viernes, 25 de febrero de 2011

La educación: un desafío permanente




Medardo Mora Solórzano

Los antiguos axiomas de “no hay mejor herencia que los padres puedan dejar a sus hijos (as) que la educación” o la célebre frase de Confucio “no quiero que me regales un pez, con ello comeré un día, enséñame a pescar y comeré toda la vida”, serían suficientes para convenir que la única forma que podemos garantizarnos una vida digna, que nos permita transitarla con la menor cantidad de errores, poder superarnos, alcanzar una mejor calidad de vida y lograr las metas u objetivos que nos propongamos, es la educación, sólo a través de ella es posible adquirir una conciencia plena de lo que significan nuestros derechos y nuestras responsabilidades, advertir sobre lo que es justo o injusto, real o aparente, verdadero o falso.

El Libertador Simón Bolívar expresaba con mucha razón que la ignorancia es un instrumento ciego de la propia destrucción de un pueblo, agregaba, sólo la educación nos hace libres, con lo que nos hacía notar la enorme importancia que tiene la educación considerada desde un punto de vista individual y colectivo, pero es necesario precisar que la educación no es una palabra para ser utilizada ligeramente, tampoco puede limitase a ser meramente instructiva, transmisora de conocimientos, la verdadera educación debe ser orientadora, formativa, constructora de una personalidad con un amplio bagaje de nociones de los múltiples factores que inciden en nuestra vida, en lo que es nuestra profesión u oficio, inversamente una mala educación o un mal educado termina siendo nocivo para la sociedad, por ello sostenemos que toda educación para que tenga validez y sea socialmente productiva debe tener como soporte fundamental el cultivo de valores, si no nos educamos para ser buenos ciudadanos o ciudadanas, éticos y responsables, no estaremos contribuyendo a lo que también resulta axiomático, “buenos y buenas ciudadanos constituyen el cimiento indispensable sobre el que se edifica un buen país”.

La educación en una democracia
La democracia como sistema de gobierno se sustenta en el respeto a un ordenamiento jurídico que consagra los dogmas y principios sobre los cuales pueden obrar los habitantes de un país, establece también las instituciones con las que se organiza ese mismo país, sus atribuciones y deberes, estableciendo claramente derechos de gobernantes y gobernados, normando como se deben encauzar las relaciones interpersonales y entre las personas y la sociedad, el derecho se convierte en consecuencia en un imperativo a ser observado por el colectivo social para que no sufra fisuras el régimen democrático y se pueda vivir y convivir en libertad y con libertad.
En este contexto de la necesidad de conocer el ordenamiento jurídico sobre los que se organiza un Estado en democracia, resulta imprescindible, que las personas tengan la suficiente capacidad de raciocinio, de reflexión, de criticismo y de conocimientos, para que puedan hacer uso y no abuso de sus derechos y garantías fundamentales, entre ellas el derecho político de elegir, que obliga a las personas a meditar racionalmente en lo que conviene y no conviene al bienestar de la sociedad en la que habita y de la que forma parte, todo aquello sólo es posible lograrlo a través de la educación, en definitiva no puede haber una sólida democracia sin una buena educación generadora de una clara conciencia social.





La cívica materia básica
Una buena formación ciudadana nos posibilita conocer los beneficios que nos proporcionan derechos fundamentales como la libertad, atributo que no puede ser desprendido del ser humano, negársela es reducir a la persona a un objeto que deambula sin estímulos para superarse, que lo vuelve temeroso, que se siente coaccionado, que percibe se le bloquean iniciativas, todo aquello lo desmotiva y lo reduce a ser un simple espectador callado de lo que sucede en su entorno, envejece con sus opiniones que no se atreve a difundirlas, se limita a observar como se desenvuelven los acontecimientos sociales, intuye que está encerrado en un ambiente en el cual su pensamiento, su opinión, sus ideas no cuentan, queda limitado a vivir atemorizado y sin ningún objetivo que lo impulse a buscar con sus propias capacidades y esfuerzos como mejorar su estándar de vida. Pero esa libertad que nos deben garantizar quienes gobiernan y no arrebatárnosla, tiene que ser bien usada, desafortunadamente mal utilizada degenera en libertinaje, eso nos conduce a pretender decir lo que se nos ocurre y hacer lo que nos da la gana o nos parece, lo cual es sin duda también perjudicial para la colectividad, de esa libertad que nos permite gozarla en una democracia nace el derecho y el deber de trabajar y de hacerlo con esmero y responsabilidad, para no cometer el error de contribuir a crear un ambiente que limite las fuentes de trabajo, una auténtica democracia es la que nos permite el derecho a la libertad de opinión y expresión, el derecho a estar informados, de comunicarnos libremente, el derecho a la vida y a no ser objeto de torturas, el derecho a nuestra intimidad personal, a transitar libremente, a entrar y salir del país, justamente para tener un cabal conocimiento de estos derechos, es que es indispensable la educación, la falta de conciencia plena sobre lo que son nuestros derechos y nuestros deberes sólo termina por afectar nuestras legítimas posibilidades de alcanzar los mayores niveles de satisfacciones personales, familiares y comunitarias.

Los nuevos paradigmas de la educación
Si bien es verdad los principios y valores, las buenas costumbres, no deben estar sometidos a cambios noveleros, tampoco puede dejar de advertirse que siendo la educación una actividad eminentemente social, debe ser concebida como una actividad o gestión que debe ir acoplándose a las propias dinámicas de la sociedad, si es que aceptamos que es indiscutible que las sociedades humanas están en permanente mutación como lo decía Heráclito de Efeso hace 2.500 años, quien nos hacía notar que las sociedades humanas son como un río cuyas aguas corren y nunca podemos bañarnos dos veces con la misma agua, por ello en educación se deben ir estableciendo y revisando permanentemente los principios rectores, los modelos que deben observarse en todo proceso o proyecto educativo, si es que meditamos que el propio avance de la ciencia, como producto del conocimiento que proporciona la educación o las experiencias que se recogen como consecuencia de vivencias pasadas, van inyectando nuevas ideas, realizando aportaciones creativas, renovando conceptos, nos van proveyendo de invenciones, de innovaciones, de nuevos recursos o instrumentos que facilitan realizar de una manera más eficiente y eficaz el proceso enseñanza–aprendizaje, para que este alcance los logros que se propone. Hoy nuestra actual Constitución Política, establece que la educación debe tener como principales paradigmas la calidad y la implementación de un modelo de carácter andragógico, en virtud del cual el estudiante pasa a ser el gran actor y principal sujeto del proceso educativo, a dedicar una parte de su tiempo a una educación autónoma, sin que aquello exima al docente de ser el guía, el facilitador, el orientador, el tutor del alumno, tener claro que debe educar con el ejemplo, pues tanto en materia educativa como en toda actividad humana las acciones valen mucho más que las palabras, teoría y práctica se yuxtaponen y complementan, la una no es viable sin la otra.

Si nos apegamos a los paradigmas antes señalados, debe enfatizarse que cuando se habla de calidad, los centros educativos están en el irreversible deber de proporcionar una educación en un ascendente proceso de mejoramiento, tanto del contenido como de los mecanismos y ambiente en el que se desenvuelve dicho proceso, que permita obtener los mayores beneficios posibles en la etapa que esta se efectúa, en la que en fin de cuentas lo que debe perseguirse es que el estudiante logre adquirir un acerbo no memorístico sino consciente de conocimientos, que lo lleve a lograr la mejor formación humana que sea posible, a conocer todas las múltiples variables y aristas que inciden en el engranaje en el que se desenvuelve una sociedad.










La educación en la sociedad del conocimiento y/o la información
El mundo vive la llamada era del conocimiento, si esa verdad nadie la desconoce ni la discute, todo el arsenal de esfuerzos que realice un país por mejorar las condiciones de vida de la población debe priorizar la educación, la buena educación, de sus niños, adolescentes, jóvenes, adultos, si es que reconocemos que países que privilegiaron la educación como Finlandia, Singapur, Dinamarca, Corea del Sur, entre otros, alcanzaron altos coeficientes de desarrollo humano, gracias a una bien entendida planificación educativa.

Como conseguir esos estándares de una buena calidad de vida, no hay lugar para vacilaciones, aplicando lo que señaló la UNESCO con ocasión de la Primera Conferencia Mundial de Educación Superior de París en 1998, hay que aprender a ser, aprender a hacer, aprender a conocer, aprender a convivir, ese aprendizaje demanda dedicación, sacrificios, esfuerzos, recordemos a Sócrates “para llegar a la isla de la sabiduría hay que atravesar un océano de aprendizaje”, esto nos señala y hay que entenderlo, que sólo en la medida que nos preparemos y capacitemos sin pausas, podemos llegar a conocer, a entender que las innovaciones tecnológicas nos suministran insumos que nos facilitan el aprendizaje, el internet, un proyector, una pantalla, nos ayudan a usarlos para los fines que nos interesa y conviene, sin cometer el error de volvernos dependientes de ellos, a veces la televisión, el llamado teléfono inteligente, nos absorben tanto, que en vez de ser medios de comunicación se convierten en instrumentos de incomunicación, nos dedicamos tanto a ellos que no nos queda tiempo para conversar y dialogar, para disfrutar de compartir, estos aparatos producto de la investigación científica, y el desarrollo tecnológico, han sido concebidos para facilitar nuestras vidas no para ser esclavos de ellos y/o para volvernos adictos de los mismos y no poder hacer nada sin esos novedosos y cada vez más sofisticados objetos comunicacionales.

En resumen debe destacarse que la sociedad del conocimiento nos invita a ser parte de ella, vía adquisición de una cabal comprensión del escenario en que vivimos, el desarrollo tecnológico nos convierte al instante en espectadores de todo lo que sucede a nivel mundial, ha transformado a la tierra en una aldea global, vivimos en un mundo internacionalizado e interdependiente, eso nos obliga a ser competentes y competitivos nacional e internacionalmente, el intercambio de bienes y servicios ha tenido una aceleración vertiginosa, el comercio de bienes y servicios son los sectores económicos que mayor dinamia han tenido y tienen en las últimas tres décadas, aquello provoca migraciones del campo a la ciudad, los porcentajes con los que han crecido uno y otro factor o sector son similares, ese es el escenario mundial y tenemos que educarnos para el mundo del presente y del futuro, sería un contrasentido educar para el pasado, las propuestas educativas deben renovarse constantemente, deben visualizar el mañana y ese enfoque no puede ser soslayado, minimizado y peor ignorado. La competencia en materia educativa nos impone tener conceptos amplios e incluyentes, en el mundo laboral, familiar, en economía, en política, en psicología, de todo lo que forma parte del heterogéneo tejido social, aferrarse a percepciones parciales y subjetivas equivale a tener información incompleta y renunciar a educarnos para la vida.

No hay como confundirse, o el docente está bien preparado o corre el riesgo de ser desbordado por el conocimiento del alumno que tiene en la actualidad a su alcance una cuantiosa información que les permite acceder a conocer mucho de lo que desean saber, el internet y el intranet nos permiten investigar y compartir información ilimitadamente, esa es la esencia de la sociedad del conocimiento o de la información, el desarrollo tecnológico ha eclipsado la era industrial, la época bucólica es parte del recuerdo, sin que ello signifique que hay que minimizar la producción económica primaria y secundaria, sin ella no existe generación de riqueza y en consecuencia no sería posible un mayor bienestar compartido, hay que buscar los medios que permitan que coexistan producción, circulación o comercialización y consumo de bienes y servicios, son elementos económicos complementarios, ninguno es superior al otro, los tres tienen que confluir para que el andamiaje de la economía sea sustentable.

Cómo mejorar la calidad de la educación
La calidad es una palabra que todos la entendemos como algo bien realizado o concebido, es decir es algo que se destaca cuando juzgamos, evaluamos o formulamos una apreciación sobre alguna cosa, sobre algún hecho o sobre una persona. Hay quienes son más exigentes en la utilización del vocablo y estiman que la calidad es igual a cero defectos, de tal manera que si algo o alguien tienen alguna falla aquello ya no es de calidad.

En materia educativa la educación debe ser entendida como aquel proceso en el que de manera continua y progresiva buscamos niveles de excelencia u optimizamos la utilización de los elementos que intervienen en el proceso educativo, esta situación nos lleva a la inevitable conclusión que la calidad demanda permanentes análisis que nos conduzcan a contar con un conjunto de conocimientos e insumos, (bibliográficos, tecnológicos, programas curriculares flexibles, etc.) que posibiliten que el sujeto que aprende, es decir el estudiante, tenga a su alcance la posibilidad de llegar a tener un acerbo de saberes que lo vuelvan un ser competitivo y para ser competitivo se requiere poseer una suma de nociones básicas en las distintas áreas y ámbitos de la ciencia, que al interrelacionarlas nos permitan no sólo llegar a formular opiniones y criterios, sino conocer causas y efectos de un hecho o de un suceso, pues resulta incuestionable que en una sociedad todo interactúa, todo tiene vínculos que influyen en la producción de una tesis o propuesta o en todo lo que acontece. Siendo verdad que en todo hecho social concurren una serie de factores, poseer criterios claros sobre esos factores es lo que nos facilita realizar planteamientos consistentes, lo cual nos permitirá poder proponer con razones y argumentos debidamente sustentados, lo que en un momento dado sostenemos, defendemos y perseguimos.

A partir de lo antes expuesto no queda duda de que la única vía hacia una educación de calidad, es la del estudio y la investigación permanente, reafirmamos que el conocimiento está en permanente evolución y si no actualizamos lo que sabemos a realidades presentes, cada día sabremos menos, por todo ello resulta incuestionable comprender que la vida es en definitiva un aprendizaje permanente y sólo en la medida que aprendamos todos los días podemos sentir que somos dueños de un conocimiento que al menos reduzca las posibilidades de equivocarnos, eso nos hará sentir seguros de lo que decimos o hacemos, adquirimos confianza y ese es un requisito fundamental para obrar bien, sin vacilaciones ni temores, como consecuencia de aquello escogemos una ruta por la que transitamos, en esa senda cualquier dificultad o escollo que encontremos en el camino es posible superarlos. La calidad no es un simple enunciado, la calidad como todo lo que es racional y científico hay que demostrarlo, en educación eso se expresa en un axioma, que es el demostrar en la práctica que no decimos lo que sabemos sino que sabemos lo que decimos.

De la dirección y evaluación de la educación en el Ecuador
Debe quedar claro que todo proyecto de cualquier naturaleza que sea, debe comenzar por tener una organización consistente que no sea permeable a circunstancias coyunturales, debe tener objetivos definidos permanentes, sólo si se cuenta con esa visión, se puede hablar de la educación como política de Estado.

La anterior reflexión nos conduce a una lamentable realidad, respecto a lo que ha sucedido frecuentemente en el Ecuador, la mayoría de directivos de la política educativa no han sido educadores, el Ministerio de Educación ha tenido como Ministros a muchos(as) ciudadanos(as), que no han estado vinculados a la actividad educativa, ha sido un Ministerio que se lo ha utilizado para cumplir compromisos o acuerdos políticos, eso a su vez ha traído como consecuencia que el nombramiento de docentes haya estado sujeto al tráfico de influencias, el cargo de profesor ha sido el más ofertado para atender demandas de empleo en los gobiernos de turno, se convirtió en consecuencia en un espacio que pasó a ser ocupado por personas sin la suficiente base de conocimientos profesionales para optar por el cargo, de ahí nace el principal elemento que ha incidido e incide en la baja calidad de la educación en el país.

Al margen de correctivos que haya que realizar en el acceso a la docencia, lo importante y prioritario es precisar cómo debe organizarse el sistema de educación en el Ecuador, y en este aspecto nos encontramos que es indiscutible que en el Ecuador existen claramente separados dos subsistemas educativos, el llamado de la educación inicial, básica y de bachillerato, y el de la educación superior que comprende la educación técnica y tecnológica, la profesional y la de posgrado.

El primer subsistema está dirigido desde la Función Ejecutiva por el Ministerio de Educación, cuya máxima autoridad es el Ministro de Educación, el segundo subsistema tiene dos organismos nacionales que se encargan, en el un caso, de planificar, regular y coordinar internamente la gestión de las entidades que conforman este subsistema, organismo que además es el que debe coordinar las relaciones de las entidades de este subsistema con la Función Ejecutiva, debiendo precisarse que las Universidades y Escuelas Politécnicas son personas jurídicas que gozan de autonomía en lo orgánico, académico, administrativo y financiero, aquello explica el porqué se condensan facultades en el referido organismo denominado en la Ley de Educación Superior, Consejo de Educación Superior, para que sea a través de este organismo de carácter nacional que las entidades de educación superior coordinen sus relaciones con la Función Ejecutiva, el otro organismo, es el de Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de las instituciones, programas y carreras de las entidades de educación superior, este organismo que controla la calidad no puede estar integrado y esto es lógico, por los representantes de las Universidades, Escuelas Politécnicas e Institutos Técnicos y Tecnológicos, para que no sean juez y parte de la calificación o estímulos que reciban por la gestión que realizan, debiendo precisar que los Institutos Técnicos y Tecnológicos no gozan de autonomía, dependen directamente del Consejo de Educación Superior.

Como organizar una política educativa integral que cohesione la gestión de todas la entidades responsables de la educación en el país para que esta responda a objetivos nacionales permanentes, a políticas de Estado, a un proceso continuo de mejoramiento de la calidad de educación, en este punto el Legislador Constituyente en el Art. 344 de la Constitución Política del Estado, no redacta con precisión cómo debe entenderse y debe desenvolverse una política educativa uniforme, como coordinar y articular los dos subsistemas antes referidos, pues en este artículo le encarga la rectoría del sistema a la autoridad educativa nacional, pero al mismo tiempo lo manda a que articule sus gestiones con el sistema de educación superior, cuando la propia Constitución en el Art. 353 establece que los organismos que rigen el Sistema de Educación Superior son los organismos ya citados anteriormente (Consejo de Educación Superior y el de Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la misma) y el Art. 351 de la misma Constitución dispone que sea la Ley la que establezca los mecanismos de coordinación del Sistema de Educación Superior con la Función Ejecutiva, estas imprecisiones del texto constitucional, ha traído como consecuencia que en la Ley de Educación Superior se injerte la creación de una todo poderosa Secretaria Técnica de Educación Superior, a lo que se le otorgan inconstitucionalmente, facultades de rectoría del Sistema de Educación Superior, convirtiendo a esta Secretaría en la instancia que asume funciones informadoras, controladora y es la que en definitiva tiene que opinar previamente sobre lo que puede hacer, no hacer, o decidir en el Consejo de Educación Superior, reduciéndole las potestades que le otorga la Constitución.

En este panorama lo que sería pertinente si se respeta la Constitución y se quiere realmente buscar medios de mejoramiento de la gestión y calidad de la educación, es darle vida al Consejo Nacional de Educación, siempre que se lo integre por los distintos actores y sectores que realizan actividad educativa en el país, el Ministerio de Educación, las Universidades y Escuelas Politécnicas, los Institutos Técnicos y Tecnológicos, la Unión Nacional de Educadores (los docentes), la educación intercultural bilingüe, la educación particular, es decir que sea un organismo integrador y con capacidad para realizar propuestas y tomar decisiones que contribuyan a fortalecer la política educativa a nivel nacional, respetando el ámbito que le compete a cada subsistema y a los distintos actores vinculados a la educación en el país, incluso se podría incorporar al mismo a un representante de la ciudadanía que debería ser un padre de familia y a un representante de los graduados de las Universidades o Politécnicas.

Adicionalmente la Constitución en su Art. 346 crea un organismo autónomo para evaluar integralmente los procesos educativos a lo interno y externo del sistema, es decir tanto el subsistema educativo hasta el nivel de bachillerato, como el subsistema de la educación superior, cuya finalidad es la de promover la calidad de la educación, este debía ser el organismo que debió plantearse legalmente se lo cree, que asuma las funciones o atribuciones que se le han conferido de manera ilegítima y atropellada a la llamada Secretaría Técnica de Educación Superior, Ciencia Tecnología e Innovación, este organismo sería el que estaría monitoreando permanentemente el desempeño docente, los planes de estudio, los programas curriculares, los diseños del perfil del ciudadano y/o profesional a formarse, en fin sería el organismo educativo técnico que promueva la buena calidad de la educación.

En síntesis sin una organización participativa y corresponsable que incorpore a todos los sectores y los actores de la educación en el país, es imposible articular un buen plan nacional de educación, que debe contar con el soporte de una evaluación técnica y permanente de pares académicos, para que existen los controles adecuados del proceso educativo, la educación no puede ni debe ser controlada políticamente, debe ser controlada por quienes sepan de educación, por los más solventes e idóneos educadores o académicos.
(Texto que formará parte de la revista libro Cyberalfaro # 21, a publicarse en las próximas semanas)
Enero 10/2011


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