Willington Paredes Ramírez
(historiador guayaquileño)
"No naufraguemos en las oleadas del engaño, de la corrupción; de la retórica hueca y sin contenido, de las promesas falsas, de la populachería estridente y grotesca, de las vivarachadas criollas; nada hace más daño a una sociedad que gente sinvergüenza pasando por inteligente".
"La universidad tiene que volver a ser la reserva cívica de la Patria, para ello es imprescindible relacionarse y rendirle cuentas a la sociedad teniendo una conciencia clara del escenario donde se desenvuelve en el mundo de nuestros tiempos, aquello no es ninguna entelequia ni es tampoco un actitud discursiva, es un desafío objetivo y real”.
"Si aprendemos llegamos a saber, y si sabemos tratemos de saberlo de la mejor forma posible que ese sea el lema de nuestro esfuerzo y comportamiento de siempre".
Medardo Mora Solórzano
"La educación única vía hacia la igualdad" (Tomo I p: 189, 214, 215)
Antes de introducirnos en la necesaria reflexión y análisis sobre un nuevo aporte al pensamiento y a la educación ecuatoriana, que una vez más nos trae el prestigioso intelectual y maestro manabita Medardo Mora Solórzano, quisiera plantearme dos preguntas fundamentales que a mi juicio son las que me permitirían interpretar y comprender por qué en Medardo Mora la praxis educativa es análisis, reflexión, crítica y comprensión, y cómo y por qué todo pensar el proceso educativo tienen que hacerse desde el campo reflexivo y crítico. Estas dos preguntas son las siguientes:
1.- ¿Se puede ser profesor, educador y maestro, como lo es y ha sido siempre el doctor Medardo Mora, y al mismo tiempo no pensar, analizar y comprender críticamente la praxis personal y colectiva en la cual se crea y recrea su permanente accionar individual, como maestro universitario?
2.- ¿La praxis educativa es pura empiria, se nutre sólo de la práctica como dice un pensamiento que pretende ser objetivo pero que es de esencia totalitaria. Pues no da cuenta de la necesidad de la orientación de las bases teóricas y filosóficas para que la práctica educativa no devenga en pura espontaneidad y banalidad pragmática?
Desde que Medardo Mora, comienza su contacto y práctica social como enseñante, avanza hacia convertirse en profesor y finalmente es conocido y reconocido como maestro, hay un itinerario que marca, define y caracteriza lo que él es maestro de juventudes.
MAESTRO, así con mayúscula y no simple profesor, para quien, el ejercicio de pensamiento, el compromiso educativo, la responsabilidad y la idoneidad formativa, la profundidad intelectual y el desarrollo de la criticidad de los estudiantes constituye su tarea y compromiso fundamental. Compromiso teórico y práctico, verdadera praxis de maestro humanista que tiene muchas décadas y que además ha beneficiado socialmente a muchas generaciones de jóvenes manabitas.
Es curioso y singular que un día como hoy, cuando estamos a poco tiempo de celebrar un aniversario más de los maestros, el honesto, capaz, profundo y ético maestro manabita nos ofrezca un nuevo producto de su hacer educativo. No es teoría, reflexión y análisis sobre la educación superior, es teoría, reflexión y análisis que orienta una práctica que fluye de ella y que se recrea en ese compromiso del maestro para quien la educación no es una profesión, sino un modo de vida, una vocación y una acción definitiva de contribución al desarrollo de la sociedad.
El solo título de sus estudios ya nos pone en la línea de la compresión básica y fundamental de cuál es el rol y la importancia que tiene para Medardo Mora la educación. Él de entrada nos da la clave de su definición. Él entiende que desde la utopía pueden diseñarse imaginariamente muchos seudocaminos ideológicos y políticos que supuestamente conducen a la igualdad. Él no los desestima ni entra en ese juego de imaginación, delirios y deseos.
Para Medardo Mora, es claro y definitivo las relaciones sociales, las estructuras sociales, los problemas sociales, los atrasos sociales, las crisis sociales y todo aquello que pueda derivar de la insuficiencia y deficiencias de las estructuras socioeconómicas del país, tienen una matriz, un camino y un proceso que conducen a su solución. Pues él comprende que si la igualdad requiere libertad, la educación es la única vía que conduce hacia la igualdad y el desarrollo social.
En este conjunto de ensayos artículos y reflexiones están comprendidas y compendiados diferentes ópticas y perspectivas desde las cuales él nos propone que nos acerquemos para tener la necesaria comprensión de la magnitud e importancia del hacho y fenómeno educativo.
Él como todo liberal socialdemócrata, como todo humanista del siglo XX entiende que la educación no es una panacea, pero sin la educación no hay posibilidad de comprender ni el mundo ni la desigualdad ni la pobreza ni avizorar los caminos de su solución. De hecho, para él la educación no es el filón milagrero ni la vara mágica del hada madrina.
Él comprende que la educación es el único instrumento que permite acceder a la comprensión, al cuestionamiento, a la libertad y al cambio.
Pero tributario de las nuevas, orientaciones y comprensiones educativas y pedagógicas, apegado a la línea de Freire, para él la educación es una práctica de la libertad, es un ejercicio humano y mundano de compromiso social que busca transformar al hombre, la escuela, la sociedad y la vida.
Para él, educación, vida, sociedad, libertad y cambio constituyen una ecuación que los maestros tienen que comprender y asumir cuando acceden a su titulación, cuando se ejercitan en su trabajo cotidiano. Pues no se puede ser maestro sin amar la educación como una vía para el ejercicio de la libertad, la transformación individual, social y para generar nuevas y mejores estructuras económicas, sociales, políticas y culturales.
Estamos ante una obra que recoge, en dos tomos, numerosos ensayos, ponencias, reflexiones y análisis de Medardo Mora, que dan cuenta y explican distintos momentos del itinerario formativo, educativo y orientador que sale del pensamiento y la pluma de este ilustre manabita. Intelectual maestro y humanista, prestigioso hombre público, que a mi juicio, y el de muchos ecuatorianos se ha constituido en el paradigma más alto de los maestros, de los orientadores del pensamiento y de la nueva ética de la acción política ciudadana de la tierra de don Eloy Alfaro.
Para quienes conocemos el accionar que despliega el proceso educativo del maestro Medardo Mora no nos llama la atención este voluminoso aporte que en 500 páginas y dos tomos, contribuye a generar nuevas ideas, a crear nuevas luces y a alumbrar nuevos caminos para que quienes trajinamos por la educación superior encontremos guías que iluminan los nuevos rumbos por dónde camina nuestro accionar profesional.
"No naufraguemos en las oleadas del engaño, de la corrupción; de la retórica hueca y sin contenido, de las promesas falsas, de la populachería estridente y grotesca, de las vivarachadas criollas; nada hace más daño a una sociedad que gente sinvergüenza pasando por inteligente".
"La universidad tiene que volver a ser la reserva cívica de la Patria, para ello es imprescindible relacionarse y rendirle cuentas a la sociedad teniendo una conciencia clara del escenario donde se desenvuelve en el mundo de nuestros tiempos, aquello no es ninguna entelequia ni es tampoco un actitud discursiva, es un desafío objetivo y real”.
"Si aprendemos llegamos a saber, y si sabemos tratemos de saberlo de la mejor forma posible que ese sea el lema de nuestro esfuerzo y comportamiento de siempre".
Medardo Mora Solórzano
"La educación única vía hacia la igualdad" (Tomo I p: 189, 214, 215)
Antes de introducirnos en la necesaria reflexión y análisis sobre un nuevo aporte al pensamiento y a la educación ecuatoriana, que una vez más nos trae el prestigioso intelectual y maestro manabita Medardo Mora Solórzano, quisiera plantearme dos preguntas fundamentales que a mi juicio son las que me permitirían interpretar y comprender por qué en Medardo Mora la praxis educativa es análisis, reflexión, crítica y comprensión, y cómo y por qué todo pensar el proceso educativo tienen que hacerse desde el campo reflexivo y crítico. Estas dos preguntas son las siguientes:
1.- ¿Se puede ser profesor, educador y maestro, como lo es y ha sido siempre el doctor Medardo Mora, y al mismo tiempo no pensar, analizar y comprender críticamente la praxis personal y colectiva en la cual se crea y recrea su permanente accionar individual, como maestro universitario?
2.- ¿La praxis educativa es pura empiria, se nutre sólo de la práctica como dice un pensamiento que pretende ser objetivo pero que es de esencia totalitaria. Pues no da cuenta de la necesidad de la orientación de las bases teóricas y filosóficas para que la práctica educativa no devenga en pura espontaneidad y banalidad pragmática?
Desde que Medardo Mora, comienza su contacto y práctica social como enseñante, avanza hacia convertirse en profesor y finalmente es conocido y reconocido como maestro, hay un itinerario que marca, define y caracteriza lo que él es maestro de juventudes.
MAESTRO, así con mayúscula y no simple profesor, para quien, el ejercicio de pensamiento, el compromiso educativo, la responsabilidad y la idoneidad formativa, la profundidad intelectual y el desarrollo de la criticidad de los estudiantes constituye su tarea y compromiso fundamental. Compromiso teórico y práctico, verdadera praxis de maestro humanista que tiene muchas décadas y que además ha beneficiado socialmente a muchas generaciones de jóvenes manabitas.
Es curioso y singular que un día como hoy, cuando estamos a poco tiempo de celebrar un aniversario más de los maestros, el honesto, capaz, profundo y ético maestro manabita nos ofrezca un nuevo producto de su hacer educativo. No es teoría, reflexión y análisis sobre la educación superior, es teoría, reflexión y análisis que orienta una práctica que fluye de ella y que se recrea en ese compromiso del maestro para quien la educación no es una profesión, sino un modo de vida, una vocación y una acción definitiva de contribución al desarrollo de la sociedad.
El solo título de sus estudios ya nos pone en la línea de la compresión básica y fundamental de cuál es el rol y la importancia que tiene para Medardo Mora la educación. Él de entrada nos da la clave de su definición. Él entiende que desde la utopía pueden diseñarse imaginariamente muchos seudocaminos ideológicos y políticos que supuestamente conducen a la igualdad. Él no los desestima ni entra en ese juego de imaginación, delirios y deseos.
Para Medardo Mora, es claro y definitivo las relaciones sociales, las estructuras sociales, los problemas sociales, los atrasos sociales, las crisis sociales y todo aquello que pueda derivar de la insuficiencia y deficiencias de las estructuras socioeconómicas del país, tienen una matriz, un camino y un proceso que conducen a su solución. Pues él comprende que si la igualdad requiere libertad, la educación es la única vía que conduce hacia la igualdad y el desarrollo social.
En este conjunto de ensayos artículos y reflexiones están comprendidas y compendiados diferentes ópticas y perspectivas desde las cuales él nos propone que nos acerquemos para tener la necesaria comprensión de la magnitud e importancia del hacho y fenómeno educativo.
Él como todo liberal socialdemócrata, como todo humanista del siglo XX entiende que la educación no es una panacea, pero sin la educación no hay posibilidad de comprender ni el mundo ni la desigualdad ni la pobreza ni avizorar los caminos de su solución. De hecho, para él la educación no es el filón milagrero ni la vara mágica del hada madrina.
Él comprende que la educación es el único instrumento que permite acceder a la comprensión, al cuestionamiento, a la libertad y al cambio.
Pero tributario de las nuevas, orientaciones y comprensiones educativas y pedagógicas, apegado a la línea de Freire, para él la educación es una práctica de la libertad, es un ejercicio humano y mundano de compromiso social que busca transformar al hombre, la escuela, la sociedad y la vida.
Para él, educación, vida, sociedad, libertad y cambio constituyen una ecuación que los maestros tienen que comprender y asumir cuando acceden a su titulación, cuando se ejercitan en su trabajo cotidiano. Pues no se puede ser maestro sin amar la educación como una vía para el ejercicio de la libertad, la transformación individual, social y para generar nuevas y mejores estructuras económicas, sociales, políticas y culturales.
Estamos ante una obra que recoge, en dos tomos, numerosos ensayos, ponencias, reflexiones y análisis de Medardo Mora, que dan cuenta y explican distintos momentos del itinerario formativo, educativo y orientador que sale del pensamiento y la pluma de este ilustre manabita. Intelectual maestro y humanista, prestigioso hombre público, que a mi juicio, y el de muchos ecuatorianos se ha constituido en el paradigma más alto de los maestros, de los orientadores del pensamiento y de la nueva ética de la acción política ciudadana de la tierra de don Eloy Alfaro.
Para quienes conocemos el accionar que despliega el proceso educativo del maestro Medardo Mora no nos llama la atención este voluminoso aporte que en 500 páginas y dos tomos, contribuye a generar nuevas ideas, a crear nuevas luces y a alumbrar nuevos caminos para que quienes trajinamos por la educación superior encontremos guías que iluminan los nuevos rumbos por dónde camina nuestro accionar profesional.
Ubaldo Gil, editor de Mar Abierto, compartiendo con el público la importancia de las editoriales universitarias en Ecuador.
En estos dos tomos maestros universitarios, profesores en general, estudiantes, ciudadanía y sociedad encontrará no sólo ideas, reflexiones y análisis sobre la educación especialmente sobre la superior. Fundamentalmente, en sus dos tomos Medardo Mora quiere invitarnos a que, quienes hemos asumido la docencia como acción y modo de vida comprendamos que la educación no es una práctica sino una praxis, es decir la unidad de teoría y práctica, de práctica y teoría.
Para quienes conocemos a Medardo Mora, no desde este aporte teórico de hoy, sino de un trajinar de muchos años, adherido a su origen y tradición montubia, identificado con el progreso y el cambio, definiendo y orientando su accionar, por los caminos de la nueva épica y de lucha incansable por un Ecuador mejor, no nos llama la atención este nuevo esfuerzo aporte del maestro manabita.
Los dos tomos son quinientas páginas de ideas y reflexiones, de análisis y autocrítica, de evaluación y orientación, de diagnóstico y de avisoramiento de perspectivas para que la educación superior salga del agujero negro en el cual la introdujeron fuerzas oscuras que creen que la educación es una amenaza y que los profesores-maestros son un rebaño de soldados obedientes y no de humanistas deliberantes.
El mérito de Medardo Mora está en esto precisamente. Es decir, en conducirnos a comprender y aceptar cómo y por qué el accionar educativo o es un compromiso con la humanidad, con la sociedad y con los destinos de un nuevo Ecuador y de un nuevo colectivo social, más humano, más ético y más sensible a comprender que la justicia social no es una quimera ni una consigna, sino un rumbo y un camino para vivir mejor.
Para quienes conocemos a Medardo Mora, no desde este aporte teórico de hoy, sino de un trajinar de muchos años, adherido a su origen y tradición montubia, identificado con el progreso y el cambio, definiendo y orientando su accionar, por los caminos de la nueva épica y de lucha incansable por un Ecuador mejor, no nos llama la atención este nuevo esfuerzo aporte del maestro manabita.
Los dos tomos son quinientas páginas de ideas y reflexiones, de análisis y autocrítica, de evaluación y orientación, de diagnóstico y de avisoramiento de perspectivas para que la educación superior salga del agujero negro en el cual la introdujeron fuerzas oscuras que creen que la educación es una amenaza y que los profesores-maestros son un rebaño de soldados obedientes y no de humanistas deliberantes.
El mérito de Medardo Mora está en esto precisamente. Es decir, en conducirnos a comprender y aceptar cómo y por qué el accionar educativo o es un compromiso con la humanidad, con la sociedad y con los destinos de un nuevo Ecuador y de un nuevo colectivo social, más humano, más ético y más sensible a comprender que la justicia social no es una quimera ni una consigna, sino un rumbo y un camino para vivir mejor.
Para Mora, la nueva ética política, o la política con ética, es la que hay que introducir en la educación sacando de ella, el populismo, la demagogia, la vocinglería, el grito altanero, la prepotencia, la ofensa, la calumnia, la palabra fácil, etc. para ello nos propone reintroducir en la universidad, lo que ella siempre ha sido y es: la sede y la morada de la razón. El lugar desde donde, con las ideas y con el pensamiento crítico, las colectividades humanas, las sociedades y los movimientos sociales deben encontrar los por qué, cómo y hacia dónde hay que conducir los procesos sociales.
En silencio parece sugerirnos, mejor dicho, sugerirles -y hasta enrostrarles y fritarles con honestidad y autoridad ética y moral- al conjunto de superficiales y banales dirigentes políticos de nuestros tiempos que no basta con ser caudillo, líder o dirigente sino se tiene la razón, pues la razón del gobernante no es necesariamente la razón que gobierna la sana razón, la verdad y el pensamiento crítico orientador.
Pues, se pueden tener y acumular riquezas y poder. Se pueden tener y acumular títulos académicos de aquí y de allá. Se puede ser licenciado, máster y doctor de cualquier universidad de los Estados Unidos o de Europa, pero eso no los convierte en conocedores de la verdad y la razón.
Y no lo es porque la docta razón, el pensamiento crítico, sólo lo pueden tener aquellos que se atreven a entender que la verdad no la genera un caudillo, ni un iluminado de Dios, sino aquellos que comprenden que es plural, diversa y que proviene de distintos campos, actores y situaciones que hay que saber comprender, escuchar y comprender.
La obra se despliega en dos tomos. El tomo I consta de dos partes cuyos contenidos son:
1. La educación superior
2. La educación: única vía hacia la igualdad
3. La universidad y el estado
4. Proyecto de nueva Constitución y las universidades y escuelas politécnicas
5. Hacia una nueva universidad o una Tercera Reforma Universitaria
6. Desafíos de la universidad para el siglo XXI
7. La situación de la educación en el Ecuador
8. El financiamiento de la educación superior en el Ecuador
9. Decálogo de la educación universitaria
La segunda parte
1. La Universidad: el centro de la forja de una auténtica democracia, 1984
2. La Universidad: proyección histórica en el devenir manabita, 1985
3. Hemos ascendido peldaños, sin volar con las alas del odio. 1986
4. Hemos izado como única bandera la defensa del interés colectivo. 1987
5. No podemos anclar nuestro futuro en la rada del subdesarrollo. 1988
6. Somos el mejor monumento que el Ecuador ha edificado a Eloy Alfaro. 1989
7. En esta Universidad nunca se apagará la llama de la conciencia. 1990
8. Si somos indulgentes con el mal, somos injustos con el bien. 1991
9. Una educación que no es libre deja de ser educación. 1993
10. Hemos procurado no reproducir los defectos de otras instituciones. 1993
11. Dirijo una Universidad que se sabe Universidad. 1994
12. Entregar una educación de calidad ha sido y es invariable, 1995
13. Educamos a nuestros alumnos para la acción y no para el discurso, 1996
14. La Universidad no puede enclaustrar su pensamiento en sus propios predios, 1997
15. Nuestra Universidad jamás enclaustró su pensamiento, 1998
16. Una Universidad debe tener a la libertad como cimento. 1999
17. Formamos recursos humanos no para el pasado si no para el mañana, 2000
18. Nuestras armas han sido la razón y el derecho, 2001
19. La educación laica la hemos mantenido con firmeza, 2002
20. Mantenemos sin pausas el invariable afán de ser mejores cada día, 2003
21. Somos realmente una Academia para el debate de ideas, 2004
22. Somos la Universidad que más creció y se desarrolló en nuestro país, 2005
23. Tenemos como patrono al más insigne ecuatoriano de nuestra historia, 2006
24. Somos una Universidad laica que no conoce de prejuicios, 2007
25. Sin ética no hay educación que valga, 2008
Como se podrán percatar en este hay un itinerario, tiempo social y educativo que va desde 1984 al 2008. Es decir, este primer tomo nos remite a un periodo histórico social de 25 años, en los cuales es visible ver y constatar cómo se fue generando, creciendo y desarrollando el pensamiento crítico y orientador del maestro universitario Medardo Mora.
Todo lo que contiene este primer tomo son ensayos, análisis y reflexiones referidos a la universidad, la ecuatoriana ya la local, la universidad Eloy Alfaro de Manta. Pero una y otra se constituyen en verdaderos pretextos para desde la universidad reflexionar sobre la educación como proceso, producto y como instrumento de la libertad y cambio, individual y social.
El segundo tomo contiene diferentes ponencias y exposiciones que el maestro manabita dio en diferentes encuentros y foros universitarios y educativos, nacionales e internacionales. En él están diferentes estudios que abarcan desde la reflexión y análisis sobre el vínculo de la empresa privada y universidad, la acreditación, las características y desafíos de la universidad del siglo XXI, los escenarios y perspectivas de la educación superior en este siglo, hasta, respuestas y propuestas referidas a la educación superior en universidades de Quito, Cuenca, de la Cámara de comercio de Guayaquil, la investigación, la autonomía universitaria, etc.
Podemos decir que no hay tema y problema hecho y acontecimiento universitario que no haya sido pensado y reflexionado por Medardo Mora. Su prestigio como maestro y su experiencia como autoridad universitaria lo llevan a diagnósticos objetivos y a propuestas reales y viables para que la universidad salga de la larga noche del estancamiento y la erransa en la que diferentes fuerzas sociales y oscuros intereses la han introducido y la detienen en ella.
Mientras que el tomo II señala lo siguiente:
Tercera parte
(Ponencias en distintos foros nacionales e internacionales)
1. Acto de lanzamiento Sistema de Evaluación y Acreditación Universitaria
2. I Jornadas de vinculación empresa-universidad
3. Ponencia en reunión latinoamericana sobre universidades regionales
4. Universidad ecuatoriana debe recuperar jerarquía perdida dentro de la sociedad
5. Aspectos fundamentales de gestiones realizadas en presidencia CONUEP
6. La universidad del siglo XXI
7. Escenario presente y futuro de la Educación Superior ecuatoriana
8. Palabras al conferirle el Doctorado "Honoris Causa" la Universidad "Alfredo Pérez Guerrero" de Quito
9. Palabras en el 130 Aniversario de la Universidad de Cuenca
10. Intervención en la Cámara de Comercio de Guayaquil presentando el Programa de Evaluación y Acreditación Universitaria
11. Palabras de agradecimiento en homenaje del Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas (CONUEP)
12. La inversión en educación en el Ecuador
13. Investigación, para qué
14. La Autonomía Universitaria: atribuciones del CONESUP, CONEA, y facultad de autogestión de los Institutos Técnicos y Tecnológicos
15. Reformas universitarias
16. "La educación encierra un tesoro"
Desarrollo temático
1.- El aspecto central. El Reto (desafío) y respuestas de la Universidad a los desafíos de la sociedad, la educación superior y los maestros.
"Sin temor a equívocos sostengo que el irrefrenable avance tecnológico exige a todos los países desarrollados y no desarrollados el tener que ser eficientes para ser competitivos, porque ya no se compite en mercados nacionales sino en mercados internacionales, y en verdaderas redes telemáticas de comercio electrónico; en ese ambiente ningún país se puede dar el lujo de ser mediocre, es decir, están obligados a tener una visión de un horizonte más amplio, identificando posibilidades extremas y admitiendo debilidades internas; comprender que el consumo no es únicamente local sino también fuera de nuestras fronteras, pues hoy por el auge de los medios de comunicación transportación somos una humanidad global, donde los mercados hay que considerarlos internacionalmente observando costos y precios dentro de un contexto universal. Ante la realidad descrita surge una reflexión y pregunta:
¿Quiénes deben enfrentar estos retos de impulsar el desarrollo del conocimiento, de estimular la restauración de valores, la búsqueda del desarrollo y aplicación de tecnología actualizada y en resumen formar mentes emprendedoras y competitivas para poder aspirar a un confiable desarrollo sustentable?, y nos encontramos que sin duda es una tarea que compete en primer término a la Universidad como institución; en ese contexto los Estados y diferentes países del mundo deben darle todo tipo de apoyo y herramientas de trabajo a los centros de educación superior, los que a su vez tienen el deber legal y moral de responder con pertinencia a la altura de tan exigentes desafíos a la sociedad; correspondiéndoles impulsar serios procesos de rendición social de cuentas, incluyendo en aquellos la necesidad imperiosa e insoslayable de fomentar una vinculación lo más cercana y fluida entre la Universidad, y Sociedad, pues resultaría una necedad insostenible una Universidad que enclaustre en sus propios predios (a pretexto de creerse sede del intelecto) su inmensa e inagotable capacidad de contribuir a forjar una nueva y mejor sociedad” (P 106-107)
2.- Medardo Mora, como maestro, testigo de tiempo, crítico y guía de los nuevos momentos de la universidad nos invita a dejar atrás dogmas, ritos y mitos del ayer. Nos convoca a superar la religiosidad a la titulación, Sostiene que hay que desacralizar el cuarto nivel como suma y acción milagrera del saber y del conocimiento.
"Hay quienes piensan que el adquirir un título o diploma de cuarto nivel es por sí solo una garantía de estar en presencia y frente a un profesional o educador de altos conocimientos; sin duda el posgrado es uno de los mecanismos más tangibles para la capacitación, pero la simple consecución del título o diploma no puede considerarse una credencial que por sí sola sea un factor determinante o un indicativo de que se poseen conocimientos en el más alto nivel, no se puede olvidar que "el hábito no hace al monje"; de tal manera que lo único que habría siempre que privilegiar, es a quien en ejercicio de la cátedra, sobre todo a nivel superior, demuestra tener una clara visión tanto de su alta misión social como de la alta responsabilidad que tiene en el ejercicio de la docencia como formador de nuevos ciudadanos, se requieren ser dueños de una ética libre de todo tipo de sospechas, su conducta en la sociedad debe ser transparente y merecedora del más amplio respeto y credibilidad ciudadana.
3.- En estos estudios y reflexiones del maestro Medardo Mora no encontramos recetas ni consignas políticas. Lo que encontramos es cuestionamientos críticos y análisis autocríticos sobre el ser y hacer de la universidad. Por eso con lucidez y mucha objetividad nos invita a enfrentar el ideologismo y el marketing de la educación a distancia. Este es un nuevo ambiente y rumbo por el que tiene que ir la universidad. Es importante pero no es la panacea frente a la masificación y los nuevos andames de la sociedad.
"Está de moda el pensar que la educación a distancia es una expresión de contemporaneidad o actualización en los procesos educativos, sin duda los modernos medios informáticos facilitan el poder implementar este tipo de propuestas de facilitación del aprendizaje: pero en modo alguno aquello significa que quien oferta estudios a distancia está transitando rutas acordes con las exigencias del mundo actual en materia educativa; esa oferta demanda de equipos docentes dedicados exclusivamente a esta labor, de alta capacidad de la planta profesoral y de una infraestructura bibliográfica y de equipamiento tecnológico que pueda realmente hacer que estos cursos sean confiables y de buen nivel. No se puede soslayar que un mal entendido facilismo degrade el proceso de aprendizaje y es un verdadero engaño al estudiante, hay entidades sobre todo de educación superior que al ofertar una serie de cursos de fines de semana o también llamados semipresenciales, lo único que consiguen es afectar la imagen, seriedad y respetabilidad que deben llegar los estudios a nivel universitario y politécnico y eso le ha hecho mucho daño a la Universidad ecuatoriana”.
4.- Calidad, excelencia, pluralidad del saber universitario. Necesidad y urgencia de dejar atrás y de superar los dogmas y rituales que el activismo universitario creó en la universidad ecuatoriana. Superar los tiempos del ilusionismo y el romanticismo universitario. Tiempos que aún atrapan a algunas universidades. Atmósfera paralizante en las que se piensa, propone y cree que la universidad debe hacer y proveer los cuadros de la revolución. Distorsionando su función y su tarea esencial que es la de preparar, capacitar y potenciar, con el saber crítico y los conocimientos, científico-tecnológico, con investigación científica, las fuerzas productivas de la nación. Pues sólo así será viable y no ilusorio alcanzar el desarrollo socioeconómico dejando de ser una quimera para ser una realidad con ruta y camino ciertos válidos y viables.
Frente a este panorama y esta atmósfera paralizante, el maestro universitario como crítico y orientador de ella es claro y contundente. No anda por las ramas. Toma posición y se define, con claridad, ante los que le hacen el juego a la estulticia y a la propaganda ideológica. Él está en contra de la universidad panteón y del juego dogmático que paraliza, distorsiona y desvía la Universidad de su función creadora de la razón y orientadora de la sociedad. Por eso dice claramente que:
"Si hemos sostenido que la educación debe ser de buena calidad, también hay que entender que esa educación no puede tener ningún tipo de sesgos que la sometan a dogmas o fundamentalismos que en fin de cuentas le resta racionalidad y libertad al proceso educativo; aquello explica que se proteja a la educación de todo tipo de proselitismo de orden político partidista o religioso, sin que eso signifique, en modo algún, que en los establecimientos educativos estén prohibidos tocar temas de tarifa incidencia en la vida de la sociedad como son los vinculados con tesis o doctrinas políticas y creencias religiosas, lo que no se puede y es incorrecto es favorecer a una tendencia o grupo político o a una determinada religión". (p. 41)
5.- Una educación que no es libre deja de ser educación, nos decía Medardo Mora en 1992. Definición que sirve para todo tiempo y circunstancia. Especialmente cuando las amenazas del pensamiento único y del totalitarismo se van haciendo más ciertas. Rebasando la simple especulación y abriéndose paso en el terreno de más certezas, antes que de temores.
Especialmente ahora cuando las amenazas de la expedición de una Ley de Educación Superior, que subordina al gobierno la autonomía. Se abre así un espacio y un tiempo de asedios y peligros en el cual el gobierno de turno busca limitar al autogobierno y a la libertad que debe tener la universidad. Hoy más que nunca cobra actualidad lo que Medardo Mora decía hace 8 años:
"Pretendemos alinearnos con la nueva universidad que responda con firmeza al desafío de los cambios y evolución del mundo de nuestros tiempos, que se nutra del dinamismo suficiente para que sus políticas y acciones vayan acoplándose a la velocidad de los acontecimientos de una humanidad que aspira encontrar despejada la alborada del nuevo siglo".
"Una universidad no sólo puede ser un centro de difusión de conocimientos sino debe ser creadora de conocimientos. No creemos en una educación informativa, sino formativa, orientadora. Nuestra universidad es por definición laica, sostengo que una educación que no es libre deja de ser educación, ello coarta la posibilidad de investigar, mutila el incentivo de descubrir nuevos horizontes, maniata en la rutina todo espíritu de superación, sepulta en el letargo todas las ansias de progreso. (Tomo I P. 187)
6.- Frente a la actual crisis de la sociedad y de la educación, así como de los referentes paradigmáticos, Medardo Mora con su lucidez y pensamiento crítico asume el rol que el educador y el agente social responsable debe de tener: no expone un rosario de lamentaciones, ni abre un racimo de quejas.
Opera con lucidez y actitud pragmática. Como testigo observador y orientador de los nuevos tiempos, no se lamenta, asume los desafíos de los nuevos tiempos. Sostiene que hay que ir por el rumbo de las nuevas aptitudes, caminos, rumbos y tendencias. Por eso dice que:
"Nacimos en una época de crisis. En esa crisis hemos sabido avanzar dentro de las limitaciones que hemos tenido, entre sueños y realidades, entre recuerdos y esperanzas.
La humanidad vive una crisis mucho más profunda de lo que se observa, es una crisis de civilización. Están agotadas las fórmulas de antaño, de solución a los problemas que actualmente son sin duda multifásicos y están relacionados unos con otros. Se impone la necesidad de un liderazgo ético-espiritual, firme y combativo, ser líricos es una manera de ser ilusos y además una forma candorosa de ser ineficientes." (P. 188)
7.- La educación superior, los docentes, las autoridades de educación superior, los estudiantes y todas las personas que realmente entienden y aceptan que esta no es un claustro, sino un proceso e instrumento para el desarrollo, comprende que desde ella se puede avisorar e impulsar el cambio y el desarrollo social.
Por eso Medardo Mora sostiene que es necesario desarrollar, perfeccionar y cambiar la universidad, orientándose hacia una línea de cambios de la sociedad. Sin embargo, no deben desatenderse los otros niveles de la educación formal. Especialmente la educación básica.
Él entiende y comprende que los niveles de educación responden a estructuras y procesos en los que finalmente todos deben converger e impulsar sus acciones en una sola dirección: el cambio y el desarrollo social. Para ello deben de contribuir a ese proceso. Y la única forma de hacerlo es siendo y haciendo mejor la educación en su nivel.
¿Por qué Medardo Mora sostiene esto? Porque para él la educación básica no es cualquier nivel, sino uno básico y estratégico. Puesto que en él se ponen los fundamentos y las piedras angulares sobre las que se levanta el edificio de los procesos de enseñanza, aprendizaje, las habilidades y destrezas, cognitivas, éticas y morales, filosóficas y científico-técnicas del educando. Por eso dice que este nivel de la educación se debe trabajar con responsabilidad, entrega y sacrificio.
"Así pues, la formación escolar y la extraescolar en vez de oponerse, están llamadas a fecundarse mutuamente, para lo cual, es menester que los sistemas educativos se adapten a esas exigencias nuevas: habrá que replantear y vincular entre sí las distintas secuencias de la educación, ordenarlas de otro modo, de disponer transiciones y de diversificar las trayectorias escolares. Se evitará así el dilema que ha pesado excesivamente en las políticas de educación: seleccionar multiplicando los fracasos escolares y los riesgos de exclusión, o bien nivelar uniformando los estudios, en detrimento del fomento de los talentos individuales...” (Tomo II, p: 161)
8.- Ubicándose en el contexto del torbellino de los cambios que nos trajo el siglo XXI, no huye a esta influencia. Mira con objetidad, y nos invita a que universidad, profesores y a todos los agentes responsables de la nueva realidad de la educación superior, esta comience por comprender que está ante una época de desafíos, tareas y respuestas claras. Por eso dice que:
"Advertimos que la nueva sociedad del siglo XXI se edificará sobre cuatro pilares: 1) La imperiosa restauración de valores sin la cual no habrá posibilidades que la sociedad supere la grave crisis que padece; 2) la sociedad industrial que predominó en el siglo XX será sustituida por una sociedad donde prevalecerá el desarrollo de nuevas tecnologías; 3) el siglo XXI vivirá un indetenible proceso de internacionalización e interdependencia entre los distintos países del mundo, lo que demanda ser altamente competitivos; 4) como consecuencia de lo anterior la sociedad del siglo XXI será una sociedad que exigirá muy amplios y especializados conocimientos, de tal manera que el conocimiento será esencial. Este análisis previo es indispensable, porque la universidad forma recursos humanos para el futuro y si no identifica el escenario social del mañana, no estará en capacidad de entregar una adecuada formación al nuevo profesional, técnico o científico del nuevo siglo, ni estaríamos tampoco en capacidad de hacer un diagnóstico aproximadamente certero sobre lo que será la universidad del siglo XXI.”
(Tomo II, p. 66-69)
9.- Los análisis, reflexiones y la autocrítica del pensamiento universitaria de Medardo Mora, lo lleva a definir la necesidad de tener una universidad que pueda ser libre e independiente. Por eso quiere que la universidad siga autónoma. Sostiene que:
"La universidad debe, así mismo, poder pronunciarse con toda independencia y plena responsabilidad sobre los problemas éticos y sociales -como una especie de poder intelectual que la sociedad necesita para que le ayude a reflexionar, comprender y actuar."
Con esta visión sostiene que hay cuatro funciones fundamentales que deben caracterizar a la universidad, al proceso educativo de ella y a la acción que docentes, autoridades y estudiantes impulsen. Por ello propone que estas se enmarquen en los que él llama las cuatro funciones fundamentales de la universidad de hoy. A su juicio estas son:
1- La preparación para la investigación y para la enseñanza
2.- La oferta de tipo de información muy especializado y adaptado a las necesidades de la vida económica y social
3. - La apertura a todos para responder a los múltiples aspectos de lo que llamamos educación permanente en el sentido lato del término
4.- La cooperación internacional" (Tomo II. p: 201)
Finalmente toma posición y define algo que es fundamental hoy en la universidad y en los estudios universitarios "reconocer las competencias adquiridas gracias a los nuevos modos de titulación". Aquí pone el acento en un aspecto central sobre el cual la universidad aún da sobresaltos y no atina a enrumbarse por el camino adecuado.
Esta propuesta de reconocer las competencias adquiridas gracias a los nuevos modos de titulación va a permitir que los profesionales universitarios ubiquen, cambien y reformen sus propias cualificaciones, y lo debe de hacer "con las condiciones propias de cada región y cada país" solo así el profesional podrá tener presente que las competencias adquiridas deben estar en función del perfeccionamiento, del avance y progreso no solo del profesional que las tiene y las adquiere sino también de la sociedad que las demanda con urgencia.
(Texto leído en la presentación de esta obra, en el café galería Barricaña en Guayaquil, el pasado miércoles 30 de marzo).
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