El pasado jueves el escritor
guayaquileño Jorge Velasco Mackenzie, de 64 años, autor de la novela Hallado
en la grieta, éxito editorial de Mar Abierto, sufrió un accidente
mientras llegaba vía terrestre desde Guayaquil a Manta.
Inmediatamente recibió atención
médica, fue precisa una sutura de 8 puntos en su rostro y gracias a Dios ya se
está recuperando.
Editorial Mar Abierto va a
reeditar la obra En nombre de un amor imaginario,
novela que tendrá un estudio crítico de Esteban Ponce, Dr. PhD y Prometeo asignado por la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación a la ULEAM con el proyecto "Equinoccialidad y Cultura".
Velasco Mackenzie vino a Manta
a definir detalles de su última novela inédita La casa del fabulante, de la que reproducimos un pequeño fragmento
a continuación:
La entrada
La Casa se hallaba al sur de la ciudad, era una
construcción blanca de hormigón cerrado, con grandes prados y una piscina al
centro; la habitaban una docena de internos, pacientes extraños que jamás
podían salir hasta que terminaran su recuperación. Mateo había llegado
acompañado de sus hijos, el mayor caminaba adelante, indicándole la ruta, él,
tembloroso, apenas podía avanzar, al acercarse a la puerta de entrada trastrabilló,
ninguno de los dos pudo sujetarlo y cayó al piso. Caído levantó los brazos y
fue izado como uno de esos monigotes de aserrín que se queman para fin de año.
Mateo no lograba explicarse qué había pasado, solo que el mundo se le vino
abajo, se nubló y se le cayó encima. Ahora, en la caída, su rostro dibujó una
derrotada sonrisa; era sin duda otra versión de la caída, como la de Jesús. Fue
llevado adentro por los hijos que lo encaminaron a su cuarto, avanzó solo,
porque un enfermero les dijo que estaba prohibido para los familiares llevarlos
adentro: “Solo los enfermos”, les explicó aquel hombre rechoncho, levantando un
brazo lleno de vellos cerrando el paso; Mateo alcanzó a divisar el fondo del
corredor: vio una puerta abriéndose, alguna luz cortada, sin brillo. Ya dentro
del lugar, permaneció muy inquieto sentado en la cama, la cama caída en las
baldosas, viendo el pasar de una colina de hormigas cargando un peso enorme,
como culpa. Los hijos se fueron, el motor del coche sonó con un ruido de
espanto.
(...)
Jorge Velasco Mackenzie. |
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