jueves, 23 de agosto de 2007

La Editorial Mar Abierto y su apoyo a la literatura, las culturas y la academia universitaria ecuatoriana




Por: Ubaldo Gil Flores

Si partimos del axioma irrefutable que las grandes culturas y civilizaciones crecen y se desarrollan del paso del lenguaje oral al lenguaje escrito, en la construcción de religiones, entendiendo que la poesía tiene un halo místico y sagrado donde el hombre se acerca y se ilumina con Dios, pero además si consideramos que las culturas se desarrollan en las construcciones simbólicas, son los símbolos más fuertes los que permiten que la psiquis social e individual tengan la suficiente fortaleza para lograr que el hombre y la sociedad mejoren.
Dentro de esta línea de pensamiento nace la Editorial Mar Abierto en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, porque comprendimos con precisión que en la historia de los países desarrollados las editoriales han servido no solo como tamiz y como instituciones donde se fragüe con alto criterio la literatura y el pensamiento universal, sino que también las mismas editoriales han contribuido a la consolidación de la democracia en esa dinámica de financiar, promocionar y fundamentar a grandes escritores, científicos y pensadores nacionales o universales.
En un país como el nuestro de tantas desigualdades en los procesos sociales, culturales y económicos, con geografías que tienen mayores privilegios y ventajas frente al estado, Manabí históricamente ha sido relegada, pero también sus dirigentes y sus contados líderes han hecho poco por contribuir al desarrollo del arte y la cultura, en este sentido nuestra universidad en apenas veinte años ha consolidado varios procesos y estamos convencidos que con esta editorial aunque llevamos ocho años editando libros a penas podemos sentir la satisfacción de que hemos superado algunas limitaciones que como culturas en Manabí no habíamos desarrollado: la cultura del buen decir o el máximo respeto por la gramática entendida como arte y ciencia, la tolerancia frente a otras tesis o argumentos, la predisposición a superar intereses personales o de grupo para pensar en lo colectivo, la necesidad de entender que en el mundo de la globalización y el conocimiento el libro tiene una naturaleza de arte, es una construcción simbólica que puede durar un año o miles de años, pero también es un objeto de mercado que debe estar sometido a las mismas reglas y leyes que impone la contemporaneidad, por ello la necesidad de estudiar los procesos de competitividad, marketing y ventas.
Hablo más como editor que como crítico literario o escritor, estoy metido en el mundo de los libros desde mi más corta edad, siento una sensación extraordinaria al leerlos, escribirlos o editarlos, y sé por experiencia propia, por el amor y pasión que tengo hacia los libros lo que ocurre en nuestro contexto social y sé con claridad porqué no evolucionamos individual y colectivamente con escritores, poetas o científicos que tengan trascendencia nacional e internacional, fenómeno que no es exclusivo de Manabí sino que es un problema nacional y aquí tiene mucho que ver el manejo profesional de lo que también se califica como industria editorial o industrias artísticas.
En nuestro país y más aún en nuestra región un escritor, poeta o académico si es responsable en su trabajo creativo o investigativo, labor que además debe entendérsela como la de ser carpintero, mecánico, pescador, campesino o cualquier otra actividad de sobrevivencia humana, con la única diferencia que el artista o académico debe o tiene una sensibilidad especial, cumple un rol simbólico en la evolución social y en la medida en que sea grande su espíritu y su trabajo se convierte en un patrimonio de su tierra pierde su individualidad para entrar al imaginario colectivo, para convertirse en el alma de su pueblo. Por eso es que hablamos de Cervantes pensado en España o decimos Víctor Hugo y sentimos el genio creador de Francia, o mencionamos a Hugo Mayo y deducimos la grandeza poética de un país y de una tierra en concreto, Manta. Es Hugo Mayo el que nos puede permitir entender mejor todo el engranaje de lo que estoy compartiendo con ustedes, de un puerto de pescadores sin ninguna tradición literaria surge este espíritu rebelde, lleno de ingenio, incomprendido en su tiempo al extremo que tuvo que irse a vivir a Guayaquil y hacer su vida allá, incomprendido en su generación, un hombre extraordinario por su valor y su carácter para mantener firme su ideario estético de vanguardista y su coherencia y consecuencia con su destino de escritor.
Comprendió mucho antes que Truman Capote que cuando Dios nos da un don también nos da un látigo y ese látigo son todas las barreras, las limitaciones personales, las crisis emocionales, la desesperación frente a la soledad de la escritura, el sacrificio de limitarse ante su propio bienestar y de su familia, todo con tal de dejar un legado a su ciudad, su país y el mundo. Claro que Hugo Mayo es un caso excepcional, de valentía, de talento y de genio poético. Pero muchos de nuestros talentos son derrotados por el contexto social y por las limitaciones de nuestra educación y el contexto cultural, en un país donde vivimos con placer sadomasoquista entre la frustración, la queja y la incertidumbre, la mayoría de creadores, como decía antes, si son responsables en su trabajo se demoran cinco años en escribir un libro, otros cinco años en buscar quien les financie el libro y otros cinco años en venderlos, por lo regular de mano en mano, en un contexto donde no hay librerías y donde mucha gente compra libros creyendo que están haciéndole un favor a un determinado autor; es casi un oficio de misericordia y en este conjunto de situaciones aunque haya talentos reconocidos por esfuerzo y temperamentos particulares son pocos los que sobresalen individual o colectivamente, por eso la Editorial Mar Abierto tiene varios planes estratégicos, queremos crecer en conjunto como culturas manabitas privilegiando el sentido de nuestra región y de nuestro país, respetando las diferencias de tesis, actitudes personales o psicologías sociales.
En la foto: Damia Mendoza, tras la presentación de su libro en la sala de teatro Prometeo de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, junto a ella miembros del grupo Ateneo de Quito, y a la derecha el director de la Editorial Mar Abierto, Ubaldo Gil.


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