viernes, 7 de junio de 2013

Alfaro y la Educación

Por Leonardo Moreira Delgado

5 de junio 2013

 “El agente más activo y eficaz de la revolución… más que bueno,  ciego en su bondad, más que generoso, pródigo, se vino a tierra con  revoluciones costeadas por él en Manabí, con levantar caídos, socorrer  necesitados y dar de comer y beber a ingratos que no merecían ni el  agua, ni el fuego”, lo define su amigo Juan Montalvo.

Partamos de la premisa de que el nombre de Eloy Alfaro Delgado se constituye en un inmenso  río de bondad, por donde su memoria transita hoy en día derribando las fronteras ideológicas, políticas y cívicas. Legado bueno y generoso en toda la extensión de la palabra.  Alfaro probablemente nunca se imaginó que al cabo de un siglo y unos días más, fuera usado y manoseado hasta por su archienemigos: el clero y los conservadores, politiqueros que hoy pretenden   justificar hipócritamente su apego a las aspiraciones de bienestar de los más desposeídos, con la marca alfarista.
Leonardo Moreira, vicerrector académico.
Aquí surge la necesidad científica del ejercicio de la memoria para no olvidar. En materia de educación, lo más penoso y triste que le puede pasar a un mortal es la pérdida de su memoria, mucho más cuando es colectiva, cuando los educadores hacemos mutis, somos indolentes y no insistimos en recordarles a las nuevas generaciones  los hechos históricos en justo aprecio a la verdad. Maestros de mi patria hay que ser amigos del sistema social, pero más amigos de la verdad, en alusión al diálogo socrático y platónico.

Hay que observar por todo el territorio ecuatoriano, como una ironía de la vida, más para mal que para bien, cómo se ha usado el nombre de Eloy Alfaro: en clubes sociales, bares, cooperativas de transportes, guarniciones militares, pueblos, parroquias, calles, equipos deportivos, grupos de baile, comedores, plazas, cantinas y hasta centros religiosos. Al igual que algunos candidatos que militan en alguna agrupación política y desconocen su doctrina, la distorsionan en forma cínica y cívica, sin duda  que muchos de estos individuos aprovechan para, desde sobredimensionar el mito, hasta llegar al desconocimiento de su obra y pensamiento.
Con estos antecedentes, mi primera reflexión, al hacer una aproximación entre Eloy Alfaro y la Educación, de cuya temática muchos ya  han escrito, incluyendo los lúcidos aportes de nuestro rector Dr. Medardo Mora Solórzano, es que hay que entender y estar conscientes de que existen dos mundos contrapuestos, como nos lo advertía Eduardo Galeano. En el uno trataremos de presentar a Alfaro en su verdadera dimensión humanística, científica y patriótica y, en el otro, justamente están los camuflados francotiradores,  los que a propósito de mantener espacios de poder anclados en la demagogia y el oportunismo, promueven  y adaptan la imagen de Alfaro y el alfarismo  como que fuese una plastilina según sus conveniencias.
Las autoridades que conformaron la mesa directiva.
Si dejamos por un momento la ingenuidad social,  producto del acomodo coyuntural, que a muchos los atrapa por complacer al sistema y que reina en los espacios de trabajo educativo. Esto tiene una explicación estructural, entre menos llegue la información a nuestro cerebro, más dependientes y esclavos seremos, en la medida en que la educación tope nuestras conciencias más libres seremos. Ese fue uno de los principales proyectos de vida que nos legó Eloy Alfaro en materia de educación. Jóvenes manabitas y ecuatorianos, para alcanzar autonomía de ideales y principios hay que estudiar, hay que prepararse, con moral y luces, de lo contrario todo proyecto educativo solo servirá para afianzar el statu quo de unos cuantos en desmedro social de las grandes mayorías.
Una de las instituciones que hace honor al nombre de este ejemplar manabita y ciudadano latinoamericano es esta Universidad que lleva su nombre, como uno de los mejores monumentos a su memoria. El nombre de Alfaro no se lo puede seguir limitando al guerrero o guerrillero, al montonero, al luchador de espada, al derrotado en los campos y mares, dejando de lado su internacionalismo que nos ubicó como país de actualización y transformación hacia el mundo, justamente lo que nos enseñó  Montalvo:  primero hay que pelear en el campo del Derecho,  pero si no se logran redenciones y justicia en el Derecho se consigue en el campo de los hechos, para iluminar en los hombres sus proyectos de vida.

Casi todos los gobiernos toman a Eloy Alfaro, como ideario de sus doctrinas, pero su comportamiento  es contradictorio en sus acciones politiqueras. Recordemos, lo más sobresaliente en el perfil de Alfaro es el estadista, porque a diferencia de muchos presidentes, percibió la patria entera. Alfaro sentó las bases de una nueva república y para ello empezó por donde debe empezar todo líder progresista: por la educación.

La Revolución Liberal fue en esencia un proyecto renovador y progresista, las Constituciones de 1897 y 1906 consagraron y garantizaron  los derechos de carácter civil y político; al tiempo que permitieron la  transformación de las estructuras caducas del viejo Estado, separándolo  de la iglesia, para de este modo, permitir la consolidación de la libertad  de conciencia, opinión y cultos y  eso es el laicismo que heredamos.
Con el inicio de la enseñanza universal y pública del liberalismo, la educación dejó de ser privilegio para ciertos sectores de la sociedad ecuatoriana, manejada por la Iglesia. El nuevo marco jurídico dispuso que el Estado sea el encargado de dirigir y financiar al sistema educativo, bajo principios de universalidad, gratuidad y laicismo. La Constitución de 1906 establece que la enseñanza primaria sea obligatoria y gratuita. Y que la educación de artes y oficios tampoco tenga costo. Para abrirse al nuevo modelo educativo público el alfarismo dio el primer paso hacia la creación de los colegios normales, para que preparen a los maestros y  garanticen una educación laica.

A esta nueva estructura se sumaron los colegios nocturnos, que permitieron a los adultos el acceso a las letras, así como la entrega de becas y el aumento de recursos para montar almacenes de textos educativos. Hasta 1907, todos estos esfuerzos en materia educativa se tradujeron en 339 escuelas primarias, 12 colegios de enseñanza secundaria; tres universidades y 30 establecimientos de enseñanza. Según el escritor cuencano Eliécer Cárdenas, “la educación laica y gratuita fue lo más trascendental de la obra de Eloy Alfaro, porque abrió la posibilidad de estudiar a la clase media, lo que no existía en el Ecuador. Esta clase luchó para que se fortalezca la democracia en el país (...), fue la fuerza que impulsó los cambios en el siglo XX, la modernización”.
Un aspecto del evento del 5 de Junio en el paraninfo universitario.
Uno de los principales aportes de Eloy Alfaro fue la creación de colegios públicos laicos, quitándole a la Iglesia Católica el monopolio de la educación. Estas medidas fueron inspiradas por librepensadores como Juan Montalvo y José Peralta, quienes impulsaron la secularización de la sociedad ecuatoriana. La creación de colegios públicos y privados para la formación de profesores laicos, es decir tomar a la educación como camino de igualdad.

El primer colegio laico del país, fundado en 1896 por Eloy Alfaro fue el colegio Bolívar de Tulcán, siguiéndole colegios como el Mejía y Manuela Cañizares de Quito. El General fue miembro de las logias masónicas, al igual que los próceres de la Independencia, y sus esfuerzos para separar la Iglesia del Estado fueron consagrados en aspectos como la creación del Registro Civil. Esta medida permitió que las personas tuvieran derecho a la identidad sin necesidad de ser católicos. Alfaro promovió la libertad de cultos, permitiendo el ingreso al país de misiones protestantes. De esta forma, puso las bases de la secularización de la sociedad y su apertura al mundo, que se desarrollaría ampliamente a lo largo del siglo XX.

Al respecto Medardo Mora señala “Su anhelo era  que el país contara con la posibilidad de que sus niños y jóvenes se formaran con una mente abierta al conocimiento universal, que no conocieran de ataduras, de coacciones, de temores, de prejuicios, de diques mentales, de repetir afirmaciones sin la reflexión o análisis suficientes; sabía que solo un ser humano dispuesto al aprendizaje es capaz de contribuir a edificar una mejor sociedad y todo eso lo posibilita una educación laica”. Sabía que el cambio había que hacerlo desde las raíces, junto a estos Normales como nichos formativos de una renovada clase magisteril”.

En su obra “Un líder de ayer y un ejemplo del mañana”, Mora agrega: “tan profundo en su concepción de vida fue, que valoró el arte en su justa dimensión creando el Conservatorio de Música. En definitiva Alfaro, en su amplio bagaje de conocimientos de la realidad social, sabía que educación y producción son los principales pilares para el desarrollo sustentable de un país, para volver viable una mayor equidad social; lo uno y lo otro son las vertientes que desembocan en una mayor calidad de vida, lo contrario es simplemente retórico”.

Algunos logros educativos de Eloy Alfaro:
 1.- Mayo 29 1897.- Se expide la Ley de Instrucción Pública que pone el ciclo de enseñanza (incluida la universitaria) bajo el control del Estado y que sea obligatoria, gratuita y laica en la primaria.
2.- El Ministerio de Educación Pública se creó en 1884
3.- En el año de 1905 se dispone la enseñanza primaria esencialmente laica
4.- Don Eloy Alfaro y su Ministro de Instrucción, José Peralta, fundaron en 1901 los normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares.

5.- El Acuerdo No. 968, expedido el 14 de febrero de 1989, ateniéndose a la Constitución, reconoce al laicismo como doctrina fortalecedora de la conciencia de libertad, justicia, solidaridad y responsabilidad, dentro del sistema democrático y educativo del pueblo ecuatoriano.

Por esto, el Ministerio de Educación y Cultura estableció como Día del Laicismo el 25 de junio de todos los años, fecha del nacimiento de don Eloy Alfaro.

Todos los años se recuerda el establecimiento de la educación laica y la creación de los normales con los cuales evolucionó la educación. Las aptitudes y vocación de aquellos respetaron el modo de pensar desarrollando la razón, la ciencia, la igualdad y la libertad de pensamiento.

Hoy nos convocan además dos libros, para educarnos en la dimensión de Alfaro: “El Códice del General” son las reflexiones de un estadista sobre los rieles que fueron su obra de vida y que paradójicamente lo desgarran en la tragedia. Y “Alfaro y Plaza, pasión y traición” el entretejido de dos vidas potencialmente unidas en el proyecto liberal, para volverse antagonistas en el ejercicio de las pasiones sobre el poder y la muerte.

Con motivo del Día del Laicismo debemos elevar la personalidad del Viejo Luchador, sembrar cada minuto espíritus para el bien y la verdad y difundir las luces del conocimiento encaminado a la ciencia y a la superación constante. Es que la vida es un constante aprendizaje. Aprendamos. Eduquémonos.


Texto leído el 5 de Junio por Leonardo Moreira, vicerrector académico, durante el evento desarrollado por la editorial Mar Abierto y el Municipio de Manta para presentar los libros Códice del General y Pasión y Traición, de Gino Martini.

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