jueves, 15 de abril de 2010

Recio cual guayacán

El poeta Luis Zambrano Robles y su obra


Ubaldo Gil Flores

Para la Editorial Mar Abierto constituye en un acto de suma importancia humana compartir este acto con el Grupo Cultural Manta y de modo especial con don Luis Zambrano Robles, por más señas nacido en Calceta en 1938, manabita de sepa y calificado por la maestra maruja Cedeño de Delgado “hombre noble, sencillo y soñador” quien nos reúne para compartir su sensibilidad artística de poeta y sobretodo y fundamentalmente su enorme sensibilidad humana ya que a su edad no solo que es recio como un guayacán, sino que nos invita a valorar las raíces de la existencia y la naturaleza al obsequiarnos un libro lleno de valores humanos y también una planta de guayacán para poder defender y ayudar al equilibrio de este mundo y tierra que hoy sufre graves trastornos naturales, y acaso irreversibles daños, producto de la irrefrenable ambición humana y la codicia desmedida de las grandes potencias que han destruido al planeta, pero que no destruirán la nobleza y el alma pura de gente como don Lucho Zambrano que pese a todas las angustias del presente y futuro, mantienen de pie a la esperanza y el amor hacia sus seres queridos, desde sus padres, hermanos, hijos, la ciudad donde vive y el canto a la belleza física y espiritual de la mujer manabita.

En mi calidad de editor y director de la Editorial Mar Abierto, me resulta difícil el ejercicio y aplicación de un análisis literario de la obra, por cuanto sería como escribir y contestarme, ya que se supone que si edito el libro es porque lo he valorado desde que llegó a mis manos. Un error de editor que con seguridad no volveré a repetir, puesto que mi función en el marco de las distintas publicaciones que van desde literatura, historia, comunicación, folklore, filosofía, literatura infantil, educación, es otra, mi función como editor en básicamente olfatear si es que el término lo entendemos como la capacidad de percibir si una obra es buena y funciona en un nicho de mercado y por lo tanto amerita salir a la luz y ser compartida por el lector, ese ser anónimo, presente y ausente que funciona como una mano amiga y a veces como un verdugo que ha perdido toda sensibilidad ante una voz que sigue siendo fresca y que no se ha dejado atrapar por las asperezas de la vida.


Ubaldo Gil compartiendo con el público su lectura de este poemario.


Sin embargo como asumí expresar unas palabras como técnico en lingüística y literatura, quiero puntualizar y destacar algunos méritos formales del vate Zambrano: el poeta se acoge a la retórica literaria tradicional que utilizaban los grandes maestros, como Quevedo, Góngora o Rubén Darío, es decir sus versos bien alejandrinos decasílabos o endecasílabos, logran a través de la rima clásica una entonación y musicalidad que hace asequible y llena de ensoñación al lector que prefiere la poesía clásica, modernista o romántica; desde el punto de vista temático nuestro autor hace un recorrido por los vasos sanguíneos de la existencia familiar y del entorno social, siempre con una mirada cariñosa, con un modo de ser amable y sin ningún ánimo de fijarse en las atrocidades y los horrores que por momento la vida nos ofrece.

Don Luis Zambrano es autor que responde a toda una generación, yo diría a toda una sensibilidad que todavía no logra conectarse con las sensibilidades del anti poesía, del verso libre y del lenguaje soez, brutal a veces, pero que no deja de ser sensibilidad y que responden a un contexto cultural determinado. Pero quiero ser enfático en rescatar y valorar los versos del guayacán, son versos trabajados con responsabilidad, desde una formación y una visión del mundo coherente con su propio destino, no son versos irresponsables en el sentido formal de llamarle soneto o lira a cualquier cosa que pase por la cabeza o las manos, cito por ejemplo los siguientes versos tomados del poema “Corazón de madre”:

Brilló en los cielos una luz más clara,
Y apareció en las fuentes del paisaje
El símbolo de amor en forma rara,
Hasta en floridas ramas del boscaje

La negra parca con su cruel guadaña,
Con su misión de fría mensajería,
Le arranca un hijo en edad temprana
Aunque la madre gime y desespera.

Pero la Fe, ya en tiras desgarrada,
Volvió a tu corazón y a tu conciencia y sosegada paz ya rezagada,
Tranquilizó de nuevo tu existencia.

Si comparáramos estos versos que son bien labrados con entonación, rima y musicalidad escritos desde una sensibilidad muy peculiar que no abandona ni quiere salir del paraíso, inocencia infantil, con versos solo por ilustrar con un ejemplo de Pink Floyd, quien hablándole a la madre dice: “madre crees que le gustará mi canción, madre crees que intentarán romperme las pelotas”. O mucho más si los comparamos con los versos del poeta Pedro Gil, quien en el poema Madre dice: “vine a cantar y estoy perdido entre los artistas del descontento, me hiciste con ganas madre, cuando sea famoso hablaré de ti, hablaré”.



Leonardo Moreira (Vicerrector académico ULEAM); Presidenta Grupo Cultural Manta; Medardo Mora (Rector ULEAM); el autor y su esposa.

Estamos pues ante sensibilidades distintas, como dos trenes que corren a velocidades extraordinarias en sentido opuesto, por eso escribí que se trata de sensibilidades que no logran encontrarse pero que seguramente tendrán que aprender a mirarse aunque sea desde lejos, por la salud de todo el tejido social y cultural de nuestra provincia, región Manabí y el país.

Si en la geopolítica y en la globalización mundial, vivimos una era de conocimiento y tecnología con generaciones que todavía no alcanzan a morir y otras que no alcanzan a nacer, la presencia de este poemario y su autor nos invita a la reflexión porque en todo caso se reafirma con este libro la voluntad de un guayacán que sigue de pie en la naturaleza sin doblegarse en el uso del lenguaje y en su percepción de la vida; y me consta porque cuento como anécdota, que cuando yo lustraba zapatos, hace ya algunas décadas tuve la suerte de conocer y de recibir unos cuantos cajones que me ayudaron a sobrevivir y sobre todo a sentir que había alguien bueno por ahí en la calle, lo cual es muy reconfortante para un niño que tiene que volverse adulto antes de tiempo pero que aprende a ver al mundo desde distintos ángulos y distintas posiciones. Sin caer en el melodrama o el sentimentalismo que tanto daño le hacen a las culturas ecuatorianas, valoro sobre manera la coherencia de vida del autor que nos convoca, porque sus gestos cotidianos, su habla y su modo de ser, han sostenido y sostienen su discurso poético, no se ha traicionado a sí mismo, y eso es un ejemplo para su generación, y con seguridad para quienes empiezan a borronear versos puede ser una puerta que les permita mirar esa sensibilidad necesaria para un mundo y un país que necesitan paz, armonía y esperanza.
(Comentario leído en la presentación de la obra Recio cual guayacán, realizada el viernes 9 de abril en la Sala de Conciertos Horacio Hidrovo Peñaherrera de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí)

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