Dotar de instrumentos para escribir literatura es tarea de
la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí y publicarla de la editorial
universitaria Mar Abierto. De lo científico a lo artístico, de la madurez a la
juventud, las colecciones y líneas de producción se encuentran organizadas, por
etapas de selección y control de calidad. Destacamos para este caso la
promoción de autores jóvenes, en colecciones para motivar lectores. Por aquí pasaron
firmas frescas como Yuliana Marcillo, Diana Zavala o Ernesto Intriago, entre
otros. Para este caso, una obra sencilla y no menos importante la tenemos lista
para los próximos días. “El peligro de amarte”, autoría de Natalia M.
Rodríguez, una novela juvenil donde el amor y el peligro se ven las caras donde
se encuentren, un fragmento, lo describimos:
LIBRO. Esta es la portada tentativa elaborada por nuestro diseñador gráfico José Adrián Márquez. La fecha de presentación de El Peligro de amarte será dentro de pocas semanas. |
(…)No sé cuánto tiempo me quedé al filo de la cama
tratando de unir cabos sueltos, pero la verdad es que tenía solo eso: cabos
sueltos. Ninguna conexión. Aunque algo era seguro, conocía a Dominic Stevens.
Hablaban muy amistosamente aquella noche en el club en Londres.
¿Quién eres
“Justin”? ¿Quién rayos eres?, me dije.
Pensé que encontraría quizá algo más en aquella maleta,
sin embargo, me detuve al sentir el clic de un arma detrás de mi cabeza.
― Más vale que
tengas una buena excusa de tu irrupción en este lugar, porque en serio tú me
caes bien —aquella voz masculina estaba a mis espaldas y no
precisamente seduciéndome a besos—. Ya decía
yo que era demasiada casualidad haberte visto aquella mañana frente a esa
cafetería en Londres, y además a bordo de este crucero. ¡Ah! Casi lo olvido: Y
que también se pierda mi llave. ¡Qué eficiencia la de recepción al tener
copias!
¡Diablos! No solo me atrapaba, incluso me había visto en
Londres. ¡Maldito!
No me iba a dejar apuntar así nada más. En un movimiento
rápido volteé sacando mi arma de mi muslo, justo escondida en mi falda y lo
apunté igualmente.
― ¿Me buscabas,
belleza? —me guiñó un ojo mientras mostraba una sonrisa
fastidiosamente cínica.
― Cometes un
error al apuntarme —lo desafié.
― Dime, ¿qué
pudiste encontrar interesante dentro de estas cuatro paredes?
― A un idiota
con un arma—soltó una carcajada.
― No, linda,
esa no la has visto aún.
― ¡Y estoy
segura de que no tiene ni calibre de 25, cariño!—volvió a
carcajear.
― Me encanta tu
sarcasmo, pero eso no te va ayudar, Vanessa—enfatizó
de modo especial el nombre. Cada vez me daba más desconfianza.
― Pues al
parecer tú tampoco eres muy inocente aquí, ¿no? —seguíamos
apuntándonos uno al otro y no había duda de que ambas armas estaban cargadas.
― De acuerdo.
Yo creo que es mejor que… —retiró sus brazos extendidos lentamente— nos calmemos un poco —llevó
ambas manos al aire a la altura de su cabeza—,
¿no cree…, Agente Williams?
Parpadeé en desconcierto puro sintiéndome nerviosa de
repente. ¿Cómo sabía mi nombre?, era
la única pregunta que rebotaba en mi mente. En una fracción de segundo cambió
mi humor a una rabia apenas contenida al apretar ligeramente el gatillo. Tenía
que darme una buena explicación si no quería terminar encharcado en su propia
sangre.
Distraída, perdí la concentración de tal forma que en un
movimiento rápido el idiota me quitó el arma y me acorraló con mis brazos en la
espalda, aprovechó para apuntarme con mi
propia pistola en la sien.
― Sí, preciosa,
sé quién eres —me
dio a forma de respuesta ante mi mirada confusa.
― ¿Entonces
qué? ¿Me matarás y ya? Cariño, no creo que te convenga hacer eso. Te vas a
meter en problemas, te lo advierto.
― Problemas es
mi segundo nombre. Estuviste jugando con fuego todo este tiempo, Williams. Muy
en el fondo sabía que no eras solo una chica en busca de una noche de placer.
― Casi
funciona, ¿no? —aproveché para liberarme de un tirón y puse su peso en mi
espalda lanzándolo al suelo en una perfecta llave de judo. Al dejarlo en
desventaja me apresuré en quitarle el arma—.
¡Te dije que era un error apuntarme, imbécil! ¿Cómo sabes quién soy? —lo apunté firmemente mientras la punta de mi tacón aguja
ejercía presión sobre su garganta.
― ¿Tanto te
preocupa? —otra vez esa sonrisita cínica.
― ¡Más vale que
me respondas de una vez antes que te atraviese la garganta! ¿Cómo sabes quién
soy? —se me agotaba la paciencia.
― Se supone que
hay que conocer al equipo con quien uno trabaja.
― ¡Yo no
trabajo para tu bando, idiota!
― Pues fíjate
que sí, de hecho, ambos lo hacemos.
― ¡Ya, déjate
de rodeos!
― ¡Cálmate!
― ¡Habla de una
vez!
― ¡Dios!
Williams, me estás lastimando con esta cosa —se quejó de mi tacón
que seguía en su cuello.
― ¿Por qué cada
vez que yo estoy en un lugar tú también lo estás?
― Porque tenemos
el mismo objetivo, compañera.
― Mira, estoy a
tres segundos de clavarte una bala entre las cejas, ¡ya dime quién demonios
eres! —me distrajo el sonido de mi celular.
― Te apuesto lo
que quieras a que es Fox, listo para darte instrucciones.
― ¿Cómo conoces
a Fox? —me desesperé más.
― Contesta, ya
deberías saber que no le gusta esperar —el desgraciado tenía
razón, pero… ¡diablos! ¿Cómo sabía todo eso?...
Acerca de
“El peligro de amarte”
Sobre la novela, el escritor quiteño Juan
Secaira expresa que esta es una novela que, en el mejor sentido del término,
entretiene, y presenta una continuidad semejante a un thriller con los
ingredientes clásicos del género de espionaje. Un grupo del crimen organizado,
denominado El Sol, unos agentes en busca de cumplir con una misión secreta,
engaños, suspenso, tensión. Y sin embargo, no es solamente una novela de
espionaje sino de amor, del descubrimiento del amor en manos de un personaje
femenino creíble y con propósitos que van desde su anhelo de venganza hasta la
creación de una vida distinta.
Un amor que nace y crece en condiciones de
completo riesgo, en medio de la acción, de bombas y tiroteos, para demostrar
que el sentimiento es mucho más poderoso y vigente, más aún en un contexto en
el cual se va perdiendo la conciencia de la humanidad.
Una novela entretenida debido a la
proliferación de diálogos y a precisas descripciones, con un lenguaje que
prefiere centrarse en la trama que en la configuración de grandes metáforas o
pomposos discursos.
En ese entramado de la relación entre los
personajes se sostiene la historia, en sus maniobras y en sus sueños, en la
capacidad por no convertirse en máquinas de matar sino en personas de carne y
hueso dispuestas a cumplir misiones peligrosísimas mientras cuidan las unas de
las otras, y hasta se enamoran y se aman de verdad.
Natalia M. Rodríguez es una joven que se está formando como escritora. Su primer libro saldrá en la colección de Narrativa Juvenil. |
Datos de la
joven autora
Natalia M. Rodríguez tiene 19 años es bachiller
en el Colegio Técnico Nacional “Manta”, especialidad de Informática, por ese
tiempo incursionó en la literatura, en los ratos libres que sus obligaciones
académicas le proporcionaban. Actualmente es estudiante de la carrera de
Publicidad y Mercadotecnia en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.
Esta es la primera obra que publica de su autoría, en la colección de Narrativa Juvenil de editorial Mar Abierto.
Varios de sus textos se han publicado en formato digital con gran aceptación.
Esta es la primera obra que publica de su autoría, en la colección de Narrativa Juvenil de editorial Mar Abierto.
Varios de sus textos se han publicado en formato digital con gran aceptación.
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