viernes, 27 de julio de 2012

Otros momentos de Mar Abierto en Expolibro 2012

 La presentación de los libros Un ensayo de patria: anhelos y realidades nacionales de Medardo Mora Solórzano e Historia de los Papas de Luis Mario Chávez, tuvo gran acogida entre el público asistente.


 Medardo Mora Solórzano, Rector de la ULEAM, destacó la vida y obra del escritor Horacio Hidrovo Peñaherrera.


 Medardo Mora Solórzano y familiares de don Luis Mario Chávez.



Parte del equipo de Mar Abierto en el stand de la Expolibro, uno de los mejores (por cantidad y de obras y variedad de títulos) según la prensa del país.

Detalles en la Expolibro 2012

 Expositoras de Editorial Mar Abierto, presente en cada Feria nacional o internacional de libros en la que se participa.


 José Márquez, diseñador gráfico de Mar Abierto y parte del equipo de cobertura en cada feria de libros.


 Una de las expositoras informando al público de la producción de Mar Abierto.


Ecuador TV tras la labor y producción de Mar Abierto.

martes, 17 de julio de 2012

La ciudad de los excesos de Alexis Cuzme


Por Siomara España

Para abordar la obra de Alexis Cuzme TRILOGÍA DE LA CARNE, es necesaria la referencia de dos obras ya conocidas “El club de los  premuertos” y  “Bloody City”, a estos dos poemarios se le suma HEDOR, conformando una triada con la que Cuzme ha decidido lanzarse nuevamente al ruedo de la poesía y presentarnos una obra con la voz a la que ya nos tiene acostumbrados, la irreverencia, tránsito y visión de las calles diagramadas de sangre o de salitre, travesía  y caos urbanos que se intuyen y alinean desde la voz del poeta.
Entre los distintos tratados de la primera parte a la que intitula HEDOR, Cuzme va desestructurando su decir desde esa especie de antebrazos que configuran una triada dentro de otra triada, a las que denomina: SOPOR, ASFIXIA y DESPOJOS, estableciendo así, todo un ritual intuido desde la portada de esta TRILOGÍA DE LA CARNE. 
 
Todo este cosmos poético,  es el resultado de un mismo tema, La Ciudad de los Excesos, La Ciudad Sintética, La Ciudad Hipócrita por donde afianza sus pasos y que va  desestructurando, descomponiendo, desdibujando, destruyendo y evidenciando verso a verso.



Cuzme nos recrea un mundo desde el caos de ésta trilogía, y nos transporta con sus líneas  hacia las mismísimas vertientes de la carne que palpita se expende y subyuga entre la nauseas y el  placer,  donde el cuerpo es el eje suscitador  de los arrojos: “aquí es el edén de la decrepitud material, nada es total”. 

Una alta dosis de sensualidad también nos presenta desde su visión de Homus Eroticus,  la seducción de lo prohibido en la que cae como ente citadino, pero siempre en medio del vilipendio, de la arremetida punzante del caos urbano donde se toma lo ofrecido sin recelos.

Así desde la voz poética recrea el encuentro con su par: “el hedor me penetró su glande soporífico, atracó mi piel, descuajó la belleza que soñé y ya no hubo retorno a la pulcritud” una alta dosis de erotismo sopesan estos versos que continúan diciendo: “crece la extensión, se alarga, profundiza y el humo desde el montículo engaña la putrefacción” seducción y desprecio entre el enjambre de la carne  donde: “se compite diariamente en la hoguera de la botella, el diario o el cartón”. 

Cuzme abandona en “Hedor”, aquello de comprender al ser humano de sus anteriores libros, ahora prefiere embarcarse en una trilogía que va desde la rutina de la ciudad plástica y metálica  con sus  marañas cotidianas,  hasta la alta noche que corrompe en sus excesos, hasta la sangre que atrae a la bestia noctambula y poética, que se arrastra por la escritura donde minuciosamente describe la realidad.

 
Lenguaje trabajado desde y para la poesía, con la inagotable violencia del verbo y la madurez del poeta para decirlo sin industriosos artilugios, más bien, Alexis Cuzme se inclina por exorcizar desde su ser,  con el verbo del desprecio, el mundano sopor de vivir,  pensar y escribir de manera directa y sin procesados crucigramas, porque no hay ingenios cuando se pasó sin remilgos ante: “los tachones adornados de sus registros”, y ahora  logra articular su palabra desde ese yo poético, gravitante y concomitante en cada línea. 



El discurso directo de Blody City, en “Hedor” se torna maleado entre el “Yo” interno y la visión del espejo y su reflejo: “fíjate en mi desolación desmaquillada, paisaje pútrido y calcinado, para el adorno subterráneo. Mírame las huellas abandonadas de líneas para reconocerme. Así vuelvo, así resolví quedarme”.

Las sentencias metafísicas surgen desde la experiencia personal y Alexis Cuzme se cuestiona constantemente sobre la opción de silenciarse ora de la poesía, ora de la vida: ¿Cuánto silencio puede abastecerme? dice, para llegar luego hasta  la reflexión donde  continúa: “la realidad es el ultimátum que espera al final de la tarde”.

Las imágenes recurrentes del mundo Dark no se alejan de la poética de Cuzme, así “El Club de los premuertos” toma su estandarte y camina por esta trilogía de extraños transeúntes, zombis que engullen el despojos de la carne, donde el panteón de las apostasías no solo es el cuerpo yermo del que liban su sangre, sino el espíritu profanado del poeta. Más allá de la carne se intuye la voz del espectro  que se arrastra en medio de la vorágine de alucinaciones: “el cuerpo es el sarcófago oscuro de alfileres  con sangre seca,  ya no hay sangre de donde beber”, no hay vaso que pueda verterse porque el poeta se abandonó ante la fiesta de la carne y profanó su espíritu ante el murmullo: “y se volvió  gusano. Dentro de las cavidades  supuramos más silencio, sangramos más silencio  y nos alimentamos con trozo de hedor … y nació la ira”.



Desde la ira también se construye la poesía,  y Cuzme no abandona su raíz primigenia, de la del “Club de los Premuertos”, la del poeta en medio del metal y el errante espectro vagando entre las sombras,  como tenebrosa criatura busca y encentra el fruto esperado, se adentra en las calles donde: “la noche engulle voces, monigotes de carne, payasos...carcajadas”.

Al leer  “Trilogía de la Carne”  nos encontramos con zonas absolutamente inesperados que pueden o no funcionar dentro del contexto total de la obra, pero que bien podrían ser reeditados para formar por si solos una nueva poética,  apartada incluso de la identitaria  voz de Cuzme, me refiero a estos breves tratados poéticos de ASFIXIA divididos en diez poemas, sin más título que el número que lo identifica. Aquí desde esa subjetivad recuerdo los códices del renacimiento, a Dante con sus significantes numéricos, donde la trilogía da cabida a lo sagrado y la decena a la perfección. Consciente o inconscientemente estos significantes están en esta TRILOGÍA DE LA CARNE,  y en ASFIXIA donde  cada uno de estos diez pequeños “tratados poéticos” nos ofrecen una esperanza después del momento de turbación,  ante el caos de los supermercados como símbolos de expendio de la carne, de las mujercitas sintéticas, de las: “hormigas despiadadas y decapitadoras”.  Ahora,  en un tono melancólico abandona el puñal de los otros versos y discurre casi entre visiones en  una posible vida más allá del lapidario espíritu del poeta.

Un andamiaje tejido entre estos diez poemas lúcidos y evocadores, pero siempre entre  una especie de soledad profana el poeta dice: “estoy en blanco profundo y extensivo, no hay nada al fondo… una oscuridad burlona me espera”.



La asfixia es el “asfalto hipócrita” tras la mancha humana, tras la sangre derramada entre las calles, una ciudad proscrita,  una ciudad de muertos y muertes que desatan un mar de incertidumbres,  “escucho Criminal la muerte desde dos parlantes es más hermosa que correr la cortina y ver a mi vecino agujereado en la cabeza” desde esta ciudad que bien puede ser su ciudad natal, Alexis Cuzme ve pasar la vida desde el otro lado, el lado de la poesía que también salva, y se conjuga la sentencia a manera de premonición porque se intuye el futuro de una condenada urbe donde habitan: “cadáveres danzantes y dispuestos a hablar”.

La voz está cansada de las bagatelas,  por eso se vuelve  sentencia de vida, así ante la mosca de la ciudad relegada dice: “jamás podría continuar ahí, aquí frente a ti, zumbido fúnebre, minúscula muerte estremecedora”.

Celebro la voz antecesora y nueva de Alexis Cuzme, pues la osadía de escribir desde la negación lírica, no está entre los cánones locales de la poesía,  y siempre nos quedará entre los labios, el sabor de la audacia de lanzarse a este mundo de la antipoesía  de Nicanor Parra o de Zurita, de la que se bebe a lo largo de todo este continente poético de nuestra América, Alexis Cuzme también es la continuidad  de dos grandes y transgresores poetas manabitas Hugo Mayo y Pedro Gil. En nuestro país de poetas, de muchos o demasiados  poetas,  la insolencia desde la extrema visión del caos urbano y su desangre, es ligeramente abordado por escritores capitalinos, pero el verdadero puñal, ese que destila sangre viva después de la estocada, solo lo tiene el poeta de esta trilogía.  

Texto leído el viernes 13 de julio en la presentación del libro Trilogía de la carne, realizado en la Urna Norte del Palacio de Cristal, en el marco de la 7ma Feria Internacional del libro, Expolibro 2012, en la ciudad de Guayaquil.

Poesía y nuevas voces desde Mar Abierto




El último de los eventos programados por la Editorial Mar Abierto de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, en el marco de la 7ma Feria Internacional del Libro, Expolibro 2012, se dio con la presentación de las obras Trilogía de la carne de Alexis Cuzme y Palabras para abrir un mundo compilado por Augusto Rodríguez.

El evento se desarrolló el viernes 13 de julio, a las 20h00 en la urna norte del Palacio de cristal (sede de la feria) en la ciudad de Guayaquil.

 Alexis Cuzme y Siomara España.



La poeta Siomara España fue la encargada de analizar y presentar el libro de Cuzme, del cual destacó que el autor “nos recrea un mundo desde el caos de ésta trilogía, y nos transporta con sus líneas  hacia las mismísimas vertientes de la carne que palpita se expende y subyuga entre la nauseas y el  placer,  donde el cuerpo es el eje suscitador  de los arrojos: “aquí es el edén de la decrepitud material, nada es total”.

Asimismo aseguró que el autor denota en su libro un “Lenguaje trabajado desde y para la poesía, con la inagotable violencia del verbo y la madurez del poeta para decirlo sin industriosos artilugios, más bien, Alexis Cuzme se inclina por exorcizar desde su ser,  con el verbo del desprecio, el mundano sopor de vivir,  pensar y escribir de manera directa y sin procesados crucigramas, porque no hay ingenios cuando se pasó sin remilgos ante: “los tachones adornados de sus registros”, y ahora  logra articular su palabra desde ese yo poético, gravitante y concomitante en cada línea.”


 Augusto Rodríguez presentando Palabras para abrir un mundo.


Cuzme en su intervención agradeció a Editorial Mar Abierto y a la ULEAM por confiar nuevamente en él como autor. Brevemente contó como apareció este Trilogía de la carne, de cómo al nuevo poemario Legado de carne se le adjuntaron los antecesores Bloody city y El club de los premuertos, de cómo la carne fue el enlace e hilo conductor que concluyó en un libro que recupera sus primeros poemarios y potencia su poesía. A continuación leyó algunos de los poemas que contiene la obra.

El segundo libro a presentarse fue Palabras para abrir un mundo, muestra de 23 poetas ecuatorianos del siglo XXI, obra compilada por el escritor Augusto Rodríguez, quien compartió con el público cómo se gestó este trabajo y en dónde más se ha publicado, todo con el propósito de dar a conocer a los autores que forman parte de ella. Dos poetas locales, integrantes del taller literario El Quirófano que dirige Rodríguez, leyeron poemas de Carolina Patiño (1987-2007) y Dina Belrham (1984-2011).

Parte del público que asistió a las presentaciones, en primera fila los poetas Freddy Ayala y Cristian Avecillas.

La revelación del conocimiento




Por Freddy Soledispa Lucas

Se vuelve cada día más apremiante perseguir el conocimiento desapasionado de la realidad del mundo, sin embargo, las crisis manifiestas, reiteradas, a escala planetaria, hacen dudar de la veracidad de los cuerpos científicos explicativos, los cuestionamientos señalados a la verdad científica son reiterados y constantes. Entonces, de allí, surge una pregunta importante, ¿hasta qué punto los niveles de conocimientos sean estos filosóficos, epistemológicos o científicos muestran una confiabilidad valedera?

Desde tiempos bastante lejanos el hombre ha intentado, en forma incesante, una búsqueda permanente para configurar conocimientos que le sean útiles, con la finalidad de ir mejorando sus condiciones de vida, en la medida en que su mundo se le vuelve,o tal vez lo vuelve, cada vez más complejo. Al conseguirse la capacidad de sistematizar y replicar los descubrimientos científicos, el pensamiento científico ha ido avanzando inexorablemente, cuya actitud ha permitido enseñorearse sobre naturaleza y someterla a su dominio, tal cual, en su debido momento, lo manifestó Francis Bacon.

Pero tales intentos exitosos empiezan con la admirable civilización Griega, hace aproximadamente 2000 años, cuyos máximos logros se sintetizan bajo el inmenso e influyente pensamiento platónico y aristotélico. La característica fundamental se fundaba en conseguir la rigurosidad científica a través del método, aplicado a la investigación científica, y cuyo objetivo era conseguir la descripción más aproximada de la realidad, explicando sus fenómenos acaecidos y proponiendo soluciones a los diversos problemas sociales políticos, económicos, físicos, biológicos, etc., de la manera más favorable, para propiciar mejores niveles de felicidad y bienestar a los seres humanos. Así se iba garantizando el establecimiento de firmes cuerpos científicos.




A través de saltos cortos, y en otras ocasiones bastante largos se han conseguido nuevas conquistas de la ciencia que resultan maravillosas, como las alcanzadas por René Descartes, Isaac Newton, que gracias a sus notables descubrimientos, la humanidad avanzó, a paso de gigantes, en el desarrollo del conocimiento. Así, hasta llegar a tiempos bastante actuales, en la que debido a otras mentes incomparables, como la de Alberto Einstein, revolucionaron las concepciones científicas del mundo, y la forma de hacer ciencia.





Este libro titulado El pensamiento crítico y la investigación científica examina, en forma breve, las principales corrientes del pensamiento partiendo desde su dimensión filosófica, epistemológica y científica, y generadas en estos dos milenios últimos, procurando  entender y presentar de una manera juiciosa sus bondades en el avance para la comprensión de este mundo. Así, se recoge las variadas interpretaciones de las escuelas filosóficas de antes y después de Platón y Aristóteles, en donde se presentan sus principales aportes y logros al conjunto de la ciencia. Seguidamente se comenta lo acontecido entre el fin de la filosofía griega y principios de la revolución científica del siglo XVII, cuya fase es de escasa relevancia para el incremento del acervo científica. Y es a partir de allí, que se inicia un despertar y una curiosidad científica impresionante que a través de rupturas paradigmáticas, en términos de Thomas Kuhn, no ha parado, hasta nuestros días, en la obtención de nuevos logros científicos. Los grandes descubrimientos científicos se han sucedido ininterrumpidamente, lo que ha hecho surgir una enorme multiplicidad de campos del saber o ramas científicas, que tratan de entender cada fracción o parcela de la realidad.




Aquí ha jugado un papel trascendental la investigación científica, la misma que apoyada estrechamente por el método científico se ha presentado como la forma más segura y confiable de realizar y hacer el quehacer científico. De allí que para dirigirse hacia la búsqueda del conocimiento el camino más adecuado se ha materializado por la sociedad establecida entre la investigación y el método científico, y en cuyas páginas de este libro se destaca e ilustra con varios ejemplos. Lo que en su momento han hecho Aristóteles, Galileo, Bacon, Descartes, Newton, Leibniz, Einstein, Popper, Kuhn y toda una pléyade de celebrados científicos y filósofos, de distintas épocas de la historia de la humanidad.

Las diversas interpretaciones del mundo que han surgido a luz de las diferentes posiciones filosóficas que han abrazado los más grandes científicos e investigadores, que con gran pesar, hay que decirlo, no han logrado configurar el ideal de habitar en el mejor de los mundos posible, tal cual lo pensaba Leibniz, pues como bien señalaba Carlos Marx, los filósofos no han hecho otra cosa que interpretar al mundo cuando lo que trata es de transformarlo. Es decir, respetando a la naturaleza, ponerlo al servicio y provecho de todos, y no de determinadas personas o ciertos países. Esto se señala debido a que a pesar de los prodigiosos descubrimientos que se han hecho, el mundo no ha encontrado una senda firme que conlleve a alcanzar el bienestar y la felicidad de todos sus habitantes.

Leydy Cevallos, Pedro Andrade, Ronald Intriago y Freddy Soledispa.



En fin, el libro pretende motivar el interés por la ciencia y la investigación científica, de tal forma que aquellos que sientan inclinación por involucrase en tareas sobre la ciencia tengan en él a un valioso apoyo para materializar sus fines.

Antes de concluir, quiero manifestar que este modesto trabajo recibió el apoyo del Departamento de Investigación de la ULEAM, dirigido por la economista Elvira rodríguez, así como de sus principales autoridades como es el caso del Doctor Medardo Mora Rector, del Licenciado Leonardo Moreira Vicerrector y del Licenciado Ubaldo Gil, Director de la editorial Mar Abierto, quienes sin su generoso apoyo, esta obra muy difícilmente habría llegado a feliz término. A todos ellos muchas gracias por su apoyo.

Texto leído el viernes 6 de julio tras la presentación del libro Hay chismes que parecen cuentos pero hay cuentos que no son chismes, realizado en la Urna Norte del Palacio de Cristal, en el marco de la 7ma Feria Internacional del libro, Expolibro 2012, en la ciudad de Guayaquil.