miércoles, 6 de enero de 2010

La Chambita: un baile montubio de la Revolución Alfarista


Por: Wilman Ordóñez Iturralde

La Chambita fue un baile tradicional montubio (mestizo) de la Provincia del Guayas. Su periodo histórico (romántico) está comprendido desde 1890 hasta 1910 (última década del siglo XIX, primera década del siglo XX). El nacimiento de este baile tuvo relación al compromiso que las Guarichas (montoneras) adquirieron en los combates de la guerra Liberal-Radical del General Eloy Alfaro Delgado en las agrestes montañas litorales de nuestra provincia. Decíase Chambita a las mujeres combatientes que disipaban el ocio de los guerrilleros en momentos de mayor tensión del conflicto. Si bien su acepción (Chamba) refiere al trabajo, es muy probable que ésta tenga que ver -según la interpretación montubia- con la metáfora de la mujer laboriosa, fuerte y solidaria con su causa y destino.

Las Guarichas (mujeres que suelen acompañar a los soldados) al ver que sus compañeros en armas combatían montaraces al ejercito republicano y hasta pasaban días sin dormir, buscaban el momento (lúdico y festivo) para recrear el sentido y la función que el combate les representaba. Dos de estos versos (amorfinos) que dio pie y sentencia al baile, fueron estos que recogí de boca del guitarrero Villalba:

Chambita no seas así
Dame pique y dame pase
Que quiero verte mover
Desde el cogollo al ate.

Lo que la montubia interpretaba como insinuación y picardía, al tiempo que respondía con sorna los siguientes versos:

Montubio que estás aquí
Pidiendo pique y pidiendo pase
A ver si eres tan macho
Cuando te coja al catre.

Esto fue asir y burla (según el montubio Villalba) de los combatientes que vieron que La Chambita dispuesta al baile acababa de sorprender al guerrillero que le lanzó los insinuases versos.
El cante, los versos y la coreografía de La Chambita que pude reconstruir fue hecho en base al relato que el montubio cantor Villalba (+) esposo de mi tía Shirley Iturralde (+) -del río Los Amarillos- del Cantón Simón Bolívar (Provincia del Guayas) me indicara en ratos de fraterno diálogo en su casa de caña y cade a orillas de Los Amarillos en una amplia sala llena de santitos y machetes cruzados “para espantar a la muerte”.

El montubio Villalba me cantó los siguientes versos (que dijo: a su vez se los había cantado su tío abuelo y él vio bailar cercano a los 11 años):

Chambita si tú me quieres
Sal a bailar enseguida
Ponle punta y ponle taco
Hasta que esclarezca er día.
Ponle punta y ponle taco
Hasta que esclarezca er día

Levántate de arrebato ¡¡er pollerón!!
Zapatea el estribillo
Tente en pie cuando yo cruce
Er doblón de tu sordina.
Tente en pie cuando yo cruce
Er doblón de tu sordina.

Chambita que er baile sabes
Y al acordeón domesticas
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.

Levántate de arrebato ¡¡er pollerón!!
La enagua que me acoquina.
Negrita si tú me quieres
Sal a bailar la chambita
Negrita si tú me quieres
Sal a bailar la chambita
Levántate de arrebato ¡¡er pollerón!!
La enagua que me acoquina.
Negrita si tú me quieres
Sal a bailar la chambita
Negrita si tú me quieres
Sal a bailar la chambita.

Si bien los versos de La Chambita sugieren que es el montubio quien invita a bailar a la montubia o le insinúa iniciar una relación coital después del baile, es la montubia quién acomete el inicio del baile como si fuera a combatir su última batalla.

Tiempo después, regresando al río Los Amarillos, cuando los mojigos hacen su agosto en la fiesta religiosa de San Agustín, vi bailar La Chambita por un grupo de campesinos (montubios) que se reunían para coger al chancho encebado. Esto fue lo que vi:

En torno a un espacio abierto, tapados por una ramada, había cerca de veinte parejas reunidas que jugaban al chancho encebado y reír mucho, como si fuera la última vez que reirían colectivamente. Fue entonces cuando un montubio adulto se separó de la ramada y recogió de una esquina una guitarra de madera que esperaba impaciente el retiro de su dueño. El montubio pidió se iniciara el baile. ¿Cuál, le preguntaron las impacientes mujeres? A lo que el montubio guitarrero y cantor contestó: La Chambita, bailemos el baile La Chambita que solían bailar mis abuelos. Sí, sí, gritaban todos y fue entonces cuando cada quién tomó una pareja y puso en coso su cuerpo.
El montubio cantaba:

Chambita que er baile sabes
Y al acordeón domesticas
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.

Todos daban vuelta alrededor de la pareja con entrada y salida de su lugar de inicio. Luego, -cogidos de las manos-, hacían rueda y tronaban las palmas al rato que seguían el estribillo:

Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina.
Jerruntate pa que pueda
Seguir ar pie la molina

Acto seguido los montubios, en parejas, -como si fueran a bailar una polca-, daban saltos con fuertes golpes de zapateos. El baile terminaba cambiando de parejas y volviendo al círculo del origen. La melodía la recuerdo así: lalaralaralarala, lalaralaralarala, lalaralaralarala, laralaralaralarala.

Que agradable fiesta. Solo faltó el acordeón, al que aludían los versos. Esto fue hace veinte años. Sería bueno regresar al río Los Amarillos.

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