la familia
y ven las dificultades reales y aportan posibles soluciones, valorando y
estudiando cada una de ellas y se decide por la mejor solución o la menos
perjudicial para todos, los hijos aprenderán que hablando, escuchando,
dialogando, proponiendo, expresando los sentimientos, etc., las personas pueden
llegar a entenderse, aun teniendo ideas, sentimientos o necesidades diferentes
y hasta contrarias, aprendiendo que de esta forma se pueden resolver problemas
grandes, y pequeños.
Esto que ocurre a nivel personal y familiar, también sucede
a nivel de la sociedad pero en un grado de enorme profundidad y
proyección. A nivel mundial estamos
presenciando una realidad problemática caracterizado por un
desconcertante e inestable escenario peligrosamen-te cambiante y explicitado
por un tsunami global que envuelve a los países considerados desarrollados, que está provocando la inestabilidad de las economías (Italia,
Grecia, España, etc.); la inestabilidad
política, cuyo ejemplo es la
Primavera Árabe, demostrada por la estrepitosa
caída de gobiernos en el medio oriente (Egipto, Libia, etc.), por la inestabilidad social generada por la
inequidad, y la exclusión (movimiento de los
engañados, en EEUU, España y los estudiantes en Chile), la inestabilidad climática del planeta
causada por el calentamiento global (Terremoto en Japón) etc. etc. y cuyas
consecuencias, a corto plazo, afectarán a los países pobres; lo cual, pone en
evidencia la necesidad de fortalecer a la educación, como medio indispensable,
para enfrentar esta problemática. En
este escenario, merece especial atención, algunos de los principales problemas,
por sus graves connotaciones:
El problema
de la pobreza que está reflejado en los
diagnósticos realizados por los más importantes organismos internacionales como
UNICEF, ONU, UNESCO. Muestran que el 80% de la población mundial se encuentra en un
bajo nivel de desarrollo humano. Mil millones de personas no tienen alimentos suficientes, 500 millones
padecen desnutrición crónica, una persona muere de hambre en el mundo cada 8
segundos, 2.000 millones carecen de servicios básicos, 2.500
millones de personas están anémicas, 17 millones de personas mueren cada año
debido a enfermedades infecciosas y parasitarias. En
estas condiciones el panorama desolador, pues, más de mil millones de seres
humanos sobreviven con 1 dólar al día; y, más de tres mil millones de seres
humanos sobreviven con un poco más de 1 dólar al día, a lo que debe agregarse
aquellos que viven en extrema pobreza. Las acciones cumplidas por el FMI y el BM
reflejan un fracaso en su lucha contra la pobreza.
Oportunamente daremos a conocer la fecha de la presentación de este texto, que al igual que otros
aporta a la educación universitaria en general.
PORTADA. El diseñador gráfico Joselo Márquez, del equipo de Mar Abierto, fue el encargado de ilustrar la portada que acompañará al libro del Dr. Luis Aguilera. |
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