miércoles, 30 de septiembre de 2009

“Paren la guerra que yo no juego”*


Medardo Mora Solórzano
http://medardomora-reformapolitica.blogspot.com/

En algunas ocasiones, en diálogos que he mantenido con la juventud en jornadas de trabajo en las aulas universitarias, les he preguntado a quien pertenece la tan bien lograda expresión, de hondo contenido humano, de exquisitez literaria y portadora de un profundo mensaje social: "Paren la guerra que yo no juego". Los que más han leído o escuchado de la historia de la civilización humana, la han atribuido a un precepto bíblico que pertenece al cristianismo, otros se la atribuyen a Mathama Gandhi, hay quienes han querido encontrar como autor a Martin Luter King, otros aseveran que la dijo Anwar el-Sadat ex Presidente Egipcio; todos estos personajes citados fueron inmolados por los traficantes del poder, por sostener que la paz no es un objetivo, sino el camino para poder disfrutar de una vida socialmente más armoniosa, con más sabor a humano, menos controversial, con menores tensiones y por ende con mayor tranquilidad.

Algunos que creen son intelectuales y que son los únicos que saben, me han dicho que esta es una frase que la pronunció Leonardo Da Vinci, uno de los abanderados del Renacimiento, otros se la atribuyen al famoso dramaturgo inglés Shakespeare, hay quienes aseguran que eso sólo se le podría ocurrir a ese gran escritor ruso que fue (Dostoievski), no falta quienes sostienen que fue el poeta nicaragüense Rubén Darío por su marcado romanticismo quien la incluyó en uno de sus poemas, los más criollos defensores de la producción literaria local, estiman que por el acentuado lirismo que caracterizó a José María Egas, nacido en Manta, él podría ser el autor de la idea traducida en una frase que me inquietó leerla y que me invitó a reflexionar sobre el sugestivo contenido de la misma.

Pero lo más importante de esta frase, que ha pasado desapercibida incluso para los que tienen percepciones distintas a favor o en contra sobre la seguridad, a las que aludía el ex -Ministro Fernando Bustamante. Lo cierto es que los estudiantes preocupados por traer una respuesta correcta, me dijeron que llamaron a la Sra. Juana Vallejo de Navarro para preguntarle y les contestó, que ella promovió fue el programa televisivo "La Palabra Correcta", no la frase correcta; otros llamaron a Don Alfonso Espinoza de los Monteros del programa "Quién Quiere Ser Millonario", y les respondió que el objetivo del programa era otro, pero que le parecía interesante la inquietud y no descartaba preguntarla en su programa.

Esta idea tampoco se le ocurrió a un diplomático ni del primero ni del quinto mundo, ni mucho menos a uno de aquellos expertos en escanciar vinos y licores en cuanta reunión social o convite les es posible asistir, aquellos que el actual Presidente, Eco. Rafael Correa Delgado, los bautizó como "momias cocteleras"; la única verdad es que la frase le pertenece a un joven que no conoce de cocteles, pero tiene como experiencia haber sido un bebedor sin horarios, uno que nunca necesitó de invitaciones de tarjetas apergaminadas para instalarse hasta cuando pudo en cantinas, en veredas, en burdeles; es un caminante de barriadas donde no llega el agua potable ni entubada, en las que no conocen las calles pavimentadas, aquellos lugares donde el viento es afortunadamente de todos porque el aire ya está contaminado, es uno de esos acompañantes leales de los moradores de esos sectores llamados tugurios, que cuando llueve, el agua no los encierra en cuartos sin goteras, más bien disfrutan de esa agua pura que cae del cielo; los relámpagos o truenos no los asustan, el arco iris los emociona y cuando el licor penetra en las entrañas más inaccesibles de su cuerpo y de su mente, ven estrellas reales o imaginarias y se iluminan con ellas, se les enciende la musa poética; por eso creo que debe haber sido en una noche estrellada que se le ocurrió a este joven manabita, nacido en Manta, de andar y vestir desgarbado; que para los que no lo conocen se llama Pedro Gil Flores, quien fue el que inventó esta frase objeto de este comentario, y estoy seguro lo hizo para exteriorizar su amor por una vida de sueños, de anhelos espirituales, para evitar pensar en proyectos truncados por la falta de oportunidades que le niega la vida; prefiere vivir un mundo donde la guerra por alcanzar el poder, donde la conflictividad por ganar notoriedad, donde la agresión enconosa no tengan cabida, por eso sus preocupaciones son mucho menos intensas que la de quienes ambicionan ser lo que no pueden ser, vive su mundo y su única arma que es su vena poética la usa para arrancar de sus sentimientos lo que piensa y cree sin recurrir a objeciones de conciencia.




Pero por qué me he detenido unos momentos para exaltar esta frase que es literaria pero, que tiene un mensaje de enorme trascendencia, que se vuelve necesario revelarla para que no pase desapercibida; para que meditemos sobre ella; para que los que creen que saben y no saben que no saben, se entretengan comentándola; para que aquellos necios de cafetines y cigarrillos que componen y descomponen el mundo en tertulias interminables, donde la única conclusión que sacan es volverse a reunir al otro día en el mismo sitio para seguir hablando de lo mismo, tengan algo más de que platicar; para que esos teóricos que pululan por todas partes, que a veces han leído mucho, pero que no les ha quedado tiempo para conocer la realidad de la vida, de esa vida que no conoce de etiquetas, no se detengan tanto en un nuevo análisis de lo que ya ha sido analizado; por eso no saben lo que es la necesidad, lo que significa el trabajo, aborrecen o maldicen de trabajar mucho, sin comprender que el trabajar es el mejor antídoto para bloquear la vagancia en la mente y en el cuerpo; que es saludable mantenerse ocupado haciendo y no diciendo, que nada nutre más al ser humano que hacer lo que puede por el bienestar de todos, que en fin de cuentas es la más grata de las satisfacciones humanas y no aquella liviana actitud de pasarse criticando a los demás y promoviendo chismes de muy baja o pésima calidad intelectual y humana.

Pero, ¿dónde está el mérito del pensamiento iluminado de Pedro Gil?, de este poeta innato al que los vicios mundanos lo atraparon, pero que quiere seguir viviendo y luchar por ello ya es un mérito; él ha entendido muy bien que el mundo real nos enseña que los seres humanos somos tan destructivos, tan amantes del conflicto, tan ambiciosos de poder o de dinero, que los negocios más florecientes de la humanidad sólo sirven para matar la humanidad. Las evidencias nos laceran el alma, es increíble pero cierto, los negocios que más dinero generan son las carreras armamentistas, el narcotráfico, el petróleo; las armas matan, el narcotráfico enferma y mata, el petróleo contamina y genera guerras por su control y manejo, como consecuencia de esa trilogía de negocios que asesinan la vida de los seres humanos; le sigue como negocio importante el automotriz, que contamina el ambiente y también va cegando vidas por la multiplicidad de accidentes que provoca, a veces nos olvidamos que caminar es saludable y preferimos tener un vehículo a tener que comer, primero es el dinero para el combustible del carro y luego ir al mercado a comprar los alimentos; por andar a prisa el congestionamiento vehicular en las grandes y medianas urbes nos hace andar lento, ya casi no podemos movilizarnos y llegar a tiempo a una reunión, esta pareciera ser una más de las paradojas que nos presenta la vida...

Cuando pienso en esta amarga realidad sobre qué negocios son los que más prosperan, es donde encuentro justificado borronear unas líneas para destacar el pensamiento de Pedro Gil, no es una frase, es un grito que debe llegar a los cuatro puntos cardinales de la tierra; hay que patentar la frase y difundirla por todos los confines del globo terráqueo; hay que exhibirla en las jugueterías para que los niños no tomen en serio los juguetes que promueven la guerra entre personajes artificiosos que la inocencia de los párvulos los adopta como ídolos buenos o malos, como héroes o villanos; hay que difundir la frase por Internet para que los juegos electrónicos sean eso, juegos y no instrumentos para aprender a librar batallas y establecer quien vence, quien gana aunque sea haciendo trampa, es el éxito de la cultura del que vence no del que lo merece.

¿Dónde está el círculo tétrico de esta triste realidad de la humanidad? La ciencia fabrica vida humana, los órganos artificiales o mecánicos crecen y se multiplican, pero el ser humano sigue siendo el gran depredador de la vida de sus semejantes y de otros seres vivientes, tan contradictorios somos, que no somos capaces de tener la menor sindéresis en nuestros actos; es fácil entender la realidad, los fabricantes de armas promueven la guerra, para combatir el narcotráfico requerimos de armas, para comprar armas requerimos el dinero del petróleo; con el dinero de la venta de armas, del narcolavado y de la explotación petrolera, poblamos el planeta de automotores, y nos contaminamos todos; tenemos alma y corazón carrozable, los que no tienen para comprar un vehículo de lujo, llegan hasta robar (me refiero a los ladrones de élite, no a los que roban celulares), pero no es difícil identificar a los corruptos que antes andaban a pie y ahora se transportan en carros de lujo y viven en mansiones fabricadas en un santiamén. Esta trilogía de negocios: armamentismo, narcotráfico y petróleo, son los que mueven la corrupción, son los que dan origen al dinero sucio; ante ese escenario sólo nos queda exclamar: ¡pobre humanidad!; en ese ambiente sólo existe una alternativa, no nos engañemos, no seamos ilusos, el único resultado es que seguirán creciendo unos pocos que tienen demasiado dinero y seguirá paralelamente aumentando el porcentaje de la pobreza, con el agravante que el crimen organizado y la falta de seguridad harán cada día más duro vivir; que para vivir dignamente sólo queda un camino luchar: por la paz, negarse a ser parte de la guerra, cuyos orígenes sabemos de donde provienen, de ese ser humano amante del poder y del dinero; por eso fatalmente cada día vamos dejando de ser humanos, cada día hay menos espacios para la auténtica vida humana, para los placeres biológicos y naturales que nos son comunes a todos, por eso hay que terminar con la reverencia al poder y al dinero, hay que enfrentar resueltamente a los fanáticos que destruyen la vida, hay que privilegiar a aquel que realmente es útil a los demás sin hacer promociones publicitarias de lo que hacen; la publicidad en fin de cuentas termina por ser engañosa, su única finalidad es conseguir clientes, en eso no hay distinción entre mercaderes y politiqueros, ambos buscan captar el mayor número de adherentes en su afán por ser poderosos y sentirse importantes a base de lucrar con su actividad en la mayoría de los casos haciendo gala de una gran mezquindad.

América Latina que ha vivido su historia con una marcada inestabilidad política, columpiándose entre dictaduras militares y regímenes democráticos, siempre fue seducida por un populismo que ha explotado las dos vertientes de la emotividad popular de los sectores marginales: su sentimentalismo y sus resentimientos; nos encanta oír promesas, lo que nos conviene, nos volvemos sordos para oír lo que debemos escuchar; por eso actualmente América Latina comienza a escuchar proclamas de guerra: Venezuela con su torrente de petrodólares invierte 2.000 millones de dólares en comprar armas de Rusia, incluyendo en este acuerdo militar el comenzar a establecer programas nucleares; Francia y Brasil celebran un acuerdo militar de largo aliento; Chile, Perú y Bolivia se arman ante posibles enfrentamientos por viejas rencillas territoriales; Colombia para combatir el narcotráfico pide ayuda militar a los Estados Unidos y genera desconfianza; Centro América con excepción de Costa Rica, fue siempre un lugar donde el gasto militar fue una de sus prioridades; ante esa triste realidad la frase de Pedro Gil es más apropiada que nunca, se vuelve más sonora, es una invitación a que pensemos que "donde hay envidia y rivalidades sólo es posible el desorden y acciones malas, los pacíficos en cambio siembran la paz y cosechan justicia, los que ambicionan lo que no pueden alcanzar combaten y hacen la guerra”, estas últimas expresiones no son de Pedro Gil, las podemos encontrar en la Biblia, por ello la propuesta es de enorme validez: no juguemos a la guerra o mejor dicho, no le hagamos el juego a los guerreros vestidos de "valientes", que codician lo que no pueden ni merecen ser; hay que estar conscientes que estos ambiciosos acaban asesinando ideales, para derrochar sus pasiones desmedidas en una borrachera de placeres materiales que son incompatibles con el lado humano de la vida. Me sumo al proyecto de cambio de Pedro Gil "Paren la guerra que yo no juego"; Colombia y Ecuador han sido y serán dos pueblos hermanos, no cometamos el disparate histórico de atentar contra esa realidad.
Septiembre 25/2009
(Paren la guerra que yo no juego, primer poemario de Pedro Gil, publicado en 1989. Este 2009 está cumpliendo veinte años)

LA VIDA NO ES UN SUEÑO

Ya no hay aspirina para el chuchaqui.
En el cementerio mira qué tetas.
La inmortalidad consiste en morirse.
Tengo pena por el mosquito que aplasté.
¿Sientes pena por mí?
La humanidad no cabe en esta ciudad.

El difunto de los millones fue enterrado en
pelotas.

El moralista ingresa al prostíbulo.

No me alcanza el billete.
Mi madre necesita una criada.

Soy comunista y doy limosna.

¿Por qué tan caros los calzoncillos?

En la iglesia sólo quedan muchachas vírgenes.
El médico seduce a una paciente inédita.
Hijo de tu madre.
Lo mataron en la huelga de hambre.

La universidad es un nido de ratas.

¿Le pondrán mi nombre a una escuela?

Se vende este país.
Trabaje majadero
Todo es posible si hay monjas recatadas.
Los que leen libros son gente inútil
Soñé que yo era un inglés en automóvil.
¿Por qué tan caro los calzoncillos?

No hay comentarios: