Freddy Ayala Plazart, leyendo su texto. |
Por: Freddy Ayala Plazarte
Es
una complacencia, en esta ocasión, haber sido invitado por la Editorial Mar
Abierto a dar estas palabras sobre la obra ensayística del gran escritor
ecuatoriano Miguel Donoso Pareja, a riesgo de que esto apenas permita
dimensionar la magnitud de su pensamiento y que, por tanto, se trate de un
autor consagrado y reconocido en la literatura ecuatoriana y latinoamericana.
Muchos críticos y lectores se han acercado a su pensamiento, y seguramente lo
seguirán haciendo, en buena hora que esto suceda. De mi parte, ante ustedes,
solo pretendo, desde mis palabras, aproximarme a las motivaciones históricas y
culturales, de este importante escritor, novelista, ensayista, poeta, narrador,
crítico literario, antólogo.
Pienso
que si uno viaja por un siglo de ideas y alcanza a recoger los vericuetos de
una época, con el interés de traspasar los límites de lo que la realidad
muestra, entonces, la posibilidad radica en utilizar el pensamiento y el
lenguaje como instrumentos para poner en cuestión lo que un tiempo oculta:
oculta pensamientos, oculta lenguajes, pero también el lenguaje y el
pensamiento permite desocultar otras identidades. La vida, podría decirse, es
un discurso imaginado, hablado y escrito, para ser vivido, para sucederse en
ella misma y, por excelencia, un relato sumido, de cierta manera, a los actos
inconscientes.
Esto
es algo que a Donoso Pareja le ha sucedido a lo largo de la narrativa
ensayística que ha publicado, con acierto, la Editorial Mar Abierto, esta obra
nos demuestra que no es tan sencillo indagar en el inconsciente de una época,
mucho menos entrar al debate socio-cultural de lo que caracteriza lo
ecuatoriano. Una sociedad contrastada por la identidad, en la cual el autor se
preocupa, entre otros temas, por explorar la identidad como esquizofrenia,
partiendo de temas políticos como la territorialidad, lo tradicional, lo
heroico, lo republicano, lo moderno, la apropiación, lo afroecuatoriano, lo
indígena, lo mestizo, lo criollo, el fútbol, la migración, la música ´nacional´,
la gastronomía de la región sierra, costa, Amazonia, el lenguaje coloquial; a
veces dando referencias en torno a las yuxtaposiciones como el quichua y el
castizo (castellano), que forman en conjunto parte del modo de vida y del
hablar en las regiones del litoral y de la serranía.
En
varios pasajes del libro, uno puede comprender el espíritu combativo de Donoso
Pareja, su irreverencia a un problema nacional, histórico, arraigado en el
imaginario social, suscitado por el regionalismo: costeño y serrano; “Yo soy el
chullita quiteño” “Guayaquileño madera de guerrero”, dice en un fragmento de
las canciones, que cita Donoso Pareja), con todas las paradojas y discordancias
que esto implica. Al hablar de estas dos ciudades que llevan el protagonismo
político, intelectual, social y mercantil en el país. Un país, en su
constitución, necesita estas paradojas, véase por ejemplo que La Habana es la
capital de Cuba y que Santiago de Cuba (ubicada a 18 horas, en bus desde La
Habana), es la ciudad donde empezó verdaderamente el espíritu revolucionario.
Lo mismo sucede con Lima, la capital del Perú, donde se archivan y se
concentran instituciones patrimoniales del Estado, y que algún momento el Qosqo
(mejor dicho Cusco, ubicada a 22 horas de viaje en bus desde Lima), fue la
capital del imperio incaico, considerada el centro del poderío del
Tahuantinsuyo, y que posee gran parte de centros arqueológicos más visitados
del país.
A
donde quiero ir con esto, es a que las ciudades son las embajadas de los
saberes y los conocimientos, de los ideales, y las utopías que transforman a
una colectividad, sean estos tradicionales o cosmopolitas. Las sociedades,
asimismo, han aprendido a adaptarse a los cambios tecnocráticos, tecnológicos
de una época, con sus paradojas culturales. Ecuador, sin embargo, es un país
que se ha construido innegablemente desde la división antes que la unión. Ya
decía Adoum que el regionalismo en lugar de enriquecernos, más bien nos ha
divido. Es cierto, que la colonización nos ha marcado en varias dimensiones
étnicas, genéricas, raciales, de clase social, y que estas problemáticas han
generado rupturas, fragmentaciones, tomas de poder y de decisión. Por ello, el Donoso
Pareja, fundamenta sus puntualizaciones de la identidad en torno a la obra de
Jorge Enrique Adoum: Ecuador: señas
particulares, así como referencias del filósofo Bolívar Echeverría,
Alejandro Moreano, Eugenio Espejo, del padre Juan de Velasco.
Pero,
¿cómo afecta la identidad regionalista en el pensamiento crítico de Donoso
Pareja? Quizás, por esto, el autor recurre a la literatura ecuatoriana, como el
campo del conocimiento y del saber para reflexionar los problemas sociales,
económicos, políticos, culturales, étnicos, que muchos escritores ecuatorianos
han evidenciado en sus obras. Los ensayos: Los
grandes de la década del treinta, Nuevo realismo ecuatoriano: la novela después
del treinta, Novelas breves del Ecuador, son, para Donoso Pareja, relatos
claves en la comprensión de la identidad ecuatoriana. Puesto que ahí está
contenida gran parte de las paradojas entre lo rural y lo urbano, el mito y la
razón, la oralidad y la escritura, el campo y la ciudad, el campesino y el
ciudadano. Aquel nostálgico Ecuador de los años 30, en proceso de
industrialización, de instauración de instituciones del Estado, pero, a la vez,
de insurgencias en movimientos obreros, que inspiraron obras trascendentales como:
Las cruces sobre el agua de Joaquín
Gallegos Lara, Baldomera de Alfredo
Pareja Diezcanseco, Los Sangurimas de
José de la Cuadra, o Un hombre muerto a
puntapiés de Pablo Palacio, y que dicha literatura hacia los años 60-70 fue
retomada por el movimiento Tzántzico, con matices de protesta, en solidaridad por
la condición socio-económica del obrero, el indígena, el afro.
La
obra publicada por la Editorial Mar Abierto en la cual Donoso Pareja recurre a
la literatura, como tema principal para sus meditaciones y reflexiones, en
varios ámbitos, constituye, de este modo, un referente para estudiar el
pensamiento social, cultural, narrativo del Ecuador, ya sea como crítico,
espectador, y con la nostalgia de haber estado exiliado 18 años en México, el
autor toma conciencia de la época y de la memoria colectiva e individual. Acaso
cabría aquí decir como Jorge Carrera Andrade, que es un País secreto.
Pienso
que el pensamiento de Miguel Donoso Pareja debe ser tomado como fuente de
conocimiento en la comprensión de nuestra identidad nacional: polémico,
aceptado, o puesto en discusión, pero esa, precisamente, es la tarea de un
escritor en la sociedad, entrar al debate con su pensamiento y con su obra.
Austin, en este sentido, decía que: decir
es hacer, escribir es hacer.
Así,
Donoso ha entrado en diálogo con la historia de los pensadores ecuatorianos,
desde su posición de escritor, pensador, crítico, ciudadano, habitante, de un
país heterogéneo, intervenido por los gobiernos de turno, como también
enriquecido por el folclor, y las expresiones culturales, fortalecido por el
ritmo de sus habitantes.
Habría
envejecido el cuerpo del maestro, no así su pensamiento, y el impulso de un
tiempo, de una época, queda en quienes finalmente estén impulsados a difundir
su pensamiento. Quién mejor que los lectores para transmitir el pensamiento de
un escritor como Donoso Pareja, quién mejor que nosotros para inventar ese
cajón de la memoria oral, tan nuestra. Estoy convencido de que así como la
historia de la historia, la historia de las ideas, la historia de la
imaginación (si es que la hay), la historia de lo ausente, la historia de los
historiadores, llegará el momento de volver a leer este libro. Pido un aplauso
a la memoria de Miguel Donoso Pareja, uno de los grandes de las letras
ecuatorianas.
(Texto
leído el lunes 28 de septiembre, a propósito de la presentación del libro Obras
completas, ensayos, del escritor Miguel Donoso Pareja. Presentación realizada
en el marco de la Feria del Libro Puce 2015)