Por: Medardo Mora Solórzano
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Qué puedo decir después de haber escuchado a talentos tan claros, a hombres de pensamientos tan elevados, que evidentemente me hacen sentir más sencillo de lo que naturalmente soy.
Tengo la suerte de ser un buen amigo del actual Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que es Marco Antonio Rodríguez, amistad que la hemos mantenido y cultivado, porque pienso que tenemos ideales, principios, anhelos y quizás un espíritu que nos identifica y que no son comunes. He leído a Marco Antonio como un extraordinario poeta y escritor pero ahora que lo escuché realmente me sentí abrumado, y no exagero si me siento empequeñecido al saber que este país tiene mentes superiores que no solamente dicen cosas de ocasión, sino que saben lo que dicen y saben por donde transitan en la vida, gracias Marco Antonio por ser usted el anfitrión de un acto que lo digo con la más sentida sinceridad, no es un acto que lo quise personalmente; aquí frente a nosotros está sentado un joven talento, un brillante escritor ecuatoriano, que por fortuna para la universidad mantense, para la universidad alfarista de Manabí, dirige un proyecto editorial, Editorial Mar Abierto, Ubaldo Gil ha querido, porque él es el autor de los libros no yo, recopilar algo de mi pensamiento en estos textos, y ha tenido la generosidad de pedirle a la Casa de la Cultura que les presente en esta noche fría, pero con la enorme calidez que he sentido de usted Marco Antonio y de estos verdaderos filósofos como el Dr. Fernando Tinajero, porque usted es un filósofo de verdad yo apenas un alumno de Jaime Chávez Granda que fue parte de esta Casa de la Cultura y a quién yo admiré porque fue el maestro que me inculcó en la vida este afecto por la filosofía.
Usted no se equivoca, Dr. Tinajero, cuando afirma de que no soy un hombre amigo de hacer expresiones discursivas, soy un hombre que pienso que las palabras que no tienen algún tipo de coherencia con los actos no tienen ningún tipo de valor, para mí son las actitudes y acciones las que van identificando a la persona. Usted es uno de los hombre Dr. Tinajero, y se lo digo de corazón, que siguen siendo una reserva de esta patria y que nos estimula a quienes creemos todavía en la posibilidad de un mejor Ecuador, a seguir luchando sin ningún tipo de pausas y sin abdicar de nuestros principios porque podamos algún día ver a esta patria que ha sido encarnecida por una serie de audacias y de atrevidos para reducir las situaciones o para conducir las situaciones que hoy en día la mayoría del país lamenta. Pero cuando encontramos a personas de este pensamiento tan extraordinario, de tanto contenido y acerbo de sustento en lo que se dice, realmente nosotros como ecuatorianos de bien nos sentimos estimulados y motivados para seguir en esa línea de actuar de acuerdo a nuestros principios sin el más mínimo renunciamiento, aunque eso significa a veces divorciarnos de realidades que no siempre nos dice que esos principios son los que tienen las posibilidades de tener algún tipo de “éxito” en esta vida. Pero no se trata de eso, si no de no defraudarnos, eso siempre ha sido y será lo más importante en mi vida, el que tengamos a veces las circunstancias de no ser bien entendidos, es circunstancial, lo importante es que tengamos una línea de pensamiento coherente.
No me siento escritor porque no lo soy, me siento simple y llanamente un ciudadano que he dedicado mi vida a actividades que no las he disimulado y no las oculto jamás; he sido una persona que me formé en una profesión (quizás esto heredado de alguna manera de familiares muy cercanos a mí como mi padre) e incursioné en la carrera de Derecho. No me siento de ninguna manera en la vida frustrado, siento que el Derecho bien entendido es una ciencia que nos permite poder transitar con la suficiente seguridad y confianza en uno mismo para sentir que el camino que uno escoge no es un camino arbitrario, no es un camino que nos permite estar sujeto a cualquier señal de retiro que nos va presentando la vida. Soy una persona que por vocación -y esto todavía sigue siendo algo que no termino de explicármelo- me gustó el ejercicio de la docencia (es una vocación que nació estando todavía en cuarto año de universidad) y comencé ejerciéndola en un colegio donde la enseñanza era absolutamente gratuita para alumnos y profesores -los profesores no cobrábamos absolutamente nada-, ese era el colegio Juan XXIII nocturno, anexo al colegio La Inmaculada en Guayaquil; siempre repito que desde cuarto año de universidad nació una vocación por la cátedra que jamás abandoné y la mantengo con la misma intensidad e invariable afecto por sentirme vinculado a esa juventud: a la que he querido entregarle criterios orientadores. De ahí surge este deseo de escribir algo que no lo he publicado, eso sí lo quise escribir pero nunca lo pude publicar porque me resultó demasiado extenso, y que es este exactamente el libro de Filosofía de la vida o la vida es una filosofía, eso tenía una segunda parte que es una recolección de pensamientos que lo fui escribiendo, y de repente Don Ubaldo Gil dijo: esto lo vamos a publicar, lo publicó y me convirtió en autor de uno de dos libros y de no sé cuantos ensayos más que él quiere que aparezcan como que son de mi autoría.
Soy una persona que si se me invita a que diga o haga algo lo digo y hago con el más profundo desinterés, y ahí si me confieso profundamente socrático, es decir para mí donde no hay desinterés no hay virtud, y para mí sin virtud no hay ningún proyecto de vida que valga, lo virtuoso es el punto de partida de una premisa fundamental para cualquier proyecto de vida que una persona tenga. De tal manera que quise entregarles a los jóvenes un texto que conteniendo una serie de conceptos sobre palabras, de repente no son exactamente bien interpretadas ni entendidas, sirvan para orientarlos en este aspecto. Mi deseo es contribuir a orientar a la juventud, con los cuales me encuentro identificado y familiarizado, y soy una persona que nací y me siento vinculado a la actividad del campo, a lo que es ese trabajo que lo sé profundamente sacrificado y donde están los verdaderos marginados de nuestra patria. Ellos sí saben lo que nos enseñó Pancho Villa: “Las tortillas no se hacen con palabras sino con maíz”.
Soy un hombre que creo en ese Quijote que nos enseñó que “Del dicho al hecho siempre existe algún trecho”, porque creo en la posibilidad de que nuestros pensamientos, ideales, anhelos y aspiraciones de ver que la justicia no sea una palabra, una quimera; porque pienso que es posible que luchemos para que la justicia tenga un sitio en la convivencia civilizada en las personas, es que sigo vinculado a la tierra y su trabajo que comienza a las cinco de la mañana y termina cuando el sol se oculta. Entonces sigo en eso, en la cátedra y siendo un hombre que no renunció a ser un profesional del Derecho (me encanta el Derecho y no quiero tener un título que cuelgue en la oficina o en algún lugar de mi casa, sino hacer lo que me enseñaron en la universidad).
Me siento privilegiado al estar en este auditorio con el nombre de tan ilustre hombre de cultura -el Dr. Benjamín Carrión-, estar en este escenario es un privilegio que no imaginaba, menos estando la Casa de la Cultura presidida por un amigo de extraordinaria generosidad y calidad humana, como es Marco Antonio Rodríguez. Así qué puedo decir o agregar, después de haber escuchado, a tan distinguidos pensadores de nuestra patria; agradecerles a todos los amigos y amigas que han venido, a quienes han promovido este acto, decirle a Marco Antonio Rodríguez, Ubaldo Gil, Fernando Tinajero y Marco Xavier Rodríguez, que jamás podré olvidar el gesto de ustedes para conmigo, solamente aspiro a seguir siendo un hombre sencillo y que la vida me regale la oportunidad de continuar siendo un hombre de bien, que nunca abandone aquello que siempre quise: ser útil a los demás y jamás utilizar a nadie. Mil gracias a ustedes por esta magnífica noche que me han hecho vivir.
(Palabras pronunciadas tras la presentación de sus libros Reforma política: anhelos y realidad nacional y Filosofía de la vida o la vida es una filosofía, acto realizado en la Casa de la Cultura Benjamín Carrión en Quito)
Pie de foto: Medardo Mora Solórzano, tras la culminación del acto de presentación de sus libros.
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