lunes, 29 de agosto de 2011

Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, ULEAM: 25 años Una mirada desde los márgenes

Por: Paúl Puma.

Debo precisar que este artículo no busca resumir, ni mucho menos, las claves de la publicación “ULEAM: 25 años” (414, págs.) que hace poco la Universidad Eloy Alfaro de Manabí pone a consideración del país. Mi afán es dilucidar algunas ideas y al mismo tiempo responder al regocijo con el que he leído dicho texto para rescatar algunas de sus virtudes o aciertos.

Ya Ubaldo Gil Flores, el editor de la obra, advierte al lector, en su introducción, sobre los favores de “El nuevo faro de Manta en la sociedad del conocimiento del siglo XXI” que bien ha sabido encargar Medardo Mora Solórzano, progenitor de la Universidad como un proyecto que muestra al país y al exterior sus múltiples aristas, entre ellas: la historia, la academia, la investigación, la educación de vanguardia en un contexto local –casi siempre adverso– y nacional o internacional, el desarrollo intelectual y artístico, el factor editorial (una impronta singular y deslumbrante, digna de ser replicada por su gestión).


Todo aquello desde la visión y el proyecto en manos de Mora Solórzano (a quien tuve la oportunidad de conocer en un evento cultural organizado en Quito) y de quien he podido corroborar lo que afirma Fernando Tinajero en su ensayo acerca del libro de Solórzano: Filosofía de la vida o la vida es una filosofía cuando dice “(…) Un programa [el de Mora], por lo tanto, que no por estar expresado en el sencillo lenguaje de quien se declara vinculado a la vida y al sudor del trabajo campesino, deja de ser ese prerrequisito de todo auténtico filosofar: la determinación de las propias reglas (…) ¿Quién puede dudarlo después de encontrar que a nuestro lado, con la sencillez que es propia del filósofo, vive un maestro y comparte nuestros mismos afanes, pero buscando siempre la forma de trasladarlos a un plano superior, más allá del trajinar cotidiano, para inscribir la vida en el horizonte de la trascendencia? Suerte grande es la nuestra de poder escuchar la voz del filósofo: para que ella suene, que calle la mía, cuya función no ha sido otra que la de anunciarle.” Así afirma el creador de El desencuentro, esa novela que caló tanto en la narrativa ecuatoriana en los noventas. Para mí un hallazgo: siempre he pensado que la filosofía es el punto más alto de la literatura.


Repasar las primeras páginas de este libro implica, a más de encontrarse con la figura de Medardo Mora Solórzano –emblemática ya en la educación y el pensamiento ecuatoriano–, con la figura de Miguel Augusto Egas Miranda: nuestro poeta manabita Hugo Mayo como uno de los meritorios Doctores Honoris Causa de la ULEAM sin querer prescindir de los otros célebres personajes objetos-sujetos de tan fina distinción.


Es destacable la vinculación de la ULEAM con su propia comunidad. El elemento social abarca al ciudadano de a pie y a sus proyectos –marginales, incluso– que proponen un desarrollo donde, por ejemplo, la promoción socio-cultural es un logro, por la dificultad del paisaje (Manta se ha tornado violenta e insegura como muchas ciudades del país) y de la propia idiosincrasia equivocada que en lugar de buscar el paternalismo aquí, o diría mejor allí en la ULEAM, ha encontrado hogar para el trabajo de realización y promoción cultural de manera horizontal, en unión de esfuerzos, con solidaridad y entusiasmo por ella.

Mi lectura del libro que hoy comparto bien deja ver que la Universidad Laica de Manabí asume ya los nuevos retos y roles de la Universidad Ecuatoriana –esa tan desprestigiada en otros escenarios del país– y ahora propone nuevos modelos de enseñanza enclavados en la realidad social –véase los altos índices de desempleo debido a que no se ha tomado en cuenta este aspecto–. La transformación no se reduce a la búsqueda de una autonomía per se ni siquiera a la tan anhelada calidad en la formación estudiantil, el reto es llegar a la eficiencia en el cubrimiento de las demandas de la colectividad a partir de la eticidad que procura el bienestar general de su propio pueblo.


Es de rescatar este término: ETICIDAD en casi todo el discurso de Mora Solórzano y mucho más en su, más que pensado, sentido, ensayo: Eloy Alfaro un líder del ayer y un ejemplo del mañana que, como dice Ubaldo Gil, Director de la Editorial Mar abierto, ha sido, por la demanda –y yo creo que por la eficacia–, reeditado en esta publicación:


Eloy Alfaro visto desde el prisma de la historia y su fecunda empresa idealista –tal como se presenta y es Mora– quien dícese con orgullo –ese orgullo que no lastima sino que involucra– ser, desde sus ancestros, partidario de sus ideas: las liberales radicales, donde tengo que coincidir –y vaya coincidencia ideológica–, por fuerza de la sangre, también.


Eloy ya no “El General de las derrotas”, ya no “El viejo luchador” sino el líder mayúsculo –a propósito me permití escribir Eloy Alfaro Híper Star como un homenaje familiar– cuyo idealismo a carta cabal le hizo emprender en la vinculación inédita de su país (el tren, el tren de Alfaro) o crear los institutos normales de los que soy fruto y donde dice, acercándose, Solórzano: “tenía muy claro que la ignorancia o el desconocimiento son los principales aliados de la confusión y falta de conciencia de quienes forman parte de una sociedad o habitan determinado territorio que esa desinformación o carencia de orientación facilita el aprovechamiento de los demagogos vendedores de falsas promesas e ilusiones.”


Eloy Alfaro visto desde el cristal de la Moral donde Medardo Mora Solórzano afirma con convicción: “(…) sin valores ni eticidad: la sociedad se desmorona (…)” remarcándose aquí las nociones tan palabreadas –permítaseme esa palabra– de los Derechos Humanos, del carácter humanista que se entiende como lo contrario a un verdugo, a un déspota, a un prepotente, a un dictador, a un extremista, a un fanático, a un dogmático, a un ambicioso para, más bien, volver su rostro a la generosidad del que se siente contento cuando da sin esperar recibir, cuando vuelve contentos a los demás, cuando vela por su bien.


Considero que en el ensayo de Mora Solórzano –quien casi al final de la obra consta en una fotografía con Jorgenrique Adoum y Pedro Jorge Vera– se instala el corazón de esta nueva institucionalidad que ha surgido desde los márgenes, desde la pobreza, desde la óptica anterior y vigente de un Nuevo Luchador rebelde e indignado por la ausencia de inclusión a los indígenas de su tiempo por ejemplo o por la exclusión tiránica expresada en esa carta expedida por García Moreno detestando al ecuatoriano por no ser, precisamente, devoto católico.


Después, está una suma de diversas voces, desde las más consagradas hasta las nuevas e innovadoras. Están Mackenzie y Emilio Hidalgo, están Jaime Cedeño, Leonardo Moreira, Luis Aguilera y Tatiana Hidrovo Quiñónez –quien ha iluminado la voz, el rostro de Manabí con su trabajo investigativo–, están Pedro Gil y sus talleristas: una nueva generación de escritores que pretende nacer desde el puerto de Manta.


Pronto y muy cerca está la Editorial Mar abierto bajo la dirección de Ubaldo Gil Flores cuyos aciertos implican publicaciones y colecciones inter-multidisciplinarias de Ensayos de Balsa Manteña, Comunicación y Cátedra Virtual, Política de Occidente y Oriente, Medicina, Literatura (Almuerzo desnudo), Literatura infanto-juvenil, Educación, entre otras. Una puerta al folklore –yo diría folclor–, al amorfino, a los paraísos artificiales de Borroughs, por ejemplo, mediante la perseverancia de Ubaldo que viaja constantemente –actualmente pertenece a la Red de editoriales universitarias–, lucha porque la literatura de su sector y del país se difunda con calidad y pretende, cual Quijote, establecer esas líneas de distribución editorial que siempre se han ausentado de nuestro país vacío de políticas o industria editoriales.

Una lucha ardua que celebro como lector de lo poco de casi una veintena de CYBERALFAROS a los que espero acudir como escritor –o lector que es lo mismo– siempre que me llame el deseo por esa única vía hacia la igualdad que Medardo Mora Solórzano se empeña en nombrar Educación.

Felicitaciones por ese esfuerzo editorial y mucho más en esta época deleznable y precaria. Felicitaciones por ejercer la voz ilustrada desde la periferia. Brindo por ustedes. Me uno al festejo de sus 25 años.

Salud.

Paul Puma, poeta, periodista y dramaturgo.




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