miércoles, 5 de febrero de 2014

Un texto que nos permitirá superar con éxito los problemas



Editorial Mar Abierto presentará dentro de pocos días el libro Aprendiendo a resolver problemas y conflictos, del autor Luis Aguilera Andrade, catedrático de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.


Este texto es parte de la colección Tiempos de Aprender y el mismo está diseñado para contribuir a la búsqueda de alternativas de solución para tomar decisiones oportunas y superar con éxito las dificultades diarias.


Precisamente por ello, en esta ocasión les presentamos un extracto del libro del Dr. Luis Aguilera para de esta manera difundirlo entre nuestros lectores y toda la comunidad mantense y universitaria.

 


Vivir en un mundo de problemas y no haber aprendido a resolverlos


Introducción.

¿Habrá algún ser humano que no tenga un problema o un conflicto?

La respuesta es no porque la existencia  de problemas y conflictos está aceptada como un factor inevitable del funcionamiento social, pues, la vida sin su presencia se convertiría en una ilusión porque estaríamos privados de las imprescindibles oportunidades para desarrollar nuestras capacidades y habilidades; sin embargo, la clave del asunto no está en la existencia de esos problemas y conflictos, sino el no haber aprendido a resolverlos.


Considerando como normal que en la vida cotidiana, tanto instituciones como personas, tengamos problemas con alguien o con algo del entorno que nos rodea, como por ejemplo:   adaptarse a nuevas leyes que requieren modificar estructuras y funcionamientos; que el vehículo sufra un desperfecto impidiendo llegar a tiempo al trabajo, que la enfermedad imprevista de un familiar nos impida pagar las deudas, etc., etc.  En este micro-escenario de actividades cotidianas (familiares, laborales, comunitarios, deportivos, etc.,)  es muy frecuente escuchar sobre problemas relacionados con la violencia familiar, con los hijos de parejas divorciadas, trabajo infantil; con violencia escolar: problemas de aprendizaje, identidad personal, autonomía, autoestima, etc.; con el campo laboral: bajas remuneraciones salariales, incumplimiento legal de beneficios, los despidos intempestivos, subempleo, desempleo, etc.; violencia social: pandillas, corrupción, drogas, delincuencia, etc., etc.  Entonces, es clara la imperiosa necesidad de aprender a enfrentarlos y resolverlos.


Problema es una dificultad que nos impide lograr los objetivos propuestos y continuar con nuestra vida normal y que requiere, de manera creativa, encontrar alguna solución.   Es una situación en la cual hay una diferencia de ideas o posiciones entre dos o más partes y los involucrados comprenden la necesidad de buscar una posición única y encontrar una solución. Desde este punto de vista, la solución del problema debe estar enfocada hacia el análisis de los hechos, de sus causas, sus consecuencias, etc.; luego, debe comprenderse que el problema no es nada individual y personal: por eso, los sentimientos, emociones y/o pasiones no deben ser involucradas para que la comunicación pueda mantenerse abierta y activa entre las partes.


CHarnay (1988) sostiene que:

Cuando se menciona el término problema no se hace referencia a la ejercitación que aplica conceptos adquiridos, sino a una situación en la que el alumno, al poner en juego los conocimientos que ya posee, los cuestiona y los modifica generando nuevos conocimientos.(…) Requiere que el alumno pruebe, se equivoque, recomiencen a partir del error, construya modelos, lenguaje, conceptos, proponga soluciones, las defienda, las modifique, las discuta, comunique procedimientos y conclusiones.


Según Duch (1992, 1996) los problemas que requieren solución deben ser identificados y seleccionados porque: comprometen el interés y la motivación, generan interés por la búsqueda independiente de información porque son el reflejo de una situación de la vida real.  Involucran a un grupo significativo de la comunidad, están relacionados con algún objetivo de aprendizaje; luego, deberían ser tratados de manera integral y no por partes,  basadas en hechos, en un ambiente de comunicación abierta y flexible para llegar a determinar juicios o afirmaciones fundamentadas para que puedan conducir a las personas tomar decisiones apropiadas.


Conflicto, en cambio, es una fase más profunda del problema y ocurre cuando las partes que mantienen una diferencia y para solucionarla involucran las emociones en la situación.  En este caso, la comunicación entre las partes se pierde o es muy pobre; por eso, se necesita hacer un doble esfuerzo: uno para superar el conflicto y otro para resolver el problema.  El problema pasa a ser un conflicto cuando, además de no darle una solución satisfactoria, identificamos al problema como situación personal.  Esto sucede cuando permitimos que nuestras creencias relacionadas con la visión que tenemos de nosotros mismos, de los otros y del mundo reactiven y hagan entrar en juego las emociones más primarias (instintos), tales como: la agresividad, el miedo, la culpa, la pérdida de autoestima, etc., bien sea hacia nosotros mismos o hacia los demás, generando obstáculos para sentir, pensar y actuar con una clara racionalidad limitando las posibilidades de lograr  la solución del problema.  Esta serie de creencias, lealtades invisibles, valores, emociones y sentimientos influyen en la forma en que nos enfrentamos el problema cayendo, muchas veces, en la intransigencia que, generalmente, requiere de la intervención de un mediador que ayude a restablecer la comunicación entre los actores involucrados. 


El aprendizaje de la solución de problemas y conflictos se inicia en la familia, desde cuando el niño aprende del ejemplo: mira, observa, aprende y repite.  Si los niños aprecian en su hogar problemas tales que sus padres no se hablan, no hay escucha, mienten, no tienen en cuenta las propuestas de los demás, guardan o no permiten expresar las emociones y se toman decisiones sin contar con las necesidades de sus miembros; y; además, cada uno se queda sin poder expresar lo que les ha producido emocionalmente el conflicto, descubren que el más fuerte gana y quien tiene el poder tiene la decisión, esto lo van a aplicar luego a lo largo de su vida en sus futuras relaciones de amistad, familiares, con hijos, de pareja, trabajo, etc.  Si por el contrario los padres hablan de los problemas en el seno de la familia y ven las dificultades reales y aportan posibles soluciones, valorando y estudiando cada una de ellas y se decide por la mejor solución o la menos perjudicial para todos, los hijos aprenderán que hablando, escuchando, dialogando, proponiendo, expresando los sentimientos, etc., las personas pueden llegar a entenderse, aun teniendo ideas, sentimientos o necesidades diferentes y hasta contrarias, aprendiendo que de esta forma se pueden resolver problemas grandes, y pequeños.


Esto que ocurre a nivel personal y familiar, también sucede a nivel de la sociedad pero en un grado de enorme profundidad y proyección.  A nivel mundial estamos presenciando una realidad problemática caracterizado por un desconcertante e inestable escenario peligrosamen-te cambiante y explicitado por un tsunami global que envuelve a los países considerados desarrollados, que está provocando la inestabilidad de las economías (Italia, Grecia, España, etc.); la inestabilidad política, cuyo ejemplo es la Primavera Árabe, demostrada por la estrepitosa caída de gobiernos en el medio oriente (Egipto, Libia, etc.), por la inestabilidad social generada por la inequidad, y la exclusión (movimiento de los engañados, en EEUU, España y los estudiantes en Chile), la inestabilidad climática del planeta causada por el calentamiento global (Terremoto en Japón) etc. etc. y cuyas consecuencias, a corto plazo, afectarán a los países pobres; lo cual, pone en evidencia la necesidad de fortalecer a la educación, como medio indispensable, para enfrentar esta problemática.  En este escenario, merece especial atención, algunos de los principales problemas, por sus graves connotaciones:


El problema de la pobreza que está reflejado en los diagnósticos realizados por los más importantes organismos internacionales como UNICEF, ONU, UNESCO.  Muestran que el 80% de la población mundial se encuentra en un bajo nivel de desarrollo  humano.  Mil millones de personas no tienen alimentos suficientes, 500 millones padecen desnutrición crónica, una persona muere de hambre en el mundo cada 8 segundos, 2.000 millones carecen de servicios básicos, 2.500 millones de personas están anémicas, 17 millones de personas mueren cada año debido a enfermedades infecciosas y parasitarias.  En estas condiciones el panorama desolador, pues, más de mil millones de seres humanos sobreviven con 1 dólar al día; y, más de tres mil millones de seres humanos sobreviven con un poco más de 1 dólar al día, a lo que debe agregarse aquellos que viven en extrema pobreza.  Las acciones cumplidas por el FMI y el BM reflejan un fracaso en su lucha contra la pobreza.

Oportunamente daremos a conocer la fecha de la presentación de este texto, que al igual que otros aporta a la educación universitaria en general.

 
PORTADA. El diseñador gráfico Joselo Márquez, del equipo de Mar Abierto, fue el encargado de ilustrar la portada que acompañará al libro del Dr. Luis Aguilera.




No hay comentarios: