Por Cristian López Talavera
Mientras enciendo la
grabadora, una voz del otro lado pronuncia: “Estás hincada mirando al suelo/ con una virgen en tu regazo/ te
deshiciste de vos/ y ahora lo culpás a Dios”, me remito a mi pensamiento,
la realidad sensible siempre tiene una caja de sorpresas. He creído siempre en
la fusión del ver y creer, como pensaba Rimbaud; en tanto, la almohada se llena
de canas y en la cabeza resuena Serás
poeta, afuera de mi habitación, los pájaros resbalan de una luciente
cristalina, mis ojos enardecen con la forma de la luz de la mañana, las sábanas
blandas se arrugan como papel mojado ciñendo mis pies a una suave melodía.
Así, entumecido por el
temor de un nuevo día me levanto, en la mesa está ya servido el desayuno, las
migajas de pan regadas sobre el mantel, con mi dedo dibujo círculos, y pienso
en cosas que no puedo ver con los ojos, sino solamente con mi espíritu: el
sentido que toman las volutas del humo del café, las manos de mi madre con las
que fue hecho el jugo de naranjilla, trato de escuchar el silencio que rodea el
cuarto, este devastado insomnio de los días inmensos, la piel de lagarto de
esta ciudad ambigua, amada.
Cristian López, Gabriel Cisneros, Ubaldo Gil y Paúl Puma. |
Así permanezco azorado en
el autobús, mientras continúa su trayecto hacia la terminal, observo en las
paredes impresos adheridos a las paredes de conciertos, cuadras más arriba,
grafitis, quiero saber la hora y me doy cuenta que el celular me he olvidado en
mi cama. Acongojado, nuevamente en la ventana del autobús, imágenes:
ceremonias. Y entre ese estado de reposo que producen las imágenes urbanas de
Quito, de esa “realidad” visualizo el libro “Más allá de Madrid”, la obra
completa de Ubaldo Gil, distintas propuestas literarias unificadas en un libro,
mas de 25 años de actividades culturales, entre las que destaca la de editorialista,
escritor y catedrático; distintos discursos,
perspectivas que se han venido dando en su obra.
Aquí surgen las siguientes
preguntas ¿cuál sería la importancia de escribir un libro?; ¿dejar un
patrimonio al país? ¿engrandecer el egocentrismo, típico en nuestra literatura?
¿o dejar la constancia de esa conexión íntima que une al lector con su
escritura?
Trama sin utopía: robando
dibujos que guardaba en uno de sus bolsillos
Libro publicado en el año
de 1993, por editorial Eskeletra y con un epígrafe de Jorge Luis Borges: “El concepto de texto definitivo no
corresponde sino a la religión y al cansancio”, pequeño texto de Las
versiones homéricas, esto ya indica cómo abordar el tema, desde ese poema sin
fin, y el primer cuento no desdice el primer pensamiento y el Nino Amonala y la
dedicatoria al poeta Hugo Mayo, me hizo recordar al poema El Zaguán de
Aluminio: “Nino Amanolik,/ viejo dibujante de cosas raras/ Nino Anomalik,/ un
día lo encontré/ dormido como una garza real/ le pregunté cuál era su país de
origen…” y en el cuento Nino Amonala dice “Nino Amonala Nino Amonala, pescador
de amigos raros…Me acerqué y vi que el molusco empezó a moverse… sentí que se
iba una parte o quizás toda mi vida”. Claramente existe un tributo al poeta
Hugo Mayo. Este relato que sucede en el mar, en las playas del Murciélago, se
presenta como relato cíclico, donde un niño encuentra su alegría en un caracol,
esa misma alegría del padre y su abuelo. Así son los textos de Trama sin
utopía, murmullos de versos, de mar. Hay silencios, huellas.
Con Trama sin utopía,
Ubaldo Gil inaugura esa generación de narradores que mezclan la imaginación con
la búsqueda de temas, no tratados por el canon, donde se universaliza los temas
que vagan en esa Manta mágica, con resonancias poéticas. La ciudad siempre
presente en Ubaldo Gil, de ahí nacen estas historias, recordemos el relato
Especimen. El tema es una ruptura a la lógica, en primera persona, un ser
encuentra a un ente diferente al común de los mortales, nadie sabe de dónde es
y cuál es su genealogía, pero cuando le sacan a pasear, el espécimen se
perturba y emite fonemas misteriosos: “Quiero a mi mamá… quiero a mi mamá”. Salir
a pelear, a pesar de saber que vamos a perder (como diría Bolaño), eso es lo
que hace Ubaldo Gil, da un giro misterioso a sus historias. Los finales
sorprenden, pero dejan las puertas abiertas para seguir en la lucha: la
imaginación; así lo dice la escritora Gilda Hoslt: “…ese humor triste que nos
hace sonreír y nos duele […] construye sus cuentos con seres y cosas raras… y
nos hace mirar la realidad con otros ojos”, como rememorando el testimonio de
los sentidos, esas realidades absurdas que habitan en el espíritu y la
creación.
La noche en que fui
Cristóbal Colón
Esta entrega de narrativa
publicada en el año 2005 (Ekeletra-Uleam, libro que presenta distintos
espacios, ambientes, aparece la España (castigo y sobriedad), Manta y su
ruralidad, ahí está su coloquialismo, el existencialismo de gente tratando de
enfrentarse al mundo, vale traer a colación lo que Luis Carlos Mussó dice al respecto:
“…esta vez no solamente nos encontramos con el tropos sino con el pathos”, no
son los hechos ni las situaciones los que cambian el modo de vida de las
personas, es la emoción la que va dirigiendo el modo vivendis de estos
personajes.
Así aparece en el epígrafe:
“…la única gente que me interesa es la gente que está loca”, por ejemplo en el
cuento El caracol y su cara de anciano, Yolanda, una niña de apenas ocho años
tiene un diálogo con un caracol con cara de anciano. O tal vez el cuento La
puerta culpable, donde unos seres encerrados logran divisar una puerta que
dentro de sí tiene un misterio que ahonda en preocupaciones y soledad.
Alguna vez, en clases de
historia, en la Universidad escuché decir que el problema de la migración
consistía en que no estaba terminada, por tanto los ecuatorianos fueron en
busca de ese final, Ubaldo fue, pero a terminar esas historias, así en el
cuento que lleva el nombre del libro, un personaje va en busca de ese
descubrimiento de la ciudad madrileña, sus oscuros parajes, este personaje
mantense se encuentra con un peruano, antropólogo, que le guía en ese
transitar.
Este libro de búsquedas,
también es el de los registros lingüísticos: “hijos de putitas para ser menos
hipócritas”, “salao”, “joder cuñao”, como también la ironía: “Todavía no habían
llegado a Ecuador dos presidentes, Mahuad con su corte de Alicia en el país de
las maravillas o Bucaram con Alí Babá y los cuarenta ladrones”. A diferencia de
lo que escribió Eduardo Varas de que este libro “pudo ser mejor”, la pregunta
es ¿Hay algún libro mejor? Está claro que el relato corto debe tener un trabajo
arquitectónico, bien cimentado, pero Ubaldo Gil logra crear obras grandes, como
El caracol y su cara de anciano, El escritor y sus batallas, El padre en la
cometa, No te mueras.
Dios del pan: creación y
destrucción en el Ser humano
Publicado en el año 2003,
inserto en el libro de relatos No lo hagas en Navidad (Mar Abierto editorial),
novela corta que no pasa las 60 hojas, me atrevería a decir que esta obra es la
consagración de Ubaldo, claramente se nota el progreso que ha ido dando a su
narrativa, sin dejar de lado el discurso, impreso desde sus primeros textos. La
ciudad: urbanidad y ruralidad, personajes desolados, el desquicio humano, el erotismo
y ese rehacer el relato corto, decir y vivir.
Dividida en tres capítulos,
el personaje ausculta su vivencia, e intenta recrear fielmente lo sucedido, la
historia. El personaje es testigo de este manifiesto, donde el amor, la muerte
psicológica, la destrucción del ser humano se van imantando en una narración,
con un lenguaje sencillo y sugerente.
La novela tiene fuego en
los personajes, O. Paz denomina: la Llama doble, donde el fuego primordial y
original, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez,
sostiene y alza otra llama, azul y trémula, la del amor, Ubaldo Gil, en su
narración levanta una llama rojiza, escatológica; la llama de la muerte. Los
personajes se van a ver sometidos al amor, al engaño, al dolor, a la soledad.
Ahora bien, cuando el
personaje comienza a narrar su historia, lo realiza en un Tiempo de la Enunciación Narrativa, ese es el momento dice Umberto
Eco, en que empieza a escribir y a recordar su pasado. Ese yo recuerda y evoca:
“Si ella estuviera aquí me levantaría media hora antes, cumpliría con el ritual
del aseo si amanezco con ganas […] el sol mañanero de Quito entraría y yo
sentado a esta mesa…”, un yo monótono, creando un personaje,
desde su deseo, ese eros inexistente o que está arraigada a su piel.
Un
estudiante, que emigra con una beca, desde su Manta hacia Madrid, en donde
estudia arquitectura, en la Universidad Complutense, desde el inicio el
personaje comienza a ver las diferencias conceptuales; la individualidad
europea y el modo de vivir en Los Andes, la comunidad, esto cuando conoce a una
chica y van al departamento, destapan una botella de vino, a ritmo de jazz;
entre charlas de sus estudios, y películas, tuvieron un acto amatorio; Emily,
días después, cuando él le invita a realizar un trabajo, ella le indica que
tiene novio, el choque cultural que se da en el personaje es fuerte, dice: “Hoy
he aprendido de esta mujer más de los que he aprendido en las clases. Esto es
Madrid”.
Este
es el inicio que tiene Fabián en una ciudad diferente a la suya. Soledad
cruenta ante sus ojos. Poco después conoce a Lenka, una muchacha rusa, igual a
él se encuentra en Madrid, con una beca, comienza a formar una relación con
Fabián, viven en su departamento, solo les acompañan la pobreza, el hambre, la
desesperación, el amor, la intriga.
En
un instante ella le hace una pregunta clave: “Si eres casado, dímelo, será
mucho mejor. Sabré a qué atenerme”, la relación continúa, tratando de que las
situaciones externas no afecten en nada su amorío: “El amor erótico estaba presente
y aplastaba a cualquier indicio de política”.
Desde
ese momento, la narración va tomando fuerza en el concepto erótico. Otro choque
cultural se sitúa en Fabián cuando, en un concierto de rock (él nunca había
asistido a uno) conocen a otra pareja, y hacen un intercambio de parejas,
comienza a quitar la idea de pareja monótona y hacen el juego Swingers. Él
trata de seguir el juego, pero su ethos no lo permite. Disimula. Hay angustia y
tormento.
La
relación continúa hasta que ella descubre, por medio de una carta que Fabián
tiene familia en Manta, ella decide dejarle. En él comienza a esclarecerse el
capricho del amor, ser servidor de la vida como también de la muerte.
Personaje
que crea Ubaldo Gil diferente a muchos ciudadanos del país. En Madrid, el personaje
habita mundos subrepticios hasta llegar a la locura. Pero tiene un ethos y éste
determina su comportamiento. Llega a la locura por una muerte que le provoca el
sentimiento del amor, pero que su mito, su fe le despierta nuevamente a la
vida. Es un creyente en Dios, sabe que es un ser destinado a sufrir, por tanto
tiene que seguir una costumbre. La felicidad, su felicidad está en algo
inmaterial, es por ello que lucha.
La
novela concluye en un cuarto de hotel, en la ciudad de Quito, cerca del parque
El Ejido. El personaje, (como una escena de teatro) describe que está sitiado
en solitario junto a una máquina de escribir y una pila de papeles; la catarsis
tiene su desenlace, aquí existe la disforia. Nos dice: “Quería contarme, aunque
traicionado por la memoria todo aquello que viví”.
Cerrando
este escrito, nuevamente la ciudad comienza a tener sentido, tanto para Fabián como
para mí. Así, levanto mis ojos hacia el cielo, lo contemplo: es verdad, Dios así lo ha querido.
Texto que dio lectura Cristian López en Quito el 17 de julio del 2013 en el marco de la presentación del libro Amor más allá de Madrid, desarrollado en la Casa de la Cultura Benjamín Carrión.
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