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La incesante recopilación de información histórico-cultural guarda hechos, lugares, hombres y mujeres con gran protagonismo y un directamente proporcional olvido. El libro “Fracciones de nuestra historia” de próxima publicación por Editorial Mar Abierto, intenta un rescate de esos personajes, su tiempo y accionar mediante un muestrario desde novedosas vertientes y documentos fuente, con rigor investigativo y gran poder de síntesis.
El autor Ing. Tonny González Palacios es un reconocido manabita que ha trabajado tanto en la cátedra como en la investigación y desempeñado funciones de alto nivel en entidades de educación en particular como de servicio público en general, una de sus “fracciones” adjuntamos:
El agua para Manta tiene su historia
Sed en el Puerto, así tituló ese gran manabita Otón Castillo a una de sus novelas, cuyo escenario era justamente Manta. Castillo revelaba así su compromiso y afecto con esta ciudad, a su vez daba significación a un drama de angustia y cotidianidad.
Esta carencia o escasez del líquido vital se ha extendido y proyectado durante un muy largo periodo en nuestra ciudad sin solución, sigue vigente y se transformó en un recurso político y cuota de poder de grupos administradores de turno, además de mecanismo para prácticas clientelares de influencia, manipulación y control de sectores poblacionales que sucumben por su angustiosa necesidad ante la oferta de los detentadores de aquella estructura de poder que maneja el recurso.
Este problema del agua fue el mal de siempre en Manta, así lo testimonian los diferentes cronistas de la conquista cuando señalan las dificultades de las naves de la época que transitaban entre Panamá, Paita o el Callao, para aprovisionarse del preciado líquido en esta caleta que muchas veces era una escala obligada. El agua demandada era extraída del famoso manantial o fuente de “la Tohalla”, ubicado en el cerro de Montecristi y muy frecuentado. Sin embargo, su traslado encarecía enormemente el recurso, estimamos que esta circunstancia restringió la importancia y desarrollo del puerto.
Si bien esa fue la constante de todos los tiempos, es necesario reconocer las preocupaciones de ciertos gobernantes en la tentativa de solucionar esta carencia de la población. Uno de los personajes que tienen un sitial muy importante por su interés en el problema fue el general José María Urvina, quien como presidente del Ecuador, en una de sus visitas a la provincia, llega a Montecristi y Manta, en esta ultima “se interesa por un muelle y ordena hacer investigaciones para ver desde donde se puede traer agua para este lugar”, así lo registra don Temístocles Estrada en su monografía: Historia de Manabí. Es razonable el interés del General, puesto que conoce la provincia y sus problemas, ya que a partir de 1843 hasta 1845 había sido su gobernador, siendo por tanto un adelantado y pionero de obras, que contribuyan a desarrollar el puerto desde la visión del gobierno y el poder.
Este Presidente con fecha 1 de noviembre de 1855, mediante decreto concede al señor Jorge Moreira, privilegio exclusivo por 10 años, para que pueda establecer en Manta una fábrica y destilar, purificar y hacer potable el agua del mar.
Durante muchos años los pozos de Pacoche, Colorado, y aún “la Tohalla” y “los Bajos”, suministraron agua a la población de Manta, en una crónica se encontró que inclusive en el hoy San Juan de Manta, para los años de 1870 existieron pozos, aunque su agua no era de buena calidad.
Es en el año de 1880 que el entonces presidente general Ignacio de Veintimilla, acoge un decreto legislativo de fecha 30 de septiembre, aprobado en el Congreso a pedido de la representación manabita, y otra vez, por influencia del general Urvina, sancionándolo con fecha 7 de octubre del mismo año. Mediante este decreto se asignan 40 mil pesos para la importación de tubería de hierro exenta del pago de impuestos. Esta tubería tuvo el fin de tender una línea de conducción de agua desde el sitio Pacoche hasta Manta.
Desde aquel tiempo hasta la presidencia del General Alfaro, no existió ninguna propuesta sobre el asunto, y es en 1896 en la Asamblea Constituyente liberal reunida en Guayaquil, en la que el diputado radical alfarista don Felicísimo López, presenta un proyecto, que fija rentas para el aprovisionamiento de agua y la construcción de un muelle en Manta. Este proyecto fue solamente leído en dicha Asamblea, pues es conocido que este organismo suspendió sus sesiones a causa del gran incendio y luego por la epidemia de fiebre amarilla. Es necesario señalar que el proyecto en referencia contó con el auspicio de Eloy Alfaro.
En el Congreso ordinario del año 1900, la bancada alfarista presenta un nuevo proyecto, signado con el número 1047 del Índice de Debates Económicos de la Función Legislativa y con acta S-1900, en la cual se plantea la construcción de un muelle, el establecimiento de una aduana y la asignación de rentas para el problema del agua en Manta, su fecha corresponde al 12 de Octubre de 1900.
Sin duda desde esta fecha hasta la presente, hay otra historia, la cual en su última parte la hemos vivido y sufrido, mas será motivo de otro trabajo, pues como vemos el presente sigue esperando.
El autor Ing. Tonny González Palacios es un reconocido manabita que ha trabajado tanto en la cátedra como en la investigación y desempeñado funciones de alto nivel en entidades de educación en particular como de servicio público en general, una de sus “fracciones” adjuntamos:
El agua para Manta tiene su historia
Sed en el Puerto, así tituló ese gran manabita Otón Castillo a una de sus novelas, cuyo escenario era justamente Manta. Castillo revelaba así su compromiso y afecto con esta ciudad, a su vez daba significación a un drama de angustia y cotidianidad.
Esta carencia o escasez del líquido vital se ha extendido y proyectado durante un muy largo periodo en nuestra ciudad sin solución, sigue vigente y se transformó en un recurso político y cuota de poder de grupos administradores de turno, además de mecanismo para prácticas clientelares de influencia, manipulación y control de sectores poblacionales que sucumben por su angustiosa necesidad ante la oferta de los detentadores de aquella estructura de poder que maneja el recurso.
Este problema del agua fue el mal de siempre en Manta, así lo testimonian los diferentes cronistas de la conquista cuando señalan las dificultades de las naves de la época que transitaban entre Panamá, Paita o el Callao, para aprovisionarse del preciado líquido en esta caleta que muchas veces era una escala obligada. El agua demandada era extraída del famoso manantial o fuente de “la Tohalla”, ubicado en el cerro de Montecristi y muy frecuentado. Sin embargo, su traslado encarecía enormemente el recurso, estimamos que esta circunstancia restringió la importancia y desarrollo del puerto.
Si bien esa fue la constante de todos los tiempos, es necesario reconocer las preocupaciones de ciertos gobernantes en la tentativa de solucionar esta carencia de la población. Uno de los personajes que tienen un sitial muy importante por su interés en el problema fue el general José María Urvina, quien como presidente del Ecuador, en una de sus visitas a la provincia, llega a Montecristi y Manta, en esta ultima “se interesa por un muelle y ordena hacer investigaciones para ver desde donde se puede traer agua para este lugar”, así lo registra don Temístocles Estrada en su monografía: Historia de Manabí. Es razonable el interés del General, puesto que conoce la provincia y sus problemas, ya que a partir de 1843 hasta 1845 había sido su gobernador, siendo por tanto un adelantado y pionero de obras, que contribuyan a desarrollar el puerto desde la visión del gobierno y el poder.
Este Presidente con fecha 1 de noviembre de 1855, mediante decreto concede al señor Jorge Moreira, privilegio exclusivo por 10 años, para que pueda establecer en Manta una fábrica y destilar, purificar y hacer potable el agua del mar.
Durante muchos años los pozos de Pacoche, Colorado, y aún “la Tohalla” y “los Bajos”, suministraron agua a la población de Manta, en una crónica se encontró que inclusive en el hoy San Juan de Manta, para los años de 1870 existieron pozos, aunque su agua no era de buena calidad.
Es en el año de 1880 que el entonces presidente general Ignacio de Veintimilla, acoge un decreto legislativo de fecha 30 de septiembre, aprobado en el Congreso a pedido de la representación manabita, y otra vez, por influencia del general Urvina, sancionándolo con fecha 7 de octubre del mismo año. Mediante este decreto se asignan 40 mil pesos para la importación de tubería de hierro exenta del pago de impuestos. Esta tubería tuvo el fin de tender una línea de conducción de agua desde el sitio Pacoche hasta Manta.
Desde aquel tiempo hasta la presidencia del General Alfaro, no existió ninguna propuesta sobre el asunto, y es en 1896 en la Asamblea Constituyente liberal reunida en Guayaquil, en la que el diputado radical alfarista don Felicísimo López, presenta un proyecto, que fija rentas para el aprovisionamiento de agua y la construcción de un muelle en Manta. Este proyecto fue solamente leído en dicha Asamblea, pues es conocido que este organismo suspendió sus sesiones a causa del gran incendio y luego por la epidemia de fiebre amarilla. Es necesario señalar que el proyecto en referencia contó con el auspicio de Eloy Alfaro.
En el Congreso ordinario del año 1900, la bancada alfarista presenta un nuevo proyecto, signado con el número 1047 del Índice de Debates Económicos de la Función Legislativa y con acta S-1900, en la cual se plantea la construcción de un muelle, el establecimiento de una aduana y la asignación de rentas para el problema del agua en Manta, su fecha corresponde al 12 de Octubre de 1900.
Sin duda desde esta fecha hasta la presente, hay otra historia, la cual en su última parte la hemos vivido y sufrido, mas será motivo de otro trabajo, pues como vemos el presente sigue esperando.
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