En 1936 estalla la guerra en España. Dura tres años y rompe las ilusiones, las expectativas y la vida de muchos españoles. ¿Quiénes son los actores?… dos bandos en lucha: el bando llamado ‘nacional’ y el bando llamado ‘rojo’, sin que todos realmente lo fueran. Este entorno de guerra es el que da inicio a mi vida…
Nací en Barcelona, España, en la calle Valencia No 261, entre el Paseo de Gracia y la Vía Layetana, el año… ¡me lo reservo! aunque al escribir mis recuerdos lo van a descifrar fácilmente. En el año de mi nacimiento dicen que España vivía un perpetuo estado de efervescencia revolucionaria; siempre me he preguntado si a ello se debe ese perpetuo estado de efervescencia revolucionaria en que me encuentro, especialmente cuando se trata de mi trabajo relacionado con la educación de los jóvenes y con la resistencia al cambio que a veces encontramos los que vivimos con pasión lo que hacemos. Es probable que así sea; además, con padres revolucionarios y un abuelo que también lo era, algo tenía que heredar. ¿Por qué hago alusión al abuelo revolucionario? En el documento “Una vida por un ideal” (2006 Biblioteca Virtual) escrito por Severino Campos Campos y publicado en Internet por sus familiares, narra una de las tantas situaciones vividas con anterioridad a la Guerra Civil en la que sale a relucir el espíritu revolucionario de mi abuelo Manuel, padre de mi madre, aunque no lo nombre directamente… El documento en la parte pertinente expresa… “al no poder entrar la policía por la puerta del sindicato coparon todo el edificio hasta por la parte de atrás…. Durante todo el curso del camino hasta llegar a donde estaba la policía, yo iba delante (dice el autor) pero cuando entramos y vimos a la policía a corta distancia, Durruti (líder revolucionario) se puso delante, y al advertir que los policías estaban ocupando los escalones del mercado (Mercado Santa Catalina), sacó su cacharro, se puso a disparar … y así empezó la trifulca que duró cerca de siete horas; los que no pudieron entrar tuvieron refuerzo enseguida; antes de llegar esa remesa, dos o tres de los que quedaron dentro se tiraron por la parte trasera, entre ellos el suegro de Alejandro Gilabert (o sea mi abuelo), entonces Secretario del Comité Regional, quien en la caída se rompió la pierna…” .(1932). Este episodio lo conocía yo por haber oído contarlo a mi madre, pero sin tantos detalles, aunque siempre resaltando que mi abuelo había corrido unas cuantas cuadras con la pierna rota sin darse cuenta de ello.
Continuando con mi historia, el segundo año de Guerra Civil Española fue el escenario de mi nacimiento. Fui producto de “amar en tiempos revueltos” (frase que sirvió de título a una serie de actualidad en televisión española, producida por Diagonal TV y galardonada en varias ocasiones)…. No podría decir que me recibieron con bombos y platillos, pero indudablemente que sí lo hicieron con bombas.
Barcelona ‐según he leído‐ fue una de las ciudades más bombardeadas; afirman que en algunas ocasiones la aviación rebelde atacaba día tras día. Mi madre solía decir que cuando nació mi hermana la arrullaron con canciones de cuna; al nacer yo, se habían perdido los ánimos de cantar y –seguramente- los sonidos de las bombas que caían eran una especie de canción de cuna para mis oídos.
Cuando revivo estas escenas escuchadas –como ocurrieron o como las imagino‐ pienso en mi padre enrolado en la lucha por sus ideales…. ¿Qué sentiría cuando densas columnas de humo, producto de esas bombas, cubrían a Barcelona donde vivía su familia?... ¿Qué había sentido mi madre cuando al escuchar las primeras sirenas que anunciaban el bombardeo, tuvo que buscar un lugar en el refugio más cercano para ella y sus dos pequeñas hijas?… ¿Qué sintió cuando en una de aquellas ocasiones en que llegó última al refugio y pocos minutos después fue empujada brutalmente fuera de él, sin considerar siquiera la presencia de las niñas?… ¿Cómo se sentiría al encontrarse de pronto fuera del refugio, en una calle desolada, observando la destrucción que causaba el bombardeo y temiendo por la vida de ella y sus pequeñas?... ¿Cuál sería su reacción al terminar el bombardeo y darse cuenta que quien la sacó para ocupar su lugar era un uniformado, cuyas disculpas no solucionaron nada?… Fue la última vez que recurrió a un refugio para protegerse; de allí en adelante el ruido de las bombas fue el aviso para meterse en la cama con sus dos pequeñas y esperar lo que el destino le deparara.
(Del libro Abrazo al Pasado, de Blanca Gilabert Urzainqui, que Editorial Mar Abierto publicará próximamente)
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