En Manta, la ciudad que posee un monumento al atún, el poeta mantense Pedro Gil es el equivalente al narrador Miguel Donoso en Guayaquil: muchos toman sus talleres literarios, le piden consejos, lo leen, lo respetan, lo siguen.
Una imagen mítica se ha creado alrededor de Gil, escritor que –según él mismo– a ratos pasa una temporada en la calle, otra en un hospital psiquiátrico y últimamente en el calor de su hogar, momentáneamente ubicado en Quito. Ha sido betunero, limpiador de pozos sépticos, sepulturero. http://www.matavilela.com/2013/05/un-paneo-por-la-literatura-manabita.html
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